En esta seríe sobre el cine y la amenaza de una guerra termonuclear, les había hablado ya de una película de animación y de un documental, testimonios ambos de la locura y el absurdo de la guerra fría. Sin embargo, a pesar de su calidad y pertinencia, puede que el documento más aterrador no sea una película de ficción o un documental, sino un film real. Real no el sentido de ser registro de unos hechos concretos, filmado in situ cuando se desarrollaban, sino porque contenía la postura oficial de un gobierno, el británico, frente al peligro de la guerra nuclear. O mejor dicho, de lo que estaban dispuestos a revelar a su población.
Se trata de Protect and Survive, una serie de cortos divulgativos de finales de los años setenta, que no estaban destinados a ser emitidos y de hecho nunca lo fueron. Sólo debían emitirse cuando un ataque nuclear contra el Reino Unido pareciera probable en un plazo de 72 horas. Su objetivo era tranquilizar a la población, mostrando como el gobierno tenía ya todo preparado para la protección de la ciudadanía. Siguiendo una lista de instrucciones sencillas, utilizando materiales corrientes al alcance de cualquiera, adoptando unas mínimas precauciones, era posible sobrevivir a una explosión nuclear. No sólo un puñado de afortunados, sino la mayoría de la población y junto con ellos, el estado, listo para ocuparse al punto del bienestar los supervivientes y devolver al Reino Unido al nivel de vida de antes de la guerra.