Toute pratique discriminatoire est dangereuse, même laquelle s'exerce an faveur d'une communauté qui a souffert. Non seulement parce qu'on remplace ainsi un injustice par une autre, et qu'on renforce la haine e la suspicion, mais pour une raison de principe plus grave encore à mes yeux: tant que la place d'une personne dans la société continue à dépendre de son appartenance a tell ou tell communauté, on est en train de perpétuer un système perverse qui ne peut que approfondir les divisions; si l'on cherche a réduire les inégalités, les injustices, les tensions raciales ou ethniques ou religieuses ou autres, le seul objectif raisonnable, le seule objectif honorable, c'est de œuvrer pour que chaque citoyen soit traité comme un citoyen a part entière, quelles que soient ses appartenances. Bien entendu, tel horizon ne peut être atteint du jour au lendemain, mais ce n'est pas une raison pour conduire l'attelage dans la direction opposé.
Amin Maalouf. Les identités meurtrières
Toda práctica discriminatoria es peligrosa, incluso aquellas en favor de una comunidad que ha sufrido. No sólo porque se substituye, de ese modo, una injusticia por otra, al tiempo que se refuerza el odio y la sospecha, sino por una razón de principio aún más grave, en mi opinión: en la medída en que el lugar de un individuo depende de su pertenencia a un comunidad o a otra, se favorece la perpetuación de un sistema perverso que llevará a que las divisiones se profundicen. Si se busca reducir las desigualdades, las injusticias, las tensiones raciones, étnicas o religiosas, el único objetivo razonable, el único honorable, es el de trabajar por que cada ciudadano sea tratado como un ciudadano por entero, cualesquiera que sean sus afiliaciones. Por supuesto, este horizonte no se puede alcanzar de la noche a la mañana, pero esto no justifica que todo el aparato se oriente en dirección opuesta.
Les comentaba, en entradas anteriores, como los ensayos de Alessandro Baricco sobre la revolución tecnológica me parecen de un optimismo ingenuo e irresponsable. Para este pensador, los avances propiciados por la internet, los smartphones y las redes sociales van a resolver, como por ensalmo, los problemas con los que la humanidad ha pugnado desde hace milenios. De hecho, si no vivimos ya en Utopía es por la rémora que suponen todos aquéllos, en la izquierda y la derecha, que aún no se han convertido a la buena nueva. Cuando aceptemos con reservas el New Brave World que la ciencia ha creado y, en especial, sigamos sin rechistar a sus profetas, los nuevos multimillonarios tecnológicos, se obrará un cambio cualitativo sin precedentes en la historia de la humanidad. Entonces acabará, en verdad, la historia y viviremos, ya para siempre, en la tierra de Jauja.
Cierto, exagero. Y mucho. La complejidad del pensamiento de Baricco no se puede resumir en cuatro líneas, pero no es menos verdad que gran parte de él hiede a Ayn Rand: debemos dar libertad absoluta a los millonarios creadores, ponernos a su servicio y no rechistar en absoluto ante sus decisiones, que pueden parecer injustas e incompresibles, pero que obedecen a una necesidad superior que nosotros, los pequeños y mediocres, no podemos alcanzar a comprender. Tiene concomitancias también, por movernos a un ámbito cultural más cercano, con las conclusiones a las que llegó Ortega y Gasset en el primer tercio del siglo XX: la salud de un país depende de la fortaleza de sus élites y de la disposición de las masas a someterse a ellas. El mayor pecado era, en su sistema filosófico, que las masas se soliviantasen contra sus señores naturales y no quisiesen obedecerlas. Un ideario cercano al fascismo coetáneo y de gran atractivo cuando eres joven: quién no piensa entonces que pertenece, por derecho propio, a esas vanguardias intelectuales.
Por otra, parte este optimismo desbordante parece ser también el compartido por las grandes corporaciones y gran parte de la intelectualidad occidental reconvertida al neoliberalismo. Basándose en las gráficas de desarrollo económico y de progreso social, predicen que ya no habrá vuelta atrás en nuestro desarrollo: a pesar de algunos reveses pasajeros, todo, absolutamente todo, va ir mejorando de forma progresiva, incontestable e inexorable. Sin embargo, esas declaraciones tan rotundas no dejan de parecerme salmodias de creyentes; sus pruebas, mera numerología sin fundamento. Cabría preguntarse, por tanto, si no hay visiones alternativas sobre nuestro futuro y ahí es donde entran los ensayos de Amin Maalouf. Al igual que Baricco, este escritor francés de origen libanés lleva treinta años levantando acta de la evolución del mundo contemporáneo. Con una importante diferencia: él ve un involución, una regresión, en la que fenómenos discriminatorios que creíamos ya superados, relegados al pasado, han vuelto a cobrar fuerza. Se han convertido no sólo en una realidad innegable, sino casi en el único camino posible, ayudadas por unas nuevas tecnologías que han contribuido a difundir y reforzar unos idearios racistas e intolerantes.