Como todos los domingos, continúo con mi revisión de la lista de cortos animados realizada por el misterioso profesor Beltesassar. Esta vez ha llegado el turno de Nibbles (Bocados) realizado en 2003 por el animador canadiense Chris Hinton para la NFB (National Film Board).
No voy a repetirles otra vez el papel central que desde 1945 ha tenido la NFB en la promoción de la animación. Basta decir que un país que no brilla por su cinematografía, siempre eclipsada por la de su vecino del sur, es una de las grandes potencias en el mundo de la animación. Uno de los muchos beneficiados de la política de subvenciones de esa institución ha sido Christpher Hinton, que gracias a ella ha podido realizar una serie de cortos de un estilo personal y característico. Su manera, en este corto y el ya comentado Flux, se distingue por un dibujo cercano al garabato infantil, voluntariamente feo y tosco, pero que le permite una alcanzar una expresividad caricaturesca que le estaría vedada con un dibujo más naturalista o más Disneyano.
Este aparente desaliño en el trazo le facilita además conseguir ese necesario distanciamiento propio de la sátira. Sus cortos tratan temas profundos y existenciales que se disfrazan de chiste para conseguir acercarse al espectador sin repelerlo. En el caso de Nibbles, un inocente viaje de pesca dominical se transforma en un inacabable banquete pantagruélico, donde todos los personajes, humanos y animales, e incluso los objetos inanimados, no tienen otra motivación que la comida. Devorar sin descanso y sin medida, sea de la forma que sea, sea a quien sea, se convierte así en el único objetivo, quedando reducidas el resto de actividades - la propia pesca o la comunión con la naturaleza - a meras excusas para engullir y atiborrarse.
Esta sucesión de paradas para llenarse y vaciarse - no hay que olvidar esta segunda parte, tan importante como la primera - se suceden a un ritmo vertiginoso, casi de mecanismo de relojería, sin el cual el chiste que Hinton nos cuenta en su "documentation" (documentary + animation) no sería tan gracioso. Sin embargo, la sonrisa que nos provoca puede ser de corta duración, sin más que pensar en la realidad que se oculta tras este festival gastronómico de la comida basura. Nuestra sociedad, la manera en la que cada uno de nosotros se engrana en ella, no está basada en disfrutar de las cosas, ni en gozarlas hasta sus últimas consecuencias. Nuestra vida está basada en consumir, en pasar de placer en placer sin detenerse, apresurándose al siguiente, deshaciéndose cuanto antes del anterior. La única felicidad que nos está reservada, parece estar en ese vagar sin rumbo ni destino, donde cada parada es una mera escala, incómoda y pasajera, donde la única novedad es cambiar de actividad cada cinco minutos, aunque éstas sean siempre iguales las unas a las otras.
O quizás la única felicidad sea reírse a carcajadas, con el gesto torcido por el dolor, de esta rueda sin fin donde corremos y corremos sin llegar a ninguna parte, para así no recordar que vivimos enjaulados hasta que reventemos.
No les entretengo más. Como siempre, aquí les dejo el
corto. Disfrútenlo y ríanse con la visión distorsionada de la existencia que nos propone Hinton. Al fin y al cabo hay que seguir viviendo y más vale que sea con una sonrisa en los labios
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