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domingo, 24 de octubre de 2021

Exposición Tornaviaje (y otras) en el Museo del Prado

Los tres mulatos de Esmeraldas, Sánchez Galque

En el Museo del Prado acaban de abrirse tres exposiciones a cada cual más interesante: la llamada Tornaviaje, dedicada al arte creado en la América Hispana que acabó en la metrópoli; la titulada El hijo pródigo de Murillo y el arte de narrar en el Barroco andaluz, comparación de los estilos e intereses de tres pintores de ese periodo y lugar; para terminar con Leonardo y la copia de Mona Lisa, montada alrededor de la copia de ese cuadro, realizada en el taller de Leonardo, que fue descubierta y restaurada recientemente en el Museo del Prado.

Tornaviaje es un término marinero que se refiere específicamente a la ruta de vuelta en una travesía marítima. Descubrir esos tornaviajes era crucial en todo viaje de exploración, puesto que sin esas rutas de retorno -o si éstas eran difíciles e impracticables- era imposible mantener un establecimiento comercial en territorios que estaban, literalmente, al otro extremo del mundo. Así, la ciudad de Manila no fue viable hasta que Legazpi descubrió como navegar desde las Filipinas hasta México, evitando cruzar las zonas de influencia portuguesa. Una ruta que podía haber sido descubierta medio siglo antes: un hecho poco conocido de la expedición de Elcano es que, cuando ésta pierde a Magallanes en ese archipiélago, se decide dividirla en dos. Una, la comandada por Elcano, intentaría volver a España por el cabo de Buena Esperanza, la otra intentaría recruzar el Pacífico, empresa en la que encontrarían la ruta de Legazpi y estuvieron a punto de tener éxito.

miércoles, 17 de marzo de 2021

Parangones

 

Jordaens, Meleagro y Atalanta

La exposición Pasiones Mitológicas, apenas inaugurada en el Museo del Prado, es un auténtico who is who de la pintura renacentista y el primer barroco. La nómina de grandes pintores de esos periodos es apabullante: Tiziano, Veronés, Rubens. Ribera, Poussin, van Dyck, Jordaens, Velázquez, asi como otros no tan conocidos, pero no menos interesantes. Por si sola esta muestra equivale a un pequeño museo, aunque de una calidad que pocas instituciones -ni siquiera las mastodónticas- soñarían igualar. Sólo por eso ya valdría la pena visitarla, pero la cosa no se queda ahí. Todas las exposiciones del Prado, de un tiempo a esta parte, vienen con su subtexto y aunque este no sea tan enjundioso como el de la pasada Invitadas, no deja de tener interés.

lunes, 28 de octubre de 2019

Consonancias

Autorretrato, Sofonisba Anguissola

Se acaba de abrir, en el museo de El Prado, la exposición Historia de dos pintoras: Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana. No creo exagerar al decir que era una muestra esperada con impaciencia  por todos los aficionados. Incluso se podría decir que era LA exposición, así con mayúsculas, sin la que este año no podía considerarse completo.

Se inscribe en esa tendencia actual, de unas pocas décadas acá, que busca recuperar del olvido a las muchas pintoras que figuran en la historia de la pintura occidental. Unas reivindicaciones que no se limitan al muy necesario acto de justicia, por parte de una sociedad que se ufana de un feminismo constituido como rasgo de identidad cultural. La restitución de su memoria corre el peligro de quedar limitada a breves menciones en las enciclopedias, algunas telas expuestas en salas secundarias de los museos, peor sin alcanzar mayor repercusión, fuera de los expertos. Dando la razón a la opinión retrógada que sostiene que si esas mujeres fueron olvidadas, menospreciadas y apartadas, es porque nunca alcanzaron el talento, ni la valía, de sus colegas masculinos. No porque todo, absolutamente todo, estuviera en contra suya

Cuando no es así, ni mucho menos. No estamos hablando de caprichos, ni de cupos. A cada descubrimiento, a cada reivindicación, se descubre a pintoras cuyo valor va más allá de lo anecdótico. Artistas con verdadero talento, que poco tienen que envidiar a la mayoría de los hombres recordados por la historia. enumerados en los canones oficial. Esas mujeres bien pudieran haberse colado entre los más grandes, si su tiempo  hubiera dejado florecer su talento, si hubieran gozado del mismo respeto y consideración que sus colegas. Aún así, habiendo quedado malogradas sus carreras en muchos casos -por indiferencia, ignorancia, envidia y desprecio-, no hay nada que las pueda quitar su condición de heroínas. Como las dos pioneras, Anguissola y Fontana, separadas una generación, a las que se dedica la muestra de El Prado.

martes, 22 de octubre de 2019

Ocasiones desaprovechadas


En los últimos años, el panorama expositivo madrileño se ha visto ampliado con las muestras que Artemisia, un conglomerado artístico italiano, organiza en el Palacio de Gaviria, recuperado y restaurado para esas ocasiones. Debería alegrarme, -todo nuevo espacio expositivo es bienvenido- pero les confieso que tengo sentimientos encontrados. Empezaron muy fuertes, con Escher y el Surrealismo, aunque sin esconder que buscaban apelar al público y los recientes cambios de gusto. Así, entre medias tiraron de Mucha -que empacha y astraga como los dulces en grandes cantidades- para continuar con Tamara de Lempicka. Una exposición, esta última, muy loable, ya que recuperaba a una pintora valiosa, por desgracia famosa por razones extrapictoricas, pero que en su selección de piezas acababa por ser un injerto entre almacén de Ikea y planta de moda del Corte Inglés. Con poca pintura, mucho vestido y demasiado mueble.

Tras haber estado centrada en la modernidad, Artemisia ha vuelto la vista a los antiguos maestros, en concreto a la pintura flamenca de los siglos XVI y XVII. La nueva muestra tiene de nombre Bruegehel, Maravillas del arte flamenco, y se propone trazar la historia de esa larga dinastía de pintores, central en la evolución del arte europeo de esa época, y con varias figuras notables entre sus filas, más allá de su fundador. Para que se hagan una idea, primero tenemos a Pieter Brueghel el Viejo, el más famoso de todos, creador de una serie de imágenes icónicas que figuran en todas las historias del arte. No sólo por su carácter de símbolo reconocible al instante, sino por la riqueza de su detalle y la calidad de su pincelada. Digno cierre a ese miniaturismo obsesivo, creador de un realismo asombroso por vía de la  microscopía -y no la perspectiva, como el Renacimiento Italiano-, que había caracterizado el arte flamenco desde los van Eyck.

sábado, 1 de diciembre de 2018

El mundo/el museo entero

La Piedad Despla, Bartolomé Bermejo


Aunque pueda sonar a sacrilegio, les tengo que decir que he salido más satisfecho de la visita a la exposición de Bartolomé Bermejo, abierta ahora mismo en el Prado, que de la celebratoria del segundo centenario de esa pinacoteca. Por mucho que ésta sea mucho más grande y ambiciosa que aquella, además de  haber sido anunciada a bombo y platillo en todos los medios. Dígamos que tengo debilidad por las exposiciones mínimas, más aún cuando se centran en un pintor cuya obra se desarrolla en un periodo que encuentro fascinante: la transición del gótico al renacimiento.

Parte de mi atracción por este periodo y estos artistas se debe que su figura se suele hallar envuelta en un denso manto de misterio. Estamos acostumbrados, por influencia del romanticismo y de las vanguardias, a imaginar a artistas cuya vida, su ideología, sus conflictos y aspiraciones, se revelan en el lienzo. Sin el conocimiento detallado de la biografía del pintor, de sus ideas y su personalidad, la obra se quedaría coja, amputada de gran parte, sino todo, su impacto e importancia. Esa necesidad por completar lo visto ha servido de acicate a profundos y detallados estudios, que llegan a crear la ilusión en los lectores de poderconocer íntimamente al artista, ser, sino su amigo, al menos alguien cercano a él. Lo suficiente para compartir su arte, cuando no replicarlo.

martes, 24 de julio de 2018

Perdido

Lorenzo Lotto, Retrato de un caballero joven

Supongo que ya les he comentado varias veces como varían las apetencias artísticas a medida que se envejece. Uno acaba por apartarse de los grandes maestros, un poco hastiado de encontrárselos por todas partes, y toma cariño por figuras de segunda fila, cuya obra ha quedado en la penumbra. Se pueden poner muchas excusas para justificar estas preferencias, pero lo cierto es que detrás de ellas se oculta un solo deseo: el de volver a enamorarse con pasión de una obra de arte, el dejarse arrebatar por el torbellino del descubrimiento repentino, aunque quizás el objeto no lo merezca y antaño ni le hubiéramos dedicado una sola mirada. Ese es el objetivo, pero, para serles sinceros, debo confesarles que rara vez se alcanza. Al final, a estas edades, sólo se puede remedar lo ya sentido, extraer los sentimientos del almacén en el que duermen, vestirse con ellos, aparentar.

Dejemos a un lado las confesiones. Esta introducción era sólo para que entendiesen el poderoso atractivo que exposiciones como la de Lorenzo Lotto, abierta recientemente en El Prado, ejercen sobre mí. No es que el nombre de este artista sea desconocido para el aficionado. Cualquiera que se haya preocupado por la pintura veneciana recuerda un par de retratos magníficos, de ésos que te llevan a querer ver más, a descubrir el artista detrás de esas maravillas, a confirmar que esos logros no eran una excepción, un golpe de suerte. Esta exposición permite cumplir ese deseo, al explorar la obra de este pintor veneciano en profundidad, abarcando toda su biografía y sus diferentes etapas estilísticas.

martes, 15 de mayo de 2018

Notas al pie

Pedro Pablo Rubens, Paisaje
En todo museo, como en un iceberg, hay una amplia parte sumergida. Las salas de exposición tienen una capacidad limitada, aún más exigua si se intenta evitar abrumar al visitante. Como consecuencia, muchas de las obras conservadas permanecen ocultas en los almacenes, invisibles para el gran público, quien se pierde no sólo parte de la producción de los artistas esenciales, sino la obra entera de muchos menores. Pinturas y esculturas que quizás, para una persona en particular en un momento determinado, podrían ser más importantes que las creaciones de los maestros consagrados. Incluso constituir ese instante de revelación que justificase la vista a un museo o una exposición.

Por esa razón, es de agradecer que El Prado organice periódicamente miniexposiciones para traer a la luz esos fondos olvidados. Ya sea para hablarnos de un artista poco conocido,  caso de Juan Fernández el Labrador, especializado en pintar racimos de uvas y del que sólo se sabe que estuvo activo en la década de los 30 del siglo XVII; o bien para explorar formas y formatos considerados menores, como podría ser la pintura de "cámara", obras de tamaño pequeño pensada para el disfrute privado, al contrario de aquélla concebida para ser expuesta en palacios e iglesias, como medio de  propaganda del poder político y religioso. Así, en estas semanas, y mientras se espera la inauguración de la muestra de Lorenzo Lotto, pueden visitarse dos exposiciones pequeñas, ambas ilustración de lo que no dejan de ser notas al pie en la historia de la pintura, pero no por ello menos interesantes. 

sábado, 25 de marzo de 2017

Carreteras secundarias

Wolf Huber
Lo primero, la protesta. Aunque no pase de ser pataleo.

De nuevo la baronesa Thyssen amenaza con vender cuadros de la colección, al igual que hizo años atrás con un Constable del que yo estaba enamorado desde el primer momento. Entre esas posibles ventas y la dispersión de obras que está realizando esa misma persona por otras sedes de la fundación, se corre el riesgo de que la Thyssen acabe por ser un inmenso caserón vacío dedicado a exposiciones temporales del impresionismo. Apelaría al estado y las instituciones culturales para poner fin a este expolio, pero ya saben que desde que comenzó la crisis, el arte ha pasado a ser una mercancía más con la que hacer dinero, especialmente los bancos. Nada queda ya de esas ideas transnochadas de educación, difusión y enseñanza que deberían regir nuestra política cultural y es casi imposible que resuciten. De hecho deberíamos dar gracias porque no quemen esos objetos inútiles y transformen los museos en algo realmente útil.

No sé, como una inmobiliaria, un casino o un campo de fútbol.

Pero dejando a un lado las jeremiadas, la exposición abierta ahora mismo en la Thyssen es más que interesante. Mucho más obviamente, que sacar de paseo a los impresionistas, como si no les hubiéramos visto bastante. Y lo es porque se trata de un préstamo del Museo de Bellas Artes de Budapest, cerrado ahora mismo por reforma, que nos permite ver una amplia selección de sus fondos. Es decir, no las estrellas del palmarés pictorico, aunque también estén representadas, sino aquellos artistas de segunda y tercera fila, cuyas obras dormitan en salas secundarias, de ésas que sólo visitamos de camino a donde se exponen los grandes maestros. Sin dignarnos a obsequiarles con una mirada, aunque sea de soslayo.

Excepto en estas ocasiones.

martes, 5 de julio de 2016

El mundo entero

Hieronymus Bosch, El Bosco, El jardín de las delicias
Lo primero, un fuerte reproche al Museo del Prado, que ha aprovechado la ocasión de la retrospectiva de El Bosco para subir el precio de las entradas a 16 Euros. No se si darán cuenta que con esta medida se están convirtiendo en un coto cerrado para turistas despistados, visitantes que vendrán una vez porque estaba en el paquete que contrataron y ya no volverán, mientras que imposibilitan el acceso a los que nos gustaría ir más a menudo, para disfrutar y conocer su amplísima colección. Ahora bien, dado que en los últimos años todas las instituciones culturales están cobrando por la entrada a las exposiciones temporales que organizan, está cada vez más claro que el arte se considera de nuevo un lujo de las élites, al menos de aquéllas que puedan pagárselo y comprar los abalorios pertinentes.

Luego no se quejen si el arte y la cultura son odiados y despreciados por la mayoría de la población. Mejor dicho, ignorados como algo inútil en la vida diaria, como una pérdida de tiempo y de dinero.

Volviendo a la exposición de El Bosco. Uno está aconstumbrado a exposiciones multitudinarias, donde hay que hacer cola para ver los cuadros, con la consiguiente degradación en la visión de los mismos; pero ésta se lleva la palma, de manera que la primera vez que fui tuve que irme sin poder ver alguna de las pinturas... o sin haber llegado a apreciar otras por entero. Ocurre que el Bosco es uno de esos pintores que conoce hasta el más ignorante y que gran parte de la gracia de su pintura es explorar el inagotable mundo de criaturas, monstruos y espantos que pueblan  sus cuadros, así que en esta exposición no sólo están garantizadas las multitudes, sino que los visitantes se van a quedar mucho, mucho tiempo frente a las obras, ocasionando esos atascos a los que me refería.

No sé muy bien  como se podría solucionar esto y me da que al Museo del Prado le da un poco igual, ya que va a llenarse bien la bolsa con estas multitudes de visitantes. Eso sí, tengo la impresión de que pocos se van a ir habiendo aprendido a conocer mejor a este pintor y que lo único que va a recordar la mayoría son las incomodidades que sufrieron para ver a este pintor tan raro, tan extraño y tan incomprensible... y por eso mismo tan fascinante.

sábado, 17 de octubre de 2015

Olvidados

Luis de Morales, Ecce Homo
Si son aficionados al arte, sabrán que el pintor renacentista español Luis de Morales es inseparable de su apodo "El divino". Un apelativo que, cuando me empecé a aficionar a esto de la pintura y las exposiciones, me parecía incompresible o al menos inapropiado. Sabía que ese nombre le había sido dado por sus contemporáneos por la espiritualidad y trascendencia con que dotaba a sus obras, siempre religiosas, pero en ellas no veía yo el reflejo de la gloria de los bienaventurados o la bendición de la gracia, sino dolor, desesperación y sufrimiento. La pinturas de Morales estaban así desprovistas de la serenidad, el equilibrio y la belleza que yo suponía inherente al renacimiento pleno, para asemejarse a no sé muy bien qué, pero seguro que nada que tuviese que ver con algo "divino".

Mucho tiempo ha pasado desde entonces, más de treinta años, y muchos son los modos y perspectivas pictóricas a las que he llegado a aconstumbrarme... incluso a deshabituarme y volverme a habituar, como ocurrió con la pintura renacentista, que deje de amar al aficionarme a las vanguardias, pero que recuperé tras un largo viaje a Italia. Por esa razón, cuando he visitado esta mañana la exposición que El Prado ha dedicado a Luis de Morales, he sabido entender su pintura y apreciarla en parte. Vista ahora, me parece perfectamente encuadrada en el clima intelectual de su época, dominada por la enmienda a la totalidad que la ruptura religiosa protestante y la contrarreforma católica opusierion a los ideales renacentistas, substituyendo el optimismo del humanismo en el éxito del conocimiento humano, por un control férreo y total de las ideas, en el que la más pequeña disidencia idelógica podía ser castigada con la muerte.

sábado, 2 de mayo de 2015

El mal de Stendhal

Descendimiento, Roger van der Weyden
He visitado esta mañana el Museo del Prado sólo por ver la impresionante restauración de la Crucifixión de Roger van der Weyden. No obstante, por increíble que sea el estado final en que ha quedado el cuadro, al final la función se la lleva otro cuadro del mismo pintor, el Descendimiento. Una obra que siempre que siempre visito cuando voy al Prado - y hace ya tres décadas que empecé -, y por la que sigo tan enamorado como el primer día que la contemplé. Pintor y obra que forman parte integrante de mi ser, de lo que consideró ser yo, y que creo serán de los últimas que olvidaré llegado el momento, por mucho que esto suene a exageración, baladronada y fantasmada.

Inciso: No me extraña que el director del futuro museo de las colecciones reales quiera llevarse esta obra - y alguna otra como el jardín de las delicias de El Bosco o el Lavatorio de Tintoretto -. Claramente quiere una garantía de que su museo vaya a ser visitado por alguien, preferentemente hordas de turistas. Como pueden imaginarse me opongo frontalmente a esta maniobra, por lo que tiene de desmembramiento de un museo paradigma, sólo para servir al capricho de un recién llegado. O como dice el refrán, desvestir a un santo para vestir a otro.

Retomando el hilo: ¿Qué tiene de grande ese cuadro? Pues primero que es un cuadro definitivo, de esos que un pintor sólo pinta una vez en la vida y que te mueven a buscar en toda su obra algo similar, aún sabiendo que será imposible, porque algo así no volverá a repertise, por muy excelso e inspirado que sea ese creador.

Sí, pero no has respondido. ¿Qué tiene de grande ese cuadro?


sábado, 31 de enero de 2015

A pesar Suyo

Concepción de la virgen, Ambrosius Belson

Les he indicado otras veces que en el panorama expositivo madrileño han aparecido unos cuantos espacios de los que no tenía noticia, mientras que otros han sido resucitados. A esta última categoría pertenecen las antiguas salas del antiguo Centro Cultural de la Villa, ahora Centro Cultural Fernando Fernán Gomez, que a punto estuvo de quedarse en sólo Fernán Gómez. Por ese espacio, uno de los mayores de Madrid en extensión, han pasado exposiciones modelo que intentaban abarcar fenómenos con una profundidad que sólo estaría al alcance de museos enteros. Así, en años sucesivos, se pudieron ver muestras que ilustraban la Península Ibérica en los años 1, 1000 y 2000; los diferentes informalismos hispanos de la segunda mitad del siglo XX, el fenómeno religioso en el mundo presente o la evolución del área guatemalteca de los Mayas a la actualidad.

La reapertura de estas salas tuvo lugar con la visita, el año pasado, de los guerreros de Xian, y se ha visto confirmada con la exposición a Su Imagen, inaugurada en noviembre de año pasado. En sí, el tema que propone la muestra, la revisión del arte religioso en la península, sería más que interesante, sino fuera porque el enfoque no es estríctamente artístico, sino pastoral y evangélico. Promovida por la Conferencia Episcopal Española, la exposición pretende dar a conocer la doctrina cristiana, en su vertiente católica, utilizando para ello cinco siglos de historia del arte en la península. Catolicismo, entendido como una de las esencias irrenunciables de España, de manera que la obras expuestas vienen a recuperar, en cierta manera, su carácter devocional - aunque se incluyan algunas que poco tienen de piadosas y sí mucho de contestatarias, caso de los lienzos de Solana.

martes, 13 de enero de 2015

Pequeñas ventanas

Danae, Tiziano

En otras ocasiones les he comentado mis dudas sobre la reforma de El Prado, en concreto, que la ampliación ha redundado en una disminución del espacio expositivo permanente. En lo que se refiere a exposiciones temporales, sin embargo, la reforma ha permitido tener abiertas varias al mismo tiempo, incluso extendiéndose a otras regiones del museo, en curiosa contradicción de los propósitos de la dicha reforma.

Ahora mismo, el plato fuerte de El Prado es la muestra Goya en Madrid, que ya comentaré largo y tendido en otra ocasión, con sus defectos y virtudes incluidos. No obstante, no hay que olvidar las varias pequeñitas que comparten espacio con ella, y que a pesar de su corta extensión sirven para iluminar detalles y momentos particulares de la historia del arte.

martes, 23 de diciembre de 2014

Placeres Privados

Ribera, El Olfato
En Madrid, se han abierto - o recuperado - una serie de espacios expositivos cuya función y permanencia son más que dudosos, al no quedar claro a quién o a qué institución representan. Uno de estas salas es la que recibe el curioso nombre de CentroCentro, ubicada en el antiguo edificio de correos, que ahora se ha convertido en una extraña amalgama de antiguas funciones postales, nueva sede del ayuntamiento madrileño, atracción abierta a las visitas turísticas y recinto de exposiciones varias e inconexas.

La última que aún permanece abierta allí es la dedicada a la colección privada de pintura de Juan Abelló, poderoso financiero e industrial de la transición. No voy a dedicarme aquí a realizar una semblanza de las actividades económicas y políticas de este personaje, baste decir que en ambos mundos, el de los negocios y el del gobierno, ninguna fortuna es inocente, ninguna carrera es pura, sino que cualquier éxito, y más en nuestra patria, sólo se consigue a base de intrigas, traiciones, pasteleos, untes y componendas. Lo que sí que quiero señalar es que en el ámbito del arte la colección Abelló es una de las mejores,dejando traslucir un evidente gusto, bien informado y sensible, ya sea el suyo o el de sus asesores.

martes, 15 de julio de 2014

Under the Shadow of Postmodernism (y XI)

Yet there were many signs which indicated a divorce between the Castilian people and its ruling class. The emperor and some of his advisers might proclaim the ideal of a great Christian empire extending over two hemispheres with its base in Spain. Philosophers and men of letters like Alfonso de Valdés and Fray Antonio de Guevara might provide the imperial ideal with an intellectual justification. The struggle against Protestantism and the Turk might appear as the supreme mission of Spain and her empire. But whenever popular sentiment could make itself heard, either in some collective impulse like that of the Comuneros, or in the writing of the chroniclers, or in the protests of the Cortes, or in the advice of his Spanish administrators, or in the latent opposition to Charles's son and heir in the 1550, then it was obvious that the urgent preoccupations of Spaniards were nearer home, more national in their objectives and more economical in their cost; the safety of Navarra and the outposts of North Africa, the struggle against the Turk, but in the Mediterranean and not on the Danube, the defence of the coasts, and peace with France and other Christians countries. Francisco de los Cobos, the emperor's Spanish secretary, was constantly advising peace, 'that we might have a breathing space'. Even the Admiral of Castile wrote in 1531: 'Your Majesty protracted absence from your Spanish Kingdoms, though indispensable for the safety of the threatened Christendom and the furtherance of your own political views, is a thing to which your Spanish subjects can hardly reconcile themselves'.

John Lynch, Spain 1516-1598, From Nation State to World Empire.

Como ya sabrán, estoy leyendo en paralelo dos historias de España en varios volúmenes. Por un lado la dirigida por John Lynch en el Reino Unido, que se publicó en gran parte durante los años 90 del siglo pasado. Por otra parte, la dirigida por Fontana/Villares en España, en la primera década de este siglo, pero que aún está sin completar.

La Fontana/Villares tenía/tiene objetivos muy ambiciosos. En primer lugar, se proponía el estudio estricto de España como sujeto histórico  independiente, de forma que centraba sus esfuerzos en el periodo de 1500 al presente, relegando la historia anterior a una especie de prólogo necesario, pero incómodo. Asímismo, se pretendía/pretende como una doble revisión de esa historia, a la luz de los nuevos datos y las nuevas teorías históricas, siempre considerados desde unos supuestos ideológicos de izquierda progresista, en clara oposición/reacción a la contrarevolución conservadora en auge en España desde 1996 y ahora completamente victoriosa.

jueves, 22 de mayo de 2014

Under the Shadow of Postmodernism (y X)

The most significant movement which received the Inquisition's attention involved the followers of Inés, who become a prophetess in the town of Herrera del Duque, at the southern edge of the Spanish Meseta. The Toleado Inquisition tried more than thirty of Ines's followers, and the relevant documents provide some indication of the character of the visionary and her  community. According to the testimony of Juan de Segovia, a shoemaker in Cordoba, Ines's prophecies were directed particularly to conversos. She told her listeners that, before the Messiah came, for the first time, and not the second, as Christians believed, angels would appear, and there would be other signs in heaven. The Messiah would take the Spanish conversos to the Promised Land, where they would eat from golden plates 'and she said because she was a sinner she could not see them, and wept for it'. Inés claimed that her dead mother had come to fetch her, and had taken her up to heaven. She ascended, holding her mother's hand, with an angel for company, and also a boy whom she had known, and who had died some years earlier. Inés passed through Purgatory, in which souls were suffering, and then, reaching Heaven, saw other people, 'on golden chairs, in glory'. The angel told her that they had been persecuted by the Inquisition. 'Friend of God, those who rest up there are those who were burned on earth'. The visionary and prophetess claimed to have received signs from heaven, an ear of corn, an olive and a letter, to authenticate her experiences in the eyes of her listeners. Witnesses later told the Inquisition that she soon claimed to be visiting heaven every week, and that she led a movement, first in the area to the north of Cordoba and then in the city itself, which had distinctly 'Judaizing tendencies'.

John Edwards, The Spain of the Catholic Monarchs.

En mi revisión en paralelo de las historias de España dirigidas por John Lynch en los años 90 del siglo XX y la más reciente de Fontana/Villares ha llegado el momento de retroceder en el punto alcanzado en esta última, el final del siglo XVI, para volver al relato del reinado de los reyes católicos que John Edwards realizó para la primera.

Ya he comentado cómo la actualidad política de España, en la que la propia permanencia de este estado se ve cuestionada, ha traído a primer plano la figura de los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, un tanto desdibujada durante los tiempos de la transición, tras la desaparición del sueño imperial evocado por el Franquismo. En este revival se incluyen tanto la reconstrucción a contrapelo del pasado realizada por los independentistas catalanes, en la que Fernando representaría el papel del traidor máximo en la tragedia nacional, como novelizaciones televisivas a la mayor gloria de Isabel y sólo de Isabel, muy del gusto de un nacionalismo centralista que siempre se ha imaginado castellano y para el que la historia o la presencia de los otros reinos peninsulares es completamente irrelevante.

Sin embargo, y a pesar de ese interés reciente, la figura, importancia e influencia de los Reyes católicos sigue siendo ignorada y desconocida para la mayoría de los habitantes de esta casa de locos llamada España. Mejor dicho, el reinado de los reyes católicos parece reducirse al año glorioso de 1492, en el que, repetinamente, el moro es expulsado, la unidad nacional conseguida por ensalmo, y no menos milagrosamente las Americas son tropezadas, para junto a ellas, encontrar asímismo la vocación de Imperio universal. Si acaso , se hace una breve referencia al "problemilla" de Isabel con su sobrina Juana, en el cual, por supuesto, la reina católica tenía toda la razón, y a las campañas relámpago del Gran Capitán, castellano, como no podía ser de otra manera, en el reíno de Nápoles contra los malvados gabachos.

martes, 6 de mayo de 2014

Visitors and quotations

Jean Fouquet, Virgen con el Niño y ángeles
Desgraciadamente, este año las circunstancias me han llevado a acumular un fuerte retraso en mi programa de visitas a exposiciones, así que no se extrañen de que acabe comentándolas cuando ya han cerrado sus puertas o están a punto, como es el caso de las cuatro minimuestras que hasta el domingo pasado coincidían en el museo madrileño de El Prado.

La estrella sin discusión, aun colgada en ese museo, es el préstamo realizado por el Louvre de la Virgen con el Niño y ángeles de Jean Fouquet. Ese cuadro, como muchos del siglo XV, algunos en salas anejas, ha acabado en convertirse en uno de los favoritos incontestables de cualquier aficionado, en parte porque parece situarse fuera de su tiempo y de su ámbito estético, para alcanzar esa extraña región que no puede calificarse de otra forma que inmortalidad/atemporalidad.

martes, 29 de abril de 2014

Just a couple of remaining sketches


Una de las mejores exposiciones de este año, por lo inusual e inesperada, está pasando sin apenas pena ni gloria, sepultada en los sótanos de la fundación Mapfre. Se trata de la muestra Pontormo: Dibujos, cuya visita permite al público madrileño conocer la obra de un pintor cuyo nombre será completamente desconocido para muchos. La mayor parte de las obras este artista se encuentra en Florencia y a pesar de la resonancia de esa ciudad en el imaginario de las agencias de viajes, pocos habrá que asocien a Pontormo con ese lugar o que hayan ido a visitar alguna de sus iglesias sólo por las obras de ese pintor.

sábado, 14 de diciembre de 2013

Light of Darkness

Michael Wolgemut, Baile de los Esqueletos
Si el invierno pasado fue el tiempo de los impresionistas en Madrid- con dos megaexposciones en la misma calle - este otoño ha sido el tiempo de los surrealistas, con dos exposiciones más que interesantes, aunque quizás no por las razones que pensaban sus organizadores.

La primera de ellas que voy a intentar reseñarles es la abierta en la fundación Juan March, con el nombre Surrealistas antes del Surrealismo. Como es habitual en esta instución - casi la decana del panorama expositivo madrileño - el nombre que se ha dado a la muestra define bastante bien su propósito: Trazar la permanencia de lo fantástico y lo irracional en el arte occidental, fenómeno del cual el surrealismo es la última - y más ruidosa - manifestación.

Ese rigor temático puede haber tenido el indeseable efecto de confundir al público. Como ya saben suelo visitar las exposiciones dos veces, separadas por varias semanas de  distancia. Pues bien, si en mi primera vista la asistencia era bastante importante, aunque no masiva, en esta segunda ocasión, la muestra estaba casi completamente vacía. Circunstancia que ayuda mucho a verla, pero que supone un pequeño fracaso para una exposición tan apartada de los tópicos que rodean a ese movimiento en el mente popular: El sueño y Dalí, por decirlo brevemente.

jueves, 31 de enero de 2013

Revolution and Counter-revolution(y II)

Bremen went over in 1530 to the Lutheran cause against the opposition of its catholic archbishop, but in 1561 the growth of Reformed belief among the merchant elite delivered control of the city into Reformed hands, after fierce intra-Protestant disputes inevitably centring on the Eucharist. The aristocratic canons of the Cathedral however, remained staunch Lutherans: the resulting clash between city and Cathedral authorities closed the doors of the building to worshippers. For an astonishing seventy-seven years after 1561, the vast church, locked and silent, cast its shadow over the busy life of the two principal city markets, the mediaeval treasures of the interior preserved unused though undefaced. Only in 1638 did the intervention of Danish Lutheran troops force the Reformed city authorities very grudgingly to allow the large number of convinced Lutherans in the city to use the Cathedral once more for Evangelical worship.

Diarmaid MacCullogh, Reformation, Europe's House divided

Esta entrada ha estado a punto de irse por el desagüe, como se dice vulgarmente. Tenía pensado haber dedicado toda una serie de entradas al esplendido - con muchas reservas - libro de MacCullogh sobre la reforma, pero la realidad y el trabajo se interpusieron en el camino, de manera que el proyecto quedó interrumpido, mientras que los borradores que había preparado empezaban a criar polvo en  la lista de entradas.

Para resumir mis impresiones, la principal "sorpresa" del libro de MacCullogh - especialmente para alguien criado en el seno de la Iglesia Católico - era la visión de la Reforma como revolución en el sentido moderno del término. Nos hallamos, ni más ni menos, ante una auténtica revuelta contra la autoridad y el poder establecido, que no tendrán un equivalente hasta casi un siglo más tarde, durante las revueltas de la década de 1640 que afectarán a Francia - la Fronda -, España - la rebelíon de Cataluña y Portugal - e Inglaterra - la guerra del Parlamento contra el Rey - durante el último tramo de la Guerra de los Treinta Años, y que por supuesto no volverán a repetirse hasta la erupción provocada por la Revolución Francesa de 1798.