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miércoles, 9 de noviembre de 2016

Leyendo a Camus (y XI): Le premier Homme

Le mer était douce, tiède, le soleil léger maintenant sur les têtes mouillées, et la gloire de la lumière emplissait ces jeunes corps d'une joie qui les faisait crier sans arrêt. Ils régnaient, sur la vie et sur la mer, et ce que le monde peut donner de plus fastueux, ils le recevaient et en usaient sans mesure, comme de seigneurs assurés des leurs droits leur richesses irremplaçables.

Albert Camus, Le premier Homme

El mar era suave, cálido, el sol ligero sobre las cabezas mojadas y la gloria de la luz llenaban los jóvenes cuerpos de una alegría que les hacía gritar sin cese. Reinaban sobre la vida y el mar, y aceptaban y usaban sin mediad aquello que el mundo puede dar de más fastuoso, como si fueran señores seguros de sus derechos sobre riquezas irremplazables.

Resulta curioso que la obra de Camus se concluya con una novela cuyo tema suele ser elegido por los escritores noveles: la narración figurada de la infancia y juventud del propio escritor.

Aunque ese enfoque suele aconsejarse como la mejor vía para comenzar una carrera literaria - el famoso "escribe de lo que conozcas" -, no deja de ser difícil y peligroso. En la mayoría de los casos conduce a escritores de una sola obra, puesto que agotada la mina de los propios recuerdos, no saben ya encontrar otros yacimientos narrativos que explotar. Es cierto que hay excepciones, grandes excepciones, como el Mann de Die Buddenbrook (Los Buddenbrock) o el Musil de Die Verwirrungen des Jungen Torless (Las tribulaciones del joven Torless), pero en ambos casos no se trata de unas confesiones más o menos disimuladas, sino de la reconstrucción manipulada de un ambiente social y un tiempo histórico. La creación, en definitiva, de algo nuevo, a partir de materiales extraídos de la propia biografía del escritor, pero que para cuya identificación y separación correcta requieren una investigación en profundidad. La voz del protagonista del relato, por tanto, no coincide ya con la del escritor, sino que se ve desplazada - destilada y sublimado -  hacia otros ámbitos temáticos, precisamente los que permiten el salto hacia una obra posterior.

martes, 18 de octubre de 2016

Leyendo a Camus (X): L'Exil et le Royaume

Depuis toujours, sur la terre sèche, raclée jusqu'à l'os, de ce pays démesuré, quelques hommes cheminaient sans trêve, qui ne possédaient rien mais ne servaient personne, seigneurs misérables et libres d'un étrange royaume. Janine ne savait pas pourquoi cette idée l'emplissait d'une tristesse Si douce et si vaste qu'elle lui fermait les yeux. Elle savait seulement que ce royaume, de tout temps, lui avait été promis et que jamais, pourtant, il ne serait le sien, plus jamais, sinon à ce fugitif instant, peut-être, où elle rouvrit les yeux sur le ciel soudain immobile, et sur ses flots de lumière figée, pendant que les voix qui montaient de la ville arabe se taisaient brusquement. Il lui sembla que le cours du monde venait alors de s'arrêter et que person-ne, à partir de cet instant, ne vieillirait plus ni ne mourrait. En tous lieux, désormais, la vie était suspendue, sauf dans son coeur où, au même moment, quelqu'un pleurait de peine et d'émerveillement.
Albert Camus, El exilio y el reino
De siempre, sobre la tierra seca, raspada hasta el hueso, de este país desmedido, algunos hombres camibana sin tregua, sin poseer nada, pero sin servir a nadie, señores miserables y libres de un extraño reino. Janine no sabía por qué esta idea le llenaba de una tristeza tan dulce y tan vasta que le cerraba los ojos. Sólo sabía que ese reino, de siempre, le había estado prometido y que nunca, sin embargo, sería el suyo, nunca más excepto en ese instante fugitivo, quizás. en que abriese los ojos bajo el cielo repentinamente inmóvil y bajo esas olas de luz solidificada, mientras que las voces que ascendían del poblado se callaban bruscamente. Le parecía que la marcha del mundo acababa de detenerse y que nadie, desde ese instante, envejecería ya, ni moriría. En todas partes, desde entonces, la vida estaba suspendida, excepto en su corazón, donde, en ese mismo momento, alguien lloraba de pena y asombro.
Les decía, al hablar de L'Homme Révolté (El hombre rebelde), que ese largo ensayo sobre revolución y rebeldía durante los dos últimos siglos de la historia europea, suponía un cierre en la obra de Camus. En concreto, el abandono de esa urgencia política - y humanística  - que recorre su periodo creativo de guerra y postguerra. Las señas de un compromiso que había tenido su origen en la resistencia contra el fascismo y el invasor nazi, para luego continuar en forma de meditación sobre como seguir combatiendo - y creyendo - en un mundo al que el horror de la guerra había tornado absurdo.

Ese primer plano de la acción política desaparece en sus obras de ficción posteriores y - si se juzga por la novela inacabada Le Premier Homme (El primer hombre) - no había visos de que fuera a resurgir, al menos a corto plazo. De hecho, las obras posteriores a L'Homme Révolté - L'Été (El estío) y La Chute (La caída)- debieron resultar desconcertantes en su tiempo para la izquierda comprometida maxista y aún siguen siéndolo para un lector acostumbrado a la vehemencia y compromiso de la obra anterior. En ellas, su punto de vista es más lírico y personal, como si Camus se cerrase al mundo y emprendiese una búsqueda interior en pos de una revelación, no se sabe hasta que punto mística o incluso religiosa. Un apartamiento de la actualidad que contrasta con el momento histórico en que se escriben esas obras, el inicio y empeoramiento de las guerras de descolonización en las que se vio envuelta Francia, en Indochina y Argelia, que provocaron que para ese país la guerra comenzada en 1939 no terminase realmente hasta 1962.

martes, 4 de octubre de 2016

Leyendo a Camus (IX): L'Homme Revolté

On estimera peut-être qu'une époque qui, en cinquante ans, déracine, asservit ou tue soixante-dix millions d'êtres humains doit seulement, et d'abord, être jugée. Encore faut-il que sa culpabilité soit comprise. Aux temps naïfs où le tyran rasait des villes pour sa plus grande gloire, où l'esclave enchaîné au char du vainqueur défilait dans les villes en fête, où l'ennemi était jeté aux bêtes devant le peuple assemblé, devant des crimes si candides, la conscience pouvait être ferme, et le jugement clair. Mais les camps d'esclaves sous la bannière de la liberté, les massacres justifiés par l'amour de l'homme ou le goût de la surhumanité, désemparent, en un sens, le jugement. Le jour où le crime se pare des dépouilles de l'innocence, par un curieux renversement qui est propre à notre temps, c'est l'innocence qui est sommée de fournir ses justifications.
Albert Camus, El Hombre rebelde
Se pensará quizás que una época que en cincuenta años ha desenraizado, esclavizado o matado setenta millones de seres humanos debe sólo y ante todo ser juzgado. Pero aún más necesario es comprender su culpabilidad. En los tiempos inocentes en que un tirano arrasaba ciudades por aumentar su gloria o que el esclavo encadenado al carro del vencedor desfilaba por ciudades engalanadas o que el enemigo era arrojado a las bestias ante la asamble del tiempo, ante esos crímenes tan sinceros la consciencia podía mantenerse firme y el juicio claro. Pero los campos de concentración credos bajo la bandera de la libertad, las masacres justificadas por amor al hombre o el deseo del superhombre, dejan desamparado el jucio. El día en que el crimen se engalana con los despojos de la inocencia, en una curiosa inversión propia de nuestro tiempo, es la inocencia quien es convocada a presentar sus justificaciones

 L'Homme Revolté es un libro capital dentro de la producción literaria de Camus... y curiosamente, el único que me perdí en mi contacto juvenil con la obra de este escritor. El lugar central que ocupa este ensayo sobre la revolución y la rebelión se debe a dos factores principales. El primero es que con él se cierra la década prodigiosa que se había iniciado con L'Étranger. De L'Homme Revolté en adelante, la obra de Camus abandona casi por completo su carácter político y social, para tornarse más lírica y personal. Se abre así un periodo de reevaluación estilística y búsqueda de un nuevo equilibrio, sea éste el que fuera, en el que abundan los escritos fallidos, tan propios de un tiempo de transición. Ese giro dio lugar a que muchos pensaran que Camus ya era un escritor quemado, cuya llama se había apagado definitivamente.

Que no era el caso es evidente a posteriori cuando se lee L'Exil et le Royaume, y más aún con Le Première Homme, pero esta última obra debía quedar inédita e inacabada tras la muerte de Camus en accidente de coche. Dejando esto a un lado, el segundo factor determinante de L'Homme Revolté es que constituye la expresión filosófica del dilema que recorre toda la obra anterior de Camus. Este dilema es en realidad una paradoja que puede resumirse en dos proposiciones principales: a) La historia de Europa en los siglos XIX y XX es una continua lucha - una revuelta - contra la injusticia y la opresión; b) Esta lucha, triunfe o fracase, lleva inevitablemente a nuevas injusticias y renovadas opresiones. Peores incluso que cualquiera de las pasadas, puesto que las modernas se arropan en los ropajes de la libertad y la igualdad, justificando con esos conceptos - o un tiempo futuro en el que se harán realidad - las atrocidades que se cometan en su nombre.


sábado, 24 de septiembre de 2016

Leyendo a Camus (VIII): Les Justes

DORA: Il y a trop de sang, trop de dure violence. Ceux qui aiment vraiment la justice n'ont pas droit à l'amour. Ils sont dressés comme je suis, la tête levée, les yeux fixes. Que viendrait faire l'amour dans ces coeurs fiers ? L'amour courbe doucement les têtes, Yanek. Nous, nous avons la nuque raide.
KALIAYEV: Mais nous aimons notre peuple.
DORA: Nous l'aimons, c'est vrai. Nous l'aimons d'un vaste amour sans appui, d'un amour malheureux. Nous vivons loin de lui, enfermés dans nos chambres, perdus dans nos pensées. Et le peuple, lui, nous aime-t-il ? Sait-il que nous l'aimons ? Le peuple se tait. Quel silence, quel silence...
KALIAYEV:Mais c'est cela l'amour, tout donner, tout sacrifier sans espoir de retour.
DORA: Peut-être. C'est l'amour absolu, la joie pure et solitaire, c'est celui qui me brûle en effet. À certaines heures, pourtant, je me demande si l'amour n'est pas autre chose, s'il peut cesser d'être un monologue, et s'il n'y a pas une réponse, quelquefois. J'imagine cela, vois-tu : le soleil brille, les têtes se courbent doucement, le coeur quitte sa fierté, les bras s'ouvrent. Ah ! Yanek, si l'on pouvait oublier, ne fût-ce qu'une heure, l'atroce misère de ce monde et se laisser aller enfin. Une seule petite heure d'égoïsme, peux-tu penser à cela ?

Albert Camus, Los justos 

DORA: Hay demasiada sangre, demasiada dura violencia. Los que aman verdaderamente la justicia no tienen derecho al amor. Se disponen como yo lo estoy, cabeza en alto, los ojos fijos. ¿Que podría hacer el amor en los corazones orgullosos? El amor humilla dulcemente las cabezas, Janek. Nosotros, nostres tenemos la nuca raída.
KALIAYEV: Pero amamos a nuestro pueblo.
DORA: Lo amamos, es cierto. Lo amamos de un vasto amor sin asideros, de un amor desgraciado. Vivimos alejados de él, encerrados en nuestras habitaciones, perdidos en nuestros pensamiento. Y nuestro pueblo, ¿nos ama? ¿Sabe que le amamos? El pueblo calla. Qué silencio, qué silencio.
KALIAYEV: Pero eso es el amor. Darlo todo, sacrificarlo todo, sin esperanza de ser correspondido
DORA: Quizás. Es el amor absoluto, el goce puro y solitario, el que me abrasa. A ciertas horas, sin embargo, me pregunto si el amor no es otra cosa, si puede dejar de ser un monólogo, si alguna vez hay respuesta. Imagino esto, mira, el sol brilla, las cabezas se inclinan dulcemente, el corazón abandona su orgullo, los brazos se abren. ¡Ah, Yanek! Si se pudiera olvidar, aunque sólo fuera una hora, la atroz tristeza de este mundo y dejarse llevar. Una breve única hora de egoísmo, ¿puedes imaginarlo?

Al principio de esta serie de meditaciones, me había quejado del rango de santo laico que nuestro establishment cultural ha otorgado  a Camus. Su carácter de guía irreprochable, de humanista sin fisuras es reconocido por todos los sectores, incluso por una derecha que demasiadas veces la ha distorsionado para realizar una enmienda a la totalidad del pensamiento de la izquierda. Así, parecería que ninguna de sus obras debería ser ya polémica, que incluso deberían empezar a quedar en la penumbra del olvido, produciendo sólo aburrimiento a las generaciones jóvenes, que sólo verían en él otra vaca sagrada más.

Sin embargo, en medio de su producción, justo antes de lo que fue su penúltima obra maestra L'Homme Revolté (El hombre rebelde), queda un escrito incómodo, con el que todos sus (falsos) admiradores y (ciertos) aduladores se sienten desconcertados, cuando no asqueados. Una pieza teatral que un país como el nuestro - y seguramente en el resto de Europa - sería imposible de representar ahora mismo, en estos tiempos de terrorismo renaciente y radicalización derechista.

Se trata de Les Justes, cuyos protagonistas son, ni más ni menos, terroristas virtuosos. Defendidos, disculpados y comprendidos en sus acciones por el escritor. Con su acostumbrada pasión y vehemencia.

martes, 13 de septiembre de 2016

Leyendo a Camus (VII): L'Etat de siège

LA PESTE: Je suppose que vous m'avez déjà compris. A partir d'aujourd'hui, vous allez apprendre à mourir dans l'ordre. jusqu'ici vous mourriez à l'espagnole, un peu au hasard, au jugé pour ainsi dire. Vous mourriez parce qu'il avait fait froid après qu'il eut fait chaud, parce que vos mulets bronchaient, parce que la ligne des Pyrénées était bleue, parce qu'au printemps le fleuve Guadalquivir est attirant pour le solitaire, ou parce qu'il y a des imbéciles mal embouchés qui tuent pour le profit ou pour l'honneur, quand il est tellement plus distingué de tuer pour les plaisirs de la logique. Oui, vous mourriez mal. Un mort par-ci, un mort par-là, celui-ci dans son lit, celui-là dans l'arène : c'était du libertinage. Mais heureusement, ce désordre va être admi-nistré. Une seule mort pour tous et selon le bel ordre d'une liste. Vous aurez vos fiches, vous ne mourrez plus par caprice. Le destin, désormais s'est assagi, il a pris ses bureaux. Vous serez dans la statistique et vous allez enfin servir à quelque chose. Parce que j'oubliais  de vous le dire, vous mourrez, c'est entendu, mais vous serez incinérés ensuite, ou même avant : c'est plus propre et ça fait partie du plan. Espagne d'abord !

Albert Camus, Estado de Sitio

La Peste: Supongo que ya me han comprendido. A partir de hoy, van a aprender a morir en orden. Hasta ahora morían a la española, un poco al azar, al capricho por así decirlo, Morían porque hacía frío después de hacer calor, por que vuestras mulas se constipaban, porque la línea de los Pirineos estaba azul, porque en primavera, el río Guadalquivir atrae a los solitarios, o porque hay de imbéciles embozados que matan por la ganancia o por el honor, cuándo es más distinguido hacerlo por el placer de la lógica. Si, Uds. morían mal. Un muerto, aquí, otro allá, éste en su lecho, el otro en la plaza: Un libertinaje. Pero afortunadamente, este desorden va a ser administrado. Una única muerte para todos y siguiendo el bello orden de una lista. Tendrán sus expedientes y no morirán por capricho. El destino, desde ahora, se ha asentado y ha abierto sus oficinas. Uds. formarán parte de la estadística y por fin servirán de algo. Se me olvidaba decírselo, Uds. morirán, por supuesto, pero serán incinerados inmediatamente, o incluso antes: es más limpio y forma parte del plan. ¡España ante todo!

Cuando leí por primera vez L'État de siège, allá en mi juventud en los años ochenta, me sentí un tanto defraudado. Viniendo, como todos mis contemporáneos, de leer La peste, esta obra de teatro me parecía ligera y frívola, puesto que la seriedad del tema estaba plasmada con un tono de comedia que me recordaba al teatro de títeres y la farsa, no a la tragedia que debía ser, y que había sido la novela anterior.

Mi apreciación ha cambiado completamente tras esta segunda lectura. En parte porque en mi primer encuentro no llegué a hacer una conexión evidente: que novela y pieza teatral son variaciones sobre un mismo tema. El mismo Camus indica en el prefacio - o advertencia como él lo llama - que la obra es producto de una colaboración con el director teatral Jean-Luis Barrault. Este último llevaba desde 1941 pensando en montar una representación sobre el mito de la peste y al enterarse de que Camus estaba escribiendo una novela sobre el mismo tema, le propuso hacerla entre ambos.

Como Camus advierte, no se trata de una versión teatral de la novela, sino de una reescritura de las ideas que llevaron a concebirla. Aunque ese fondo argumental es el mismo en ambas obras - una ciudad presa de la peste - la plasmación es completamente distinta, en gran parte por la intervenciones escénicas de Barrault que le dan esa artificiosidad teatral - de grand gignol - que tanto me molestaba en mi primera lectura y que ahora me parece tan pertinente. Esa atmósfera de algo representado y fingido, tan opuesta al realismo estricto de la novela, es subrayada por el mismo Camus, quien convierte a la peste - y a la muerte - en dos personajes centrales de la obra, otorgándoles la voz de la que carecían en La Peste.

Allí eran presencias abstractas, irracionales, inalcanzables e impredecibles. Indiferentes al destino de los humanos y semejantes al más puro azar. Aquí sin embargo son fuerzas activas que pretenden una transformación radical del mundo, aunque sea para convertirlo en un inmenso cementerio ordenado de manera racional.

martes, 6 de septiembre de 2016

Leyendo a Camus (VI): La Peste

D'ici là, je sais que je ne vaux plus rien pour ce monde lui-même et qu'à partir du moment où j'ai renoncé à tuer, je me suis condamné à un exil définitif. Ce sont les autres qui feront l'histoire. je sais aussi que je ne puis apparemment juger ces autres. Il y a une qualité qui me manque pour faire un meurtrier raisonnable. Ce n'est donc pas une supériorité. Mais maintenant, je consens à être ce que je suis, j'ai appris la modestie. Je dis seulement qu'il y a sur cette terre des fléaux et des victimes et qu'il faut, autant qu'il est possible, refuser d'être avec le fléau. Cela vous paraîtra peut-être un peu simple, et je ne sais si cela est simple, mais je sais que cela est vrai. J'ai entendu tant de raisonnements qui ont failli me tourner la tête, et qui ont tourné suffisamment d'autres têtes pour les faire consentir à l'assassinat, que j'ai compris que tout le malheur des hommes venait de ce qu'ils ne tenaient pas un langage clair. J'ai pris le parti alors de parler et d'agir clairement, pour me mettre sur le bon chemin. Par conséquent, je dis qu'il y a les fléaux et les victimes, et rien de plus. Si, disant cela, je deviens fléau moi-même, du moins, je n'y suis pas consentant. J'essaie d'être un meurtrier innocent. Vous voyez que ce n'est pas une grande ambition.
Il faudrait, bien sûr, qu'il y eût une troisième catégorie, celle des vrais médecins, niais c'est un fait qu'on n'en rencontre pas beaucoup et que ce doit être difficile. C'est pourquoi j'ai décidé de me mettre du côté des victimes, en toute occasion, pour limiter les dégâts. Au milieu d'elles, je peux du moins chercher comment on arrive à la troisième catégorie, c’est-à-dire à la paix.

Albert Camus, La Peste

Desde es momento, sé que no tengo valor alguno para este mundo y que desde el instante en que renuncié a matar, me condené a un exilio definitivo. Otros serán los que hagan historia, sé que no puedo juzgar a los demás. Hay una característica que me falta para ser un asesino razonable. No es un aire de superioridad. Pero ahora, acepto ser lo que soy, he aprendido a ser modesto. Sólo digo que sobre esta tierra hay plagas y víctimas y que es necesario, en la medida de lo posible, negarse a ser la plaga. Le parecerá un poco simple, y no sé si lo es, pero sí que la verdad. He oído tantos razonamientos que han estado a punto de hacerme saltar la cabeza y que a tantas otras les han llevado a consentir el asesinato, que he comprendo que toda la desgracia del hombre viene de que no se habla con claridad. He tomado el partido de hablar y actuar con claridad, de seguir el buen camino. Por consiguiente, digo que hay plaga y víctimas, nada más. Si diciendo esto, me convierto en plaga yo mismo, al menos es sin mi consentimiento. Intento ser un asesino inocente. Puede ver que no es una ambición muy grande.
Sería necesario, por supuesto, que hubiera una tercera categoría, la de los auténticos médicos, aunque de hecho se encuentran pocos y que debe ser difícil. Por ello he decidido de ponerme del lado de las víctimas, en todo momento, para contener los daños. En medio de ellos, puedo al menos buscar como llegar a la tercera categoría, es decir, a la paz.

Para los que tengan ya cierta edad, La Peste fue un libro imprescindible en su juventud. Había que leerlo sí o sí, como base de la formación del carácter, maestro vital, guía política y requisito para la madurez futura. Era considerado como la obra mayor de Camus, punto de inflexión en su carrera literaria, aquella novela en que había descubierto la solidaridad humana y la había plasmado en forma de plan de acción, auténtico manual de conducta. Esta consideración llevaba a curiosas interpretaciones interesadas, como la de los curas de mi colegio, que hacían de Camus un cristiano sin saberlo él y de La Peste, una cristalización del pensamiento moral de esa religión.

Como sabrán la primacía de La Peste dentro de la obra de Camus se atenuado bastante, cediendo en importancia frente a L'Étranger. En nuestra época cínica y desengañada, el supuesto optimismo humanista, pleno de esperanza y solidaridad, de La Peste nos parece bastante fuera de lugar. Sueños ingenuos que sabemos no se pueden plasmar en la realidad, frente a los que preferimos la desesperación y vacío, esa rebelión solitaria sin objeto, motivo o justificaciones que constituyen el núcleo de L'Étranger. El Nihilismo inconsciente como forma y modelo de conducta

Sin embargo, cabe preguntarse si esta dicotomía entre un Camus optimista y uno pesimista, uno desesperado y otro esperanzado, es real o constituye una ilusión intelectual, debida a lo mucho e interesado que se ha hablado de este libro. Cada uno, como se dice, intentando arrimar el ascua a su sardina.

jueves, 25 de agosto de 2016

Leyendo a Camus (IV): Le Malentendu

MARTHA, après un silence, avec une passion croissante:Tout ce que la vie peut donner à un homme lui a été donné. Il a quitté ce pays. Il a connu d'autres espaces, la mer, des êtres libres. Moi, je suis restée ici. Je suis restée, petite et sombre, dans l'ennui, enfoncée au coeur du continent et j'ai grandi dans l'épaisseur des terres. Personne n'a embrassé ma bouche et même vous, n'avez vu mon corps sans vête-ments. Mère, je vous le jure, cela doit se payer. Et sous le vain prétexte qu'un homme est mort, vous ne pouvez vous dérober au moment où j'allais recevoir ce qui m'est dû. Com. prenez donc que, pour un homme qui a vécu, la mort est une petite affaire. Nous pouvons oublier mon frère et votre fils. Ce qui lui est arrivé est sans importance : il n'avait plus rien à connaître. Mais moi, vous me frustrez de tout et vous m'ôtez ce dont il a joui. Faut-il donc qu'il m'enlève encore l'amour de ma mère et qu'il vous emmène pour toujours dans sa rivière glacée ?

Albert Camus, El malentendido

Marta: (tras un silencio, con creciente apasionamiento) Todo lo que la vide puede dar a un hombre se le ha dado. Abandonó este país, conoció otros lugares, el mar, seres libres. Yo quedé aquí. Yo me quede, pequeña y sombría, en el hastío, hundida en el corazón del continente y crecí en el espesor de la tierra. Nadie ha besado mi noca y ni siquiera ud, madre, ha visto mi cuerpo desnudo. Madre, se lo juro ¡eso debe pagarse! Y con el vano pretexto de que un hombre ha muerto, no puede ud, abandonarse en el momento que iba a recibir lo que se me debe. Podemos olvidarnos de mi hermano y su hijo. Lo que le ha sucedido es irrelevante: no había nada más que debíamos saber. Pero a mi, ud me hunde por completo y me hurta lo que el ha disfrutado. ¿Era preciso que también me arrebate el amor de mi madre y que os arrastre para siempre a su río helado?

Le Malentendu marca una cierre en la producción literaria de Camus. Publicada originalmente junto con Caligula - de hecho el volumen que las contiene se llama El malentendido seguido de Calígula - se suele considerar que la primera obra es posterior a la segunda. Lo cierto es que conceptualmente con El malentendido se alcanza el límite, mejor dicho, el fondo, del estudio del hombre absurdo realizado por Camus. En El Extranjero se producía el descubrimiento del absurdo y la indiferencia del mundo, en El Mito de Sísifo se buscaba el medio de vivir en ese mundo al que habíamos sido arrojados y al que no pertenecíamos, mientras que en Calígula se ilustraban los riesgos que ese modo de vida tenía cuando se conjugaba con el poder absoluto. Sin embargo, El Malentendido va un paso más allá, ya que esta vez el horror surge cuando la frustración, la impotencia, el desaliento y la desesperación obscurecen aún más este mundo en que vivimos.

Sin embargo, a mi entender hay un defecto insalvable que lastra por completo esta última obra dedicada al absurdo. Se trata de que utiliza un recurso manido, el del reencuentro, la anagnórosis que decían los griegos, entre familiares que se habían separado hacía largos años y habían devenido completos extraños, incapaces ya de reconocerse. Es cierto que Camus da la vuelta a ese tópico teatral tan antiguo como el mismo teatro, puesto que ese reencuentro no confluye en reconciliación, sino en catástrofe. Las vidas de los protagonistas han divergido tanto que el mero hecho inocente de que sus trayectorias se crucen lleva a un malentendido, el del título, sin resolución posible, fuera de la catástrofe y la muerte. 

Y para los supervivientes que queden, la desesperación sin término.

sábado, 20 de agosto de 2016

Leyendo a Camus (III): Caligula

CALIGULA: Tu as raison. Je voulais seulement savoir si tu pensais comme moi. Couvrons-nous donc de masques. Utilisons nos mensonges. Parlons comme on se bat, couverts jusqu'à la garde. Cherea, pourquoi ne m'aimes-tu pas ?
CHEREA: Parce qu'il n'y a rien d'aimable en toi, Caïus. Parce que ces choses ne se commandent pas. Et aussi, parce que je te comprends trop bien et qu'on ne peut aimer celui de ses visages qu'on essaie de masquer en soi. 
CALIGULA: Pourquoi me haïr ?
CHEREA: Ici, tu te trompes, Caïus. Je ne te hais pas. Je te juge nuisible et cruel, égoïste et vaniteux. Mais je ne puis pas te haïr puisque je ne te crois pas heureux. Et je ne puis pas te mépriser puisque je sais que tu n'es pas lâche.
CALIGULA: Alors, pourquoi veux-tu me tuer ?
CHEREA: Je te l'ai dit : je te juge nuisible. J'ai le goût et le besoin de la sécurité. La plupart des hommes sont comme moi. Ils sont incapables de vivre dans un univers où la pensée la plus bizarre peut en une seconde entrer dans la réalité - où, la plus part du temps, elle y entre, comme un couteau dans un cœur. Moi non plus, je ne veux pas vivre dans un tel univers. Je préfère me tenir bien en main. 

Albert Camus, Caligula

CALIGULA: Tienes razón. Sólo quería saber si pensabas como yo. Pongámonos entonces las máscaras. Hagamos uso de nuestras mentiras. Hablemos como si nos batiésemos, protegidos hasta la cabeza. Querea: ¿Por qué no me amas?
QUEREA: Porque no hay nada que amar en tí, Cayo. Porque eso no se ordena. Y asímismo, porque te entiendo demasiado bien y no se puede amar a quien muestra el rostro que uno mismo intenta ocultar.
CALIGULA: ¿Por qué me odias?
QUEREA: En eso te equivocas, Cayo. No te odio. Te considero dañino y cruel, egoísta y vanidoso. Pero no te puedo odiar porque no creo que sea feliz. Y no puedo despreciarte porque sé que no eres un cobarde.
CALIGULA: Entonces ¿Por qué quieres matarme?
QUEREA: Ya te lo he dicho, te considero dañino. Amo y necesito la seguridad. La mayor parte de los hombres son como yo. Son incapaces de vivir en un mundo donde el pensamiento más extraño puede hacerse realidad en un segundo - donde entre, la mayoría de las veces, como un cuchillo en el corazón. Yo tampoco quiero vivir en ese universo. Prefiero tenerlo todo controlado.

En Caligula, Camus continúa su investigación sobre qué significa vivir en un mundo que es esencialmente absurdo y donde el único acto consecuente es aceptar ese mismo absurdo, seguir sus reglas, convertirlas en las tuyas. Negar, en definitiva, el efecto deletéreo de ese absurdo sobre nuestra persona y nuestras acciones, convirtiéndose en su agente para luchar contra él usando sus propias armas. Caligula, no obstante, es también una obra de combate, escrita en tiempo de guerra como acto de resistencia contra la ocupación nazi. Porque en ella de lo que se trata es del uso arbitrario del poder, de su utilización sin límites, cortapisas o miramientos. En este caso, por un exponente de ese tipo de hombre absurdo con el que había teorizado en las obras anteriores.

Esa intencionalidad política es manifiesta desde un principio, puesto que ese uso ilimitado del poder lleva inevitablemente al abuso, el exceso, la arbitrariedad y el crimen. Su conclusión es la dictadura, el totalitarismo y el terror organizado, independientemente de los justas y necesarias que fueran las intenciones de partida. Sin embargo, aquí se detienen la similitudes entre la ocupación nazi, cuyas acciones, por definición, no se sometían a ley alguna excepto las que permitieran mantenerla mediante el terror, con la denuncia en la ficción de ese uso ilimitado de la fuerza, el poder y la violencia. Porque Caligula, el protagonista de su tragedia, es un personaje tan humano como cualquiera de nosotros. 

Sometido al sueño de la fe y la esperanza. A los errores y desilusiones que se derivan de querer hacer realidad sus ideales.

lunes, 15 de agosto de 2016

Leyendo a Camus (II): Le Mythe de Sisyphe

Mais que signifie la vie dans un tel univers ? Rien d'autre pour le moment que l'indifférence à l'avenir et la passion d'épuiser tout ce qui est donné. La croyance au sens de la vie suppose toujours une échelle de valeurs, un choix, nos préférences. La croyance à l'absurde, selon nos définitions, enseigne le contraire. Mais cela vaut qu'on s'y arrête.
Savoir si l'on peut vivre sans appel, c'est tout ce qui m'intéresse. Je ne veux point sortir de ce terrain. Ce visage de la vie m'étant donné, puis-je m'en accommoder ? Or, en face de ce souci particulier, la croyance à l'absurde revient à remplacer la qualité des expériences par la quantité. Si je me persuade que cette vie n'a d'autre face que celle de l'absurde, si j'éprouve que tout son équilibre tient à cette perpétuelle opposition entre ma révolte consciente et l'obscurité où elle se débat, si j'admets que ma liberté n'a de sens que par rapport à son destin limité, alors je dois dire que ce qui compte n'est pas de vivre le mieux mais de vivre le plus. Je n'ai pas à me demander si cela est vulgaire ou écoeurant, élégant ou regrettable. Une fois pour toutes, les jugements de valeur sont écartés ici au profit des jugements de fait. J'ai seulement à tirer les conclusions de ce que je puis voir et à ne rien hasarder qui soit une hypothèse. À supposer que vivre ainsi ne fût pas honnête, alors la véritable honnêteté me commanderait d'être déshonnête.

Albert Camus, El mito de Sísifo

¿Pero qué significa la vida en ese universo? Nada menos que la indiferencia ante el porvenir y la pasión de agotar todo lo que se nos dé. Creer en el sentido de la vida siempre supone una escala de valores, una elección, nuestras preferencias. La creencia en el absurdo, según nuestra definición, muestra lo contrario. Merece la pena detenerse aquí.
Saber si se puede vivir sin vocación es todo lo que me interesa. No quiero salir de este terreno. Dando por supuesto este aspecto de la vida, ¿puedo encontrar un acomodo? Porque, ante esta preocupación particular, la creencia en el absurdo viene a reemplazar la calidad de las experiencias por su cantidad. Si me convenzo de que este vida no tiene otro rostro que el del absurdo, si siento que todo su equilibrio se sostiene por la perpetua oposición entre mi rebelión consciente y la obscuridad en la que se debate, si admito que mi libertad no tiene otro sentido que en relación a su destino limitado, entonces debo decir que lo que cuenta no es vivir mejor, sino vivir más. No tengo que preguntarme si esto es vulgar o repulsivo, elegante o lamentable. De una vez por todas, todo juicio de valor debe ser puesto a un lado a favor de los juicios de hecho. Sólo tengo que extraer las conclusiones de lo que puedo ver y no debo aventurarme en hipótesis. Si se supusiera que vivir así no es honesto, entonces la auténtica honestidad me exigiría ser deshonesto.

Les comentaba, en la primera entrada de esta serie, que L'Étranger me dejaba un poco frío, a pesar de su fama y de su importancia. Lo que le ocurría al protagonista de la novela me resultaba bastante lejano, incluso aunque parte de lo que el sentía y experimentaba era similar a mi manera de sentir y vivir en ese mundo. En concreto, esa extrañeza existencial que te hace sentir aparte del mundo, un cuerpo extraño en un organismo universal, del que pronto será rechazado y eliminado.

Sin embargo, me ocurre todo lo contrario con Le Mythe de Sisyphe. Cuando lo leí por primera vez - haciendo guardia de cuartelero en el servicio militar, no se lo pierdan -, me dio la impresión de estar escrito con fuego, de ser un torbellino que me arrastraba y consumía... con mi completo consentimiento y aprobación. Exagero, obviamente, pero aún hoy, desengañado y desesperanzado, me siguen quemando la mano los rescoldos que he encontrado en esta nueva lectura.

Simplemente, ocurre que la pregunta que se sigue planteando Camus en este ensayo sigue siendo la misma que me obsesionaba en mi juventud y a la que no he conseguido encontrar respuesta. ¿Por qué vivir? ¿Para qué nos obligamos a levantarnos todas las mañanas, realizar un trabajo, relacionarnos con nuestros semejantes? ¿Que sentido tiene este afán de simular que somos felices y que la existencia tiene un sentido? Porque si no lo tiene, y para Camus y para mí la respuesta es completamente negativa, la única acción lógica y honorable es la del suicidio. 

Poner término a este ridículo e infructuoso caminar en círculos al que nosotros mismos nos hemos condenado.

martes, 26 de julio de 2016

Leyendo a Camus (I): L'Étranger

L’audience a été levée. En sortant du palais de justice pour monter dans la voiture, j’ai reconnu un court instant l’odeur et la couleur du soir d’été. Dans l’obscurité de ma prison roulante, j’ai retrouvé un à un, comme du fond de ma fatigue, tous les bruits familiers d’une ville que j’aimais et d’une certaine heure où il m’arrivait de me sentir content. Le cri des vendeurs de journaux dans l’air déjà détendu, les derniers oiseaux dans le square, l’appel des marchands de sandwiches, la plainte des tramways dans les hauts tournants de la ville et cette rumeur du ciel avant que la nuit bascule sur le port, tout cela recomposait pour moi un itinéraire d’aveugle, que je connaissais bien avant d’entrer en prison. Oui, c’était l’heure où, il y avait bien longtemps, je me sentais content. Ce qui m’attendait alors, c’était toujours un sommeil léger et sans rêves. Et pourtant quelque chose était changé puisque, avec l’attente du lendemain, c’est ma cellule que j’ai retrouvée. Comme si les chemins familiers tracés dans les ciels d’été pouvaient mener aussi bien aux prisons qu’aux sommeils innocents.

L'Étranger, Albert Camus

Se levantó la sesión. Al salir del juzgado para subir al coche, reconocí durante un breve instante el olor y el color de una tarde de verano. En la obscuridad de mi prisión sobre ruedas, encontré uno tras otro, como desde el fondo de mi cansancio, todos los sonidos familiares de una  ciudad que yo amaba y de una hora donde me pasó haber sido feliz. El grito de los vendedores de periódicos en el aire ya relajado, los últimos pájaros en la plaza, las llamadas de los vendedores de bocadillos, la queja de los tranvías en las de la ciudad y ese rumor del cielo antes que la noche se precipite sobre el puerto, todo ello recomponía para mí un itinerario a ciegas, que conocía bien antes entrar en prisión. Sí, ésa era la hora cuando, hacia mucho tiempo, me sentía feliz. Lo que me esperaba entonces era siempre un dormir ligero, sin sueños. Y sin embargo, algo había cambiado, puesto que junto a la espera del mañana, era mi celda la que había vuelto a encontrar. Como si los caminos familiares, trazados en los cielos de verano, pudieran llevar tanto a las prisiones como a los sueños inocentes.

La figura del escritor francés Albert Camus ha sufrido un proceso de mitificación que le ha convertido en lo más parecido a un santo laico que se pueda imaginar. Parecería que siempre tuvo la razón, estuvo de lado de la justicia y representó un humanismo inquebrantable, ejemplo a seguir en los confusos tiempos modernos. Sin embargo, este modo de pensar no hace justicia ni a la complejidad de su pensamiento, ni a la riqueza de su obra literaria, plena en contradicciones y poco amiga de los blancos y negros radicales. Así, su obra tiene como objetivo no la moralización fácil, sino la exploración de las miserias de la condición humana, subrayada la presentación neutral de personajes negativos, cuando no decididamente destructivos. Tal es el caso de su novela más famosa, L'Étranger (El extranjero), como ya veremos, y también de una obra de teatro como Les Justes (Los justos), que deriva casi en una justificación del terrorismo y por eso mismo no se podría representar en un país como el nuestro, donde las heridas causadas por ETA aún no han cicatrizado, así como la utilización torticera de las mismas.

Por otra parte, a Camus también le perjudica que durante largas décadas, de los años sesenta a los ochenta, como poco, fuera considerado como uno de los escritores esenciales para la juventud. Obras como La Peste (La peste) eran de lectura prácticamente obligatoria, al concebirse como guía en la formación de la personalidad moral y política, la respuesta a los muchos dilemas en ese sentido que suelen tenerse en esas edades tempranas de búsqueda y descubrimiento personal. Entiéndase bien. No es que la lectura de Camus fuera recomendada oficialmente como provechosa y normativa, sino que como ocurre con Hesse, otro escritor ducho en describir encrucijadas vitales, su obra se hallaba rodeada de un aura de conocimiento prohibido. Ése saber en la penumbra, deseado, pero al mismo tiempo repulsivo, que permitiría hallar el camino propio, fuera de las convenciones de la vida adulta, de los que se nos quería hacer creer y amar por parte de nuestros mayores.

Hablo, por supuesto, del tiempo de mi juventud, allá en la década de los ochenta del siglo pasado. Hace mucho tiempo que no tengo contacto con las nuevas generaciones y desconozco cuál es la idea que ellos se forman de Camus o que repercusión pueden tener sus ideas, ya vetustas, en su vida diaria. No mucha, me temo, especialmente debido a esa santificación laíca a la que me refería, la conversión de Camus en alguien  que ya no pertenece a los márgenes de la sociedad, y por eso mismo atractivo y peligroso, contestatario y rebelde; sino en uno de sus puntales, o al menos de cierta concepción ideal que es defendida de forma oficial.  Pero no piensen que con esto estoy criticando a la juventud, ni que que voy a atacar a sus nuevas aficiones, Pokemons incluidos. No, muy al contrario, mi ataque va dirigido contra nosotros los viejos, que hemos tornado a Camus en una antigualla que sólo sirve para proyectar nuestras nostalgias.

De lo que no hicimos, de lo que no fuimos. De aquello en lo que ya no creemos, aunque lo proclamemos a los cuatro vientos.