Como todos los domingos continúo mi con revisión de la lista de cortos animados realizada por el misterioso profesor Beltesassar. Esta vez ha llegado el turno a Le Inventaire Fantôme (El Inventario Fantasma), corto realizado en 2004 por el animador francés Franck Dion.
Dion es uno de tantos egregios desconocidos que pueblan el mundo de la animación. Tras una pequeña búsqueda en Mr. Google, se puede constatar que su nombre no aparece en la wikipedia británica, sí en la francesa, pero sólo como una lista de sus obras, mientras que la mejor fuente de información es precisamente la página web creada por el propio artista, como medio de promover sus cortos y su estudio de animación. En ella, puede comprobarse que Dion al menos ha conseguido ese sueño de cualquier estudiante de animación que se precie: labrarse una carrera independiente y no terminar como mero asalariado de alguna gran productora, dentro de la cual sus aspiraciones artísticas quedarían enterradas bajo las exigencias del mercado, normalmente poco propicio a aventuras y experimentos.
En esa página web puede descubrirse asímismo que Dion no es uno de tantos creadores limitados a un único corto, bien por causas internas o por causas externas, sino que su obra ha proseguido durante la última década, siendo bien acogida y mejor premiada en los respectivos certámenes internacionales. Y hasta aquí la información necesaria para deslindar qué es y qué no es Dion, qué es y qué no es Le Inventaire Fantôme. Es decir ni obra de estudiante, ni corto primerizo, ni excepción sin continuidad. Defectos que lastran muchos de los cortos que acaban en las antologías, colocados ahí simplemente por que las condiciones de creación en el mundo de la animación son tan difíciles que al final no queda otra que rebañar el plato y conformarse con cualquier cosa.
Con respecto a Le Inventaire Fantôme, lo que más llama la atención es que es que se trata de un corto de técnica mixta, en el que se mezcla la animación fotograma a fotograma, en su vertiente de muñecos, con la 3D y la 2D. Una aleación entre técnicas aparentemente contradictorias - o al menos así nos lo quieren hacer creer los proponentes de una de ellas - magníficamente lograda y conseguida. Tanto porque resulta difícil distinguir a primera vista que ha sido animado con qué, como porque la alianza de esas técnicas consigue crear los cimientos sólidos, el escenario, el marco unificador, donde construir la historia que el corto pretende narrar.
Una historia que, como es común en la animación, pretende extraernos de nuestras coordenadas habituales para trasladarnos a un mundo nuevo, gobernado por sus propias reglas particulares, donde el mensaje que se quiere transmitir pueda trazarse con mayor claridad, aunque sin renunciar al misterio y al enigma, a los símbolos y a las sugerencias. Detrás de esta historia del funcionario sin frío, sin corazón ni sentimientos que pretende embargar los bienes de un anciano coleccionista, se esconde en realidad una meditación sobre los mecanismos de nuestro memoria, sobre el modo en que manejamos nuestros recuerdos. La manera en que intentamos apartar de nuestra vista lo que fuimos, lo que no queremos aceptar que fuimos, para arrumbarlo en los rincones obscuros y secretos de nuestra intelecto, hasta que llega ese momento de hacer limpieza, de deshacerse de todo lo que consideramos inutil e improductivo. Instante cuando, para nuestra desgracia, lo que pensábamos sería tarea rutinaria, se convierte en exhumación dolorosa e insoportable... o en constatación de todo lo que hemos perdido sin remedio, de todo de lo que nos hemos amputado voluntariamente, pero sin lo cual no somos, ni seremos, completos.
No les entretengo más. Como siempre les dejo aquí el corto. Una obra notable de la animación reciente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario