Los sublevados buscaron pretextos y justificaciones, casi siempre toscos, para explicar su acción. Frente a eso se opuso lo inadmisible que era el rompimiento de un orden de base democrática y de soberanía popular, por defectos que tuviese. Pero no deja de ser también una explicación idealista que tiene poco que ver con la historia. Siempre he pensado que, desde su clase y desde su óptica, no le faltó razón a Gil Robles al escribir.
En la primavera de 1936 no existía un verdadero complot comunista, según han pretendido hacer creer los historiadores de la España oficial: pero se había iniciado en muchos sectores de la península una profunda revolución agraria, que llevó al desorden y la anarquía a una gran parte del campo español.
No se iba a ninguna revolución proletaria. Pero, como otras veces he escrito,
...es verdad que se iba al cambio de las relaciones de producción en la España agraria: ca una mayor presencia de los sindicatos en la producción industrial y, tal vez, al control harto moderado que Caballero había propuesto, sin éxito, cuando el primer bienio.
Sevilla-Guzmán ha explicado también:
La República burguesa, estaba tornándose por vez primera en una auténtica República de trabajadores. El pronunciamiento militar del 17 de julio evitó que esto llegase a realizarse.
Con terminología distina, Malefakis viene a decir lo mismo.
La magnitud de la amenaza que la Ley Agraria planteaba a las clases proseedoras no las permitía tolerar sus realización.
Febrero de 1936 significaba una pérdida del poder político mucho más grave que para las antiguas clases dominantes, que la de 1931.
Pierre Malerbe, Manuel Tuñón de Lara, Maria Carmen García-Nieto, José-Carlos Martínez Baqué, La crisis del Estado: Dictadura, República, Guerra. Tomo IX de la Historia de España dirigida por Tuñón de Lara
En la primavera de 1936 no existía un verdadero complot comunista, según han pretendido hacer creer los historiadores de la España oficial: pero se había iniciado en muchos sectores de la península una profunda revolución agraria, que llevó al desorden y la anarquía a una gran parte del campo español.
No se iba a ninguna revolución proletaria. Pero, como otras veces he escrito,
...es verdad que se iba al cambio de las relaciones de producción en la España agraria: ca una mayor presencia de los sindicatos en la producción industrial y, tal vez, al control harto moderado que Caballero había propuesto, sin éxito, cuando el primer bienio.
Sevilla-Guzmán ha explicado también:
La República burguesa, estaba tornándose por vez primera en una auténtica República de trabajadores. El pronunciamiento militar del 17 de julio evitó que esto llegase a realizarse.
Con terminología distina, Malefakis viene a decir lo mismo.
La magnitud de la amenaza que la Ley Agraria planteaba a las clases proseedoras no las permitía tolerar sus realización.
Febrero de 1936 significaba una pérdida del poder político mucho más grave que para las antiguas clases dominantes, que la de 1931.
Pierre Malerbe, Manuel Tuñón de Lara, Maria Carmen García-Nieto, José-Carlos Martínez Baqué, La crisis del Estado: Dictadura, República, Guerra. Tomo IX de la Historia de España dirigida por Tuñón de Lara
El acontecimiento por excelencia del siglo XX español es el binomio Segunda República/Guerra Civil. A casi 90 años de la proclamación de la Segunda República, la divisoria entre los campos políticos siguen marcándose de acuerdo con los bandos de la Guerra Civil, del que depende la valoración que se dé a esa efímera experiencia democrática, encajonada entre dos dictaduras de derechas. Para empeorarlo, la radicalización de la derecha española, iniciada en los 90 y culminada en esta década, ha provocado una exasperación del debate histórico. Las mentiras propagadas por portavoces de esa nueva ultraderecha militante, como Pio Moa o César Vidal, han impedido que se progrese en el conocimiento y apreciación de ese periodo crucial, al menos en la conciencia popular. Las falsedades de la propaganda francisca, interesada en disfrazar su traición como justa rebeldía, han sido revitalizadas. Se han convertido en dogma de fe de esa derecha que no oculta sus tentaciones autoritarias, mezcladas con un neoliberalismo devastador para las clases más pobres.