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domingo, 13 de junio de 2021

Sólo una matanza sin sentido (yV)

Es como una respiración queda, un bisbiseo, un susurro leve. Una rama cruje. La hoja de un abedul cae dando vueltas. Un gran pájaro vuela entre las copas. Una ardilla trepa por el trono de un pino. Y de repente «oigo» la mirada de los centinelas enemigos, que están ahí delante, a doscientos metros. laquo;Oigo» que me miran. Contengo la respiración. A nuestra derecha se oye un grito prolongado, un grito convulso, doloroso, un grito prolongado que parece una carcajada. Es casi una carcajada, dura, sardónica. Parece el grito de una ardilla. Y en seguida una ráfaga de metralleta interrumpe la carcajada. Las balas nos pasan silbando por encima de la cabeza. (Alguien camina por la nieve, ahí delate: Se oyen ramas que crujen, una respiración jadeante). Después se oye el silencio

Curzio Malaparte. El Volga nace en Europa

Ya les he relatado, en entradas anteriores, la extraña evolución política de Curzio Malaparte. De fascista de primera hora, participante en la Marcha sobre Roma que llevó a Mussolini al poder, a simpatizante comunista durante la postguerra del segundo conflicto mundial: sin olvidar, entre medias, un largo periodo de opositor al régimen fascista italiano, con continuos destierros y temporadas en prisión. Si no acabó siendo enviado a un campo de concentración -o directamente ejecutado- fue gracias a sus contactos en las elites italianas -que velaron por destinarle a lugares donde no sus accione no molestara demasiado- junto con su suerte en encontrarse en lado apropiado en el momento oportuno -como cuando la rendición italiana de 1943 le pilló en Nápoles, a punto de ser ocupada por los aliados y no en los territorios de la infame República Social Italiana-.

Entre esas casualidades afortunadas se cuenta su destino al frente ruso, como corresponsal de guerra, al comienzo de la operación Barbarroja, en junio de 1941. Lejos de Italia, reducido su contacto con la patria a las crónicas que enviaba, sus posibles roces con las autoridades quedaban muy reducidos. A pesar de encontrarse en zona de combate, su seguridad personal parecía hallarse garantizada. Aun así, en septiembre de 1941, las autoridades militares alemanas solicitaron que se le apartase del frente de Ucrania, descontentos con el tono de sus reportajes. Su nuevo destino fue una región secundaria en el transcurso del conflicto: Finlandia, donde las operaciones habían quedado estancadas a los pocos meses de guerra. Tanto por voluntad de los propios finlandeses -interesados sólo en recuperar los territorios perdidos en la guerra de invierno de 1940- como la incapacidad alemana para superar la resistencia soviética en un territorio, Laponia, donde el clima y el paisaje eran enemigos tan peligrosos como el oponente.

El Volga nace en Europa es una recopilación de los artículos que Malaparte escribió desde Ucrania y Finlandia. Como pueden imaginar, tienen una relación directa con lo que relató en Kaputt. Tanto porque esa novela fue escrita -en secreto y con grandes precauciones- en paralelo a los artículos, como por constituir una elaboración -sin censuras ni circunloquios- de lo que en ellos se narraba. Se esperaría un Kaputt en borrador, con su misma sinceridad descarnada, lo que justificaría el veto de las autoridades alemanas a la actividad periodística de Malaparte. Sin embargo, comparados con la novela, parecen bastante comedidos, cuando no timoratos. Una lectura superficial no descubre motivo alguno que justifique la ira de los militares nazis, ni el destierro de Malaparte a un lugar perdido como la Laponia finlandesa. ¿Qué había ocurrido en realidad?