Como todos los domingos, continúo con mi revisión de la lista de cortos animados realizada por el misterioso profesor Beltesassar. Esta vez ha llegado el turno de La maison en petits cubes (La casa a base de pequeños cubos) , corto dirigido en 2008 por el animador japonés Sato Kunio.
Hace una década, este corto fue galardonado con todas las distinciones posibles, de Annecy a los Oscar. Se podría decir que ningún aficionado se lo perdió y que, guste o no, ha permanecido en la memoria de todos. Sin embargo, cuando he hecho algunas búsquedas a la hora de escribir esta entrada, la información que he encontrado me ha causado cierto desasosiego. Desde 2008, Kunio no ha vuelto a crear ninguna otra obra animada, aún cuando hasta aquel entonces contaba con una pequeña lista de producciones en ese campo. Relevante o no, eso no importa, pero sí que no era un principiante ni un aficionado.
Sobre lo que hizo después, ninguna noticia. Puede que las páginas en japonés aporten alguna información sobre los derroteros de su carrera posterior, pero por desgracia me son indescifrables. Hay indicios, confusos y algo antiguos, de que Sato pudiera haberse dedicado, de forma definitiva, al mundo de la ilustración, pero no pasan de insinuaciones y sospechas. No me queda otra salida que considerarlo como otra baja más en el mundo animado, uno de tantos animadores que brillaron una única vez, con una única obra, para luego desaparecer sin dejar rastro. Sin continuidad ni evolución, presos de su único logro, fijados para siempre con esa obra, de esa manera y con ese aspecto, en el recuerdo de los aficionados.
Pero, ¿por qué el éxito? ¿Por qué esta obra se llevó tantos reconocimientos? Hace años, en un blog cuyo nombre he olvidado, lo tildaban de "obra para festival". La razón es su evidente inclinación poética, unida a un buscado preciosismo en la presentación, a lo que habría que añadir su esfuerzo por ser enigmático, pero no indescifrable. Algo hay de eso, cierto. Ya en otras ocasiones les he hablado de un sentir que podríamos definir como "cursilería internacional" y en el que son especialmente duchos los americanos. Un estilo que se podría definir como un amasijo de falsa poesía, surrealismo sin pegada, completada con su ambientación en una Europa soñada y atemporal, refugio de la cultura y el buen gusto. Obras hechas para adular al público y hacerle creer que ellos también pueden ser también refinados y cultivados. Que no forman parte de la plebe.
Si les cuento esto, no es para acusar a Sato y su corto, pero sí para avisarles del peligro. De hecho, La maison en petits cubes bordea en varias ocasiones la frontera que separa ambos sentires poéticos, el auténtico y el remedado. Le salva un cierto pudor, un recato, una contención expresiva, que le evita caer en excesos. Sólo así funciona esta historia alegórica donde nuestros recuerdos, los muchos otros yo que hemos sido y olvidado, son representados mediante diferentes habitaciones abandonadas, cada vez más angostas, de las que nos expulsa la constante subida de las aguas. Al igual que lo hace el tiempo con y de nosotros mismos.
No les entretengo más. Como siempre les dejo aquí el corto. Obra de inmensa fama hace unos pocos años, pero que no creo vaya a superar la prueba del tiempo. Ése mismo que tan bien representa.
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