domingo, 26 de septiembre de 2021
sábado, 18 de septiembre de 2021
De Covadonga a Tamarón, Daniel Fernández de Lis
Más arriba quedó apuntado que la situación en los dominios musulmanes, que en el momento de la subida al trono de Alfonso (I) complicaba mucho la existencia del reino de Asturias, se tornó favorable al poco tiempo, no sólo para su supervivencia, sino incluso para su expansión
En la década de los años 730-740 se había producido un recrudecimiento de las aceifas musulmanas en tierra asturiana, dirigidas por el valil Uqba. No parece que se tratara de un intento de someter y eliminar el foco de resistencia astur, sino más bien de expediciones con la mera intención de saqueo.
Sin embargo, a partir del año 740, los invasores árabes dejaron de poner su mirada en el reino de Asturias para preocuparse de problemas internos. El factor que ocasionó esta situación fue la revuelta bereber del año 740. Hubo un segundo elemento que tendría un gran efecto, pero , aunque su detonante se produjo al final del reinado de Alfonso I, sus consecuencias afectaron a sus sucesores; la llegada de Abderraman I, de la dinastía Omeya, a la península huyendo de Damasco en el año 755 y su proclamación como emir al año siguiente, tras su victoria en la batalla de Al-Musara (cerca de Córdoba).
De Covadonga a Tamarón, Daniel Fernández de Lis
La historia de los reínos cristianos del norte peninsular, del siglo VIII al X, siempre me ha fascinado. ¿A qué se debió que unos núcleos aislados, cuya extensión no pasaba de unos estrechos valles de montaña, consiguieran sobrevivir al poder aplastante del Emirato/Califato de Córdoba? ¿Qué ocurrió para que unos reinos débiles, siempre amenazados de destrucción a manos de su poderoso enemigo del sur, iniciaran una expansión irreversible, durante los siglos XI al XIII, hasta casi eliminar la presencia árabe en la península? Son preguntas que exigirían un estudio conjunto de la sociedad, la economía y los avatares históricos en los siglos posteriores a la conquista árabe, sólo para apuntar una respuesta. Por desgracia, de los siglos VIII y IX apenas tenemos otra cosa que mitos y leyendas fundacionales. Distorsionadas con evidente intencionalidad política tanto en el siglo IX, por los círculos religiosos de la corte de Alfonso III, como en el XXI, por el auge del ultranacionalismo patrio.
La cuestión principal es que los siglos VIII y la primera mitad del IX constituyen nuestra "edad oscura" particular. Obscura no en el sentido de atrasada, sino de impenetrable al estudio histórico. Las primeras fuentes cristianas son del reinado de Alfonso III, en el último tercio del siglo IX, mientras que las árabes son ya del siglo X. Tiempo suficiente para embellecerlas, convertirlas en mito, así como para hacerlas encajar en el ideario político de la época. Algo que es más que evidente en el detallado relato - en contraste con la parquedad de datos referentes a sus sucesores- que las fuentes cristianas hacen de Pelayo y Covadonga, el uno elevado al más alto rango de las élites visigodas, la otra con caracteres de batalla decisiva. Sin embargo, es probable que Covadonga no pasara de ser una escaramuza local, mientras que Pelayo, a lo sumo, sería un reyezuelo del área con conexiones con los gobernadores visigodos del norte, como vendría a demostrar el casamiento de su hija, Ermesinda, con el antiguo dux de Cantabria.
viernes, 27 de noviembre de 2020
Más allá de nuestro terruño (I)
Isma'il celebrated his victory with his typical cruelty. He turned the skull of Shayban Khan, his ideological adversary, into a gold-plated wine cup, witness to his long hours of heavy drinking. Shayban's dismembered right arm was sent off to Prince Zahir al-Din Babur, the future founder of the Mughal Empire, who was then in command of Kabul. The reflective Timurid prince took heed and for a while collaborated with the Safavids against their common Uzbek enemy. He even pretended to be a Shi'i client of Isma'il, Later he headed south to the less formidable tranquility of Northen Hindustan. The stuffed skin of Shayban Khan's head also served as another carnal dispatch to the Ottoman Sultan Bayacid II (r. 1481-1512), The heinous act, though not entirely outside of the norms of the time, generated outrage in the Ottoman Capital, reaffirming the perceptions of the Safavid as fierce heretics. The rest of Shayban's body was ritualistically devoured by a cannibal clan of the Quezilbash as proof of their devotion to their Perfect Guide.
Abbas Amanat. Iran, a Modern History (Iran, historia reciente)
Isma'il celebró su victoria con su crueldad acostumbrada. La calavera de Shaibán Jan, su adversario ideológico, fue convertida en un cáliza chapado en oro, con el que se entregó a largas horas de borrachera. El brazo derecho de Shaibán fue enviado al príncipe Zahir al-Din Babur, el futuro fundador del imperio mogol de la India, quien gobernaba entonces en Kabul. Este príncipe meditabundo, descendiente de Tamerlán, se sometió a Shaiban y durante un tiempo colaboró con los safavidas contra su enemigo común: los uzbekos. FIngió incluso ser un correligionario chií de Ismaíl. Con posterioridad, se encaminó al sur, hacia la tranquilidad, menos temible, del Indostán septentrional. La cabeza disecada de Shaibán Jan fue enviada, como otro despojo humano, al sultán otomano Bayaceto II (de 1481 a 1512). Este acto repulsivo, aunque no en total contradicción con las reglas de la época, se consideró un ultraje en la capital otomana y confirmó la percepción de los safavidas como herejes rabiosos. Lo que quedaba del cuerpo de Shaibán fue devorado en un ritual por un clan caníbal de los Quezilbash, como prueba de devoción ante su guía perfecto.
Tras haber leído Revolutionary Iran, A History of the Islamic Republic de Michael Axworthy, se me había despertado el deseo de profundizar en la historia de Irán, así que me embarque en la lectura de Iran, a Modern History de Abbas Amanat, libro al que pertenece el párrafo que abre esta entrada.
Puede parecer truculento, pero no se me ocurría una introducción mejor a un imperio olvidado desde la óptica europea, pero central en la Edad Moderna: el de los Safavidas iraníes. No se trata de una excepción en su época, puesto que un rasgo característico de los inicios de la Edad Moderna es la constitución, ambos lados de la fecha de 1500, de una serie de imperios con pretensiones universales que se extienden del Atlántco al Pacífico, cubriendo toda Eurasia: La monarquía Hispana, el imperio Otomano, el citado Safavida de Irán, el Mogol de la India y la dinastía Ming en China.
Es cierto que los Ming habían tomado el poder hacia 1400 y que los siglos XIV y XV habían visto el ascenso de los Otomanos a gran potencia balcánica y anatólica, pero es sólo a finales del siglo XV yu principios del XVI cuando China se cierra definitivamente sobre sí misma y el imperio Otomano se hace con el control del Danubio, el Oriente Próximo y Egipto. Es también por esas fechas cuando Castilla va a conquistar la América Hispana, además de convertise en núcleo de un imperio Europeo. al tiempo que Babur, el primer emperador mogol conquista el norte de la India, ríos Indo y Ganges incluidos. Es entonces, asímismo, cuando Ismaíl, el primer Safavida, ocupa Irán y amplias secciones de Irak, Afganistan y Turkemistán.
jueves, 9 de agosto de 2018
Nuevas guerras, viejas creencias
El primer aviso fue el triunfo de la revolución islámica en Irán y la constitución de una teocracía, que barrió tanto a las fuerzas laicas como a los partidos de izquierda, y que aún goza de perfecta salud. Otro lo fue la constitución de una guerrilla islámica en Afganistán contra los invasores soviéticos, que consiguió derrotarles con el apoyo estadounidense, pakistaní y saudí, para luego ir mutando en formas cada vez más radicales, cuyo último estadio fue el régimen fanático de los talibanes. O la confusa y mortífera guerra civil argelina de los 90, con islamistas del GIA y fuerzas gubernamentales rivalizando en cometer atrocidades.
Aún así, antes del 2001 esos fenómenos no nos parecían otra cosa que excepciones. O si lo prefieren, vistos desde un eurocentrismo aún dominante, cosas del tercer mundo, de salvajes atrasados a los cuales la modernidad aún no había llegado. Dolores de parto necesarios para el advenimiento de un progreso que no tardaría en cimentarse y producirse. Sin embargo, lo que se nos escapaba es que en todos los países del área islámica, de forma solapada, se estaba desarrollando un proceso de reislamización, paralelo a la decadencia y muerte del bloque comunista. Poco a poco, las fuerzas laícas, progresistas o de izquiersas eran marginalizadas, mientras que la fe rediviva ganaba adeptos y apoyos, como única corriente capaz de imponerse no sólo a un estado de Israel invencible en los aspectos militares, sino en especial a un occidente cuya influencia cultural se filtraba hasta los aspectos más recónditos de la vida cotidiana. Integrismo y reacción que, de forma paradójica, se granjearon el respaldo de la izquierda europea, quien veía en la protección de esas concepciones culturales una forma de lucha contra el neocolonialismo y el racismo, sin percatarse que protegía a los verdugos de sus camaradas ideológicos.
jueves, 15 de febrero de 2018
La gran revolución
Ryszard Kapúscinsky, El Shah o la desmesura del poder.
jueves, 14 de septiembre de 2017
La ruptura (I)
sábado, 20 de mayo de 2017
Divergencias
jueves, 16 de febrero de 2017
La red y la expansión (I)
viernes, 16 de diciembre de 2016
Rebeliones
y dejaré también de contar los números
De entre las limitadas formas geométricas
me refugiaré en las grandes extensiones
del sentimiento.
Estoy desnuda, desnuda, desnuda
como los silencios entre las palabras de amor estoy desnuda
y todas mis heridas son de amor
de amor, amor, amor, amor
He hecho que atravesara
esta isla perdida
la revolución del océano
y la explosión de la montaña
y que la despedazara, fue el secreto de aquel ser unido
de cuyos pedazos más nimios nació el sol.
Forugh Farrojzad, Tengamos fe en el comienzo de la estación del frío
La tercera poetisa cuya obra he estado leyendo estas últimas semanas es la iraní Forugh Farrojzad, en concreto su último libro, Nuevo Nacimiento. Ha constituido un auténtico descubrimiento al que llegué por auténtica casualidad, gracias a las notas de la edición de Hiperión de los poemas de Yosano Akiko, donde se la nombraba como una de las grandes poetisas de este siglo, ambas hermanadas en inspiración, aliento poético e ideales estéticos y políticos. Tengo, por tanto, que leer más de su obra, sus libros primeros, además de ver el documental que rodó, La casa es negra, sobre un hospital de leprosos en Tabriz.
jueves, 8 de diciembre de 2016
El gozne (VIII)
miércoles, 12 de octubre de 2016
El gozne (IV)
Erst ab etwa 1860 kann man von einem faktischen Ende von transatlantischen Sklaventransporten aus Africa sprechen, jedenfalls der irgendwie registrierten und für Historiker fassbaren Handelsbewegungen. Der Sklavenhandel endete - abermals muss man nach De-facto-Zuständen fragen - in den einzelnen Exportgebieten zu ganz unterschiedlichen Zeitpunkten. Er verschwand zuerst von den Küsten Westafrikas, wo er früh begonnen und lange die höchsten Umsatzzählen bewahrt hatte. Am Ende der 1840er Jahre war er hier so gut wie vorüber. Westafrika - der Küstenbogen von Sierra Leone bis zur Bucht von Biafra - war der erste Teil Afrikas, der sich vom demographischen Aderlass erholen konnte, bevor er in dem 1880er Jahre in der Turbulenzen der kolonialen Eroberung geriet. Das westliche Zentralafrika, also der Kongo und Angola, genoss bestenfalls eine kürzere Ruhepause von einer Generation. Im ganzen Osten des Kontinents vom Somali-Land bis Mosambik hingegen trafen die europäischen Kolonialeroberer in den 1880 Jahre zu einem Moment an, als der Sklavenhandel noch in vollem Gange war.
Jurgen Osterhammel, La transformación del mundo
Como muy pronto, desde aproximadamente 1860 puede hablarse de un final de hecho del tráfico de esclavos transatlántico desde África, en todo caso, de los movimientos mercantiles registrados de alguna manera y por tanto detectables históricamente. El tráfico de esclavos terminó - de nuevo hay que preguntarse sobre las condiciones de hecho - en diferentes momentos para cada región exportadora particular. Desapareció primero en la costa de África Occidental, donde había comenzado tempranamente y había mantenido durante largo tiempo las mayores tasas de intercambio. Al final de la década de 1840 había prácticamente terminado. África Occidental, el arco de costa desde Sierra Leona al golfo de Biafra - fue la primera región de África, en la que puede hablarse de una recuperación del déficit demográfico, antes que en la década de 1800 se viera envuelta en las turbulencias de la conquista colonial. África central occidental, por tanto, Congo y Angola, disfruto en el mejor de los casos de un corto respiro de una generación. En el este del continente, de Somalia a Mozambique incluidos, la conquista colonial europea de la década de 1800 se desarrolló en un momento, cuando el tráfico de esclavos aún estaba en pleno funcionamiento.Otro de los aspectos en que el siglo XIX actúa de gozne en la historia mundial se refiere a las migraciones, mejor dicho, a las causas de estas migraciones. Durante toda la historia ha habido tres motivos principales para el movimiento de personas a grandes distancias: la necesidad de conquista, la huida ante mismo esas conquistas, y el tráfico de esclavos, bien a manos de esos conquistadores o mediante intermediarios. Estos tres motores migratorios, especialmente la esclavitud, van a ir desapareciendo a lo largo del siglo XIX, para ser substituidos por un tipo hasta entonces desconocido o muy poco importante: la migración por razones económicas, en busca de trabajo asegurado y condiciones de vida mejores. Este modo se ha vuelto dominante en el periodo final del siglo XX e inicial del XXI y aunque pueda ocultar tras de sí causas como la guerra, la opresión o la discriminación, se caracteriza por que su ejecución no es forzada, sino voluntaria, mientras que el tránsito es organizado, bien de forma legal, bien de forma ilegal.
No es que las formas antiguas hayan desaparecido por completo. A principios del siglo XIX se dieron algunos ejemplos tardíos de la migración conquistadora, como la irrupción de los Böers sudafricanos en el espacio Zulú o la expropiación, deportación y de los indios americanos, tanto en los EEUU como en el cono sur de ese continente, por parte de Chile y Argentina. De hecho, los peores ejemplos se dieron durante la segunda guerra mundial, con el intento de la Alemania nazi por convertir la URSS europea en una colonia y el rebote posterior que llevó a la desgermanización de áreas que habían pertenecido a ese ámbito cultural desde el siglo XII. En esa misma época, por otra parte, la URSS se embarcó en un programa de deportación de poblaciones que no se había presenciado - al menos a esa escala - desde tiempo asirios. Desde entonces, las crisis de refugiados, el fenómeno de los "desplazados" o las limpiezas étnicas, se han convertido en noticia casi constante en nuestras sociedades, hasta el extremo de llevarlas a cambiar su propias leyes e ideales. A peor, por supuesto.
Sin embargo, más importante que esta pervivencia de formas antiguas de migración y de su espectacularidad informativa, es el hecho que se han producido dos mutaciones transcendentales en el modo en que se realizan estos intercambios de población.
martes, 23 de septiembre de 2014
Displaying the Past (I): Problems, limitations and absences
Hay que admitir que a principios del siglo XXI el museo necesitaba una reforma urgente. Gran parte de las salas permanecían cerradas por falta de personal, mientras que el deterioro del propio edificio, goteras incluidas, amenazaba algunas de sus piezas emblemáticas. Por otra parte, siempre había sido un museo caótico en su organización, en el que la acumulación exhaustiva de piezas, cuantas más mejor, podía acabar con las fuerzas y las ilusiones del más pintado. Sin embargo, lo peor era que había sido montando siguiendo unos criterios metodológicos que en la época de la primera reforma empezaban ya a cuartearse y que a principios de este siglo estaban completamente desfasados.
sábado, 5 de julio de 2014
Across the wide world
En el panorama expositivo madrileño, hay algunas instituciones que suelen pasar desapercibidas en medio del griterío de las majors. Una de ellas es La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que no suele prodigarse mucho, pero que cuando lo hace, suele acertar en lo que propone, o al menos no busca engañar y desorientar al público para que acuda masivamente a sus salas.
En esta ocasión, en su edificio han coincidido dos exposiciones que aparentemente no pueden estar más lejanas. La primera está dedicada a la escuela de estampa Japonesa que conocemos como Ukiyo-e, arte popular donde los haya, mientras la segunda se centra en el fotográfo español Ortiz Echagüe, una personalidad que supongo casi desconocida para el gran público, pero que para mí ha sido uno de los grandes descubrimientos de este año. De hecho, creo que lo voy a añadir a la lista de mis exposiciones favoritas en lo que llevamos de año, junto con Pontormo, Albers y una cuarta que ya les comentaré.
jueves, 16 de enero de 2014
Under the Shadow of Postmodernism (IX)
Roger Collins, Caliphs and Kings, Spain 796-1031
Esperaba con ilusión la publicación de la obra citada de Roger Collins - último tomo que quedaba por aparecer de la historia de España dirigida por John Lynch - por dos razones principales. La primera que hasta no haberla leído no podía continuar con mi lectura - y comparación - en paralelo con la Historia de España de Critica/Marcial Pons. La segunda era el buen sabor de boca que me habían dejado los dos tomos anteriores escritos por este mismo autor, tanto el dedicado a la Hispania Visigoda como el centrado en el primer siglo, el VIII, de la conquista musulmana.
Debo confesarles que esta obra - escrita casi dos décadas tras las anteriores - me ha defraudado un tanto y la razón es bastante simple. En el haber de Collins está presentar con detalle las fuentes textuales en las que se basa la reconstrucción del periodo, indicando sus defectos, problemas, contradicciones e distorsiones ideológicas, ya sean conscientes o inconscientes. En el debe está ese fenómeno tan común en tiempos postmodernos, en el que la narración histórica se desvanece sin dejar nada tangible, como si quiséramos atrapar un puñado de arena en la mano y apenas llegásemos a retener unos granitos.