Mostrando entradas con la etiqueta EEUU. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta EEUU. Mostrar todas las entradas

jueves, 2 de diciembre de 2021

Francisco Veiga, El desequilibrio como orden (y II)

Pero lo que supuso un golpe final a la escasa autoridad moral que le podría quedar a la presidencia Bush en relación con la invasión y la ocupación de Irak, fue el reconocimiento oficial de que en ese país no existían armas de destrucción masiva, admitido en octubre de 2003.  Washington perdió apoyos internacionales y gastó el último céntimo del crédito moral obtenido el 11-S, quizás el momento en que Estados Unidos estuvo más cerca de imponerse como única superpotencia mundial durante el periodo 1991-2008. De paso, también desaparecieron los últimos vestigios de la posible utilidad del plan para democratizar y reorganizar Oriente Próximo: la idea no podía prosperar aupada en un ridículo tan espantoso, pero tampoco sobre el ya vetusto supuesto de democratizar a sangre y fuego. El proyecto para un Nuevo Orden Mundial había quedado seriamente comprometido y, con ello, todo lo que había construido antes en su nombre, y lo que se haría a continuación.

 Francisco Veiga, El desequilibrio como orden

 En una entrada anterior ya les había comentado El desequilibrio como orden, libro de Francisco Veiga que se centra sobre las dos primeras décadas, aproximadamente, de la postguerra fría. Sin embargo, esa entrada se centraba en la primera década de ese periodo, los años 90, una época que podría llamarse de neoliberalismo triunfante y sin competidores. Aunque aún pervivían, en especial en los países del antiguo bloque occidental, resabios del periodo anterior, la apisonadora neocapitalista se adueñó casi de inmediato de los estados del extinto Pacto de Varsovia, en donde se produjo un efecto rebote: estos epígonos del liberalismo se tornaron, como dice el dicho, en más papistas que el Papá. EE.UU y su sistema parecían destinados a convertirse en modelo único, la alternativa ineludible que Margaret Tatcher  resumía en los siglas TINA.

Sin embargo, en 2001 la historia volvió por sus fueros. No en ese falso aspecto de ineluctabilidad, de teleología que comparten marxistas y liberales, sino en forma de caos impredecible que daba al traste con previsiones y seguridades. Los atentados del 11-S pusieron patas arriba el orden internacional y desencadenaron una serie de acontecimientos que aún siguen influyendo, veinte años más tarde, en nuestro presente. No sólo supuso la irrupción, como rayo en cielo sereno, del islamismo como fuerza política que no se podía soslayar, sino que dejó en entredicho la supuesta hegemonía estadounidense tras el fin de la guerra fría. Si ese fue el comienzo de la década, el final vino a confirmar la inestabilidad inherente al nuevo orden: el estallido de la Gran Recesión dejó bien claro, para todo el que quisiese ver, las debilidades inherentes al liberalismo parlamentario, ya que sus consecuencias no quedaron limitadas al terreno económico. El resurgimiento del nacionalismo y el racismo, el giro hacia la derecha y las soluciones autoritarias recordaban demasiado lo que había sucedido, en circunstancias de crisis muy similares, durante los años 30.

martes, 29 de diciembre de 2020

El azar y la historia

Or had it really worked? Hancock, like Sykes, Caldwell, and every other Union general that afternoon, managed to shore up Dan Sickles' misbegotten line along the Emminsburg Road by robbing divisions and brigades from anyone not under immediate pressure and sending them to suffocate the emergencies breaking out in place after place from Devil's Den to Plum Run. But there was going to come a moment when some part of the Union defenses was going to find itself so denuded by emergencies elsewhere that it would have nothing left for its own defense and nowhere to borrow more. Hancock had bled his own corps -ten infantry brigades when the day began- down to exactly three, which only about 1400 men. The would have to face over 4200 Confederates, because the last brigades of Richard Henson Anderson's division were stepping out into the lengthening shadows and moving forward, on a line pointed straight at a small woodlot where the last bits of the 2nd Corps readied themselves for what was already looking lile the Army of the Potomac's Götterdämmerung.

Allen C. Guelzo. Gettysburg, the last invasion

Pero, ¿había funcionado? Hancock, como Sykes, Caldwell y todo general de la unión durante esta tarde, se las arreglaron para apuntalar la mala posición de Dan Sickles a lo largo de Emminsbiurg Road, pero sólo arrebatando divisiones y brigadas de cualquier zona que no estuviera bajo presión directa, para así enviarlas a apagar las emergencias que surgían de un lugar a otro, de Devil's Run a Plum Run. Sin embargo, llegaría un momento en el que algún punto de las defensas de la unión se encontraría tan desprovista, debido a las emergencias en otras áreas, que no tendría con qué defenderse ni donde acudir para buscar refuerzos. Hancock había sangrado su propio cuerpo -compuesto por diez brigadas de infantería al comienzo del día- hasta quedarse sólo con tres, que contaban en total unos 1400 hombres. Estas fuerzas tendrían que hacer frente a 4200 confederados, porque las últimas brigadas de la divisíon de Richard Henson Anderson, estaban saliendo de las sombras y comenzando a avanzar, siguiendo una línea que apuntaba a un pequeño bosquecillo, donde los restos del 2º Cuerpo se estaban preparando para lo que parecía iba a ser el Ocaso de los dioses del ejército del Potomac.

Por casualidad, llegué a este magnífico libro de Allen C. Guelzo, donde se narran, con un detalle rayano en la obsesión, los tres días de la batalla de Gettysburg en 1863. Lo más llamativo, y encomiable, del libro es como su autor se esfuerza en despejar las impresiones erróneas que se suelen asociar con esta batalla de la Guerra Civil americana. Originadas, en su mayoría, del hecho de que su relato se ha transmitido se ha realizado en forma resumida, como punto culminante de una sangrienta guerra civil que queda simbolizada en uno o dos detalles llamativos: en concreto, la carga suicida de la brigada Pickett -en realidad, una división- con la que terminaron los combates. A esa escena épica, con la última carga confederada parada en seco y aniquilada por el fuego cruzado de las posiciones de la Unión, se añadían dos conclusiones: su carácter de batalla decisiva y su condición de batalla decidida antes incluso de haberse producido el primer disparo.

Por el contrario, Guelzo pone de manifiesto una realidad que se suele ocultar en las popularizaciones de grandes campañas y batallas, pero que es evidente a poco que se rasque: en los combates, el azar es decisivo. No pocas veces, operaciones preparadas con el mayor detalle han fracasado al estrellarse contra lo imprevisto, mientras que, por el contrario, la improvisación se las ha bastado para ganar el día, simplemente por convertirse en el proverbial grano de arena que atasca un mecanismo preciso. Ese es precisamente el caso de Gettysburg, durante tres días, una y otra vez, los confederados estuvieron a punto de quebrar la resistencia del ejército de la unión, pero de igual manera, éste último encontraba siempre un regimiento o una brigada con la que a rechazar al enemigo, justo cuando éste comenzaba a encontrarse falto de aliento.

jueves, 2 de abril de 2020

Estamos bien jodidos (y IV)

This ciberwar made no headlines in the West at the time, but it represented the future of warfare. Beginning in late 2014, Russia penetrated the email network of the White House, the State department, the Joint Chief of Stafff, and multiple American nongovernmental organisations. Malware that caused blackouts in Ukraine was also planted in the American power grid. Americans were found who would help Russians considered more refined interventions in U.S. politices. The vice president of the data-mining company Cambridge Analytica, a certain Steve Bannon, met with Russian oil executives in 2014 and 2015. He ordered his company to test messages about Putin on the American public. He also tested phrases such as "build the wall" and "drain the swamp". In August 2016, Bannon became the campaign manager of Donald Trump. Only then did some Americans begin to pay attention.

Tymothy Snyder. The Road to Unfreedom: Russia, Europe , America

Esta guerra cibernética no llegó a las portadas de los periódicos occidentales por aquel entonces, pero constituyó un anuncio del futuro de la guerra. Desde el final de 2014, Russia consiguió inflirtarse en la red de correos electrónicos de la Casa Blanca, el Departamento de estado, la junta conjunta de jefes de estado mayor, además de múltiples organizaciones no gubernamentales norteamericanas. El Malware que había causado apagones de luz en Ucrania fue introducido en la red eléctrica noreamericana. Hubo algunos norteamericanos que ayudaron a los rusos a contemplar intervenciones más sutiles en la política de los EE.UU. Steve Bannon, vice presidente de Cambridge Analytics, compañía dedicada a la minería de datos, se reunió con directivos de la industria petrolífera rusa en 2014 y 2015. También puso a prueba frases como "construid el muro" o "drenad el pantano". En agosto de 2016, Bannon se convirtió en el director de  campaña de Donald Trump. Sólo entonces algunos norteamericanos comenzaron a prestar atención.

Tymothy Snyder es un historiador al que admiro profundamente. Dos libros suyos, Blood Lands (Tierras de sangre ) and Black Earth (Tierra negra), el primero sobre las matanzas en el este de Europa entre 1939 y 1945, el segundo centrado en concreto en el holocausto, conseguían apartarse del mero recorrer los hitos de ambas épocas históricas, para iluminar en cambio aspectos insospechados de aquellos tiempos. Por ejemplo, la extraña relación de amor-odio entre Polonia y el Judaísmo, expresada en hechos tan paradójicos como que el gobierno de la república polaca restaurada instruyera militarmente un ejército clandestino judío. Sus miembros, jóvenes de fuertes convicciones políticas, no sólo jugarían un papel principal en la resistencia contra los nazis, como durante el levantamiento del Ghetto de Varsovia, sino que serían la columna vertebral del futuro estado hebreo fundado en 1948.

En libros posteriores se mostraría enemigo declarado del giro hacía un populismo ultraderechista que se ha convertido en norma en Occidente durante las últimas décadas. Llegó incluso a publicar una suerte de manual de resistencia, On Tyranny (Sobre la tiranía), guía para combatir esa involucion política que nos retrotraía a la década de 1930.  Teniendo estos precedentes en cuenta, The Road to Unfreedom (La ruta hacia la no libertad) prometía ser otra lectura absorbente y esclarecedora, al intentar trazar la ruta por la que ese neoautoritarismo se había instalado en Europa. Sin embargo, al principio me dejó un tanto descolocado. Su tesis tenía ciertos ribetes conspiratorios, con Rusia y Putín como centros directores de esa nueva encarnación del mal político. No obstante, a medida que me adentraba en el libro, encontraba que esa tesis estaba muy bien argumentada y casaba muy bien con lo que estábamos observando: el renacimiento de los nacionalistas excluyentes, que prometen el fin de las penurias económicas y sociales mediante la demonización de otras razas, otras religiones, otras nacionalidades.

sábado, 21 de marzo de 2020

Estamos bien jodidos (y II)

In the summer of 2009, with the acute crisis in the banking system sector having being cauterized, both the European and the American economies began to recover. But Aftershocks continued. With the insulation provided by the Fed and the Treasury, in the United States there aftershocks no longer manifested as acute stress in the financial system, but in misery spread across millions of households struggling with unaffordable mortgage payments and houses that were no longer worth the debt secured in them. The wave of foreclosures of American homes did not reach high tide until early 2010. Debtors continued to default, in other words, but their disaster did no pose systemic risks. They were the powerless ones who received precious little support from the Obama administration or anyone else. The main props to the economy other than the open-handed liquidity provision of the Fed were the automatic stabilisers of the fiscal apparatus. They left a deep dent in public finances, not just in the United States but across the advanced economies. In 2010 this would trigger a global backlash demanding a fiscal consolidation and a return to the agenda of fiscal sustainability that had been so widely touted before the fiscal crisis. Controlling the debt to GDP ratio became a mantra. After the largesse of the 2008 bank bailouts came austerity, although not for the same people, of course. But money is fungible. Ultimately, health care, education and local government services were all entries  in the same budget that had to accommodate the cost of the crisis.

Adam Tooze, Crashed

En el verano de 2009, cuando se había cauterizado la crisis aguda del sistema bancario, tanto la economía europea como la americana comenzaron a recuperarse. Sin embargo, las sacudidas continuaban. Con la protección asegurada por la Reserva Federal y el Tesoro, en los EEUU estas sacudidas ya no se manifestaban como tensiones agudas del sistema financiero, pero la pobreza se extendió a millones de hogares, que luchaban con pagos hipotecarios que no podían cubrir, al tiempo que sus casas ya no alcanzaban el valor por las que las habían endeudado. La ola de liquidaciones de hogares americanos no alcanzó su máximo nivela hasta el comienzo de 2010. Los deudores continuaban quebrando, pero esos desastres ya no suponían un riesgo sistémico. Eran la gente sin poder, quienes apenas recibían ayuda de la administración Obama o de cualquier otro. Los principales apoyos de la economía, aparte de la generosa provisión de líquido de la Reserva Federal eran los estabilizadores automáticos del aparato fiscal. Ellos creaban un profunda mella en las finanzas públicas, no sólo en los EEUU, sino en todas las economías avanzadas. En 2010, provocarían un rebote que exigiría una consolidación fiscal y un retorno a un programa de viabilidad fiscal, del que se había presumido tanto antes de la crisis. Poner bajo control la tasa deuda-producto nacional bruto se convirtió en un mantra. Tras la generosidad de los rescates bancarios de 2008 llegó la austeridad, aunque no para las mismas personas, por supuesto. Sin embargo, el dinero es un fungible. Al final, la seguridad social, la educación y los servicios gubernamentales locales eran partidas de un único presupuesto que tenía que ajustarse al coste de la crisis.

Continuando mis notas sobre Crashed, esa magnífica historia de la Gran Recesión de 2008 escrita por Adam Tooze, transcurrido un tercio del libro se llega a una sorprendente paradoja. En el verano de 2009, la crisis parecía estar contenida, habiendo quedado limitada a los EEUU. Lo peor parecía haber quedado atrás. Sin embargo, unos años más tarde, en 2011, se había extendido a la Unión Europea, con una virulencia tal que pareció, por un instante, capaz de derrumbar su economía, arrastrando con ella al resto del mundo.

¿Qué había ocurrido? En primer lugar, cuando la crisis saltó a los periódicos, en el otoño de 2008, ya llevaba muchos meses de recorrido, con sucesivas quiebras de entidades financieras que iban empujando al sistema hacia su punto de ruptura. No sólo en EEUU, sino en UK y, por contagio, en la propia Europa continental. La perspectiva que se abría ante las autoridades monetarias era la de un efecto domino, al estilo del que ocurrió durante la Gran Depresión de 1929, que dejase fuera de combate al sistema bancario entero. Cortando el crédito a las empresas, que a su vez empezarían a quebrar y a dejar empleados en la calle, con el consiguiente crecimiento sin control del paro.

sábado, 14 de marzo de 2020

Estamos bien jodidos (y I)

The largest mechanism for funding mortgage holding was assets based commercial paper (ABCP). The three biggest American issuers of ABCP were Bank Of America, Citygroup and J.P. Morgan. The vehicles for managing thjs operation were so-called structured investment vehicles (SIV), legal entities provided with a minimum layer of capital  by their "sponsors", but otherwise separate from the balance sheets of their parent banks. Onto these SIVs the parent bank would oflload a large porfolio of mortgage bonds, securitized car loans, credit card debt or student debt. The SIV would pay the parent bank for the securities with funds raised by issuing ABCP. These were three-month notes backed by the assets in the SIV, and the good name of the parent bank. Though the SIV had no track record, it could issue commercial paper at competitive rates because of the value of the securities it held and because it was assumed that it enjoyed the backing of the sponsoring bank. Remarkably under the bank regulations prevailing until the early 2000s, assets parked off balance sheet in the SIV should be backed by a fraction of the capital it would require if they were on the balance sheet. Inflating the balance sheet was risky but it raised rates of return on capital. Further profits were to be made by trading on the spread between long-term returns and short-term funding costs. Typically an ABCP vehicle would hold a portfolio of securities with maturities of three to five and would fund those securities by selling commercial paper repayable between three months and as little as a few days. For the managers of cash pools, the commercial paper was more attractive than the underlying securities, because it was very short term and backed by a top rated commercial bank. For the parent banks, the spread between the return from the high risk cocktail of assets held in the SIV and the low rate paid on the highly rated ABCP was handsome.

Adam Tooze, Crashed, How a Decade of Financial Crises Changed the World

El mecanismo principal para financiar a los tenedores de hipotecas eran las emisiones basadas en activos (ABCP). Los principles emisores americanos de ABCP eran el Banco de América, Citygroup y J.P. Morgan. El medio para gestionar esta operación eran los llamados medios estructurados de inversión (SIV), entidades legales con una mínima cobertura de capital por parte de sus "promotores", pero en cualquier sentido separados de sus entidades padre. En esas SIV, el banco origen descargaba una amplia cartera de hipotecas, prestamos asegurados de automóviles, deudas de tarjetas de crédito y deuda estudiantil. El SIV pagaba al banco padre por el aval con fondos obtenidos por emitir ABCP. Estos eran pagarés a tres meses avalados por los activos en el SIV y la  buena reputación  del  banco padre. Aunque el SIV no tenía un historial, podía emitir bonos a un precio competitivo porque gozaba del apoyo del banco patrocinador. Es notable que, de acuerdo con la reglamentación existente a principios de la década del 2000, los activos almacenados en el SIV, fuera de la cuenta de resultados, deberían estar avalados por sólo una fracción del capital necesario en el caso de formar parte de la cuenta de resultados. Inflar la cuenta de resultados era arriesgado pero aumentaba las tasas de interés sobre el capital. Aún se podían obtener más beneficios jugando con la diferencia entre el beneficio a largo plazo y los costes de inversión a corto plazo. De manera típica, un ABCP contendría una carpeta de avales con una madurez de tres a cinco,  y conseguiría esas garantías vendiendo bonos reembolsables en un plazo entre tres meses y unos pocos días. Para los gestores del flujo de caja, los bonos eran más atractivos que las garantías, porque eran a corto plazo y estaban respaldadas por un banco de primera categoría. Para los bancos padres, el diferencial entre los ingresos de una mezcla de activos de alto riesgo y el bajo interes pagado por un ABCP bien valorado era muy útil.

Tenía pendiente, desde agosto del año pasado, comentar Crashed, el libro de Adam Tooze sobre la gran recesión de 2008. Al final ha venido a coincidir con otra crisis mundial, que ha llevado a los gobiernos a tomar medidas inusitadas de consecuencias aún impredecibles, pero que podrían conducir a otra nueva depresión económica. El título de esta serie de entradas, por tanto, se acaba de ver más que justificado.

Tooze no era un autor extraño para mí. Es un historiador de renombre cuyo enfoque de esta disciplina es fundamentamente económico. No en el sentido de un economista, quienes contemplan la actividad económica como algo regulado por sus propias leyes, teórico e impersonal, independiente en gran medida de las acciones humanas, previsibles y codificables en un modelo mecánico. Por el contrario, Tooze contempla la economía como una consecuencia del momento histórico y de los fundamentos ideológicos de las sociedades, así como de sus limitaciones, errores, cegueras y torpezas. No es de extrañar que su obra más famosa, The Wages of Destruction (El salario de la destrucción), sea un análisis de la economía del Nazismo, tan ideologizada y fanática como el propio partido y sus líderes.

sábado, 7 de diciembre de 2019

Esperando a que tiren la bomba (y V)

Meanwhile, across the real Eastern bloc, in a series of listening stations, Soviet radio operators followed the Able Archer war game with increasing concern. Each radio signal sent was preceded by the message "Exercise... exercise... exercise". The Soviets picked up this but grew doubtful about whether this was in fact simply a game. In Moscow they began to ask if it was all a case of Maskirovka, or deception. The Soviet military commanders knew that the Warsaw Pact had its own contingency plans to attack the West under the cover of military exercises. This would deceive NATO into thinking there was no real threat. They now began to believe that the radio messages they were picking up from Able Archer 83 were a mirror image of their own plans. Maybe this has started out as a war game, but was it in reality intended to disguise plans to launch an actual assault on the Soviet Union?

Taylor Downing, The World at the Brink (El mundo al borde), 1983

Mientras tanto, en el bando del este, en una serie de estaciones de escucha, los operadores de radio soviéticos seguían el desarrollo de las maniobras Able Archer con creciente preocupación. Todas la señales de radio iban precedidas con el mensaje: «ensayo... ensayo... ensayo». Los soviéticos interceptaro esto pero comenzaron a sospechar que quizás se tratase de un caso de Maskiorovka o camuflage. Los comandantes militares soviéticos sabían que el Pacto de Varsovia tenía sus propios planes de contingencia para atacar a Occidente bajo el disfraz de unas maniobras militares. Esto engañaría a la OTAN, haciéndola creer que no había amenaza alguna. Ahora comenzaban a creer que los mensajes interceptados de Able Archer 83 era el reflejo especular de sus propios planes. Quizás al comienzo eran unas maniobras, pero tenían en realidad la intención de disfrazar un ataque real contra la Unión Soviética?

 Les hablaba, en entradas anteriores de esta serie, de como el cine antinuclear se concentra en la década de los ochenta, salvo muy honrosas excepciones. No es casual, ni mucho menos. Tras el largo periodo de distensión entre la superpotencias que siguió a la crisis de los misiles de Cuba, el conflicto volvió a recrudecerse, coincidiendo con la invasión soviética de Afganistán y la llegada al poder en Occidente de dos personalidades tan intransigentes -y temerarias-, como Reagan y Tatcher. Fue, además, la primera vez que la férrea censura gubernamental sobre las consecuencias reales de la guerra nuclear se relajó un tanto, permitiendo que las poblaciones conociesen que no había esperanza tras el holocausto termonuclear: el invierno que le seguiría, provocado por la espesa capa de cenizas, emitida por los incendios, que envolvería la tierra, acabando con los pocos supervivientes que quedasen. No es de extrañar, por tanto, que fuese también la época de mayor fuerza y éxitos del movimiento pacifista, capaz de paralizar el despliegue, en Europa Occidental, de los misiles de crucero Pershing.

Lo que no sabíamos, y aún permanece en la penumbra para la mayoría, es que en esos años estuvo a punto de desencadenarse el conflicto termonuclear que tanto temíamos. No porque alguno de los dos bandos planease en serio lanzar un ataque preventivo por sorpresa, creyendo que podría aniquilar al adversario o al menos quebrantar su capacidad de represalia, para ganar así la guerra con pérdidas civiles aceptables. No,  lo que ocurrió la tensión - y la paranoia- llegaron a tal extremo, que ambos bandos empezaron a creer que el otro iba a lanzar ese temido ataque preventivo aniquilador, por lo que más valía adelantarse. Así, casi se llegó al punto de no retorno durante las maniobras Able Archer 83 de la OTAN, del 7 al 12 de noviembre de 1983, cuando la URSS interpretó que ese simulacro eran en realidad un disfraz para una ofensiva general contra el bloque soviético y estuvo a punto de contratacar con todo su arsenal atómico. 

jueves, 15 de febrero de 2018

La gran revolución

¿Podemos acaso sorprendernos de que los iraníes se sublevaran y destruyeran ese modelo del desarrollo a costa de enormes sacrificios? Lo hicieron no porque fueran ignorantes y atrasados (me refiero al pueblo, no a cuatro fanáticos enloquecidos) sino, por el contrario, porque eran sabios e inteligentes y porque comprendían lo que estaba ocurriendo a su alrededor. Comprendían que unos años más de esta Civilización y no habría aire para respirar e incluso dejarían de existir como nación. La lucha contra el sha (es decir, contra la dictadura) no sólo la llevaron Jomeini y los mulás. Así lo presentaba (muy habilmente) la propaganda de la Savak: los ignorantes estaban destruyendo la obra progresista del Shá. ¡No! Esta lucha fue llevada a cabo sobre todo por los que estaban al lado de la sabiduría, la conciencia, el honor, la honestidad y el patriotismo. Los obreros, los escritores, los estudiantes y los científicos. Ellos eran, antes que nadie, quienes morían en las cárceles de la Savak y los primeros en coger las armas para luchar contra la dictadura. Y es que la Gran Civilización se desarrolló desde el principio acompañada de dos fenómenos que alcanzaron grados nunca vistos en ese país: por un lado el aumento de la represión policial y del terror ejercido por la tiranía, y por otro, un número cada vez más alto de huelgas obreras y estudiantes así como el surgimiento de una fuerte guerrilla. Son sus jefes los fedayines del Irán (que, por lo demás, no tenían nada que ver con los mulás; muy al contrario, éstos los combaten)

Ryszard Kapúscinsky, El Shah o la desmesura del poder.

Les puede sonar raro, pero a medida que pasan los años, 1979 me parece una fecha trascendental en la historia contemporánea. Ése fue el año de la Revolución Islámica en Irán, que en su momento no fue considerado  más importante que otro sobresalto cualquiera de la Guerra Fría, librada entre los EEUU y la URSS.  Otra jugada más la larga y tensa partida de ajedrez que duraba ya treinta años y que parecía saldarse, una vez más, con una derrota de la superpotencia occidental. Otro país de Asia salía de su órbita, como había ocurrido con Vietnam del Sur, con el agravante de que esta vez se trataba de uno de los principales productores de petróleo mundiales. Una amenaza directa, por tanto, contra los fundamentos económicos del mundo occidental, apenas unos años tras el plante de la OPEP y el inicio de la crisis del petróleo de 1973. Irán, y en general todo el ámbito mesopotámico-iraní parecía a punto de caer bajo la esfera de una URSS que ya dominaba el Asia Central y que quizás por ello se sintió tan envalentonada como para intervenir en Afganistan, a finales de 1979.

Sin embargo, lo que sucedió fue algo muy distinto, tanto que ha terminado por definir nuestro presente turbulento. Al gobierno represivo y asesino del Sha, proccidental y aliado leal de los EEUU - y de las petroleras - no le sucedió un régimen comunista, ya fuera soviético o maoísta, como había sido la regla de todas las revoluciones del tercer mundo en las décadas sucesivas. Su heredero fue otra dictadura, pero de un signo que no se había visto hasta entonces, una teocracia militante que en el espacio de una década eliminó sus enemigos de cualquier signo, desde los sectores más liberales y occidentalizados al partido Comunista Tudeh, para embarcarse en guerras e intervenciones extranjeras. Como si fuera una nueva revolución Francesa, sólo que de signo religioso, a quien la amenaza exterior obligaba a extender la revolución entre sus vecinos para asegurar su estabilidad interna.

martes, 27 de diciembre de 2016

Involuciones

It was a time, as election times have often been in the United States, to consolidate the system after years of protest and rebellion. The black was being kept under control in the South. The Indian was being driven off the western plains for good. On a cold winter day in 1890, U.S Army soldiers attacked Indians camped at Wounded Knee, South Dakota, and killed three hundred men, women and children. It was the climax to five hundred years of violence that began with Columbus, establishing hat this continent belonged to white men. But only to certain white men, because it was clear by 1896 that the state stood ready to crush labor strikes, by the law if possible, by force if necessary. And where a threatening mass movement developed, the two party system stood ready to send one of its columns to surround that movement and drawn it of vitality

Howard Zinn, A People's History of the United States (Una historia del pueblo de los Estados Unidos)

Era un tiempo, como suelen serlo las elecciones en los Estados Unidos, para consolidar el sistema tras años de protesta y rebelión. Los negros estaban bajo control en el sur. Los indios estaban siendo expulsados de las Grandes Praderas de una vez por todas. En un frío día de 1890, los soldados del ejército de los EEUU atacaron a unos indios acampados en Wounded Knee, en South Dakota, y  mataron a trescientos hombres, mujeres y niños. Era la culmen de quinientos años de violencia que comenzaron con Colón, dejando claro que este continente pertenecía a los blancos. Pero sólo a ciertos blancos, porque hacia 1896 quedó claro que el estado estaba dispuesto a aplastar las huelgas de los trabajadores, por la ley si era posible, por la fuerza en caso de necesidad. Y allí donde un movimiento de masas amenazador surgía, el sistema bipartidista estaba preparado a enviar una de sus columnas para rodearlo y privarlo de su vitalidad.

Lo único positivo de la victoria electoral en EEUU de un fantoche como Donald Trump es que me ha servido para descubrir este libro de Howard Zinn. Se trata de una obra de 1980, aparecida justo cuando Ronald Reagan estaba a punto de convertirse en presidente de los Estados Unidos, desencadenando así, junto con Margaret Thatcher en el Reino Unido, la contrarrevolución conservardora cuyas (pen)últimas consecuencias vivimos ahora mismo. De aquellos polvos vienen estos lodos, se podría decir

La originalidad de Zinn en esta obra consiste en narrar una historia paralela de los EEUU. No la de los sucesivos presidentes y gobiernos, ni la de la lucha entre los partidos en el parlamento. Mucho menos la crónica de los mitos patrióticos, las padres fundadores, la revolución libertaria contra el rey inglés , guerra civil por la liberación del oeste, la conquista, colonización y civilización del oeste,  la de grandes generaciones que lucharon la última guerra mundial contra el totalitarismo nazi, no la lucha contra el comunismo opresor soviético,

No, su historia es la de todos los olvidados y oprimidos en la tierra de la libertad. La de los indios americanos desposeídos de sus tierras, deportados a  reservas, exterminados por activa y por pasiva para permitir el asentamiento de nuevos inmigrantes europeos en las tierras que habían quedado vacías. La de los esclavos negros cuyo trabajo forzado permitió el temprano despegue económico de la joven república y cuya libertad legal en la década de 1860 no fue acompañada de los necesarios derechos civiles y económicos que la hicieran realidad, sólo conseguidos un siglo más tarde tras ardua lucha. La de los los muchos trabajadores industriales, por último, que durante las décadas a caballo de 1900 fueron explotados por un sistema capitalista inmisericorde que permitió a unos pocos amasar riquezas escandalosas, cuya misma existencia contradecía las pretensiones de libertad y democracia de las que se ufanaba y ufana ese país.