Esa fracción del bloque dominante necesita cambios «ideológicos»: el «desarrollismo» y el «consumismo» no pueden sustentarse en una ideología carismática y providencialista. Parte de ese sector se da cuenta de que el consenso a lo «Girón y Fernández» ha fracasado completamente y que hace falta buscar otro. No se trata ahora de galvanizar a las masas, sino, al contrario de «despolitizarlas»; de inocularlas una especie de vacuna frente al proyecto ideológico de las clases dominadas; convencerles de que su nivel de vida será cada vez mejor «sin meterse en política», que el sistema les dará paz (el «vivir en paz» de la segunda etapa franquista es casi lo opuesto de «,la vida de servicio» propuesta por el falangismo del 40) y bienestar. En suma, en su segunda etapa, el ideología del bloque dominante franquista pasa de ser carismática a ser «tecnocrático-consumista» Y llega entonces el famoso lema de Fin de las Ideologías que con tanto ahínco defiende un protagonista tan importante de ese bloque como Fernández de la Mora.
José Antonio Biescas, Manuel Tuñón de Lara. Tomo X de la Historia de España de Tuñón de Lara: España bajo la dictadura franquista.
Les he comentado ya en varias ocasiones mi decepción al releer aquella Historia de España que dirigiera Tuñón de Lara. A pesar de sus buenas intenciones -fue la primera historia escrita en libertad tras el fin del Franquismo-, no está a la altura de sus pretensiones. Adolece de dirigirse a un público que se supone erudito en extremo -por ejemplo, alguien que conozca al dedillo las relaciones familiares de las clases dirigentes del Bajo Imperio Romano-, o de no concluir ni proponer una tesis que ligue los muchos datos que acumula. En especial, algo triste para una historia de tipo marxista, de no ser capaz de conectar las transformaciones económicas, procesos de largo plazo, con las convulsiones sociales y políticas, de corto plazo. La sensación tras la lectura de es no haber aprendido nada nuevo, sino sólo haber visto desfilar un apabullante despliegue de erudición y conocimiento.
Sin embargo, hay tomos que son magistrales, como el dedicado al Imperio Español en América, una obra cuyo análisis y conclusiones siguen siendo validas hoy, cuarenta años más tarde, cuando las estoy encontrando, casi en sus mismos términos, en una obra reciente sobre el mismo tema. Otros volúmenes, los que abordan la historia contemporánea, son bastante interesantes, aunque su atractivo depende bastante de quien lo hubiera escrito. Por ponerles un ejemplo, nunca pensé que la evolución económica de la España de mediados del siglo XIX y la Restauración, tema árido donde los haya, llegase a fascinarme, hasta que leí el completísimo análisis que se le dedicaba en el tomo reservado a esa época.
Por otra parte, los últimos tomos, los dedicados a la Segunda República, Guerra Civil y el Franquismo, mejoran bastante. En ellos, el propio Tuñón de Lara comienza a colaborar en su escritura, por lo que adquieren un carácter de alegato político, de urgencia restauradora de la justicia, en contra del Franquismo y del Alzamiento Nacional. Esto era comprensible -necesario incluso- en los años 80, con el dictador apenas sepultado en su mausoleo y la democracia aún frágil e inestable. Había que construir una nueva España sobre fundamentos renovados, que no fueran los de una dictadura sanguinaria, sino los de una democracia abierta a todos, donde todos nos sintiéramos representados.