Hace un par de entradas, les comentaba mis impresiones sobre Le capital au XXIéme siècle (El capital en el siglo XXI) de Thomas Piketti, Por supuesto, un libro tan abundante en datos y análisis como es éste no se puede resumir en una líneas, menos dado mi desconocimiento en temas económicos. Mi recomendación, por tanto, es que se lo lean, tanto más cuanto que es claro y accesible, sin cortinas de humo semánticas que impidan ver, o seguir, la hilazón de sus argumentos y cómo llevan a la conclusión final: la desregulación neoliberal de los últimos 30 años sólo ha contribuido a incrementar las desigualdades sociales, incluso en las economías desarrolladas, además de poner en peligro los fundamentos de la prosperidad de esos países y su estabilidad política.
Sin embargo, dado que en la entrada anterior me limite a trazar los fundamentos sobre los que Piketty basa su tesis, vamos a intentar desarrollarla -y completarla- en esta breve entrada. Como recordarán, el economista francés utilizaba dos indicadores económicos: 𝛼, que indica qué parte del PIB anual se debe a los rendimientos del capital, y 𝛽, que indica a cuántos PIB anuales equivale ese capital. Su importancia estriba en que cuanto más elevados sean, más depende la economía de los rendimientos del capital y menos de los esfuerzos productivos. La sociedad deviene así una de rentistas y no una de productores. Lo sorprendente es que nuestros 𝛼 y 𝛽 se parecen a los de la Belle Epoque de principios del siglo XX, la típica sociedad de rentistas, cuando nosotros presumimos de no serlo, sino de ser emprendedores, creativos y disruptores. Audaces, atrevidos y proactivos.