viernes, 31 de diciembre de 2021

Shirobako: The movie (2020) Tsutomu Mizushima

La serie Shirobako (2014), dirigida por Tsutomu Mizushima para P.A. Works, paso un poco sin pena ni gloria, pero para mí fue de las mejores de ese año (y de 2015, puesto que su emisión acabó ese año). De mi cariño por esta serie dan cuenta las varias entradas que le dediqué en este blog. Gran parte de su atractivo -de nuevo, para mí-, radicaba en que se trata de un ejemplo de cine dentro del cine, o mejor dicho, de animación dentro de animación. 
 
Shirobako contaba el proceso de creación de una serie de animación, mostrando la amplia cantidad de personas y habilidades que son necesarias para llevarla a cabo, los muchos debates coetáneos sobre los caminos que debe seguir la animación futura, así como los sinsabores y recompensas de ese duro trabajo consistente en emitir 20 minutos animados todas las semanas, sea como sea. Es cierto que el tono de la serie era un tanto amable -el trabajo real de animación es mucho más agotador y destructivo de lo que la serie mostraba- pero eso no le quitaba si carácter de carta de amor por una forma que, para algunos, es esencial y mayor en el arte del cinematógrafo. 

Pueden imaginarse la ilusión con que esperaba Shirobako: The Movie (2020), dirigida también por Mizushima, y continuación de las andanzas de los personajes principales: cinco jóvenes que en el instituto soñaban con crear su propia obra de animación. Cada una de ellas, encarnando un aspecto del trabajo profesional de esta forma: producción, guion, animación tradicional, animación 3D, actores de doblaje. Sin embargo, aunque me ha gustado bastante, el placer que me ha producido se ha debido más a mi condición de fan de la serie original que a sus virtudes propias. Aunque tiene momentos comparables, por su emoción, a los de la serie, alguien que no esté al tanto de los personajes originales y sus contextos, tal y como se explicaban allí, tendrá graves dificultades para meterse en la película y entenderla.

El problema principal es de base, estructural. Su premisa narrativa es un estereotipo que ha sido utilizado en multitud de películas, de anime o de acción real, japonesas y occidentales: el líder de un grupo debe reclutar al equipo original, dispersado tras un triunfo decisivo, para así embarcarse en nuevas aventuras. En este caso, la producción de una película, tras que el estudio protagonista de la serie, Musashino Productions , haya devenido una sombra de sí mismo. Dado que el reparto original era multitudinario, el exiguo tiempo de un largometraje fuerza a que muchos personajes se limiten a hacer cameos, a pasarse a decir hola y basta. Limitación frustrante por partida doble en comparación con la serie, puesto que allí sí se había conseguido dar entidad y desarrollo a estos secundarios e incluso algunos de ellos se habían revelado esenciales para las peripecias de la trama.

Si este difuminado es disculpable, por razones de metraje, no lo es que se extienda las jóvenes que se supone son el centro de la trama. No se nos cuenta con claridad que ha sido de ellas en el intervalo entre la serie y la película. Mejor dicho, se nos insinúan desarrollos cruciales -como que una, dibujante de animación profesional, vive con otra animadora- pero todo esto queda fuera de plano por completo. El resultado es que, excepto dos de ellas, acaban por ser turistas en su propia historia, se incurre en contradicciones con lo narrado en la serie o se repiten, punto por punto, conflictos que ya habían sido resueltos en la serie. Por ejemplo, la dibujante de animación continúa con sus dudas existenciales sobre su valía y capacidad, mientras que la actriz de doblaje no consigue hacer despegar su carrera.

Conflictos que, bien llevados, podrían ser perfectamente válidos y pertinentes. Al fin y al cabo, todos, con independencia de la imagen que proyectemos, siempre albergaremos dudas sobre nuestros logros. Sin embargo, dado que la película tiene que prensar lo mostrado en la serie en mucho menos espacio, el resultado es que esos nudos argumentales quedan reducidos a meras citas, sin desarrollo ni ligazón con la trama. Por ejemplo, los problemas de autoestima de la animadora, en la serie original repercutían en el calendario de producción de la serie, mientras que aquí son mera anécdota, sin impacto alguno.

Y, sin embargo, a pesar de estos defectos, queda incólume su carácter de carta de amor. No tan sentida como en la serie, pero carta de amor al fin y al cabo.

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