Debo decirles que no tenía pensado ver, al menos a corto plazo, las dos primeras películas que Shaft había realizado sobre su serie Mahou Shoujou Madoka Magika de 2011. Sabía que ambas, Beginnings y Eternal eran una reescritura de la obra original, algo que no suele dar buen resultado puesto que las adaptaciones fílmicas de series de anime suele caer en uno de dos extremos opuestos: el apretado resumen en que los personajes y las peripecias quedan reducidos a meros apuntes, como ocurrió con el RahXephon de Bones, o la creación de una historia paralela en la que de los personajes sólo queda el nombre, caso del Escaflowne de Sunrise.
Sin embargo, tras el buen sabor de boca que me ha dejado Rebellion, me entraron ganas de rememorar la serie original, para descubrir cual la conexión y la coherencia de lo expuesto allí con el giro de 180 grados que tiene lugar en la película final. Debo decirles que aunque ambas películas no pueden aspirar a substituir a la serie, son más que notables y no la desmerecen, algo que dice mucho y muy bien de la productora Shaft, su director Shinbou Akuyiki y el guionista Urobuchi Gen.
La primera virtud de esta adaptación cinematografica es que es la serie, solo que en formato cinematográfico. La duración de ambas películas es de cuatro horas exactas, casi la misma que la de la serie entera, cuatro horas y veinte minutos. Esto implica que los cortes y alteraciones son mínimos, por lo que ni el ritmo de la narración, ni la coherencia de la historia se resienten, sino que fluyen al mismo ritmo que el producto original. De hecho, tras ver las películas se puede concluir que la serie requería ese visionado sin paradas ni interrupciones, lo que sirve de prueba de lo bien trabado y dosificado que estaba en origen su desarrollo.
No debe pensarse, no obstante, que la única virtud de ambos filmes proviene de una hábil labor de empalme de los capítulos aislados. Aunque el material es el de la serie original, Shaft ha realizado una amplia tarea de reescritura visual, en la que casi ningún plano se ha dejado intacto y que brilla especialmente en las secciones que transcurren en los laberintos oníricos creados por las brujas a las que se enfrentan los protagonistas. Claramente, el presupuesto mucho más holgado de la producción cinematográfica ha permitido limar las muchas asperezas de la serie original y que acabaron pasando incluso a los BR.
El resultado final es magnífico, por momentos sin igual, perfecta demostración de las alturas a las que puede elevarse Shaft cuando está inspirado y cuenta con medios. Esos niveles sólo están al alcance de muy poquitos, especialmente en su aspecto vangüardista experimental, en el que este estudio brilla como una excepción completa dentro del panorama del anime... o quizás no tan, pues las disgresiones a las que tanto le gusta abandonarse a Shaft, de las cuales una ha sido ilustrada al principio de esta entrada, fueron precisamente las que a alguno nos hicieron enamorarnos del anime, hace ya un buen montón de años.
Pero.. ¿Qué ocurre con la historia narrada? ¿Hay realmente un abismo tan amplio, una contradicción entre la serie original y su conclusión, Rebellion? Ya les comentaba la semana pasada como el giro completo que sufre el personaje de Homura - la auténtica protagonista de la serie, aunque ésta lleve el nombre de Madoka - pilló de sorpresa a muchos admiradores, que no acabaron de creerlo e incluso lo tacharon de arbitrario. Es cierto que la transformación de Homura era casi una negación de lo que expresaba su personaje hasta entonces, siempre obsesionado por defender y proteger a Madoka, pero que de repente, no dudaba en raptarla y forzarla, conviertiéndola en una prisionera eternamente sometida a su capricho, transformándose en un monstruo, en un demonio, que acaba por asumir que algún día, Madoka y ella se enfrentarían en combate como enemigos.
No obstante si algo se puede concluir de esta revisión de Madoka en formato cinematográfico, es que el personaje de Homura siempre se caracterizo por la soledad, por su continuo habitar sumida en ella, sin posibilidad de remisión o redención, puesto que siempre habrá de salir de ella y retornar inevitablemente a la misma, excepto por unos breves destellos de calor humano siempre relacionados con Madoka. Este estado de aislamiento enloquecedor, en el que la única luz que impide las tinieblas absolutas es el sueño de una persona, bastaría por si sola para explicar los hechos de Rebellion, especialmente si se tiene en cuenta como el final feliz con que concluye Eternal conlleva la desaparición definitiva de Madoka, elevada al rango de divinidad, del presente en el que deberá habitar Homura en solitario desde ese instante. Nueva y eterna soledad sin término ni fin, excepto por una vaga promesa de reencuentro, cuyo dolor se ve exacerbado por el hecho de que Homura es la única que recuerda de la existencia de Madoka.
Dolor aun mayor por el hecho de que mientras Homura sabe que su amor es único y exclusivo, sabe también que el de Madoka, en su nueva faceta de dios misericordioso, debe repartirse entre toda la humanidad. Para Madoka, Homura es simplemente una persona más, quizás un poco por encima del nivel de Mami o Kyoko, las otras Mahou Shoujo, como demuestra la larga escena de despedida entre Homura y Madoka, pero sin esperanzas de superar la profunda y estracha amistad que une a Madoka y a Sayaka, última persona a la que la protagonista visita antes de desvanecerse del recuerdo entero de la humanidad, pero, curisamente, no del de Sayaka, puesto que ella ya pertenece desde ese instante al paraíso que Madoka-Dios ha prometido, pero en el que Homura no ha sido aún admitida.
Porque además, admitámoslo, durante toda la serie Homura ha sido una completa desconocida para Madoka, alguien con quien nunca ha intercambiado confidencias, ni entretejido vivencias, excepto justo hasta un poco antes del final, cuando la ascensión de Madoka tiene lugar, cuando todo es revelado y comprendido finalmente, pero el tiempo del amor se ha agotado por completo.
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