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viernes, 21 de abril de 2017

La red y la expansión (VII)

Nach einer Simulationsrechnung hätte um 1850 die Bevölkerung Afrikas südlich der Sahara 100 betrachten können, wegen der Verluste durch der Sklavenhandel seien es aber nur 50 Millionen gewesen, Außerdem sei damit Afrikas Anteil an der Bevölkerung des Atlantisches Raum von 30 Prozent um 1600 auf 10 um 1900 gefallen. Doch selbst wenn diese Ergebnisse zutreffen - was haben sie zu bedeuten? Hatte Afrika darunter zu leiden, dass seine Produktivität in Gestalt des jungen Männer im besten Alter nach Amerika transferiert wurde? Hat der Bevölkerungsverlust die binnenafrikanische Nachfrage unter eine Marge schrumpfen lassen, die für wirtschaftliches Wachstum unabdingbar gewesen wäre? Oder wurde Afrika, ein landwirtschaftliches benachteiligten Kontinent, durch der Sklavenhandel vom Bevölkerungsüberschuss entlastet, den es nicht mehr ernähren konnte? Immerhin gibt es Indizien dafür, dass selbst schlecht versorgte Sklaven in Amerika immer noch bessert ernährt waren als Afrikaner zuhause. Entspricht die afrikanische Zwangsmigration der freiwilligen europäischen Massenauswanderung des 19./20. Jahrhunderts, durch die vermieden wurde, dass Bevölkerungswachstum das wirtschaftliche Wachstum aufzehrte? Fest steht, dass zumindest einige Hauptsklavenhandelsgebiete wie Nigeria und Ghana am weitesten entwickelten Ländern des Kontinents und zu Vorreitern der Dekolonisation wurden.

Wolfgang Reinhard, Der Unterwerfung der Welt

Según una simulación la población de África al sur del Sahara podría haber alcanzado los 100 millones en 1850, pero debido a las pérdidas causadas por el tráfico de esclavo sólo era de 50. Además el peso de África en la población del área Atlántica cayó del 30 al 10 por ciento entre  1600 y 1900. Pero aunque hay que aceptar estos resultados, ¿qué significan en realidad? ¿Fue transferida la productividad Africana hacia América, en forma de hombres jóvenes en su mejor edad? ¿Redujo la pérdida de población la demanda interna africana hasta un nivel que hizo imposible su crecimiento económico? ¿O fue África, un continente eminentemente agrícola, liberado por el tráfico de esclavos de su exceso de población, al que ya no podía alimentar?  En este sentido existen indicios de que los esclavos llevados con tanta dificultad a América estaban mejor alimentados que los Africanos que se quedaron en ella. ¿Se corresponde la deportación de africanos con la migración voluntaria masiva de europeos en los siglos XIX y XX, que evito que el crecimiento demográfico agotase el crecimiento económico? Es seguro que al menos algunas zonas de esclavos, como Nigeria y Ghana llegaron a ser de los países más desarrollados del continente y precursores de la descolonización.

Ya les había comentado, en entradas anteriores de esta serie, las profundas diferencias entre la primera ola de expansión Europa, según se las contemple en el entorno asiático o en el atlántico. En Oriente, los Europeos se limitaron a controlar las vías de comunicación marítimas, construyendo una red dispersa de bases comerciales que muy raramente tenían proyección en el interior. Para los imperios y reinos de Asia, los europeos no eran más que una curiosidad, a los que se podía cerrar las puertas y expulsar cuando se quisiera, tolerados sólo en calidad de comerciantes y portadores de curiosidades científicas y técnicas. De hecho, la presencia de estas redes comerciales marítimas globales sirvió para crear un boom de las industrias asiáticas, como los tejidos de algodón en la India o la porcelana en China, de manera que, al parecer de algunos, la revolución industrial bien pudo haberse desencadenado allí, en vez de Inglaterra. O al menos las mismas condiciones estaban presentes en ambas partes.

La escena cambia cuando nos movemos a la cuenca Atlántica. Allí los Europeos, no sólo castellanos y portugueses, sino también franceses, holandeses e ingleses, se hicieron con inmensos espacios, desplazando y destruyendo a los pobladores originales. El choque fue tan brutal que las poblaciones autóctonas fueron diezmadas, de manera que apenas un siglo tras el descubrimiento, las epidemias, las guerras y los trabajos forzados pueden haberla reducido a un diez por ciento de su cifra original. Además, se produjo una auténtica europeización del medio ambiente americana, de manera que los cultivos y animales europeos pasaron a ser parte integral de ese otro ecosistema , mientras que los productos americanos deberían esperar al siglo XVIII para cobrar importancia en Europa.

Tan radical y profunda, tan catastrófica, fue la conquista y colonización de América, que sus consecuencias saltaron al otro lado del Atlántico, a África. La necesidad de mano de obra, acuciada por la desaparición de los habitantes autóctonos, llevó a la constitución del comercio de esclavos transatlántico, una de las mayores vergüenzas de la expansión europea, tildado en ocasiones de auténtico genocidio.

miércoles, 12 de octubre de 2016

El gozne (IV)

Erst ab etwa 1860 kann man von einem faktischen Ende von transatlantischen Sklaventransporten aus Africa sprechen, jedenfalls der irgendwie registrierten und für Historiker fassbaren Handelsbewegungen. Der Sklavenhandel endete - abermals muss man nach De-facto-Zuständen fragen - in den einzelnen Exportgebieten zu ganz unterschiedlichen Zeitpunkten. Er verschwand zuerst von den Küsten Westafrikas, wo er früh  begonnen und lange die höchsten Umsatzzählen bewahrt hatte. Am Ende der 1840er Jahre war er hier so gut wie vorüber. Westafrika - der Küstenbogen von Sierra Leone bis zur Bucht von Biafra - war der erste Teil Afrikas, der sich vom demographischen Aderlass erholen konnte, bevor er in dem 1880er Jahre in der Turbulenzen der kolonialen Eroberung geriet. Das westliche Zentralafrika, also der Kongo und Angola, genoss bestenfalls eine kürzere Ruhepause von einer Generation. Im ganzen Osten des Kontinents vom Somali-Land bis Mosambik hingegen trafen die europäischen Kolonialeroberer in den 1880 Jahre zu einem Moment an, als der Sklavenhandel noch in vollem Gange war.
Jurgen Osterhammel, La transformación del mundo
 Como muy pronto, desde aproximadamente 1860 puede hablarse de un final de hecho del tráfico de esclavos transatlántico desde África, en todo caso, de los movimientos mercantiles registrados de alguna manera y por tanto detectables históricamente. El tráfico de esclavos terminó - de nuevo hay que preguntarse sobre las condiciones de hecho - en diferentes momentos para cada región exportadora particular. Desapareció primero en la costa de África Occidental, donde había comenzado tempranamente y había mantenido durante largo tiempo las mayores tasas de intercambio. Al final de la década de 1840 había prácticamente terminado. África Occidental, el arco de costa desde Sierra Leona al golfo de Biafra -   fue la primera región de África, en la que puede hablarse de una recuperación del déficit demográfico, antes que en la década de 1800 se viera envuelta en las turbulencias de la conquista colonial. África central occidental, por tanto, Congo y Angola, disfruto en el mejor de los casos de un corto respiro de una generación. En el este del continente, de Somalia a Mozambique incluidos, la conquista colonial europea de la década de 1800 se desarrolló en un momento, cuando el tráfico de esclavos aún estaba en pleno funcionamiento.
Otro de los aspectos en que el siglo XIX actúa de gozne en la historia mundial se refiere a las migraciones, mejor dicho, a las causas de estas migraciones. Durante toda la historia ha habido tres motivos principales para el movimiento de personas a grandes distancias: la necesidad de conquista, la huida ante mismo esas conquistas, y el tráfico de esclavos, bien a manos de esos conquistadores o mediante intermediarios. Estos tres motores migratorios, especialmente la esclavitud, van a ir desapareciendo a lo largo del siglo XIX, para ser substituidos por un tipo hasta entonces desconocido o muy poco importante: la migración por razones económicas, en busca de trabajo asegurado y condiciones de vida mejores. Este modo se ha vuelto dominante en el periodo final del siglo XX e inicial del XXI y aunque pueda ocultar tras de sí causas como la guerra, la opresión o la discriminación, se caracteriza por que su ejecución no es forzada, sino voluntaria, mientras que el tránsito es organizado, bien de forma legal, bien de forma ilegal.

No es que las formas antiguas hayan desaparecido por completo. A principios del siglo XIX se dieron algunos ejemplos tardíos de la migración conquistadora, como la irrupción de los Böers sudafricanos en el espacio Zulú o la expropiación, deportación y de los indios americanos, tanto en los EEUU como en el cono sur de ese continente, por parte de Chile y Argentina. De hecho, los peores ejemplos se dieron durante la segunda guerra mundial, con el intento de la Alemania nazi por convertir la URSS europea en una colonia y el rebote posterior que llevó a la desgermanización de áreas que habían pertenecido a ese ámbito cultural desde el siglo XII. En esa misma época, por otra parte, la URSS se embarcó en un programa de deportación de poblaciones que no se había presenciado - al menos a esa escala - desde tiempo asirios. Desde entonces, las crisis de refugiados, el fenómeno de los "desplazados" o las limpiezas étnicas, se han convertido en noticia casi constante en nuestras sociedades, hasta el extremo de llevarlas a cambiar su propias leyes e ideales. A peor, por supuesto.

Sin embargo, más importante que esta pervivencia de formas antiguas de migración y de su espectacularidad informativa, es el hecho que se han producido dos mutaciones transcendentales en el modo en que se realizan estos intercambios de población.