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domingo, 24 de enero de 2021

Drogas y guerras (y II)

Durante la guerra civil de Sierra Leona (1991-2002), tanto el ejército gubernamental como las milicias rebeldes del FRU preparaban a sus soldados adultos y menores para la batalla mediante la distribución de anfetaminas (las llamadas bubbles), crack (cocaína barata y adulterada, muy potente) brown-brown, marihuana y ciertos estupefacientes vegetales locales. Antes de entrar en combate, los niños estaban obligados a tomar drogas que los convertían en pequeñas máquinas de matar. A menudo, los estimulantes se servían con la comida (arroz o gachas), se esnifaban o se inyectaban. Los relatos de los niños soldado ilustran hasta que punto su consumo era habitual. Ishmael Beah, que luchó en el ejército del gobierno, recuerda unas cápsulas de color blanco que los cabos distribuían a todas horas y a las que pronto se hizo adicto: «Tras varias dosis de esa droga, lo único que sentía era un distanciamiento de todo y tant enregía que no podía dormir durante semanas»

Lukaz Kamienski, Las drogas en la guerra

Un grave problema de Blitzed de Norman Ohler, sobre el uso militar de las drogas en la Alemania Nazi, es que puede acabar convenciendo de una falsa conclusión: la utilización de las drogas como arma de guerra fue sólo una perversión mal de una tiranía inhumana como el Nazismo. Una excepción en la historia que nosotros, como pertenecientes al bando de los buenos, jamás nos rebajaremos a utilizar, ni siquiera en las ocasiones de mayor peligro. Sin embargo, esto es una ilusión, una de tantas creadas al socaire de unos altos ideales morales que jamás llegan a alcanzarse. Todos los ejércitos, en todas las épocas, han utilizado drogas duras, blandas y estimulantes, bien para potenciar el rendimiento de sus soldados, tornándolos incansables, bien para eliminar el sentimiento de autoprotección, de manera que aceptasen embarcarse en proezas temerarias.

Ambos aspectos son analizados en profundidad en el libro Lukaz Kamienski, Las drogas en la guerra,que nos guía en un extenso recorrido a lo largo de los conflictos humanos, desde las primeras guerras conocidas hasta las campañas semivirtuales y semirobóticas del presente. Operaciones militares en las que las drogas, junto con la logística de su administración a los soldados, han sido siempre un arma más en la panoplia del alto mando, sin importar el bando al que perteneciesen o las consideración, permisiva o restrictiva, que las drogas tuviesen en tiempo de paz o en la sociedad civil.Se trata de un fenómeno tan antiguo como las propias guerras, inseparable de ellas, irrenunciable en la conducción de las mismas, sin visos de desaparecer en un futuro próximo.

jueves, 21 de enero de 2021

Drogas y guerras (I)

The so-called 'stimulant decree' was sent out to a thousand troop doctors, several hundred corps doctors, leading medical officers and equivalent positions in the SS. The first paragraph was as dry as it was controversial: "The experience of the Polish campaign has shown that in certain situations  military  success was crucially influenced by overcoming fatigue in a troop on which strong demands have been made. The overcoming of sleep can be in certain situations be more important than concern for any related harm, if military success is endangered by sleep. Pervitin has been methodically included in medical equipment".

Norman Ohler, Blitzed, Drugs in Nazi Germany

El llamado «decreto de los estimulantes&raquo, fue enviado a mil médicos de tropa, varios cientos de médicos de cuerpo de ejército, oficiales médicos destacados y a los puestos equivalentes de las SS. El primer párrafo era tan seco como controvertido: «La experiencia extraída de la campaña de Polonia ha mostrado que, en ciertas circunstancias, el éxito militar se veía influido dramáticamente por la superación del cansancio por parte de tropas a las que se habían ordenado grandes esfuerzos. Superar el sueño puede ser, en ciertas situaciones, de mayor importancia que cualquier preocupación por los daños relacionados, en el caso  de que el éxito bélico se vea en peligro por el sueño. Pervitin ha sido incluido metódicamente en los suministros médicos»

Les comentaba, en una entrada anterior, como nuestra percepción de la Segunda Guerra Mundial está nublada por mitos muy persistentes, muchos con origen directo en la propaganda de los contendientes. Sin embargo, ésta es sólo una vertiente del problema, ya que en el relato del conflicto se han omitido ciertos aspectos que no se consideraban relevantes o que resultaban vergonzosos para los contendientes. Ausencias que no se debe una determinada ideología, sino más bien, a aspectos culturales comunes a ambos bandos. Entre esas omisiones, por ejemplo, la violencia sexual durante el conflicto o el uso de dogas con fines militares, dos aspectos que la mentalidad de ese tiempo -prevalente hasta ayer mismo- consideraba que no podían haber sucedido en una sociedad civilizada o que eran demasiado escabrosos como para ser relatados.

El primero, la violencia sexual, merece una entrada entera, así que no me adentraré en él. Sólo decirles que es tan interesante detallar cómo y cuándo tuvo lugar, como el modo en que ha ido revelándose en la memoria del conflicto. Respecto al segundo, es el tema del libro que les comento, Blitzed, centrado en como la Alemania Nazi utilizó las drogas como parte del equipo militar, hasta un llegar a un punto en el que el ejército nazi estaba colgado de forma permanente, no de manera clandestina, como ocurrió en la guerra de Vietnam, sino por orden y diseño  de las autoridades superiores.  

No obstante, encuentro que el libro de Norman Ohler no es del todo redondo, por razones estructurales. Intenta abordar tres temas que no son del todo compatibles y que compiten entre sí por la atención del lector: el uso de Pervitín, una anfetamina, como potenciador del rendimiento de las tropas de la Wehrmacht; la supuesta adicción de Hitler a las drogas duras, inducida por su médico personal, Theodor Morell, sin conocimiento del paciente; para finalizar con los experimentos sobre prisioneros en los campos de concentración, al final del conflicto, para intentar crear un supersoldado que diese la vuelta a la inevitable derrota alemana.