viernes, 17 de abril de 2009
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En esto de ver series de anime, uno de los principales acicates es que su extensa longitud provoca que sea imposible saber como va a evolucionar, excepto claro está en casos determinados, con lo que el espectador tiende a consumir capítulo tras capítulo, esperando que lo bueno continúe hasta el final o que lo malo de un quiebro y se redima.
xxxHolic, una de tantas series que me perdí en su momento, pertenece a la segunda categoría, la de aquellas que comienza de forma mediocre, casi mala, pero de repente empieza a mejorar, a mejorar, hasta metamorfosearse en lo contrario de lo que empezó siendo.
¿Y qué es lo que era? Pues xxxHolic está basada en un manga de las Clamp, unas señoras que han terminado por constituir una franquicia, bajo la cual se limitan a producir en serie el mismo artículo, aventuras blandas de personajes monos (aunque la monedad no sea la mejor definición, puesto que su dibujo es especialmente bello, casi erótico en lo que se refiere a la descripción de sus personajes).
Visto así, xxxHolic parecía una serie más. Personajes reducidos a un rasgo de carácter, que se repetía una y otra vez de forma insistente y que, para mayor inri, era bastante irritante, tanto que podía justicar el dejar de ver la serie, pero sobre todo, y he ahí lo peor, un descuido y desinterés por profundizar en el que el tema requería. Dicho de forma más sencilla, la premisa de xxxHolic consiste en la descripción de los encargos aceptados por el negocio que atiende su personaje central, Yuuko, o al menos el personaje que pone en marcha las tramas y luego las descarga en quienes son realmente los protagonistas, Watanuki y Doumeki. Unos encargos que consisten básicamente en resolver problemas situados a medio camino entre la realidad y la fantasía, que no pueden ser resueltos por tanto por medios normales y que requieren un tratamiento espiritual y sobrenatural... como el mundo del que parece provenir Yuuko y cuyas puertas se abren a Doumeki gracias a la intervención de su patrona, hasta el extremo de que pare él ese otro mundo pasa a ser prácticamente este mundo.
Una premisa que requería un tratamiento y una aproximación delicuescente, casi de sueño producido por el humo, siempre a punto de desaparecer, cargada de presagios y temores, pero que apenas se halla en la mayor parte, los dos primeros tercios, de la primera temporada, que es principalmente una serie de adolescentes con unos toques fantásticos, mal servida con esos tics irritantes a los que me refería.
Así lo creía yo al menos.
Porque en ese segundo tercio de la primera temporada, empezó a aparecer ese tono misteriosos y amenazador del que hablaba debía haber tenido desde un principio, esa atmósfera cargada de temores y presagios, que convirtiera su visión en una experiencia inquietante, llevando al espectador a un cierto estado de desasosiego, amplificado por el hecho de que los protagonistas ya no son espectadores en esos encargos que la tienda recibe, sino que se ven implicados en ellos y sufren las consecuencias de sus acciones, a veces de manera bastante dolorosa.
Un clima que ya fue continuo en la segunda temporada, xxxHolic Kei, ayuda por una animación de mucha mejor calidad, grandes dosis de imaginación en la presentación y planificación de las situaciones, junto con un estructura fundada en arcos argumentales que se extienden a lo largo de varios capítulos, de manera que las acciones inocentes o casuales del principio pueden adquirir características decisivas, trágicas al final.
Una ascención, de ser una serie mediocre a otra notable, que alcanza cotas de perfección en el largometraje cuyas capturas encabezan esta entrada....
...la absurdas y obsesivas colecciones reunidas por los personajes que pueblan el encargo que sirve de excusa argumental.
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