A partir de la segunda mitda del siglo XVII y principios del XVIII, el modo de explotar las colonias empezó a modificarse por parte de las potencias europeas. De proporcionar metales preciosos por medios no económicos y, secundariamente, ciertos productos destinados al consumo de privilegiados - especias, tintes para tejidos de alta calidad... -, se convirtieron en fuente de productos coloniales de consumo algo más general y en una ampliación del mercado interior para los artículos manufacturados de la metrópoli, adquiridos no solo por las dificultades que ésta imponía al desarrollo de un sector artesanal indiano, sino gracias al poder adquisitivo generado por la venta de coloniales en Europa. Pero el hundimiento de la industria de la monarquía hispana y la pérdida de los canales comerciales hizo que las colonias americanas siguieran siendo explotadas de forma feudal. Las Indias proveían a la corona de fuertes sumas de dinero recaudadas vía tributos y facilitaban puestos administrativos y prebendas a los segundones de la nobleza. El abastecimiento de productos manufacturados lo realizaban los extranjeros a través de Sevilla, a partir de 1717 de Cádiz, y muy frecuentemente merced al contrabando.
Historia de España dirigida por Tuñón de Lara, tomo 7, Centralismo, ilustración y agonía del Antiguo Régimen, Emiliano Fernández de Pinedo, Alberto Gil Novales, Albert Derozier.
Ya les he comentado en varias ocasiones la gran decepción que me está suponiendo la lectura de la Historia de España dirigida por Tunón de Lara. Junto a tomos magistrales - aquéllos escritos por un autor en solitario, curiosamente - se hallan volúmenes que poco aportan y que más bien parecen empecinados en marear al lector. Bien perdiéndose en disquisiciones metodológicas que sólo tenían interés para un experto de hace cuarenta años, bien citando datos fascinantes de los que no se ofrece contexto alguno ni su posible ligazón con otros. Por fortuna, en estos últimos casos, ahora se puede contar con wikipedia, pero pueden imaginar mi frustración de joven, cuando esta obra era una de las pocas al alcance de un estudiante interesado por la historia.
Gran parte de los problemas de esta obra se deben al enfoque marxista del estudio. Pero no en sus aspectos políticos, ni en sus conclusiones, sino la partición que obliga a realizar sobre el material histórico. Como podrán saber, para el marxismo la economía, junto con las relaciones de producción, es el motor de la historia, la estructura que conforma las sociedades y las fuerza a ser de una manera precisa y determinada. El resto, formas de gobierno, relaciones sociales, aspectos culturales, hechos históricos, son mera superestructura, consecuencia del sistema económico, síntoma sin mayor consecuencia, por lo que su estudio deviene secundario. Esa obligación de economy first, obliga a abordarla en primer termino en el estudio, lo que no sería reprochable, sino fuera por presentarla disociada del resto de aspectos sociales. Se muestra así como algo estático y determinado, sin verse afectadas por cuestiones climáticas, tan relevantes hoy, el impacto de guerras y conflictos, tan regidos por el azar, o las reformas políticas, que pueden acarrear resultados contrarios a los previstos -.