A pesar de los aspectos discutibles que pueda haber en la actuación de movimientos como el MeeToo o BlackLivesMatters sus logros son innegables: han servido para que reparemos en fenómenos sociales incómodos y vergonzantes que tienen el carácter de secretos a voces. Por mucho que presumamos, en occidente, de habernos librado de la lacra del machismo y del racismo, estos fenómenos siguen estando bien presentes en en nuestra vida cotidiana, aunque sea de forma solapada e inadvertida. A nadie le sorprende, cuando debería repugnarle, que haya muchas profesiones donde una mujer sólo puede aspirar al éxito -y una vez alcanzado, evitar que su carrera se arruine- si transige con las apetencias lujuriosas de sus compañeros y superiores. Asímismo, aquéllas personas cuyo aspecto exterior no responden al de blanco -categoría de pureza tanto más estrecha y exclusiva cuanto más nos acercamos al mundo anglosajón- no podrán desprenderse de una sospecha de criminalidad, de ordinario considerada como certeza, lo que las expone en mayor medida a la violencia policial.
Mostrando entradas con la etiqueta Politica. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Politica. Mostrar todas las entradas
domingo, 23 de agosto de 2020
domingo, 9 de agosto de 2020
Estamos bien jodidos (y XX)
Toute pratique discriminatoire est dangereuse, même laquelle s'exerce an faveur d'une communauté qui a souffert. Non seulement parce qu'on remplace ainsi un injustice par une autre, et qu'on renforce la haine e la suspicion, mais pour une raison de principe plus grave encore à mes yeux: tant que la place d'une personne dans la société continue à dépendre de son appartenance a tell ou tell communauté, on est en train de perpétuer un système perverse qui ne peut que approfondir les divisions; si l'on cherche a réduire les inégalités, les injustices, les tensions raciales ou ethniques ou religieuses ou autres, le seul objectif raisonnable, le seule objectif honorable, c'est de œuvrer pour que chaque citoyen soit traité comme un citoyen a part entière, quelles que soient ses appartenances. Bien entendu, tel horizon ne peut être atteint du jour au lendemain, mais ce n'est pas une raison pour conduire l'attelage dans la direction opposé.
Amin Maalouf. Les identités meurtrières
Toda práctica discriminatoria es peligrosa, incluso aquellas en favor de una comunidad que ha sufrido. No sólo porque se substituye, de ese modo, una injusticia por otra, al tiempo que se refuerza el odio y la sospecha, sino por una razón de principio aún más grave, en mi opinión: en la medída en que el lugar de un individuo depende de su pertenencia a un comunidad o a otra, se favorece la perpetuación de un sistema perverso que llevará a que las divisiones se profundicen. Si se busca reducir las desigualdades, las injusticias, las tensiones raciones, étnicas o religiosas, el único objetivo razonable, el único honorable, es el de trabajar por que cada ciudadano sea tratado como un ciudadano por entero, cualesquiera que sean sus afiliaciones. Por supuesto, este horizonte no se puede alcanzar de la noche a la mañana, pero esto no justifica que todo el aparato se oriente en dirección opuesta.
Les comentaba, en entradas anteriores, como los ensayos de Alessandro Baricco sobre la revolución tecnológica me parecen de un optimismo ingenuo e irresponsable. Para este pensador, los avances propiciados por la internet, los smartphones y las redes sociales van a resolver, como por ensalmo, los problemas con los que la humanidad ha pugnado desde hace milenios. De hecho, si no vivimos ya en Utopía es por la rémora que suponen todos aquéllos, en la izquierda y la derecha, que aún no se han convertido a la buena nueva. Cuando aceptemos con reservas el New Brave World que la ciencia ha creado y, en especial, sigamos sin rechistar a sus profetas, los nuevos multimillonarios tecnológicos, se obrará un cambio cualitativo sin precedentes en la historia de la humanidad. Entonces acabará, en verdad, la historia y viviremos, ya para siempre, en la tierra de Jauja.
Cierto, exagero. Y mucho. La complejidad del pensamiento de Baricco no se puede resumir en cuatro líneas, pero no es menos verdad que gran parte de él hiede a Ayn Rand: debemos dar libertad absoluta a los millonarios creadores, ponernos a su servicio y no rechistar en absoluto ante sus decisiones, que pueden parecer injustas e incompresibles, pero que obedecen a una necesidad superior que nosotros, los pequeños y mediocres, no podemos alcanzar a comprender. Tiene concomitancias también, por movernos a un ámbito cultural más cercano, con las conclusiones a las que llegó Ortega y Gasset en el primer tercio del siglo XX: la salud de un país depende de la fortaleza de sus élites y de la disposición de las masas a someterse a ellas. El mayor pecado era, en su sistema filosófico, que las masas se soliviantasen contra sus señores naturales y no quisiesen obedecerlas. Un ideario cercano al fascismo coetáneo y de gran atractivo cuando eres joven: quién no piensa entonces que pertenece, por derecho propio, a esas vanguardias intelectuales.
Por otra, parte este optimismo desbordante parece ser también el compartido por las grandes corporaciones y gran parte de la intelectualidad occidental reconvertida al neoliberalismo. Basándose en las gráficas de desarrollo económico y de progreso social, predicen que ya no habrá vuelta atrás en nuestro desarrollo: a pesar de algunos reveses pasajeros, todo, absolutamente todo, va ir mejorando de forma progresiva, incontestable e inexorable. Sin embargo, esas declaraciones tan rotundas no dejan de parecerme salmodias de creyentes; sus pruebas, mera numerología sin fundamento. Cabría preguntarse, por tanto, si no hay visiones alternativas sobre nuestro futuro y ahí es donde entran los ensayos de Amin Maalouf. Al igual que Baricco, este escritor francés de origen libanés lleva treinta años levantando acta de la evolución del mundo contemporáneo. Con una importante diferencia: él ve un involución, una regresión, en la que fenómenos discriminatorios que creíamos ya superados, relegados al pasado, han vuelto a cobrar fuerza. Se han convertido no sólo en una realidad innegable, sino casi en el único camino posible, ayudadas por unas nuevas tecnologías que han contribuido a difundir y reforzar unos idearios racistas e intolerantes.
jueves, 16 de abril de 2020
Estamos bien jodidos (y VI)
Small as these first antisemitic parties were, they at once distinguished themselves from all other parties. They made the original claim that they were not a party among parties but a party "above all parties". In the class and party-ridden nation-state, only the state and the government had ever claimed to be above all parties and classes, to represent the nation as a whole. Parties were admittedly groups whose deputies represented the interests of their voters. Even though they fought for power, it was implicitly understood that it was up to the government to establish a balance between the conflicting interests and their representatives. The antisemitic parties' claim to be "above all parties" announced clearly their aspirations to become the representative of the whole nation, to get exclusive power, to take possession of the state machinery, to substitute themselves for the state. Since, on the other hand, they continued to be organised as a party, so that their voters would actually dominate the nation.
Hanna Arendt, The Origins of Totalitarism
Por muy pequeños que fuesen estos primeros partidos antisemitas, se distinguieron al momento de otros partidos. Mostraban la pretensión original de ser no un partido entre otros, sino un partido «por encima de los demás». En los estados-nación, infestados de clases y de partidos, sólo el estado y el gobierno habían pretendido representar a la nación por entero. Se suponía que los partidos eran grupos cuyos cargos representaban los intereses de sus vontantes. Aunque luchasen por el poder, quedaba implícito que era tarea del gobierno alcanzar un equilibrio entre los intereses en conflicto y sus representantes. La pretensión, por parte de los partidos antisemitas, de estar «por encima de todos los partidos» anunciaba su intención de llegar a representar al país por entero, de obtener el poder único, de hacerse con la maquinaria del estado, de substituirlo por el partido. Puesto que, por otra parte, seguían estando organizados como un partido, su votantes habrían de controlar la nación.
Hace unas pocas décadas, el libro de Hanna Arendt sobre el origen de los totalitarismo apenas tenía otro interés que el histórico. Servía para entender como el nazismo alemán, junto con su reflejo especular en forma de régimen soviético, había construido un sistema que pretendían controlar al individuo de forma completa. Tanto en su vida pública como en su vida privada. Tanto en su actividad social como en sus convicciones íntimas. Amenazando, a quienes no se sometiesen, con la eliminación física. El campo de concentración, junto con el del exterminio, terminaban siendo rasgos esenciales de esos regímenes totalitarios. Su consecuencia y su símbolo, pero también su motor y su fundamento.
Por supuesto, un libro de tal complejidad y agudeza no puede ser resumido en unas pocas entradas de blog. Además, no creo estar a la altura intelectual de una pensadora que puede codearse, con toda justicia, con cualquier filósofo del siglo XX. Sí intentaré comentar lo que más me ha llamado la atención, estructurándolo en lo que son las tres grandes áreas temáticas del libro: el antisemitismo, el imperialismo y el totalitarismo en sí. División que es también una secuencia cronológica, en la que cada etapa es evolución, conclusión lógica, de la anterior.
viernes, 29 de noviembre de 2019
jueves, 7 de diciembre de 2017
jueves, 9 de noviembre de 2017
sábado, 4 de noviembre de 2017
El arte es política, la política es arte
![]() | ||
William Kentridge, decorado para Il ritorno d'Ulisse in patria de Claudio Monteverdi |
Esperaba con gran ilusión la exposición del artista sudafricano William Kentridge que se acaba de abrir en el MNCARS, con el subtítulo Basta y Sobra. Este artista polifacético no era un desconocido para mí, ya que se cuenta entre los grandes maestros de la animación contemporánea y, de hecho, ya había comentado alguno de sus cortos, en concreto Felix in Exile, de 1994. Desconocía, no obstante, que su actividad se extendía también al ámbito de la pintura y, en especial, al de las artes escénicas, en donde ha brillado como director teatral. Precisamente de ahí venía un cierto temor mío hacia esta exposición, puesto que se anunciaba como centrada en esta actividad en exclusiva. Olvidando, por tanto, lo que a mí me parecía esencia en la obra de Kentridge: la animación.
No tenía motivos para desconfiar. Mejor dicho, no tenía motivos para desconfiar de Kentridge. Su producción, como les indicaba es polifacética, sin atarse a un solo modo o manera, pero no establece fronteras entre las diferentes artes que práctica, sino que busca integrarlas por completo. Se podría decir que al modo de la Gesamtkunstwerk wagneriana, esa obra de arte que busca englobar en sí todas las demás artes, si no fuera por que su en su traducción española, Obra de Arte Total, ha pervertido su significado, al trasladarla al terreno de la obra de arte definitiva e insuperable. Porque en Kentridge no hay esa intención de crear una obra de arte apabullante, que deje epatadas a las audiencias, sino utilizar los diferentes medios de expresión, cine, teatro, pintura, para ofrecer puntos de vista distintos, meditaciones separadas, sobre un mismo tema.
Temas que, en Kentridge, son siempre eminentemente políticos. El totalitarismo, la discriminación, el racismo cualquier forma de opresión, en definitiva. Cuestiones urgentes y exigentes, duras y difíciles, incómodas y punzantes. En las antípodas de la dejadez y la blandura del postomodernismo reinante, al que todo le viene a dar un mucho lo mismo. Adecuados y pertinentes en un mundo que se ve devuelto a la exasperación suicida de los años treinta del siglo XX.
martes, 13 de septiembre de 2016
Leyendo a Camus (VII): L'Etat de siège
LA PESTE: Je suppose que vous m'avez déjà compris. A partir d'aujourd'hui, vous allez apprendre à mourir dans l'ordre. jusqu'ici vous mourriez à l'espagnole, un peu au hasard, au jugé pour ainsi dire. Vous mourriez parce qu'il avait fait froid après qu'il eut fait chaud, parce que vos mulets bronchaient, parce que la ligne des Pyrénées était bleue, parce qu'au printemps le fleuve Guadalquivir est attirant pour le solitaire, ou parce qu'il y a des imbéciles mal embouchés qui tuent pour le profit ou pour l'honneur, quand il est tellement plus distingué de tuer pour les plaisirs de la logique. Oui, vous mourriez mal. Un mort par-ci, un mort par-là, celui-ci dans son lit, celui-là dans l'arène : c'était du libertinage. Mais heureusement, ce désordre va être admi-nistré. Une seule mort pour tous et selon le bel ordre d'une liste. Vous aurez vos fiches, vous ne mourrez plus par caprice. Le destin, désormais s'est assagi, il a pris ses bureaux. Vous serez dans la statistique et vous allez enfin servir à quelque chose. Parce que j'oubliais de vous le dire, vous mourrez, c'est entendu, mais vous serez incinérés ensuite, ou même avant : c'est plus propre et ça fait partie du plan. Espagne d'abord !
Albert Camus, Estado de Sitio
La Peste: Supongo que ya me han comprendido. A partir de hoy, van a aprender a morir en orden. Hasta ahora morían a la española, un poco al azar, al capricho por así decirlo, Morían porque hacía frío después de hacer calor, por que vuestras mulas se constipaban, porque la línea de los Pirineos estaba azul, porque en primavera, el río Guadalquivir atrae a los solitarios, o porque hay de imbéciles embozados que matan por la ganancia o por el honor, cuándo es más distinguido hacerlo por el placer de la lógica. Si, Uds. morían mal. Un muerto, aquí, otro allá, éste en su lecho, el otro en la plaza: Un libertinaje. Pero afortunadamente, este desorden va a ser administrado. Una única muerte para todos y siguiendo el bello orden de una lista. Tendrán sus expedientes y no morirán por capricho. El destino, desde ahora, se ha asentado y ha abierto sus oficinas. Uds. formarán parte de la estadística y por fin servirán de algo. Se me olvidaba decírselo, Uds. morirán, por supuesto, pero serán incinerados inmediatamente, o incluso antes: es más limpio y forma parte del plan. ¡España ante todo!
Cuando leí por primera vez L'État de siège, allá en mi juventud en los años ochenta, me sentí un tanto defraudado. Viniendo, como todos mis contemporáneos, de leer La peste, esta obra de teatro me parecía ligera y frívola, puesto que la seriedad del tema estaba plasmada con un tono de comedia que me recordaba al teatro de títeres y la farsa, no a la tragedia que debía ser, y que había sido la novela anterior.
Mi apreciación ha cambiado completamente tras esta segunda lectura. En parte porque en mi primer encuentro no llegué a hacer una conexión evidente: que novela y pieza teatral son variaciones sobre un mismo tema. El mismo Camus indica en el prefacio - o advertencia como él lo llama - que la obra es producto de una colaboración con el director teatral Jean-Luis Barrault. Este último llevaba desde 1941 pensando en montar una representación sobre el mito de la peste y al enterarse de que Camus estaba escribiendo una novela sobre el mismo tema, le propuso hacerla entre ambos.
Como Camus advierte, no se trata de una versión teatral de la novela, sino de una reescritura de las ideas que llevaron a concebirla. Aunque ese fondo argumental es el mismo en ambas obras - una ciudad presa de la peste - la plasmación es completamente distinta, en gran parte por la intervenciones escénicas de Barrault que le dan esa artificiosidad teatral - de grand gignol - que tanto me molestaba en mi primera lectura y que ahora me parece tan pertinente. Esa atmósfera de algo representado y fingido, tan opuesta al realismo estricto de la novela, es subrayada por el mismo Camus, quien convierte a la peste - y a la muerte - en dos personajes centrales de la obra, otorgándoles la voz de la que carecían en La Peste.
Allí eran presencias abstractas, irracionales, inalcanzables e impredecibles. Indiferentes al destino de los humanos y semejantes al más puro azar. Aquí sin embargo son fuerzas activas que pretenden una transformación radical del mundo, aunque sea para convertirlo en un inmenso cementerio ordenado de manera racional.
Mi apreciación ha cambiado completamente tras esta segunda lectura. En parte porque en mi primer encuentro no llegué a hacer una conexión evidente: que novela y pieza teatral son variaciones sobre un mismo tema. El mismo Camus indica en el prefacio - o advertencia como él lo llama - que la obra es producto de una colaboración con el director teatral Jean-Luis Barrault. Este último llevaba desde 1941 pensando en montar una representación sobre el mito de la peste y al enterarse de que Camus estaba escribiendo una novela sobre el mismo tema, le propuso hacerla entre ambos.
Como Camus advierte, no se trata de una versión teatral de la novela, sino de una reescritura de las ideas que llevaron a concebirla. Aunque ese fondo argumental es el mismo en ambas obras - una ciudad presa de la peste - la plasmación es completamente distinta, en gran parte por la intervenciones escénicas de Barrault que le dan esa artificiosidad teatral - de grand gignol - que tanto me molestaba en mi primera lectura y que ahora me parece tan pertinente. Esa atmósfera de algo representado y fingido, tan opuesta al realismo estricto de la novela, es subrayada por el mismo Camus, quien convierte a la peste - y a la muerte - en dos personajes centrales de la obra, otorgándoles la voz de la que carecían en La Peste.
Allí eran presencias abstractas, irracionales, inalcanzables e impredecibles. Indiferentes al destino de los humanos y semejantes al más puro azar. Aquí sin embargo son fuerzas activas que pretenden una transformación radical del mundo, aunque sea para convertirlo en un inmenso cementerio ordenado de manera racional.
viernes, 15 de julio de 2016
Hormigueros
Differences are transformed into division because this monopolises power. It happens in terms of gender, race, religion, sexuality and class. Though there is a latent stigma against the nouveau riche in certain quarters, if you acquire enough money identities are accepted and sins forgiven. The only real crime is the absence of money. Due to the variety of ways wealth is accumulated, myths are required, not least the fabulous mirage of meritocracy. The more you own, the more you are, and the more deserving of it you have been. Those who have nothing are nothing and deserve nothing but contempt. It is a morality play so desultory that few mediaevals would have accepted it yet it plays out everyday in tabloids and on television. It finds expression in architecture as the great Other that is the ghetto. These too are plural, from Brazilian Favelas to the crazed cube of Kowloon Walled City to the "pirate utopia" Tower of David in Venezuela. It cannot be admitted that these are the consequence of systems that run on inequality or a failure to provide and maintain dignified social housing. Instead these areas and their inhabitants must be the product of sin, of poor breeding, savagery. It is not enough that they must face odds stacked against then. This must be compounded not just with shame. derision, and condescension but with blame; they had done this to themselves. Wealth is virtue and here there is an absence of both. This are the "sacrificial zones", mythic cities of sin and their populaces unwillingly performing the traditional ritualistic role of sineater of scapegoat. In Riallaor, Godfrey Sweven contrasts "marble palaces, margined with gleamed gardens" with "a reeking human quagmire stretched for miles over the flood-soaked borders of this noble city, like a rich robe of lace that has dragged its train through liquid filth. Groves of trees failed to conceal the squalor and destitution of these low-lying suburbs". These he suggests are not merely place where people live and struggle to but places of pollution, places and people awaiting cleansing.
Darran Anderson, Imaginary Cities
Las diferencias se transforman en divisiones porque esto otorga el monopolio del poder. Sucede en términos de género, raza, religión, sexualidad y clase. Aunque hay un estigma latente contra los nuevos ricos en ciertos sectores, si se consigue el dinero suficiente, tu identidad es aceptada y tus pecados perdonados. El único crimen real es la falta de dinero. Debido a la variedad de modos para acumular dinero, se necesitan mitos, no siendo el menor el fabuloso espejismo de la meritocracia. Cuanto más posees, más eres y más mereces lo que tienes. Los que nada tienen son nada y no merecen otra cosa que desprecio. Es una obra teatral moralista tan burda que muy pocas personas en la edad media la hubieran aceptado, pero que se representa todos los días en la prensa amarilla y la televisión. Encuentra su expresión arquitectónica en el gran Otro que es el ghetto. Estos son tambión múltiples, desde las favelas brasileñas, al cubo enloquecido de la Ciudad Amurallada de Kowloon o la "utopía pirata" de la torre David en Venezuela. No se puede admitir que son la consecuencia de sistemas basados en la desigualdad o un fracaso a la hora de disponer de viviendas sociales dignas. Por el contrario, esas zonas y sus pobladores deben ser el producto del pecado, de la herencia genética, del salvajismo. No basta con que las oportunidades estén en su contra. Hay que empeorarlo no sólo con vergüenza, burla y superioridad, sino también con culpa: se lo han hecho a sí mismo. La riqueza es la virtud y allí faltan ambas. Son las zonas sacrificiales, las míticas ciudades del pecado y sus habitantes interpretan involuntariamente el papel de chivo expiatorio. En Riallor, Godfrey Sweven opone "los palacios de mármol, rodeados de brillantes jardines" con "un pantano humano maloliente que se extiende durante kilómetros en los márgenes inundados de esta noble ciudad, como un rico vestido de encaje cuya cola hubiera sido arrastrada sobre el fango. Los bosquecillos no consiguen ocultar la miseria y abandono de estos suburbios inferiores". Esto sugiere que no son lugares donde la gente vive y lucha, sino entornos contaminados, áreas y personas a la espera de ser desinfectados.
Cuando comencé a leer Imaginary Cities (Ciudades imaginarias) de Darran Anderson, no me podía imaginar que el mayor reproche que podía hacerle era la ausencia de un Glosario.
El caso es que me compré este título porque llevaba bastante tiempo siguiendo esta cuenta de Twitter, cuyo autor es el mismo que el del libro. En ella, se mostraban diferentes aspectos de arquitectura imaginaria que no habían salido de la mesa de dibujo, de las ilustraciones de los libros o de las viñetas del cómic. Todos esos ejemplos compartían el mismo estatus de irrealizado o irrealizable, pero a pesar de ello, tenían un poder de fascinación que los convertían en plenamente reales dentro su irrealidad. Lugares, paisajes y ciudades que pertenecían de pleno derecho a nuestro mundo, que podían ser visitado y que seguramente lo serían algún día.
Con esos antecedentes, esperaba que Imaginary Cities fuera un catálogo visual de los muchos lugares soñados que aparecían en esa cuenta de twitter, pero cuando lo tuve entre mis manos sufrí una gran decepción. No había ninguna ilustración, mientras que el texto abandonaba toda pretensión de catálogo y ordenación, de sistema de de la imaginación humana, para convertirse en una larga e infinita digresión. Un auténtico caminar en círculos, donde los enlaces entre secciones se tendían a través de las más débiles asociaciones, casi como si fuera un cadavre exquis surrealista, escrito por muchas manos independientes sin conocimiento de lo que sus colegas hacían.
Por suerte la desilusión duró sólo un par de páginas. Hasta que ese laberinto de conexiones cobró todo significado y sentido
El caso es que me compré este título porque llevaba bastante tiempo siguiendo esta cuenta de Twitter, cuyo autor es el mismo que el del libro. En ella, se mostraban diferentes aspectos de arquitectura imaginaria que no habían salido de la mesa de dibujo, de las ilustraciones de los libros o de las viñetas del cómic. Todos esos ejemplos compartían el mismo estatus de irrealizado o irrealizable, pero a pesar de ello, tenían un poder de fascinación que los convertían en plenamente reales dentro su irrealidad. Lugares, paisajes y ciudades que pertenecían de pleno derecho a nuestro mundo, que podían ser visitado y que seguramente lo serían algún día.
Con esos antecedentes, esperaba que Imaginary Cities fuera un catálogo visual de los muchos lugares soñados que aparecían en esa cuenta de twitter, pero cuando lo tuve entre mis manos sufrí una gran decepción. No había ninguna ilustración, mientras que el texto abandonaba toda pretensión de catálogo y ordenación, de sistema de de la imaginación humana, para convertirse en una larga e infinita digresión. Un auténtico caminar en círculos, donde los enlaces entre secciones se tendían a través de las más débiles asociaciones, casi como si fuera un cadavre exquis surrealista, escrito por muchas manos independientes sin conocimiento de lo que sus colegas hacían.
Por suerte la desilusión duró sólo un par de páginas. Hasta que ese laberinto de conexiones cobró todo significado y sentido
martes, 31 de mayo de 2016
La gran desilusión (y II)
El propósito de este ensayo es corregir la desviación en la puntería del pensamiento político al uso, que busca el mal radical del catalanismo y bizcaitarrismo en Cataluña y en Vizcaya, cuando no es allí donde se encuentra. ¿Dónde, pues?
Para mí esto no ofrece duda: cuando una sociedad se consume víctima del particularismo, puede siempre afirmarse que el primero en mostrarse particularista fue precisamente el Poder central. Y esto es lo que ha pasado en España.
Castilla ha hecho a España y Castilla la ha deshecho. Núcleo inicial de la incorporación ibérica, Castilla acertó a superar su propio particularismo e invitó a los demás pueblos peninsulares para que colaborasen en un gigantesco proyecto de vida común. Inventa Castilla grandes empresas incitantes, se pone al servicio de altas ideas jurídicas, morales, religiosas; dibuja un sugestivo plan de orden social; impone la norma de que todo hombre mejor debe ser preferido a su inferior, el activo al inerte, el agudo al torpe, el noble al vil. Todas estas aspiraciones, normas, hábitos, ideas se mantienen durante algún tiempo vivaces. Las gentes alientan influidas eficazmente por ellas, creen en ellas, las respetan o las temen. Pero si nos asomamos a la España de Felipe III advertimos una terrible mudanza. A primera vista nada ha cambiado, pero todo se ha vuelto de cartón y suena a falso. Las palabras vivaces de antaño siguen repitiéndose, pero ya no influyen en los corazones: las ideas incitantes se han tomado tópicos. No se emprende nada nuevo, ni en lo político, ni en lo científico, ni en lo moral. Toda la actividad que resta se emplea precisamente «en no hacer nada nuevo», enconservar el pasado -instituciones y dogmas-, en sofocar toda iniciación, todo fenómeno innovador.
Castilla se transforma en lo más opuesto así misma: se vuelve suspicaz, angosta, sórdida, agria. Ya no se ocupa en potenciar la vida de las otras regiones; celosa de ellas, las abandona a sí mismas y empieza ano enterarse de lo que en ellas pasa.
Castilla se transforma en lo más opuesto así misma: se vuelve suspicaz, angosta, sórdida, agria. Ya no se ocupa en potenciar la vida de las otras regiones; celosa de ellas, las abandona a sí mismas y empieza ano enterarse de lo que en ellas pasa.
Si Cataluña o Vasconia hubiesen sido las razas formidables que ahora se imaginan ser, habrían dado
un terrible tirón de Castilla cuando ésta comenzó a hacerse particularista, es decir, a no contar debidamente con ellas. La sacudida en la periferia hubiera acaso despertado las antiguas virtudes del centro y no habrían, por ventura, caído en la perdurable modorra de idiotez y egoísmo que ha sido durante tres siglos nuestra historia.
un terrible tirón de Castilla cuando ésta comenzó a hacerse particularista, es decir, a no contar debidamente con ellas. La sacudida en la periferia hubiera acaso despertado las antiguas virtudes del centro y no habrían, por ventura, caído en la perdurable modorra de idiotez y egoísmo que ha sido durante tres siglos nuestra historia.
Jóse Ortega y Gasset, España Invertebrada
Si he comenzado esta entrada con esta larga cita es porque en ella se resume lo poco de bueno y lo mucho de malo que hay en el pensamiento orteguiano. No es que la situación política que él denuncia haya dejado de ser actual, ni mucho menos. Desgraciadamente, Ortega era certero en sus diagnósticos y, al igual que hace casi un siglo, el gran problema de España es que ninguno acabamos de creérnosla, de manera tomamos uno de dos caminos, o de tres si llega el caso. Bien buscamos nuestra otra nueva patria que pensamos será mejor que la común, caso de los nacionalismos periféricos, o bien nos inventamos una figuración de un estado unido ideal de algún instante del pasado que hay que restaurar, caso del centralismo. Entre medias, quedamos los más que, hastiados de tanto griterío inútil e improductivo, decidimos seguir con nuestras vidas... sin darnos cuenta de que nuestro silencio se toma por aprobación de una de las dos posturas.
España, por tanto, ha dejado de existir, si que fue alguna vez. La cuestión que queda por resolver es, por tanto, la del cómo y por qué. Ése es el objeto del estudio de Ortega, en donde emerge lo peor de este filósofo, consistente bien no decir nada, hablar vaguedades y remitirse a obras futuras, o bien señalar a causas y motivos que hoy nos resultan risibles, sustentados únicamente por su magnífica prosa y su poder de seducción.
Débiles razones ésas para justificar su fama y su influencia, aplastante durante todo el siglo XX, o para justificar su lectura en este siglo XXI
jueves, 3 de marzo de 2016
Leyendo a Tucidides (I)
Nuestra petición será para vosotros, si nos hacéis caso, una hermosa oportunidad por muchas razones. En primer lugar, porque procuraréis vuestra ayuda a un pueblo que es víctima de la injusticia y no perjudica a otros; después, porque, al acoger a gentes cuyos mayores intereses están en peligro, prestaréis un servicio que os hará acreedores de un testimonio de gratitud que siempre será recordado de la mejor manera; y finalmente, porque poseemos una flota superior a todas, excepto a la vuestra.
Discurso de los Corcireos a los atenienses.
En estas condiciones, se escudan en la hermosa apariencia de esta
política de no alineamiento no para evitar su participación en las
injusticias de otros, sino con la intención de cometer ellos solos sus
propias injusticias y de actuar con violencia en los casos en que son
los más fuertes, de sacar ventaja cuando pasan desapercibidos y de no
avergonzarse si alguna vez se hacen con alguna ganancia
Discurso de los Corintios a los atenienses.
Tucidides, Historia de la guerra del Peloponeso
Todo lector tiene sus escritores favoritos. Aquéllos que le fascinaron en un momento de su vida y le siguen acompañando durante el resto... aunque esta compañía puede ser muy relativa, tenue y frágil. Entre mis escogidos están, como podía esperarse dada mi edad, Tolstoi y Dostoiewski, pero hace mucho tiempo que no los leo, casi desde la adolescencia, de forma que puede que al visitarlos me lleve una gran decepción. No por ellos, sino por lo mucho que he cambiado y me he traicionado. Otros escritores, como Musil, como Proust, Vallejo, Dickinson o Whitman, siguen ahí, como parte de mi presente, sin que nada haya podido erosionar su preeminencia, la urgencia con que me apelan, la necesidad con que me arrastran.
Tal es el caso de Tucidides y su Historia de la guerra del Peloponeso.
Puede resultar extraño que hable de actualidad, de fascinación, de enamoramiento, al referirme a un escritor de hace 2400 años. Alguien que tiene un puesto ganado en el panteón de la cultura occidental, pero que por eso mismo debería haber quedado reducido a estatua de mármol olvidada, de ésas que sabemos que están ahí desde siempre, pero a las que apenas dedicamos alguna mirada distraída. Sin embargo, cuando lo leí en mi juventud, acabando la universidad, inmediatamente se convirtió en una de mis obras favoritas, esencial en la construcción y formación de mi pensamiento.
De lo que fui y continuo siendo, a pesar de tantos años, tantos cambios y decepciones
martes, 3 de noviembre de 2015
Universos y celdas
Mordí mujer, me hundí desvaneciéndome
desde mi fuerza, atesoré racimos,
y salí a caminar de beso en beso,
atado a las caricias, amarrado
a esta gruta de fría cabellera,
a estas piernas por labios recorridos:
hambriento entre los labios de la tierra,
devorando con labios devorados.
Pablo Neruda, Yo soy, Canto general.
Ezra Pound, de quien les he hablado en varias entradas anteriores, y Pablo Neruda pertenecen a la misma categoría de poetas. Los creadores que durante el siglo XX se embarcaron en el proyecto de escribir un poemario universal en el que cupiesen todos los paisajes, todas las historias, todas las vivencias. Más restringido, cierto, en el caso de Neruda que en el de Pound, ya que el escritor chileno se circunscribió a la realidad americana y compuso su obra magna, Canto General, en unos pocos años tras la segunda guerra mundial, mientras que el poeta británico pretendía construir en sus Cantos un Museo Británico portátil - en la adecuada expresión de Stan Brakaghe - quedando la tarea inacabada a su muerte, tras largas décadas de añadidos, correcciones, abandonos y retornos.
Ambos son poetas de profunda inspiración, tocados por el impulso de las vanguardias europeas, aunque más experimental, más radical estéticamente, el inglés que el chileno. Neruda siempre se preocupó porque las imágenes turbulentas de su poesía no enturbiaran el mensaje que quería comunicar, mientras que en Pound la forma superaba y desbordaba al contenido, hasta convertirlo en enigma y rompecabezas. A pesar de la engañosa dificultad del uno y de la falsa facilidad del otro, ambos se han convertido en símbolos de sus literaturas respectivas, en autores que han llegado a encarnar el espíritu de sus tierras y de quienes no se puede prescindir, si realmente se quiere conocer ambas lenguas en profundidad.
Una posición central indiscutible que, no obstante, se ve lastrada, dañada, minada en sus obras magnas por sus posicionamientos políticos, fascismo en el caso de Pound, Estalinismo en el caso de Neruda, que llegan a ocupar por entero el espacio de su literatura, substituyendo todo lo demás por la necesidad de propagar los propios convencimientos ideológicos, sin admitir la posibilidad de dudas, mucho menos errores, en ellos.
desde mi fuerza, atesoré racimos,
y salí a caminar de beso en beso,
atado a las caricias, amarrado
a esta gruta de fría cabellera,
a estas piernas por labios recorridos:
hambriento entre los labios de la tierra,
devorando con labios devorados.
Pablo Neruda, Yo soy, Canto general.
Ezra Pound, de quien les he hablado en varias entradas anteriores, y Pablo Neruda pertenecen a la misma categoría de poetas. Los creadores que durante el siglo XX se embarcaron en el proyecto de escribir un poemario universal en el que cupiesen todos los paisajes, todas las historias, todas las vivencias. Más restringido, cierto, en el caso de Neruda que en el de Pound, ya que el escritor chileno se circunscribió a la realidad americana y compuso su obra magna, Canto General, en unos pocos años tras la segunda guerra mundial, mientras que el poeta británico pretendía construir en sus Cantos un Museo Británico portátil - en la adecuada expresión de Stan Brakaghe - quedando la tarea inacabada a su muerte, tras largas décadas de añadidos, correcciones, abandonos y retornos.
Ambos son poetas de profunda inspiración, tocados por el impulso de las vanguardias europeas, aunque más experimental, más radical estéticamente, el inglés que el chileno. Neruda siempre se preocupó porque las imágenes turbulentas de su poesía no enturbiaran el mensaje que quería comunicar, mientras que en Pound la forma superaba y desbordaba al contenido, hasta convertirlo en enigma y rompecabezas. A pesar de la engañosa dificultad del uno y de la falsa facilidad del otro, ambos se han convertido en símbolos de sus literaturas respectivas, en autores que han llegado a encarnar el espíritu de sus tierras y de quienes no se puede prescindir, si realmente se quiere conocer ambas lenguas en profundidad.
Una posición central indiscutible que, no obstante, se ve lastrada, dañada, minada en sus obras magnas por sus posicionamientos políticos, fascismo en el caso de Pound, Estalinismo en el caso de Neruda, que llegan a ocupar por entero el espacio de su literatura, substituyendo todo lo demás por la necesidad de propagar los propios convencimientos ideológicos, sin admitir la posibilidad de dudas, mucho menos errores, en ellos.
martes, 27 de octubre de 2015
Bajo la sombra del postmodernismo (XVIb)
Regeneration was accompanied by repression... a new law was introduced that effectively banned the anarchist movement altogether, and the security forces greatly strengthened, whilst energetic methods were employed to hunt down malefactors of all sorts. Underpinning much of this activity was a theme that is not immediately apparent. The populace's failure to engage with the political system was a worry certainly, but what was even more alarming was the gradual emergence of a refusal to engage not just with its procedures but also with its values. Slow through Spanish modernization was, the population of many towns and cities had already experienced considerable expansion. This development should not be exaggerated, but remains that it was prominent enough to cause considerable concern, and all the more so as it was frequently accompanied by the most appalling levels of social degradation. Freed from the healthy influence of rural life - better, the control of priest and landowner - the growing urban populace was seen as being prey to a variety of corrupting influences which ran the gamut from republicanism, socialism and anarchism to drunkenness, prostitution and free love. To make matters worse, literacy was also slowly on the increase - by 1900 36,2 per cent of the population could read and write as opposed to 28 per cent in 1877 - whilst the appearance of the cinema had opened way for new forms of popular culture
Charles Esdaille, Spain in the liberal age. From constitution to civil war, 1808-1936
La regeneración estaba acompañada por la represión... se promulgó una nueva ley que prohibía por completo el movimiento anarquista, y se fortalecieron en gran medida las fuerzas de seguridad, mientras se empleaban métodos para perseguir a malhechores de todo tipo. Sosteniendo esta actividad se hallaba un tema que no era reconocible a primera vista. El fracaso de la plebe para involucrarse en el sistema político era una preocupación clara, pero aún más alarmante era la aparición gradual de un rechazo no sólo a sus mecanismos, sino a sus valores. Aunque la modernización de España era lenta, la población de muchas ciudades ya había experimentado una considerable expansión. Este desarrollo no debe ser exagerado, pero queda el hecho de iba acompañado por los peores niveles de degradación social. Liberados de la saludable influencia de la vida rural - más bien, el control del sacerdote y el propietario - la creciente plebe urbana era vista como presa de una variedad de influencias corruptoras que abarcaban una gama que iba desde el republicanismo, el socialismo y el anarquismo hasta el alcoholismo, la prostitución y el amor libre. Para empeorar las cosas, la alfabetización iba lentamente en ascenso - hacia 1900, el 36,2 por ciento de la población podía leer y escribir frente a un 28 por ciento en 1877 - mientras la aparición del cine había abierto las puertas a nuevas formas de cultura popular.
Al terminar de escribir la entrada de la semana pasada, sobre el siglo XIX y el libro de Charles Esdauille que lo narra, me di cuenta que había dedicado mucho tiempo a los temas metodológicos, pero casi ninguno a la interpretación de ese tiempo, cuando el texto introductorio así lo daba a entender.
Quizás mi olvido, intencionado o no, se debe a la dificultad de narrar ese siglo. No es que sea más o menos prolijo en acontecimientos, sino más bien a que dentro de lo penoso y deprimente que suele ser nuestra historia, ese tiempo, y en concreto el mas de medio siglo que media entre 1808 y 1875, constituye uno de los los puntos más bajos de nuestra trayectoria como país... sin que las cosas mejorasen mucho posterioremente, con una restauración borbónica basada en la mentira, la corrupción y la discriminación, una dictadura, la de Primo, remedio en extremis para salvar un sistema y un rey abocados al abismo, una república de las ilusiones malograda por la intolerancia de unos y el mesianismo de otros, para terminar con una sangrienta guerra civil continuada por una dictadura no menos sanguinaria y asesina.
Momentos y hechos que como ven son de lo más convenientes para reforzar y consolidar el sentimiento patrio.
Charles Esdaille, Spain in the liberal age. From constitution to civil war, 1808-1936
La regeneración estaba acompañada por la represión... se promulgó una nueva ley que prohibía por completo el movimiento anarquista, y se fortalecieron en gran medida las fuerzas de seguridad, mientras se empleaban métodos para perseguir a malhechores de todo tipo. Sosteniendo esta actividad se hallaba un tema que no era reconocible a primera vista. El fracaso de la plebe para involucrarse en el sistema político era una preocupación clara, pero aún más alarmante era la aparición gradual de un rechazo no sólo a sus mecanismos, sino a sus valores. Aunque la modernización de España era lenta, la población de muchas ciudades ya había experimentado una considerable expansión. Este desarrollo no debe ser exagerado, pero queda el hecho de iba acompañado por los peores niveles de degradación social. Liberados de la saludable influencia de la vida rural - más bien, el control del sacerdote y el propietario - la creciente plebe urbana era vista como presa de una variedad de influencias corruptoras que abarcaban una gama que iba desde el republicanismo, el socialismo y el anarquismo hasta el alcoholismo, la prostitución y el amor libre. Para empeorar las cosas, la alfabetización iba lentamente en ascenso - hacia 1900, el 36,2 por ciento de la población podía leer y escribir frente a un 28 por ciento en 1877 - mientras la aparición del cine había abierto las puertas a nuevas formas de cultura popular.
Al terminar de escribir la entrada de la semana pasada, sobre el siglo XIX y el libro de Charles Esdauille que lo narra, me di cuenta que había dedicado mucho tiempo a los temas metodológicos, pero casi ninguno a la interpretación de ese tiempo, cuando el texto introductorio así lo daba a entender.
Quizás mi olvido, intencionado o no, se debe a la dificultad de narrar ese siglo. No es que sea más o menos prolijo en acontecimientos, sino más bien a que dentro de lo penoso y deprimente que suele ser nuestra historia, ese tiempo, y en concreto el mas de medio siglo que media entre 1808 y 1875, constituye uno de los los puntos más bajos de nuestra trayectoria como país... sin que las cosas mejorasen mucho posterioremente, con una restauración borbónica basada en la mentira, la corrupción y la discriminación, una dictadura, la de Primo, remedio en extremis para salvar un sistema y un rey abocados al abismo, una república de las ilusiones malograda por la intolerancia de unos y el mesianismo de otros, para terminar con una sangrienta guerra civil continuada por una dictadura no menos sanguinaria y asesina.
Momentos y hechos que como ven son de lo más convenientes para reforzar y consolidar el sentimiento patrio.
sábado, 1 de agosto de 2015
Elegías
As a lone ant from a broken ant-hill
from the wreckage of Europa, ego scriptor
The rain has fallen the wind coming down
out of the mountain
Lucca, Forti dei Marmi, Berchthold after the other one...
parts reassembled
...and within the crystal, went up swift as Thetis
in colour rose-blue before sunset
and camine and ambar
Como una homiga solitaria de un hormiguero destruido
del naufragio de Europa, ego scriptor
La lluvia ha caído, el viento baja
de las montañas
Lucca, Forti dei Marmi, Berchthold tras el otro
las piezas de nuevo montadas
...y en el interior del cristal, ascendió tan ágil como Tetis
en el color rosa-azulado de antes del atardecer
y en carmín y ambar.
Ezra Pound. The Pisan Cantos (1948)
Les había indicado ya como los 30 primeros cantos de Ezra Pound, publicados en 1930, son una de las obras maestras absolutas de la poesía del siglo pasado. En ellas se mezclan todo tipo de referencias, históricas, políticas, religiosas, mitológicas, literarias y artísticas, así como diez lenguas distintas, latín, griego, inglés, francés, italiano, alemán, español, provenzal, chino y japonés, para crear un conjunto que escapa a toda clasificación. Una obra que no tiene un propósito definido, ni una estructura clara, que parece limitarse a divagar sin rumbo, pero que acaba por adquirir una coherencia y una resonancia inusitadas. La de una persona que de repente descubre que no hay civilizaciones, sino civilización, que no hay historias, sino historia, que no hay culturas, sino cultura. Un continuum artístico-ideológico sin límites ni jerarquías, donde todas las experiencias, todos los descubrimientos, son válidos, tengan el origen que tengan.
Les contaba también como en las sucesivas entregas de los cantos, su calidad y su interés iba decayendo de modo notable, coincidiendo con la fascinación del autor por el fascismo Mussoliniano. evolución que le llevo a pasar la segunda guerra mundial en Italia, como colaborador consciente de ese régimen en contra de su patria de origen. Los cantos del XXXI al LXXI adoptan así poco a poco un carácter panfletario en el que Pound sólo se preocupa por convencernos de un ideario político que no acaba de quedar muy claro, fuera de la maldad y el engaño inherente a la democracia liberal tal y como había sido constituida en occidente tras la Guerra de Independencia Norteamericana. La trampa de esos sistemas queda expresada simplemente en que la libertad de la que estos regímenes se ufanan, se ve siempre contradicha por la realidad de un poder económico que impone sus designios a la ciudadanía... una tesis que puede ser muy cierta - y creo que lo es - pero que no acaba de funcionar en formato poético, y mucho menos como justificación del fascismo
Los últimos cantos llegan a ser tan aestéticos, si me permiten el neologismo, que da la impresión que Pound ha perdido su musa poética por completo. Tanto que estuve a punto de interrumpir su lectura, para no estropear el buen sabor de boca que me habían dejado los XXX primeros.
Fue entonces cuando me topé con The Pisan Cantos, escritos por Pound tras la Segunda Guerra Mundial. Y volví a enamorarme de este poeta y de la forma única que el había creado.
from the wreckage of Europa, ego scriptor
The rain has fallen the wind coming down
out of the mountain
Lucca, Forti dei Marmi, Berchthold after the other one...
parts reassembled
...and within the crystal, went up swift as Thetis
in colour rose-blue before sunset
and camine and ambar
Como una homiga solitaria de un hormiguero destruido
del naufragio de Europa, ego scriptor
La lluvia ha caído, el viento baja
de las montañas
Lucca, Forti dei Marmi, Berchthold tras el otro
las piezas de nuevo montadas
...y en el interior del cristal, ascendió tan ágil como Tetis
en el color rosa-azulado de antes del atardecer
y en carmín y ambar.
Ezra Pound. The Pisan Cantos (1948)
Les había indicado ya como los 30 primeros cantos de Ezra Pound, publicados en 1930, son una de las obras maestras absolutas de la poesía del siglo pasado. En ellas se mezclan todo tipo de referencias, históricas, políticas, religiosas, mitológicas, literarias y artísticas, así como diez lenguas distintas, latín, griego, inglés, francés, italiano, alemán, español, provenzal, chino y japonés, para crear un conjunto que escapa a toda clasificación. Una obra que no tiene un propósito definido, ni una estructura clara, que parece limitarse a divagar sin rumbo, pero que acaba por adquirir una coherencia y una resonancia inusitadas. La de una persona que de repente descubre que no hay civilizaciones, sino civilización, que no hay historias, sino historia, que no hay culturas, sino cultura. Un continuum artístico-ideológico sin límites ni jerarquías, donde todas las experiencias, todos los descubrimientos, son válidos, tengan el origen que tengan.
Les contaba también como en las sucesivas entregas de los cantos, su calidad y su interés iba decayendo de modo notable, coincidiendo con la fascinación del autor por el fascismo Mussoliniano. evolución que le llevo a pasar la segunda guerra mundial en Italia, como colaborador consciente de ese régimen en contra de su patria de origen. Los cantos del XXXI al LXXI adoptan así poco a poco un carácter panfletario en el que Pound sólo se preocupa por convencernos de un ideario político que no acaba de quedar muy claro, fuera de la maldad y el engaño inherente a la democracia liberal tal y como había sido constituida en occidente tras la Guerra de Independencia Norteamericana. La trampa de esos sistemas queda expresada simplemente en que la libertad de la que estos regímenes se ufanan, se ve siempre contradicha por la realidad de un poder económico que impone sus designios a la ciudadanía... una tesis que puede ser muy cierta - y creo que lo es - pero que no acaba de funcionar en formato poético, y mucho menos como justificación del fascismo
Los últimos cantos llegan a ser tan aestéticos, si me permiten el neologismo, que da la impresión que Pound ha perdido su musa poética por completo. Tanto que estuve a punto de interrumpir su lectura, para no estropear el buen sabor de boca que me habían dejado los XXX primeros.
Fue entonces cuando me topé con The Pisan Cantos, escritos por Pound tras la Segunda Guerra Mundial. Y volví a enamorarme de este poeta y de la forma única que el había creado.
sábado, 7 de febrero de 2015
Muros invisibles
En Madrid, como ya les había comentado, se está produciendo una proliferación de espacios destinados a exposiciones de arte. A los creados de nueva planta, se han unido los que yo llamo espacios-Guadiana, como el río. Se trata de instituciones que funcionan a ráfagas, con interrupciones que pueden llegar a acumular años enteros, para luego descolgarse con una exposición única, que si no se está atento se corre el peligro de perdérsela.
Uno de estos espacios se halla en el vasto centro cultural que ocupa el antiguo matadero de Madrid, donde se acaba de abrir una muestra dedicada a un activo grupo de reivindicación política en el mundo del arte: Las Guerrilla Girls. Éste grupo de mujeres anónimas, siempre escondidas en sus apariciones públicas tras unas máscaras de gorila (Guerilla y Gorila son casi homófonos en inglés) buscan que los principios de igualdad promovidos por el feminismo se extiendan al mundo del arte. Es decir, que en los museos y colecciones se de una representación cada vez mayor a los artistas de género femenino, enderezando así una continuada injusticia histórica.
Y antes de entrar en el análisis, les confesaré algo. Mientras visitaba la exposición, en ciertos momentos me sorprendía trazando elaborados argumentos con los que rebatir los eslogans de la Gerrilla Girls. Momento en que me veía obligado a reconocer que tenían razón. Que las ideas del pasado, de ese pasado en sólo era válido el arte realizado por hombres y además de raza blanca, siguen actuando sobre nosotros y condicionando nuestras decisiones, perpetuando así el racismo y la discriminación en un mundo que se enorgullece y presume de no serlo.
jueves, 22 de enero de 2015
sábado, 3 de enero de 2015
viernes, 2 de enero de 2015
¿Cuál es el camino?
![]() |
Títeres utilizados en las representaciones teatrales de los partisanos eslovenos (circa 1944-45) |
Ya les he comentado en varias ocasiones que las exposiciones organizadas por el MNCARS, familiarmente Sofidú, tienen un carácter especial que ninguna de las instituciones madrileñas alcanza a replicar. Se trata de una vertiente eminentemente política, que pone en relación el arte de un tiempo con los hechos sociales de ese momento, evitando esa separación/amputación que busca disociar el arte de las influencias recibidas en su gestación, las repercusiones ejercidas al aplicarlo, durante el desarrollo de esos hechos históricos. En otras palabras, intentando absolver a un artista o un movimiento artístico de las consecuencias de la ideología que eligieron seguir, servir y ensalzar.
Una de las exposiciones que se pueden visitar ahora en el MNCARS y que siguen la línea arriba apuntada tiene por título Un saber realmente útil, que intenta explorar las relaciones entre arte y educación. En principio ambos ámbitos pueden parecer un tanto separados, y de hecho la exposición podría haberse limitado a ilustrar como se enseña y se transmite la historia del arte en las escuelas. Ese punto de partida, restringido y acotado, fácil de mantener dentro de unos términos que no ofendan a nadie, puede llevar no obstante a conclusiones inesperadas e incómodas, si se realiza con el suficiente rigor. El problema de toda historia del arte, que las convierte inevitiblamente en parciales, cuando no interesadas, es el hecho de que para enseñarla, para poder prensarla en unos cientos de páginas o en unas decenas de horas lectivas, es necesario olvidar voluntariamente muchas manifestaciones artísticas, independientemente de su importancia, valor o repercusión.
lunes, 29 de diciembre de 2014
Mitos y Misterios
¿Y qué decir de Milans del Bosch? Su único referente político y cultural, por llamarlo de alguna manera, su referente vital, no era otro que el general Mola. Aquel organizador del 18 de julio del 36 sobre la base del "escarmiento". "Hay que dar un escarmiento a las izquierdas para que paguen sus excesos y no vuelvan a crecerse". Un escarmiento fue la base sobre la que se urdió el 23-F, y gracias a la impericia de esas acémilas uniformadas no les salió bien. Porque oposición fáctica, real, no hubo ninguna. El poder militar, el único existente, estaba dividido entre quienes se sumaron al golpe y quienes no se sumaron al golpe. La negativa del teniente coronel Tejero a consumar la operación Armada ante los parlamentarios detenidos no es más que la consecuencia de dos factores. El primero es que el golpe de Milans del Bosch ha fracasado, y el segundo es que Milans no está dispuesto a que Armada se instale, o trate de salvarse, instalándose sobre las espaldas de su fracaso. Tejero no le permitirá pasar al hemiciclo porque Milans no le ha concedido a última hora el permiso, o lo que es lo mismo, no ha dado la orden a Tejero que le permita hacerlo. Por eso va a ser a ese mismo general Armada a quien se entregue cuando fracase la intentona. Habían preparado y ejecutado un golpe de estado, no un golpe de timón, y en ese aparentemente inocuo juego de palabras está el meollo de asunto.
Gregorio Morán, Adolfo Suárez, Ambición y Destino.
Les confieso que la figura de Gregorio Morán, su independencia, su estar a la contra de la versión oficial de la historia reciente, me tenían intrigados, de ahí mi interés por leer El cura y los mandarines, que ya les comenté hace unos días. Tras terminarlo, mi curiosidad aún era mayor, así que me adentré en otra obra suya, la biografía de Suárez, escrita primero en 1979 y completada en 2009, en busca de respuesta a los hechos de una transición de la que fui en parte testigo, al superponerse a mi niñez y juventud.
Si El cura y los mandarines tenía claros defectos, estos son aún más visibles en Adolfo Suárez, Ambición y Destino, al tratarse de una obra primeriza. El peor de ellos es común a muchos libros escritos por periodistas y consiste en una dramatización de los hechos narrados que aunque posiblemente basada en los hechos, arroja serias dudas sobre su verosimilitud, ni decir tiene sobre su realidad histórica. El problema estriba que en este tipo de reconstrucciones se nos cuenta lo que los personajes pensaban, sentían y temían, cuando evidentemente nadie pudo saber en ese instante, y en muchos casos, a nadie comunicaron esos sentimientos, con lo que se hace especialmente deslindar qué es literatura, qué es especulación, qué deducción y qué hechos comprobados.
Afortunadamente este error queda limitado a secciones muy precisas del libro, básicamente las de la ascensión de Suarez durante el franquismo, que también son las que menos información de fuentes y notas tienen. Por el contrario, cuando nos enfrentamos al Suárez presidente y luego al Suárez descabalgado y busca de una revancha, es cuando la obra toma visos de ser más objetiva, más verosímil y cercana a la realidad histórica. Especialmente si se compara con el mito de Suárez como caballero andante de la transición que proclaman ahora desde todos los sectores, sobre todo desde una derecha empeñada en convertirle en uno de los suyos, mientras que cuando gobernaba lo que realmente querían es sacarle los ojos
Es ahí, en la demolición de ese mito donde el libro brilla y adquiere su auténtico valor. Una revisión crítica del antiguo presidente del gobierno que se centra en dos aspectos principales: la ascensión de Suárez a la presidencia del gobierno y los hechos aún sin aclarar que condujeron y acompañaron al 23-F
Gregorio Morán, Adolfo Suárez, Ambición y Destino.
Les confieso que la figura de Gregorio Morán, su independencia, su estar a la contra de la versión oficial de la historia reciente, me tenían intrigados, de ahí mi interés por leer El cura y los mandarines, que ya les comenté hace unos días. Tras terminarlo, mi curiosidad aún era mayor, así que me adentré en otra obra suya, la biografía de Suárez, escrita primero en 1979 y completada en 2009, en busca de respuesta a los hechos de una transición de la que fui en parte testigo, al superponerse a mi niñez y juventud.
Si El cura y los mandarines tenía claros defectos, estos son aún más visibles en Adolfo Suárez, Ambición y Destino, al tratarse de una obra primeriza. El peor de ellos es común a muchos libros escritos por periodistas y consiste en una dramatización de los hechos narrados que aunque posiblemente basada en los hechos, arroja serias dudas sobre su verosimilitud, ni decir tiene sobre su realidad histórica. El problema estriba que en este tipo de reconstrucciones se nos cuenta lo que los personajes pensaban, sentían y temían, cuando evidentemente nadie pudo saber en ese instante, y en muchos casos, a nadie comunicaron esos sentimientos, con lo que se hace especialmente deslindar qué es literatura, qué es especulación, qué deducción y qué hechos comprobados.
Afortunadamente este error queda limitado a secciones muy precisas del libro, básicamente las de la ascensión de Suarez durante el franquismo, que también son las que menos información de fuentes y notas tienen. Por el contrario, cuando nos enfrentamos al Suárez presidente y luego al Suárez descabalgado y busca de una revancha, es cuando la obra toma visos de ser más objetiva, más verosímil y cercana a la realidad histórica. Especialmente si se compara con el mito de Suárez como caballero andante de la transición que proclaman ahora desde todos los sectores, sobre todo desde una derecha empeñada en convertirle en uno de los suyos, mientras que cuando gobernaba lo que realmente querían es sacarle los ojos
Es ahí, en la demolición de ese mito donde el libro brilla y adquiere su auténtico valor. Una revisión crítica del antiguo presidente del gobierno que se centra en dos aspectos principales: la ascensión de Suárez a la presidencia del gobierno y los hechos aún sin aclarar que condujeron y acompañaron al 23-F
viernes, 26 de diciembre de 2014
Ruinas y Páramos
Con ser duro, y vaya si lo fue para Max Aub ese reencuentro con otro mundo que daba la casualidad que era su país, o lo había sido, y que ya nunca lo sería, lo escandaloso y de mayor trascendencia es que no se trata de una experiencia individual, sino de un fenómeno colectivo. De una colectividad de individualidades que es la que formaba el exilio y que son conscientes, quizás por primera vez de forma concluyente, de que esta España ni es la suya, ni tiene nada que ver con la que ellos conocieron, ni - lo que es más transcendental en su caso - nadie les recuerda, no porque creyeran que habían muerto, sino porque nunca les interesó que estuvieran vivos; no los necesitaban. Están de más. Incluso incordian como le sucede a Max Aub. Esa será la cadencia, el condensado que rezuma como un jugo ácido ese libro tremendo que es La gallina ciega.
Gregorio Morán, El cura y los mandarines
El principal problema de la última obra de Gregorio Morán, perenne voz discordante en un relato de la historia reciente española que suele bordear la hagiografía, es que no acaban de quedar muy claras la intenciones del autor. Aunque su objetivo principal, según lo manifiesta, es la narración de la evolución de la cultura española durante el periodo 1962-1996, principalmente en sus vertientes literarias ,la obra asume también rasgos de una historia crítica de la literatura española, con su inevitable escala de mejores y peores, de reconstrucción del ambiente social del tardofranquismo, la transición y el periodo socialista/felipista, sin dejar a un lado la crónica de como la izquierda española dejó de serlo y pasó a ser un grupo más de la élite, con sus intereses creados y su herramientas de poder para mantenerlos.
Con esas ambiciones no es extraño que el libro se desequilibre, dedicando amplias secciones a ciertos periodos históricos y olvidando completamente otros, de manera que al final, la mitad de su espacio se dedique a los primeros años sesenta, ese periodo de crisis entre un franquismo que ya no puede permitirse ser lo que fue, dictadura sanguinaria, y una izquierda que no puede llegar a ser lo que desearía ser. guía y referencia de una nueva España. A este clara preferencia por un tiempo o unos tiempos se une una tendencia a divagar que hace saltar al autor entre los diferentes aspectos que he señalado al principio, sin acabar de elegir uno en concreto, incluso aventurándose en lo que sería auténtica historia política, de la que Morán sabe más de lo que cuenta, y por supuesto mucho más de lo que nos han querido contar.
Sin embargo, a pesar de estos defectos, el libro constituye una lectura fascinante, casi necesaria y obligada para toda persona interesada en nuestra historia reciente.
Gregorio Morán, El cura y los mandarines
El principal problema de la última obra de Gregorio Morán, perenne voz discordante en un relato de la historia reciente española que suele bordear la hagiografía, es que no acaban de quedar muy claras la intenciones del autor. Aunque su objetivo principal, según lo manifiesta, es la narración de la evolución de la cultura española durante el periodo 1962-1996, principalmente en sus vertientes literarias ,la obra asume también rasgos de una historia crítica de la literatura española, con su inevitable escala de mejores y peores, de reconstrucción del ambiente social del tardofranquismo, la transición y el periodo socialista/felipista, sin dejar a un lado la crónica de como la izquierda española dejó de serlo y pasó a ser un grupo más de la élite, con sus intereses creados y su herramientas de poder para mantenerlos.
Con esas ambiciones no es extraño que el libro se desequilibre, dedicando amplias secciones a ciertos periodos históricos y olvidando completamente otros, de manera que al final, la mitad de su espacio se dedique a los primeros años sesenta, ese periodo de crisis entre un franquismo que ya no puede permitirse ser lo que fue, dictadura sanguinaria, y una izquierda que no puede llegar a ser lo que desearía ser. guía y referencia de una nueva España. A este clara preferencia por un tiempo o unos tiempos se une una tendencia a divagar que hace saltar al autor entre los diferentes aspectos que he señalado al principio, sin acabar de elegir uno en concreto, incluso aventurándose en lo que sería auténtica historia política, de la que Morán sabe más de lo que cuenta, y por supuesto mucho más de lo que nos han querido contar.
Sin embargo, a pesar de estos defectos, el libro constituye una lectura fascinante, casi necesaria y obligada para toda persona interesada en nuestra historia reciente.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)