domingo, 1 de abril de 2018

La lista de Beltesassar (CC): The Dog Who Was A Cat Inside (El perro que era un gato en su interior, 2002) Siri Melchior





















Como todos los domingos, continúo con mi revisión de la lista de cortos animados realizada por el misterioso profesor Beltesassar. Esta vez ha llegado el turno de The Dog Who Was A Cat Inside  (El perro que era un gato en su interior) dirigido en 2002 por la animadora danesa Siri Melchior.

Al comenzar a ver el corto, me llamó la atención que se señalase que era un AIR, siglas de Artist in residence. Esos programas ofrecen a animadores jóvenes la oportunidad de pasar una temporada en una institución de enseñanza, como podría ser Folimage en Francia, o en una productora comercial, Passion Production en el caso de este corto. No he podido determinar si esta productora ofrece aún esos programas, su web no hace referencia alguna, pero la ventaja para el principiante es obvia: le permite disfrutar de los recursos de una institución asentada para así poder perfeccionar su talento, gozando además de una libertad que no podría ejercer en ambientes más comerciales, limitados por fechas de entrega y presupuestos exíguos. Sin esas oportunidades, talentos notables se hubieran perdido, así como un buen puñado de cortos esenciales. Por poner un par de ejemplos: Bronzit y Dudok de Wit, nombres mayores en la historia reciente de la animación.

Melchior, obviamente, no está a la altura de los animadores anteriores, pero buscando por la internet es fácil darse cuenta que la oportunidad del AIR no fue desaprovechada. Esta directora ha fundado su propio estudio, Ladybird films, con el que ha creado varios cortos y series animadas. Se trata, por fortuna, de un caso muy distintos al de tantos cortos sin continuidad que les he comentados, esos numerosos ejercicios fin de carrera, tan comunes en los festivales, que terminan siendo el único trabajo de sus creadores. Antes de perderse en los laberintos de la producción comercial o, las más de las veces, dejar su vocación a un lado y dedicarse a otras actividades que les permitan al menos comer. La animación es una amante muy ingrata, ya lo saben.

Volviendo a Melchior y este corto en residencia. Por desgracia, no me parece gran cosa. Presenta, eso sí, una evidente maestría técnica, ya que en su factura se mezcla la animación  tradicional, la de recortes de papel (cut-out) y el ordenador. Técnicas muy variadas, con diferentes necesidades, virtudes y propiedades, que no es fácil armonizar en un conjunto único. Melchior consigue hacerlo, y a ese logro hay que añadir otra idea afortunada: hacer convivir en un mismo cuerpo dos personajes que solemos considerar antagónicos, como es el caso de perros y gatos.

Sin embargo, ahí se queda todo. La duración del corto es mínima, apenas tres minutos quitando los títulos de crédito, así que no da para un desarrollo muy profundo de la idea original. De hecho, se le puede hacer ese reproche, tan injusto de ordinario, con que se descalifica a todo el género del cortometraje: ser un chistes alargado. Por desgracia, éste sí parece ser el caso del corto de Melchior, que da la impresión de buscar una conclusión antes de habernos contado nada, obligándose asímismo a que este final sea uno feliz. Se podrían buscar símiles y referencias forzadas, como el considerarlo una parábola de la transexualidad y sus problemas, pero no dejarían de ser elaboraciones a posteriori, intentos de salvar el corto de alguna manera. Ni siquiera se puede apelar a un posible carácter de reto, basándose en su exigua duración, puesto que no parece que se trate de una de esas microanimaciones, tan de moda antaño. Nada apunta a que intente contar mucho en el mínimo tiempo posible, sino que simplemente no sabía que hacer con su anécdota.

No les entretengo más. Como siempre, les dejo aquí el corto. Obra agradable y simpática, apreciable en su carácter de producto bien trabajado, pero que, por desgracia, se olvida en cuanto se ha visto.

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