Como todos los domingos, continúo con mi revisión de la lista de cortos animados realizada por el misterioso profesor Beltesassar. Esta vez ha llegado el turno de This Wonderful Life (Esta vida maravillosa), corto realizado
en 2003 por el animador británico Liam Kemp.
Creo que ya sabrán de mis reticencias frente a la animación3D. El hiperrealismo antinarual al que aspira me sigue pareciendo un callejón sin salida, pero no tengo otro remedio que admitir que sin la ayuda del ordenador hoy sería imposible crear la animación. Es más, que esa herramienta ha permitido lograr resultados impensables hace sólo 20 años. En ese sentido, las nuevas tecnologías han servido para insuflar nueva vida en la animación "tradicional", de manera que lo que antes sólo se alcanzaba con presupuestos desmedidos, ahora está casi al alcance de cualquiera. Sin embargo, y a pesar de estos innegables avances, la 3D pura sigue pareciéndome un modo que aún no ha alcanzado todas sus posibilidades. Cada film o corto que se realiza utilizando esta técnica, no consigue desprenderse del sambenito de ser una demo de lo último que se puede comprar en el mercado, de manera que, pasados unos años, lo más visible no son sus aciertos, sino sus imperfecciones.
Técnicamente, This Wonderful Life, es uno de los pocos cortos de esas décadas de titubeos de la 3D, a caballo del cambio de siglo, que técnicamente aún sigue manteniendo el tipo. Hay evidentes patinazos, como los fondos aún toscos propios de un videojuego o la inevitable transformación de los constructos digitales humanos en muñecos articulados autómatas, con todo el rechazo que esto provoca en el espectador. Sin embargo, el mayor problema le viene de su contenido, que no es otra cosa que una nueva muestra de ese genero que yo denomino como "poética de la cursilería". Un modo que puede resumirse en dos elementos principales: música sensiblera que busca provocar en el espectador sentimientos que las imágenes son incapaces de invocar, unido a una historia sentimentaloide en busca de la lágrima fácil, preferentemente con niño y desengaño amoroso de por medio.
Pues bien, en This Wonderful Life está todo esto y aún un poco más. Paisajes de iluminación forzada que se esfuerzan en ser sublimes y sólo provocan ridículo, como esas fotografías nocturnas tan de moda ahora donde todos los elementos son perfectamente visibles, o esos cielos de raigambre expresionista o de película de terror que los cursis admiran como reposados y tranquilizadores, calmados y calmantes. Añádase a eso una supuesta historia de amor sin referencia alguna, aparte de haber confluido en ruptura dolorosa, supuestamente aliviada por el hallazgo en medio de la nada de un infante abandonado, que ni siente frío ni hambre. Entre medias, miradas intensas, mucho amor y mucho cariño, mucha expresión de asombro y estupor, para culminar con un poco de tragedia, de manera que se escape a la acusación de ser un blandengue.
Un fracaso, en resumidas cuentas. Pero un fracaso cargante y repelente, porque si en otras ocasiones un corto se deshace a pesar del talento vertido en él o de las buenas intenciones de partida, en este caso no hay espacio para la indulgencia. Claramente, la demo técnica se intenta hacer tragable apelando a los trucos más manidos y sucios del negocio. Una jugada que, a mi entender, es un tiro por la culata, ya que la peripecia narrada no tiene ninguna resonancia ni transcendencia, está vacía de cualquier tipo de humor, y su cursilería sensiblera sólo sirve para enajenar la disposición del espectador. Quien en mi caso, estaba golpeando el teclado con la cabeza desde hacía buen rato..
En fin, como siempre les dejo aquí el corto. Véanlo, si quieren, pero sólo como ejemplo de lo que no se debe hacer.
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