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domingo, 13 de junio de 2021

Sólo una matanza sin sentido (yV)

Es como una respiración queda, un bisbiseo, un susurro leve. Una rama cruje. La hoja de un abedul cae dando vueltas. Un gran pájaro vuela entre las copas. Una ardilla trepa por el trono de un pino. Y de repente «oigo» la mirada de los centinelas enemigos, que están ahí delante, a doscientos metros. laquo;Oigo» que me miran. Contengo la respiración. A nuestra derecha se oye un grito prolongado, un grito convulso, doloroso, un grito prolongado que parece una carcajada. Es casi una carcajada, dura, sardónica. Parece el grito de una ardilla. Y en seguida una ráfaga de metralleta interrumpe la carcajada. Las balas nos pasan silbando por encima de la cabeza. (Alguien camina por la nieve, ahí delate: Se oyen ramas que crujen, una respiración jadeante). Después se oye el silencio

Curzio Malaparte. El Volga nace en Europa

Ya les he relatado, en entradas anteriores, la extraña evolución política de Curzio Malaparte. De fascista de primera hora, participante en la Marcha sobre Roma que llevó a Mussolini al poder, a simpatizante comunista durante la postguerra del segundo conflicto mundial: sin olvidar, entre medias, un largo periodo de opositor al régimen fascista italiano, con continuos destierros y temporadas en prisión. Si no acabó siendo enviado a un campo de concentración -o directamente ejecutado- fue gracias a sus contactos en las elites italianas -que velaron por destinarle a lugares donde no sus accione no molestara demasiado- junto con su suerte en encontrarse en lado apropiado en el momento oportuno -como cuando la rendición italiana de 1943 le pilló en Nápoles, a punto de ser ocupada por los aliados y no en los territorios de la infame República Social Italiana-.

Entre esas casualidades afortunadas se cuenta su destino al frente ruso, como corresponsal de guerra, al comienzo de la operación Barbarroja, en junio de 1941. Lejos de Italia, reducido su contacto con la patria a las crónicas que enviaba, sus posibles roces con las autoridades quedaban muy reducidos. A pesar de encontrarse en zona de combate, su seguridad personal parecía hallarse garantizada. Aun así, en septiembre de 1941, las autoridades militares alemanas solicitaron que se le apartase del frente de Ucrania, descontentos con el tono de sus reportajes. Su nuevo destino fue una región secundaria en el transcurso del conflicto: Finlandia, donde las operaciones habían quedado estancadas a los pocos meses de guerra. Tanto por voluntad de los propios finlandeses -interesados sólo en recuperar los territorios perdidos en la guerra de invierno de 1940- como la incapacidad alemana para superar la resistencia soviética en un territorio, Laponia, donde el clima y el paisaje eran enemigos tan peligrosos como el oponente.

El Volga nace en Europa es una recopilación de los artículos que Malaparte escribió desde Ucrania y Finlandia. Como pueden imaginar, tienen una relación directa con lo que relató en Kaputt. Tanto porque esa novela fue escrita -en secreto y con grandes precauciones- en paralelo a los artículos, como por constituir una elaboración -sin censuras ni circunloquios- de lo que en ellos se narraba. Se esperaría un Kaputt en borrador, con su misma sinceridad descarnada, lo que justificaría el veto de las autoridades alemanas a la actividad periodística de Malaparte. Sin embargo, comparados con la novela, parecen bastante comedidos, cuando no timoratos. Una lectura superficial no descubre motivo alguno que justifique la ira de los militares nazis, ni el destierro de Malaparte a un lugar perdido como la Laponia finlandesa. ¿Qué había ocurrido en realidad?

domingo, 16 de mayo de 2021

Sólo una matanza sin sentido (y IV)

Sin embargo, después de la liberación, los hombres tuvieron que luchar para vivir. Luchar para vivir es algo humillante, horrible, una necesidad vergonzosa. Nada más que para vivir. Nada más que para salvar la piel. No se trata ya de la lucha contra la esclavitud, la lucha por la libertad, por la dignidad humana, por el honor. Es la lucha contra el hambre. Es la lucha por un pedazo de pan, por un poco de lumbre, por un trapo con el que tapar a los niños, por un poco de paja para tenderse. Cuando los hombres luchan para vivir, todo, hasta un frasco de vacío, una colilla, una piel de naranja, una corteza de pan seco recogida entre la basura, un hueso descarnado, todo tiene para ellos un valor enorme, decisivo. Los hombres se vuelven capaces de cualquier bajeza con tal de vivir, de cualquier infamia, de cualquier delito, todo con tal de vivir. Por un mendrugo de pan cualquiera de nosotros sería capaz de vender a su madre, a sus hijas, de deshonrar a su propia madre, de vender a hermanos y amigos, de prostituirse con otro hombre. Estaríamos dispuestos a arrodillarnos, a arrastrarnos por el suelo, a lamer los zapatos de quien pudiera saciar nuestra hambre, a doblegar la espalda bajo el látigo, a secarnos sonriendo la mejilla manchada de esputos; y todo ello con una sonrisa humilde, dulce, y una mirada cargada de una esperanza famélica, bestial, una esperanza maravillosa.

Curzio Malaparte, La piel

Ya les había señalado la profunda impresión que me causó la lectura de Kaputt, la novela de Curzio Malaparte sobre el frente del Este en la Segunda Guerra Mundial. Al contrario que la mayoría de la literatura bélica -y la filmografía asociada-, la narración no se centra en las operaciones en el frente o las experiencias de los soldados. Como periodista, Malaparte escribe desde la retaguardia, más o menos cercana a los combates, pero siempre alejada del campo de batalla. Cuando el periodista/escritor llega,  todo ha terminado. Su testimonio se reduce a describir las consecuencias, las huellas y cicatrices que han dejado. 

Aún así, si Malaparte se limitase a levantar acta, sus novelas no tendrían el impacto demoledor que provocan en el lector. Lo esencial, y distintivo de su literatura bélica, es como la crueldad y el horror de las operaciones se filtran desde el frente a la retaguardia, alcanzando los lugares más recónditos e imbuyendo todas las acciones humanas de un horror inconcebible: el que acompaña a la matanza legalizada. Esa descomposición irreversible del orden civil, esa desaparición de todo sentimiento de humanidad, que posibilita y justifica cualquier atrocidad, son descritas por Malaparte con técnicas cercanas al surrealismo. La realidad ha dejado de ser racional, de permitir su compresión, una ininteligibilidad que desbarata y derrumba internamente a quienes han sobrevivido a los horrores del frente.

jueves, 1 de abril de 2021

Sólo una matanza sin sentido (y III)

 En realidad, el espíritu de Hitler es un espíritu profundamente femenino; su inteligencia, sus ambiciones, su voluntad misma no tienen nada de viril. Es un hombre débil que se refugia en la brutalidad para ocultar su falta de energía, sus sorprendentes flaquezas, su egoísmo mórbido, su orgullo sin recursos. Algo que tienen todos los dictadores, uno de sus rasgos característicos en su modo de concebir las relaciones entre hombres y acontecimientos es la envidia: la dictadura no es sólo una forma de gobierno, es la forma más completa de la envidia, tanto en lo político, como en lo moral y lo intelectual. Como todos los dictadores, Hitler se deja guiar más por sus pasiones que por sus ideas. Sus relaciones con sus antiguos partidarios, esas tropas de asalto que lo han seguido desde el primer momento, que le han permanecido fieles en las desgracia, que han compartido con él humillaciones, peligros, cárcel y que han contribuido a su gloria y a su poder, no puede explicarse más que por un sentimiento del que únicamente se extrañarán los que ignoran la naturaleza especial de los dictadores, su psicología violenta y tímida. Hitler siente envidia de los que le han ayudado a convertirse ne una figura de primera línea en la vida política alemana. Teme su orgullo, su energía, su espíritu combativo, esa voluntad valerosa y desinteresada que hace de las tropas de asalto hitlerianas un peligroso instrumento para la conquista del estado.

Curzio Malaparte, Técnicas de golpe de estado.

En la trayectoria política de Malaparte, este libro tiene una importancia capital. Publicado en 1931, sus comentarios despectivos contra Adolf Hitler, futuro dictador de Alemania -e indirectamente contra el propio Musolini- le granjearon la inquina perpetua del partido Nazi. Cuando se hicieron con el poder, cada viaje de los jerarcas alemanes a Italia acarreaba arrestos carcelarios para Malaparte, que poco a poco se fueron haciendo cada vez más largos, culminando con destierros. Como resultado, la decepción de Malaparte con el rumbo del fascismo mussoliniano se transformó en oposición abierta. Tras la rendición italiana en 1943, Malaparte se pasaría al bando aliado para luego, en la postguerra, militar en las filas comunistas. Curiosa evolución para quien había sido un fascista convencido, de los primeros en unirse al movimiento, e intelectual mimado por el régimen de Mussolini.

Técnicas de golpe de estado se ha visto rodeado de una aureola de libro antifascista que tiene bastante de falsa. Es cierto que hay un ataque directo contra Hitler, pero es más bien contra los métodos que estaba utilizando en su toma del poder: electorales y parlamentarios, a largo plazo, frente a las técnicas relámpago que habían encumbrado a Mussolini. Malaparte se embarca así en un estudio de la formas violentas de conquistar el poder de forma, pero no mediante una revolución, sino mediante un golpe de estado. ¿La diferencia? La revolución implica masas, es decir, un levantamiento popular que triunfa sobre el poder del estado por la fuerza del número, al abrumar a las fuerzas represivas. El golpe de estado, por el contrario, es obra de una minoría, que consigue tomar los centros neurálgicos del poder, para poder así paralizar al estado y doblegarlo a su voluntad.

jueves, 25 de marzo de 2021

Solo una matanza sin sentido (II)

 Y de pronto vuelve a mi memoria aquéllo que he oído narrar desde que llegué a Laponia, aquéllo de lo que todos hablan en voz queda, como si fuera algo misteriosos (y sin duda lo es), aquéllo de lo que está prohibido hablar; vuelve a mi memoria aquéllo que he oído hablar desde que llegué a Laponia acerca de unos jóvenes soldados alemanes, unos Alpenjäger del general Dietl, que se ahorcan de los árboles en lo profundo de los bosques o que pasan días sentados a orillas de un lago contemplando el horizonte para después dispararse en la sien, o que, impelidos por una prodigiosa locura, casi una fantasía amorosa, deambulan por los bosques como animales salvajes y se arrojan a las aguas inmóviles de los lagos, o se echan a esperar la muerte sobre los lechos de líquenes al pie de los árboles agitados por el viente, y se dejan morir con dulzura en la soledad fría y abstracta del bosque.

Curzio Malaparte, Kaputt

En  la entrada anterior, les había esbozado la compleja trayectoria política y biográfica de Cuzio Malaparte, desde su militancia fascista de los años veinte a su comunismo de los años cincuenta. Sin embargo, no les había explicado aún de qué va su novela Kaputt, ni por qué ha supuesto una descubrimiento para mí. Digamos, de manera muy breve, que es la mejor novela sobre la Segunda Guerra Mundial que he leído, con el permiso de Los desnudos y los muertos de Norman Mailer. Aún más, lo que cuenta y el modo en que lo cuenta invalidan cualquier aproximación anterior, ya sea en literatura o en cine. Tras Kaputt, no es posible ver de la misma manera esos productos, en especial los hollywodenses, que de repente se tornan vacuos, vehículos de un patriotismo huero que fue, precisamente, una de las causas de esta segunda conflagración mundial.

Las razones de esta originalidad son múltiples. En primer lugar, Kaputt es producto de un hombre que ya estaba desengañado y que observa el conflicto sin muchas esperanzas. No se trata, por tanto, de un relato de descubrimiento, de toma de consciencia, sino de una constatación de hechos ya conocidos, como mucho sospechados. En segundo lugar, la posición de Malaparte no es la de un soldado de primera línea, sino la de quien en su condición de corresponsal, se mueve por la retaguardia y llega, como mucho a las inmediaciones del frente. No hay lugar, en su novela, para las heroicidades o las hazañas bélicas, pero sí para los efectos deletéreos de la guerra sobre la población civil o sus resultas  sobre quienes han dejado, temporalmente, de ser soldados: prisioneros, personal de retaguardia, militares de permiso o en retirada.

sábado, 20 de marzo de 2021

Sólo una matanza sin sentido (I)

 -Yo ya he perdido la costumbre de actuar -respondí-. Soy italiano. Después de veinte años de esclavitud, los italianos ya no sabemos actuar, ya no sabemos asumir responsabilidades. Como al resto de italianos, a mí también me han roto el espinazo. En estos veinte años hemos dedicado todas nuestras energías a sobrevivir. Ya no servimos para nada. Sólo sabemos aplaudir. ¿Quieren que vaya a aplaudir ante el general Von Schobert y el coronel Luppo? Si quieren, puedo ir hasta Bucarest para aplaudir al mariscal Antonescu, al Perro Rojo, si eso les va a ayudar. Más no puedo hacer. ¿O es que quieren que me sacrifique por Ustedes inútilmente? ¿Quieren que me sacrifique en plena plaza Unirii para defender a los judíos de Iasi? Si pudiera, me habría sacrificado en una plaza de Italia para defender a los italianos, Ni nos atrevemos a actuar, ni sabemos cómo hacerlo, ésa es la verdad -concluí girando la cabeza para ocultar el rubor de mi rostro.

Curzio Malaparte, Kaputt

El nombre de Malaparte pertenece, de siempre, a mis referencias literarias, a pesar de no haber leído, hasta ahora, ninguna de sus novelas. En mis primeras lecturas sobre la Segunda Guerra Mundial, una historia del conflicto con claro enfoque italiano, su nombre aparecía una y otra vez, siempre con las mejores referencias. No ha sido hasta el 2020 cuando al fin me he atrevido con  su obra, al leer en un suplemento cultural que se iba a publicar una nueva traducción de su novela Kaputt, partiendo base la versión más o menos definitiva, restaurada y corregida, del texto. La experiencia no ha podido ser mejor: ha sido otro de mis descubrimientos deslumbrantes del año pasado, con los que he podido sobrevivir a la locura de la pandemia. El impacto ha sido de tal magnitud que empecé a comprarme libros de Malaparte, en especial aquéllas inspiradas por otra locura, esta vez humana: la Segunda Guerra Mundial y el holocausto.

Malaparte es uno de esos escritores que no se pueden entender disociados de su biografía -en realidad obra y vida no se pueden separar en ningún caso, algún día les contaré mi opinión-. Sus dos obras mayores, Kaputt y La piel, se pretenden diarios novelados de las experiencias del escritor durante la Segunda Guerra Mundial. De hecho, Kaputt es una extensión/releboración de las crónicas periodísticas que el escritor enviaba desde el frente: Ucrania en el verano de 1941, Finlandia en el invierno de 1942-43, recopiladas luego en El Volga nace en Europa. Sin embargo, esta imbricación literatura-vivencias no se detiene ahí: para entender lo que nos cuenta Malaparte en esa novela, así como su rabia, radicalidad e hipérbole, es crucial entender la evolución política del escritor.

domingo, 10 de mayo de 2020

El culto a la violencia

Me pregunto que habríamos hecho los españoles con napalm. Porque también corresponde a un español el honor de ser el primero en concebir el concepto de bombardeo en alfombra, o de saturación, para destruir sistemáticamente el potencial enemigo, sea en el frente o en la retaguardia. Pensemos en Guernica. O en Dresde. El alto comisario Silvela solicitó en 1923, sin éxito, bombardear los poblados de cabilas de Tensamán y Beni Urriaguel con bombas de trilita, y las cosechas con bombas incendiarias. Silvela pidió que no quedase «un metro sin batir», pero su solicitud fue denegada por falta de medios, que no de ganas.

Varios Autores. España Salvaje: Los otros episodios nacionales.

Compré este libro casi por casualidad, quizás atraído por su portada: una foto del general Millán Astray, fundador de la legión, posando con actitud gallarda ante la cámara. Un personaje que, para mí, simboliza como ninguno todo lo que aborrezco en la historia de España del siglo XX. Para su desgracia, el nombre de Millán Astray ha quedado asociado de forma indisoluble al famoso altercado que sostuvo con Unamuno en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, en octubre de 1936. Según la versión más conocida, el general fundador de la legión habría expresado, de forma cuartelera, una visión de España en la que el culto a la muerte, junto la eliminación violenta del contrario, adquirían rasgos de mandamiento bíblico. Aspiraciones que, para cualquiera que sueñe con construir una sociedad basada en el respecto y la tolerancia, son, como poco, repelentes. Como la propia figura del general, cuyo único timbre de gloria es haber perdido partes de su anatomía en una guerra sin sentido, como fue la de Marruecos.

No me arrepiento de mi compra. El contenido de España Salvaje es más que interesante, muy ilustrativo de un periodo aún cercano de nuestra historia. Con ayuda de abundante material gráfico y texto de aquella época, España Salvaje traza el origen y desarrollo del culto a la violencia en nuestro país, durante los años que median entre la Guerra de Cuba y el Franquismo más duro, anterior a 1960. Un religión de odio y muerte, cuyos orígenes se encuentran en los relatos de la Guerra de Cuba, donde una generación entera de españoles perdió su juventud, continuados por los noticiarios de sucesos, colmados de noticias truculentas para aumentar su tirada. Sin embargo, el espaldarazo de este modo de pensar, como en otros países europeos, fue una guerra colonial: la de Marruecos. 

martes, 21 de abril de 2020

Estamos bien jodidos (y VIII)

The result of this system is that the gullibility of sympathizers makes lies credible to the outside world, while at the same time the graduated cynicism of membership and elite formations eliminates the danger that the Leader will ever be forced by the weight of its own propaganda to make good his own statements and feigned respectability. I has been one of the chief handicaps of the outside world in dealing with totalitarian systems is that  it ignored this system and trusted that, on one hand, the very enormity of totalitarian lies would be their undoing and that, on the other, it would be possible to take the Leader at its word and force him, regardless of his original intentions, to make it good. The totalitarian system, unfortunately, is foolproof against such normal consequences: its ingeniousness rest precisely on the elimination of that reality which either unmask the liar or forces him to live up to his pretences.

Hannah Arendt, The Origin of Totalitarism

El resultado de este sistema es que la credulidad de sus simpatizantes provoca que las mentiras parezcan creíbles desde el exterior, mientras que, al mismo tiempo, el cinismo gradual de militantes y formaciones de elite evita el peligro de que el Líder se vea forzado, por el peso de sus propia propaganda, a hacer realidad sus promesas y fingir respetabilidad. Uno de los obstáculos principales, desde el exterior, a la hora de tratar con un régimen totalitario es que se ha ignorado esta realidad, al tiempo que se confiaba en que, de un lado, la enormidad absoluta de las mentiras del totalitarismo provocaría su derrumbe, mientras que, por otra parte, sería posible tomar la palabra al lider para forzarle, en contra de sus intenciones originales, a cumplirla. El totalitarismo, por desgracia, está blindado contra esos desarrollos naturales: su ingenio radica, precisamente, en eliminar cualquier hecho real que lleve a desenmascarar al mentiroso o le obligue a mantenerse a la altura de sus pretensiones.

Como les decía al principio, no tengo la altura mental, mucho menos el espacio, para realizar un análisis en profundidad del libro que Hannah Arendt dedicó al estudio de los totalitarismos. Es una pena, puesto que gran parte de los fenómenos que ella identifica, mirando a su pasado reciente, son identificables al instante en nuestro presente. Como esa paradoja, incompresible e inatacable, que lleva a que las mentiras del líder, a pesar de su evidente falsedad, sirvan para fortalecerle aún más entre sus seguidores. Debilitando y derrotando a quienes las ponen de manifiesto, incapaces de encontrar un arma, en ellas, para vencerlo. Como ocurre con esos genios de la desfachatez y el descaro que son Donald Trump y Jair Bolsonaro.

Me limitaré, por tanto, a señalar algunos puntos que me han llamado especialmente la atención. El primero es que Arendt utiliza una definición muy restringida del totalitarismo. Para ella sólo han existido dos que se puedan llamar plenos: el Nazismo y el Estalinismo. La URSS de Jrushov, por ejemplo, dejó de serlo, mientras que la China de Mao no llegó a culminar. Puede parecer sorprendente, pero creo que la razón se deba al carácter destructivo, asesino, que se hizo inseparable de estos totalitarismos plenos. El Nazismo es indisociable de Auschwitz, conclusión lógica de sus ideales racistas de exterminio, tanto de judíos como de eslavos. Por su parte, Gulag y Estalinismo han terminado por ser sinónimos: sólo con el uso extensivo de mano de obra esclava, extraída de la demolición de la sociedad anterior, pudo la URSS convertirse en una superpotencia industrial.

miércoles, 25 de marzo de 2020

Estamos bien jodidos (y III)

In fact a deep dive into the poll data showed that Trump voters were better off than the average American. The voters with the lowest incomes -overwhelmingly minorities- continued to vote Democrats. But a detailed accounting of the electoral statistics did show a significant shift to the Republicans amongst white male voters with less than a college education. It was less immediate misery than anxiety about the future that drove the Trump vote, fears that in the white population were associated with  hostility to Latinos and Black Americans, and among men with hostility to upwardly mobile women. Trump improved on Romney's miserable tally in the Rust Belt states. Dog-whistle racism and nationalism solidified this constituency. Even an issue such as trade was saturated with racial markers. In one advertising spot after another, the face of the American worker displaced by foreign imports was that of a burly white man in a hard hat. And campaigning mattered. Concentrating their effort where it counted, the Republicans put in relentless legwork and media time in key Midwestern states that the Democrats considered theirs by right. The complacency, the refusal to countenance the reality of Trump's appeal went deep. The democrats offered nothing to counter Trump's manufacturing "cargo cult". In answer to Trump's crude appeals to white male nationalism, Clinton offered anodyne conformity to the polite conventions of corporate globalism.

Adam Tooze, Crashed.

De hecho, un análisis profundo de los datos de las encuestas mostraba que los votantes de Trump estababan mejor situados económicamente que el Americano medio. Los votantes de menores ingresos -minorías en su mayor parte- continuaron votando a los demócratas. Sin embargo, un desglose detallado de las estadísticas electorales sí mostraba un desplazamiento hacía los republicanos entre los votantes blancos masculinos que no tenían educación universitaria. No era la pobreza cercana sino la ansiedad sobre el futuro lo que arrastraba el voto por Trump, unos miedos que entre la población blanca estaban asociados con hostilidad hacia los latinos y los negros, mientras que entre los hombres eran hostilidad hacía las mujeres que estaban ascendiendo en la escala social. Trump obtuvo ventaja de los magros resultados de Romney en los estados del Cinturón del óxido. Incluso temas como el comercio acabaron saturados de comentarios raciales. En un anuncio tras otros, la cara del trabajador americano que había sido relegado por las importaciones extranjeras era la de un recio hombre blanco con casco. Y hacer campaña era importante. Concentrando sus esfuerzos allí donde importaba, los republicanos utilizaron sin descanso el puerta a puerta y el tiempo en los medios en estados clave del Medio Oeste que los demócratas consideraban suyos por derecho propio. Su complacencia, su rechazo a tomar en serio la realidad del atractivo de Trump tenían raíces profundas. Los demócratas no ofrecieron nada para contrarestrar el "cargo cult" industrial de Trump. En respuesta a los burdos llamamientos de Trump al nacionalismo blanco masculino, Clinto offreción conformidad vacua con las convenciones educadas de la globalización corporativa.

En entradas anteriores, les narraba como, en opinión de Tooze, la Gran Depresión no tumbó al capitalismo, ni siquiera llegó al nivel catastrófico de la Gran Recesión. Puede parecer increíble, dado el incremento del paro, la extensión de la pobreza a sectores que se consideraban bien instalados en la clase media, o la caída del nivel de vida en todos los países. Sin embargo, desde un punto de vista de las élites, de los grandes empresarios, propietarios y corporaciones, el sistema se había salvado. Los generosos rescates, por muy dramáticos que fueran las circunstancias de su promulgación, habían evitado el derrumbe del entramado bancario. La economía siguió adelante, con muchas dificultades, pero se evitó el parón completo del año 1929 en los EEUU y 1930 en Europa.

Desde un punto de vista macro-económico, a lo largo de la segunda mitad de la década de 1910 todos los indicadores iban volviendo al verde. Lo que ninguno de los cerebros políticos y económicos había previsto, al igual que no habían visto venir la Gran Recesión, es que el incremento de las desigualdades iba a pasarles factura. En la segunda mitad de la década de 2010, la ultraderecha volvería a levantar la cabeza en Occidente, con una fuerza como no se había visto desde el periodo de entreguerras. Bien insuflando nueva vida a partidos ya existentes, como el Frente Nacional francés, dando alas a nuevas formaciones, como el AfD alemán o el VOX español, o tomando por asalto formaciones políticas  puntales del sistema, caso del partido Republicano estadounidense y Donald Trump.

martes, 29 de agosto de 2017

Was ist Kunst?



Ya sabrán de mi admiración por la política de exposiciones del MNCARS. Desde hace ya por lo menos una década, se ha embarcado en trazar la historia del arte occidental de 1950 hasta el presente, un tiempo que, en la memoria del aficionado, suele quedar bastante borroso, cuando no confuso. Fuera de algunos hitos esenciales, el expresionismo abstracto de Pollock y Rothko, o el pop de Warhol y Rauschenber, el resto suele quedar reducido a un batiburrilo de fenómenos contradictorios que no llegan a emular los logros de la vanguardia plena. Aquella que dominó Europa de 1880 a 1940, que fue combatida por los totalitarismos de izquierda y de derecha, y que ahora ha adoptado los ropajes de un nuevo clasicismo. Otra nueva síntesis, por tanto, frente a la del renacimiento y el barroco.

Sin embargo, esa aparente caída en la calidad - y repercusión - del arte contemporáneo es sólo ilusoria, como bien viene demostrando el MNCARS en sus exposiciones. En concreto, durante este verano, con cuatro muestras que voy a tener que comentar muy superficialmente, a pesar de su importancia. La más relevante, por su cercanía, es la dedicada al NSK, Neue Slovenische Kunst o Nuevo Arte Esloveno, cooperativa artística fundada en ese país en los años 80 y formada por tres facciones, Laibach, grupo de rock industrial cercano al punk, IRWIN centrado en las artes plásticas y SNST (Teatro de las hermanas de Escipión Násica), en las artes escénicas y que luego se reencarnó en el Teatro Cosmocinético Piloto Rojo y el en Gabinete Cosmocinético Noordung.

jueves, 2 de marzo de 2017

La torre de marfil

Mario Sironi
Acaba de inagurarse, en la Fundación Mapfre, la exposición Retorno a la belleza, que intenta trazar los caminos del arte italiano posterior a la Primera Guerra Mundial. En mi opinión, se trata de una muestra con muchos problemas, siendo el primero su propio punto de partida, porque ¿a qué belleza en concreto se quiere volver? Como es sabido, el arte de ese tiempo se caracterizo por un abandono de la radicalidad de la vanguardia de inicios del siglo XX, la llamada appel a l'ordre, para volver a una figuración en demasiados casos teñida de neoclasicismo. Si bien esa vía no debe suponer ningún escándalo en la actualidad, cuando hace ya mucho que la modernidad y la vanguardia se convirtieron en algo más del pasado, lo cierto es que esa obsesión neoclásica pronto se reveló un callejón sin salida, un corsé gélido que los más avispados de sus cultivadores, como Picasso, pronto abandonaron, pero que resultó deletéreo para otros grandes pintores, como Derain.

El mejor ejemplo de esta trampa estética nos lo ofrece la propia exposición, en llamativa contradicción de sus propias afirmaciones. Una de las salas está repleta de pinturas de desnudos escultóricos, claramente inspirados en Ingres, pero que en su recreación contemporánea son más bien insulsos, cuando no directamente astragan. Otro ejemplo, esta vez de lo contrario, se halla disperso por toda la muestra, puesto que los cuadros y pintores más interesantes son precisamente aquéllos que utilizan la figuración como punto de partida. No los que copian o "actualizan" el legado de los pintores de antaño, sino los que lo deforman y distorsionan, trasladándose a un ámbito nuevo. Casos como el de Sirono, Carrà o Morandi, cuyas obras ilustran esta entrada.

sábado, 30 de abril de 2016

Entre las rendijas

Fotografía de Gregorio Pietro utilizada en el manifiesto postista de 1945
Antes de visitar la exposición Campo Cerrado, arte y poder en la posguerra española, 1939-1953, recientemente abierta en el MNCARS, había leído la crítica aparecida hace una semana en diario El País.La tesis de ese artículo era que el erial cultural del primer franquismo, con su arte oficial cristianofascista, había sido condenado injustamente, ya que al contrario de la opinión consagrada, ése había sido un tiempo de hallazgos y caminos, en los que se había configurado un arte contemporáneo y vanguardista patrio que se distinguía por ser ascético y espiritual. La muestra del MNCARS, en la visión de ese articulista, se encuadraba así en el esfuerzo reciente por normalizar el arte de ese tiempo de penurias, que no habría sido una época de represión y autoritarismo en lo cultural, sino jardín de libertad y pluralismo.

Y un jamón con chorreras.

sábado, 1 de agosto de 2015

Elegías

As a lone ant from a broken ant-hill
from the wreckage of Europa, ego scriptor
The rain has fallen the wind coming down
out of the mountain
Lucca, Forti dei Marmi, Berchthold after the other one...
parts reassembled
...and within the crystal, went up swift as Thetis
in colour rose-blue before sunset
and camine and ambar

Como una homiga solitaria de un hormiguero destruido
del naufragio de Europa, ego scriptor
La lluvia ha caído, el viento baja
de las montañas
Lucca, Forti dei Marmi, Berchthold tras el otro
las piezas de nuevo montadas
...y en el interior del cristal, ascendió tan ágil como Tetis
en el color rosa-azulado de antes del atardecer
y en carmín y ambar.

Ezra Pound. The Pisan Cantos (1948)

Les había indicado ya como los 30 primeros cantos de Ezra Pound, publicados en 1930, son una de las obras maestras absolutas de la poesía del siglo pasado. En ellas se mezclan todo tipo de referencias, históricas, políticas, religiosas, mitológicas, literarias y artísticas, así como diez lenguas distintas, latín, griego, inglés, francés, italiano, alemán, español, provenzal, chino y japonés, para crear un conjunto que escapa a toda clasificación. Una obra que no tiene un propósito definido, ni una estructura clara, que parece limitarse a divagar sin rumbo, pero que acaba por adquirir una coherencia y una resonancia inusitadas. La de una persona que de repente descubre que no hay civilizaciones, sino civilización, que no hay historias, sino historia, que no hay culturas, sino cultura. Un continuum artístico-ideológico sin límites ni jerarquías, donde todas las experiencias, todos los descubrimientos, son válidos, tengan el origen que tengan.

Les contaba también como en las sucesivas entregas de los cantos, su calidad y su interés iba decayendo de modo notable, coincidiendo con la fascinación del autor por el fascismo Mussoliniano. evolución que le llevo a pasar la segunda guerra mundial en Italia, como colaborador consciente de ese régimen en contra de su patria de origen. Los cantos del XXXI al LXXI adoptan así poco a poco un carácter panfletario en el que Pound sólo se preocupa por convencernos de un ideario político que no acaba de quedar muy claro, fuera de la maldad y el engaño inherente a la democracia liberal tal y como había sido constituida en occidente tras la Guerra de Independencia Norteamericana. La trampa de esos sistemas queda expresada simplemente en que la libertad de la que estos regímenes se ufanan, se ve siempre contradicha por la realidad de un poder económico que impone sus designios a la ciudadanía... una tesis que puede ser muy cierta - y creo que lo es - pero que no acaba de funcionar en formato poético, y mucho menos como justificación del fascismo

Los últimos cantos llegan a ser tan aestéticos, si me permiten el neologismo, que da la impresión que Pound ha perdido su musa poética por completo. Tanto que estuve a punto de interrumpir su lectura, para no estropear el buen sabor de boca que me habían dejado los XXX primeros.

Fue entonces cuando me topé con The Pisan Cantos, escritos por Pound tras la Segunda Guerra Mundial. Y volví a enamorarme de este poeta y de la forma única que el había creado.