Como todos los domingos continúo mi con revisión de la lista de cortos animados realizada por el misterioso profesor Beltesassar. Esta vez ha llegado el turno a A is for Autism, corto realizado en 1992 por el animador británico Tim Webb.
Ya les he comentado en otras ocasiones el efecto beneficioso que el Channel Four de la BBC ha tenido para la animación británica, así que no hay necesidad de reiterarlo. Lo interesante - e importante - de A for Autism es que pertenece a una rama temática no menos frondosa de la animación: los filmes de encargo con intención de difusión y propaganda, lo que se podría llamar la publicidad institucional, en cuyo marco han podido desarrollarse no pocas carreras artísticas. En el caso del corto de Tim Webb se trataba de realizar una labor de concienciación social sobre el autismo, que permitiese borrar en cierta medida el estigma - y el aislamiento - que recae sobre aquellos que lo padecen.
La efectividad de A for Autism le granjeó un premio de la Unesco y ha hecho de este corto uno de los puntales a la hora de explicar e ilustrar esta enfermedad a profesores, padres y la sociedad en general. Parte de este éxito se debe a que Webb permitió que la voz de los propios autistas se escuchara en el corto, de manera que fueran ellos - y sólo ellos - quienes pudieran explicar como sentían y experimentaban el mundo. Cómo, a pesar de su aparente retraimiento, de su desinterés por el contacto humano, son personas sensibles y curiosas, cuyo modo de ver y de concebir la realidad puede servirnos de ayuda a nosotros, los que nos creemos normales, superiores sólo por ese detalle.
Por supuesto, sólo con ese punto de vista, el corto podría haberse reducido a un simple recosido de entrevistas, sin apenas interés artístico - aunque de enorme importancia social -. La virtud y el acierto de Webb estriban en conseguir que nos metamos en la piel de los autistas, que veamos y escuchemos tal y como ellos lo hacen. Esto se consigue, en primer lugar, utilizando como material visual los propios dibujos y diseños creados por estas personas, a los cuales las animación dota de vida, tornándolas en substitutivos del mundo real, ese mundo de cuya permanencia, unidad y homogeneidad no dudamos, pero que en realidad existe en tantas copias como personas individuales.
En ese esfuerzo de ilustración es, como digo, donde el corto realmente brilla y donde se muestra la grandeza, la potencialidad aún inexplorada de la animación - y que en tantas ocasiones, como es el caso de Webb ha quedado sin fructificar, reducida a excepción aislada -. En A for Autism, las diferentes versiones del mundo, dibujadas por diferentes autistas, se mezclan, complementan y metamorfosean, en una especie de variación sin fin, que poco a poco nos rodea y cautiva, hasta llegar incluso a invadir y substituir la realidad, demostrando su fragilidad inherente. El resultado es que, acabado el corto, nadie podrá mirar al autismo de la misma manera, puesto que lo ha experimentado en cierto modo, ni considerar a los que lo padecen como seres humanos inferiores, a los que haya que apartar y aislar, ya que su humanidad, su falibilidad, sus defectos, son demasiado parecidos a los nuestros.
No les entretengo más. Como siempre les pego aquí el corto, para que lo disfruten. Es otra de tantas obras maestras olvidadas que demuestran con creces la validez de la animación como arte independiente.
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