The skeleton bore with it one of the most enigmatic documents in the whole Franklin mistery. In the words of Allen Young, who published this separate account in the Cornhill Magazine in 1860. "The captain's party found a human skeleton upon the beach as the man had fallen down and died, with his face down to the ground, and a pocket book, containing letters in German which have no been deciphered, was found closed by".
Whose was the skeleton? And what were these letters? As it turns out, they were not written in German, although the mistake was understandable, given the frequent occurrence of strange words such as "Meht," "Kniht", and "Eht". On further examination, it was discovered they were in fact in English, only written backwards (that is with the letters in backwards order, not mirror-back backwards), Why this would have done is a difficult question - for my part, I can only suppose that there was some desire to conceal the contents of a sailor's letters from his shipmates, whose rudimentary literacy would have made transposing the letters a daunting task.
Russel A. Potter. Finding Franklin.
Junto al esqueleto se hallaba un documento especialmente enigmatico, para lo que es corriente en el misterio de la expedición Franklin. En palabras de Allen Young, que publicó este informe por separado en la Cornhill Magazine en 1860. « El grupo del capitán (MacKlintock) encontró un esqueleto humano en la playa, tal y como había caído y fallecido, de cara al suelo, y en las cercanías, una cartera de bolsillo, que contenía cartas en que aún no descifradas».
¿De quién era ese esqueleto? ¿Y qué eran esas cartas? Ha resultado que no estaban escritas en alemán, aunque el error es comprensible, dada la aparición frecuente de palabras extralas como "Meht", "Knith" o "Eth". Al examinarlo más de cerca, se descubrió que estaban escritas en inglés sólo que al revés (es decir, con las letras en order inverso, no en sentido especular). El porqué de haberlo hecho así es una pregunta difícil - a mi entender, sólo puedo aventurar que el marinero deseaba esconder el contenido de estas cartas a sus compañeros de tripulación, cuyo alfabetismo rudimentario habría tornado la transposición de las letras en una tarea insuperable.
Hace unas semanas les comentaba el libro Artic Labyrinth, de Glyn Williams, centrado en la exploración y descubrimiento del paso del Noroeste. Una buena parte del texto se dedicaba a la narración y elucidación de un misterio central en esas expediciones articas, sino el misterio por antonomasia: la desaparición sin dejar rastro, junto con sus tripulaciones, de los dos navíos de la expedición Franklin, el Erebus y el Terror, en 1845.
Por hacer un breve resumen. La expedición de John Franklin, un experto en las regiones polares, estaba concebida para ser la que finalmente descubriera el paso del Noroeste. Con provisiones para tres años, dotada con los últimos avances técnicos y científicos, recopilando todo el saber y experiencia de tres decenios de exploraciones árticas e invernadas en esas regiones, parecía destinada al triunfo. Sin embargo, tras ser vista por última vez por algunos balleneros cuando entraba en el estrecho de Lancaster, al final de la bahía de Baffin, se desvaneció por completo. No fue hasta 1848, tras tres años sin noticias, cuando las provisiones del Erebus y el Terror ya debían estar comenzando a agotarse, que se empezaron a planear las primeras operaciones de rescate, a pesar de que otros exploradores, como Jouhn Ross, habían propuesto esfuerzos tempranos. Los que pudiesen llegar a tiempo de salvar a los posibles supervivientes, antes de que tuviesen que abandonar sus barcos o fueran diezmados por el frío, el hambre y el escorbuto.
Por hacer un breve resumen. La expedición de John Franklin, un experto en las regiones polares, estaba concebida para ser la que finalmente descubriera el paso del Noroeste. Con provisiones para tres años, dotada con los últimos avances técnicos y científicos, recopilando todo el saber y experiencia de tres decenios de exploraciones árticas e invernadas en esas regiones, parecía destinada al triunfo. Sin embargo, tras ser vista por última vez por algunos balleneros cuando entraba en el estrecho de Lancaster, al final de la bahía de Baffin, se desvaneció por completo. No fue hasta 1848, tras tres años sin noticias, cuando las provisiones del Erebus y el Terror ya debían estar comenzando a agotarse, que se empezaron a planear las primeras operaciones de rescate, a pesar de que otros exploradores, como Jouhn Ross, habían propuesto esfuerzos tempranos. Los que pudiesen llegar a tiempo de salvar a los posibles supervivientes, antes de que tuviesen que abandonar sus barcos o fueran diezmados por el frío, el hambre y el escorbuto.