Como todos los domingos, continúo con mi revisión de la lista de cortos animados realizada por el misterioso profesor Beltesassar. Esta vez ha llegado el turno de The Snail on the Slope (El caracol en la pendiente) dirigido en 2009 por el artista de vanguardia serbio Vladimir Todoric.
Ya sabrán que me suelo quejar demasiado a menudo de la 3D y el ordenador. El tiempo me ha venido a demostrar que mis lamentaciones, cuando menos eran injustas, producto de una terquedad que, a lo sumo, sólo muestra mi edad. En realidad, mis críticas se reducían a un ataque contra la obsesión por el hiperrealismo, tan apreciado por el público, y al que estas técnicas han dado alas. Sin embargo, centrándome en exclusiva en ese punto, menospreciaba a todos los creadores que se han dedicado a explorar las posibilidades de estas nuevas técnicas. Caso, por ejemplo, de este corto y de su autor, Vladimir Todoric.
Si buscan por la Internet, enseguida encontraran el sitio web de este artista. Aparte de comprobar que The Snail on the Slope no es una excepción, sino un jalón en una larga obra, se puede constatar también que Todoric se mueve en realidad en los espacios del arte de vanguardia. Sus creaciones, según figura en esa web, han sido expuestas en el Reina Sofía o el Centro Pompidu de París. Se trata, por tanto, de una de esas personalidades híbridas que tanto abundan en la historia de la animación, al estilo de Len Lye, Oskar Fischinger o Barbel Neubauer. Habitantes de varios universos artísticos y sin temor a incorporar los nuevos avances técnicos en su obra, como la animación generada por ordenador.
Todoric incluso ha acuñado un término para sus producciones: Películas generativas. Por lo que puedo deducir, este artista programa algoritmos en los que una semilla inicial se va desarrollando y propagando de manera aleatoria, hasta cubrir todo el espacio disponible. Una evolución que luego traduce en imágenes, como las mostradas en las capturas que abren esta entrada. Podríamos hablar entonces de abstracción móvil, o de música en imágenes, al estilo de Fischinger, pero de él le separa una diferencia fundamental. Todoric intenta narrar historias con sus abstracciones, que siempre se refieren a una realidad tangible y visible, por muy profundo que sea el abismo formal que las separa.
Así, The Snail on the Slope adapta la novela del mismo nombre de los hermanos Strugatski. Para el cinéfilo, estos escritores de ciencia ficción son conocidos porque su novela Picnic extraterrestre fue adaptada en 1979 por Andrei Tarkoski. El resultado fue Stalker, una obra maestra, pero en la que poco quedaba, fuera de la zona, sus peligros y prohibiciones, del mundo postindustrial despiadado y desesperado imaginado por los Strugatski. Les confieso que sólo he leído esa novela de ellos, aunque tengo algunas más en la pila, pero por lo que he averiguado, The Snail on the Slope tiene grandes concomitancias con Picnic Extraterrestre. En vez de una zona tenemos un bosque, pero ambos espacios se conforman como lugares prohibidos, que niegan la civilización, destruyen a quienes se aventuran en su seno, y se filtran hacia las regiones vecinas, aun no contaminadas, con los mismos efectos deletéreos.
Y eso es lo que Todoric ha querido ilustrar en su corto mediante imágenes abstractas. La existencia de un lugar, de un ser, de ese bosque al que no podemos comprender, mucho menos dominar, puesto que las leyes con las que se rige están fuera de nuestra experiencia y de nuestra posibilidad de entendimiento. Ignorancia e incomprensión de las que sólo se deduce una conclusión: a pesar de nuestros esfuerzos, él acabará por ganar.
No les entretengo más. Como siempre, les dejo aquí el corto. Tómenlo como un experimento, una exploración en nuevas regiones, como ese bosque de la novela. Déjense capturar y arrebatar por él.
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