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sábado, 13 de octubre de 2018

Quimeras cartográficas

He then turned to the narrative of the voyage itself. The letter began with the statement that news of an expedition from Boston in 1639 led to Fonte receiving orders from Spain to sail north from Lima. If this was true, Burriel pointed out, it meant that information came from New England to Spain (presumably by way of London), a decision was taken in Madrid, orders for an expedition sent to Mexico, and thence to Lima, and ships fitted out - all within a year, since Fonte sailed early in April 1640. Furhtermore, Burriel asked, was it likely that the Spanish government, faced with rebellion in Portugal, Catalonia and Naples, and harassed by Dutch and French attacks on their shipping, would order four ships of war to be sent into unknown regions to investigate a vague report about a Boston expedition? The pace of the explorations of Fonte's squadron surpassed even the speed with which the expedition had been prepared. On 22 June, Fonte, when at the entrance of Rio de los Reyes in latitude 53ºN, ordered Captain Barnarda to explore northward. Five days later Barnarda wrote to Fonte that he was at the sea of Tartary in latitude 61ºN and this letter reached the admiral, far inland at Lake Belle, before 1st July! Burriel gently enquired whether it had been sent by land or water, or perhaps by air. He then turned to the two jesuits mentioned by Fonte, who during their mission had been as north as latitude 66ºN, and had stayed two years at the indian town of Conosset. He pointed out that the activities of the Jesuits were strictly supervised, and that a mission could not be set up without a licence; yet nowhere in the record of the Society of Jesus could he find any trace of this extraordinary mission many hundreds of miles north of any Spanish settlement.

Glyn Williams, Voyages of Delusion (Viajes de autoengaño)

Luego retornó a la narración del propio viaje (de Bartolomeo de Fonte). La carta comenzaba con la afirmación de que la noticia de que una expedición bostoniana en 1639 condujo a que Fonte recibiera ordenes desde España para navegar de Lima con rumbo norte. Esto significaba que la información fue de Nueva Inglaterra a España (supuestamente vía Londres), se llegó a una resolución en Madrid, se enviaron las órdenes a México y de allí a Lima, y se armaron los barcos, todo en el transcurso de un año, puesto que Fonte zarpó a principios de abril de 1640. Más aún, se preguntaba Burriel, ¿era probable, que el gobierno español, amenazado por revueltas en Cataluña, Portugal y Nápoles, hostigado en sus rutas navales por franceses y holandeses, enviase cuatro barcos de guerra a regiones desconocidas para investigar un informe vago sobre una expedición desde Boston? El ritmo de las exploraciones de la escuadra de Fonte incluso sobrepasaba la velocidad con que habías sido aparejada. El 22 de junio, Fonte, en la embocadura del estrecho de Ría de los Reyes, a 53º de latitud norte, ordenó al capitán Barnarda que explorase en dirección norte. Cinco días más tarde, Barnarda escribió a Fonte que se hallaba en el mar de Tartaria, a una latidud de 61º Norte y esta carta fue recibida por el almirante, ya muy tierra adentro en el Lago Belle, !antes de el primero de Julio! Con amabilidad, Burriel preguntaba si se había enviado por tierra o por mar, o quizás por el aire. Luego prosiguió examinando el papel de los dos jesuitas mencionados por Fonte, que durante sus viajes de misión habían llegado tan al norte como a 66º de latitud y había permanecido dos años en la ciudad indígena de Conosset. Burriel señaló que las actividades de los jesuitas estaban supervisadas estrictamente y que un viaje de misión no podía ser realizado sin una licencia. Sin embargo, en los archivos de la Compañía de Jesús no se podía encontrar traza alguna en ninguna parte de un viaje extraordinario, a cientos de millas al norte de cualquier asentamientos español.

Tras haber leído el excelente libro de Glyn Willians sobre las exploraciones del paso del noroeste, me había quedado con ganas de profundizar más en este tema. Fuera del destino de la expedición Franklin, claro esta. Este Voyages of Delusion de título tan sugerente, me atraía con gran fuerza, puesto que señalaba a un hecho incómodo, escondido detrás de las múltiples expediciones del siglo XVIII en pos del paso del Noroeste. En su gran mayoría se justificaron sobre quimeras cartográficas, que sólo existían en la imaginación de geógrafos, inversores y políticos. Una y otra vez, los exploradores enviados a esas regiones remotas encontraban, una vez en el destino señalado en sus instrucciones, que los mapas a su disposición no tenían ningún sentido, que eran invenciones sin fundamento, cuya refutación consumía recursos sin cuento y malograba vidas. 

Tal era la divergencia entre lo soñado y lo encontrado que alguno de los exploradores, como señala Willians, no fue creído a la vuelta y vio su carrera posterior frustrada. El paso al Nordeste tenía que existir, tal y como figuraba en las cartas de navegación, y si no se había encontrado era por negligencia o cobardía. Incluso se les llegó a acusar de colusión con intereses creados, de falsedad y fraude, lo que llevó a consejos de guerra e interminables procesos. Pero, cabe preguntarse ¿cómo se llegó a esa situación? ¿Qué motivó esa persistente ceguera?

sábado, 18 de agosto de 2018

Los hielos eternos

During further attempts to obtain information from the Inuit, the officers discovered that an Inuit woman, Iligluk, had an impressive ability for drawing maps. Lyon spent most time with her as she covered a strip of dozen sheets of paper with large scale sketches, while Parry attention was caught by Iligluk's depiction of what seemed to be a strait leading westward just to the north of her own island of Amitioke. By now other Inuit were enthusiastically drawing maps, but Parry noticed that 'no two charts much resembled one another. Iligluk was in a different class from the others, and the officers encouraged her to draw small-scale maps and taught her to 'box the compass' so that she could align natural features correctly. To their delight, after tracing the coast north of Winter Island, Iligluk 'brought the continental coast round to the westward, and afterwards to the SSW, so as to come within three or four days' journey of Repulse Bay', If she was correct, then the ships were near the northeastern tip of America, and once round that, the way westward should lie open. As Lyon described Iligluk's maps, he confessed that 'this little Northwest Passage set us all castle-building, and we already fancied the worst part of our voyage over'.

Glyn Williams, Artic Labyrinth

En el curso de intentos posteriores de obtener información de los Inuit, los oficiales descubrieron que una mujer Inuit, Iligluk, poseía una habilidad impresionante a la hora de trazar mapas. Lyon la acompaño durante la mayor parte del tiempo que ellas pasó rellenando docenas de hojas de papel con amplios esquemas. Mientras, Parry estaba absorto con por la descripción que Iligluk había hecho de un estrecho con dirección oeste justo al norte de su isla de Amitioke. En ese momento, otros Inuit estaban dibujando con entusiasmo mapa tras mapa, pero Parry señaló que « no había dos que se parecieran ». Iligluk estaba muy por encima de ellos, así que los oficiales la animaron a « seguir la brújula », de manera que los accidentes geográficos quedaran alineados correctamente. Para su alivio, tras trazar el perfil de la costa al norte de Winter Island, Iligluk « hizo girar el borde costero hacia el oeste y luego hacia el sursuroeste, a una distancia de cuatro días de viaje de Repulse Bay » Si estaba en lo cierto, los barcos estaban cerca de la punta noroeste de América y una vez doblada la vía hacía al oeste debía quedar abierta. Cuando Lyon describió los mapas de Iligluk, confesó que « este pequeño paso del noroeste nos llevó a construir castillos en el aire, como si viéramos ya tras de nosotros lo peor de nuestro viaje»

Les confieso que tengo debilidad por los relatos de exploraciones polares.  Mi fascinación tiene un doble origen, vernesco, de un lado, televisivo, de otro. El nombre de la novela de Verne es, por supuesto, Las aventuras del capitán Hatteras, donde el capitán homónimo y su buque Forward se pierden en el laberinto de islas del norte de Canada, buscando paso libre de hielos hacia el polo norte del planeta. La televisiva es una serie documental que vi siendo niño, dedicada a los viajes del explorador noruego Roald Amundsen. Un aventurero que fue, ni más ni menos, el primero en navegar el paso del noroeste, llegar al Polo Sur y, junto con el italiano Nobile, alcanzar el Polo Norte en dirigible, entre  otras muchas aventuras, no todas con éxito, que sería largo de relata aquí.

A lo largo de los años, espigando aquí y allá, conseguí hacerme una idea más o menos aproximada de como se había llegado a explorar los dos pasos, el del noreste y el del noroeste, así como llegado a los dos Polos y cartografiado el vasto continente antártico. Sin embargo, me faltaba una obra de conjunto en la que todos esos datos estuviesen recogidos juntos, una laguna que la obra de Williams que les reseño ha venido a suplir en parte. Y digo en parte, porque se centra en la exploración del paso del noroeste, con referencias sumarias al otro paso, y ninguna sobre la conquista de los polos. Éste es su mayor defecto, si es que eso se puede llamar así, y ya si quisiese ponerme tiquismiquis, me da la impresión de que la expedición de Amundsen de 1903, la que navegó finalmente el paso, queda un tanto desdibujada, comparada con la abrumadora cantidad de detalles de los intentos anteriores.

Pero son sólo defectos menores, porque la realidad es que el libro me ha fascinado. Leyéndolo he vuelto a ser, por unos días, el niño aquél que se quedaba embobado con las penalidades del capitán Hatteras y la travesía de Amundsen. En este libro está todo lo que yo recordaba y mucho más. El coraje temerario que supone adentrarse por mares desconocidos, en medio de un laberinto de islas casi deshabitadas, fuera de los Inuits, y completamente inhospitas para un europeo, con el peligro constante de quedarse atrapado entre los hielos y verse obligado a invernar. Con el frío, las enfermedades, principalmente el escorbuto, y el hambre acechando a cada instante. Con la soledad, la obscuridad y el tedio pesando sobre el espíritudurante días, semanas y meses interminables, royendo las fuerzas, carcomiendo la resistencia. 

Todo ello, no se olvide, sin GPS para orientarse, radio para comunicar las dificultades, ni posibilidad de ser rescatados en caso de catástrofe. Cualquier ayuda estaba a miles de kilómetros, en otro continente, sólo se pondría en marcha al cabo de varias años sin noticias y aún entonces, podría tardar meses en estar preparada.