martes, 31 de diciembre de 2013

Invisible Art/Sweet Revenge


Definition of Hypocrite, Guerrilla Girls
Los que sigan este blog sabrán de mi costumbre de calificar al MNCARS, bien como Sofidú o bien como "museo de arte contemporáneo sin colección de arte contemporáneo". Tengo que confesarles que actuando así he sido bastante injusto con una institución que visito con bastante regularidad, pero en mi descargo les diré que ambos (malos) chistes vienen de los tiempos del antiguo MEAC, el antecedor del MNCARS. El MEAC, o Museo Español de Arte Contemporáneo, fue creado en las últimas décadas de la dictadura franquista - en los años 60 - como un esfuerzo propagandístico de normalización, de europeízación, por parte de un régimen que aborrecía todo tipo de vanguardia y modernismo.

La colección, tal y como yo la conocí a principios de los ochenta, estaba situada en un bello edificio del extrarradio, difícil de encontrar si se era un turista, y era bastante pequeña, confusa, claramente reunida con precipitación, acumulando cualquier manifestación a la que se pudiera llamar contemporánea, sin tener mucho en cuenta su valor o importancia. Esa colección fue el núcleo de lo que ahora es el MNCARS y vendría a corresponderse, más o menos, con la segunda planta de su sede actual en la glorieta de Atocha, tras su traslado a principios de los noventa. Sin embargo, esa misma escasez de grandes nombres y la incongruencia de lo reunido resultó ser una gran virtud, ya que partiendo de esa base inexistente se pudo construir una nueva colección casi desde la nada, incluyendo todo tipo de manifestaciones - cine, música, video arte, instalaciones - que hubieran sido anatema incluso para los conservadores museísticos más avanzados de los años sesenta y que permiten que el visitante pueda conocer la historia invisible del arte - sea cual sea el significado de esa palabra - posterior a 1945.

sábado, 28 de diciembre de 2013

Growing Up

Velázquez, La Infanta Margarita
Más de una vez les he dado la lata con mi obsesión por los nombres adecuados de las exposiciones. Sé perfectamente que en este mundo en que vivimos es necesario hacer algo de publicidad - en castellano, decir medias verdades - si se quiere que las masas acudan a la exposición que tu institución ha organizado. Hasta ahí podría disculparlo, pero me da que muchas veces los efectos son los contrarios a los que se pretenden, puesto que más de un visitante va a salir defraudado y no se callará luego a la hora de vocear su descontento... a menos que lo que ocurra en realidad sea el famoso timo teatral que Mark Twain narraba en Huckelberry Finn.

La exposición Velázquez y la Familia de Felipe IV que aún se puede visitar en el museo del Prado pertenece a esa categoría de títulos poco representativos/afortunados. Me temo que muchos de los visitantes esperaban encontrarse con una apretada selección de cuadros de Velázquez que abarcase todo el reinado del rey que le empleó. Sin embargo, lo que tenemos es una serie de retratos de la etapa final tanto del monarca como del pintor, que de repente transita hacia el reinado de Carlos II y la obra de los dos pintores que sucedieron a Velázquez, Martínez del Mazo y Carreño Miranda.

jueves, 26 de diciembre de 2013

A Proust Odissey: Le Temps Retrouvé (II)

Mais qu'un bruit, qu'une odeur, déjà entendu ou respiré jadis, le soient de nouveau, à la fois dans le présent et dans le passé, réels sans être actuels, idéaux sans être abstraits, aussitôt l'essence permanente et habituellement cachée des choses se trouve libérée, et notre vrai moi qui, parfois depuis longtemps, semblait mort, mais ne l'était pas entièrement, s'éveille, s'anime en recevant la céleste nourriture qui lui est apportée. Une minute affranchie de l'ordre du temps a recrée en nous pour la sentir l'homme affranchi de l'ordre du temps. Et celui-là, on comprend qu'il soit confiant dans sa joie, même si le simple goût d'une madeleine ne semble pas contenir logiquement les raisons de cette joie, on comprend que le mot de "mort" n'ait pas de sens pour lui: situe hors du temps, que pourrait-il craindre de l'avenir?

Pero basta que un ruido, un aroma, ya escuchado o respirado antes, lo sea de nuevo, a la vez en el presente y en el pasado, reales sin ser actuales, ideales sin ser abstractos, que inmediatamente la esencia permanente y habitualmente escondida de las cosas se halla liberada, y nuestro verdadero yo, que desde largo tiempo parecía muerto, pero no lo estaba enteramente, se despierta, se reanima al recibir el alimento celestial que se le ofrece. Un minuto arrancado del orden del tiempo ha recreado en nosotros su alegría, incluso si el mero sabor de una magdalena no parece contener lógicamente las razones de este gozo, se comprende que el nombre de "muerte" no tiene sentido para él: colocado fuera del tiempo, ¿qué puede temer del futuro?

Pasada la mitad de Le Temps Retrouvé, la conclusión del ciclo novelístico de À la Recherche, el largo camino que hemos recorrido hasta entonces parece haber concluido en un callejón sin salida. Mejor dicho, ha terminado en la muerte, la extinción, la desaparición.

sábado, 21 de diciembre de 2013

Nothing else, Nothing less

Toyen, Mensaje del Bosque

Les contaba la semana pasada el curioso vacío en que se hallaba sumida la exposición del Surrealismo en la Juan March, como si el público la hubiera abandonada. Esta mañana he estado visitando la muestra El Surrealismo y el Sueño abierta en la Thyssen madrileña y ya tenía pensado de antemano como iba a orientar la entrada, dado lo bien que se les da la publicidad y la propaganda a los responsables de esa institución.

Sin embargo, no estaba preparado para la sorpresa que me aguardaba allï. También estaba medio vacía y muchos de los visitantes iban acelerando el paso a medida que pasaban de una sala a otra. Algo les espantaba, en el sentido de hastiar, y les llevaba a escapar cuanto antes de esa exposición, en la que evidentemente faltaba lo que estaban esperando, fuera lo que fuera.

Estaba claro que los Surrealistas no son los Impresionistas


sábado, 14 de diciembre de 2013

Light of Darkness

Michael Wolgemut, Baile de los Esqueletos
Si el invierno pasado fue el tiempo de los impresionistas en Madrid- con dos megaexposciones en la misma calle - este otoño ha sido el tiempo de los surrealistas, con dos exposiciones más que interesantes, aunque quizás no por las razones que pensaban sus organizadores.

La primera de ellas que voy a intentar reseñarles es la abierta en la fundación Juan March, con el nombre Surrealistas antes del Surrealismo. Como es habitual en esta instución - casi la decana del panorama expositivo madrileño - el nombre que se ha dado a la muestra define bastante bien su propósito: Trazar la permanencia de lo fantástico y lo irracional en el arte occidental, fenómeno del cual el surrealismo es la última - y más ruidosa - manifestación.

Ese rigor temático puede haber tenido el indeseable efecto de confundir al público. Como ya saben suelo visitar las exposiciones dos veces, separadas por varias semanas de  distancia. Pues bien, si en mi primera vista la asistencia era bastante importante, aunque no masiva, en esta segunda ocasión, la muestra estaba casi completamente vacía. Circunstancia que ayuda mucho a verla, pero que supone un pequeño fracaso para una exposición tan apartada de los tópicos que rodean a ese movimiento en el mente popular: El sueño y Dalí, por decirlo brevemente.

jueves, 12 de diciembre de 2013

A Proust Odissey: Le Temps Retrouvé (I)

J'étais triste en remontant dans ma chambre de penser que je n'avais pas été une seule fois revoir l'église de Combray qui semblait m'attendre au milieu des verdures dans une fenêtre toute violacée. Je me disais: "Tant pis, ce sera pour une autre année, si je ne meurs pas de d'ici là" ne voyant pas d'autre obstacle que ma mort et n'imaginant pas celle de l'église qui me semblait devoir durer longtemps après ma mort comme elle avait duré longtemps avant ma naissance.

Me sentía triste al subir a mi habitación, pensando que no había ido ni una sola vez a visitar la iglesia de Combray que parecía esperarme en medio de los campos en una ventana completamente violeta. Me decía: "Tanto peor, será para otro año, si no muero antes" sin ver otro obstáculo que mi muerte y sin imaginar la de una iglesia que parecía debía permanecer aún largo tiempo tras mi muerte, tanto como había permanecido antes de mi nacimiento.

Ya les había contado como La Prisonnière se centraba en narrar las tres muertes de Albertine, el gran no-amor del protagonista. Le Temps Retrouvée, la novela que cierra el ciclo, en la que se obra la redención/salvación del narrador, el modo y la manera en que que deja de ser un inútil, una sombra más destinada a desaparecer, para hacer realidad sus aspiraciones literarias, debería constituir un contrapunto a la historia anterior, un punto de partida, un rayo de esperanza - valga el tópico -, pero lo cierto es que toda esta obra final, de principio a fin, está teñida por la certeza y proximidad de la muerte: la del propio protagonista, en este caso.

Parte de esta negrura, apenas rota por esos débiles rayos de esperanza, se debe a las circunstancias en qué fueron escritas estas novelas finales. Ya les señalé en otras entradas como el plan original de Proust - en 1913 - era publicar sólo dos novelas de gran extensión, ue se convirtieron en tres por deseo de su editor. El parón provocado por la primera guerra mundial, cuando sólo se había publicado Du Côte de Chez Swan y la relación, terminada en tragedia, de Proust con su secretario Agostinelli - reencarnado luego en la Albertine de la Novele - permitieron que Proust reelaborase una y otra vez la novela, pasando primero a cinco volúmenes y luego a los siete que conocemos.

Sin embargo, como también es sabido, los últimos tres volúmenes quedaron en estado primer borrador y  copia mecanografíada, pendiente de una revisión posterior de Proust, que, por lo que sabemos, podía resultar en modificaciones de gran calado, hasta tornar irreconocible la versión final. Ese borrador, por otra parte, está plagado de inconsistencias y contradicciones - como las resurrecciones repentinas de personajes muertos - que fuerzan a que toda edición de esos tres tomos sea un auténtico trabajo de arqueología, para intentar dilucidar las auténticas intenciones de Proust, fueran cuales fueran.

Ese estado de inacabado no era desconocido al propio autor, que siguió trabajando la novela hasta prácticamente el último instante de sus existencia y no es de extrañar - como veremos - que gran parte de ese miedo a la disolución final se filtre en el texto que nos ha llegado. No obstante, como en tantas ocasiones, pensar en los últimos tomos de À la Recherche - y especialmente Le Temps Retrouvé - en términos de esbozo sería hacer de menos a Proust y caer en la trampa de un espejismo, ya que gran parte del material que surge en la versión final de Le Temps Retrouvé estaba ya presente desde el tiempo ya lejano - en 1909 - que el autor francés emprendió la redacción de la obra de su vida.

sábado, 7 de diciembre de 2013

What could not be


Telemaco Signorini, Marina a Viareggio
 En la fundación Mapfre madrileña, se puede visitar aún la exposición dedicada a un grupo de pintores italianos del siglo XIX, los Machiaioli, muy poco conocido en España. Este olvido se debe en gran parte a que no dejaron de ser una excepción en el arte Europeo, sin continuidad en su país, mientras que su periodo pleno, apenas abarca los años finales de la década de los cincuenta y los primeros de la de los 60. De hecho, si se les recuerda es simplemente porque su arte, como el de otros grupos de la misma época, tiene más de un lazo de unión - "recuerda", en definitiva - al de los impresionistas franceses de la década de lo setenta.

No obstante, resultaría  equívoco etiquetarlos como preimpresionistas o protoimpresionistas - o como hace de forma ambigua la exposición, realismo impresionista, expresión que por su indefinición es completamente inútil - ya que ese movimiento aún ni se sospechaba en el momento de madurez de este grupo. Es más útil intentar encuadrarlos en los muchos realismo de la primera mitad del siglo XIX -  Corot y Courbet, la escuela de Barbizon - todos esos pintores que empezaron a pintar la realidad tal y como la veían, ya fuera por convencimiento estético o político, y descubrieron que los modos y técnicas de la pintura académica - o de los muchos romanticismo - no les servían para ese propósito.

jueves, 5 de diciembre de 2013

When Gods trod the earth


Mi silencio desaconstumbrado estos días se ha debido a que la semana pasada estuve de viaje de trabajo en Munich, con lo que el cansancio acumulado me ha impedido continuar con estas anotaciones. No todo fue trabajo, por suerte, y tuve algo de tiempo para visitar alguno de los muchos - y magníficos - museos de esa ciudad.

Uno de ellos es la Glypthothek, que alberga una de las mejores y más completas colecciones de escultura Grecorromana de Ocidente - comparable a las de el Británico, El Louvre, el Vaticano o Dresde. Como pueden imaginar - si conocen mis gustos - terminé completamente enamorado de lo que vi allí, por lo que una entrada dedicada a ese museo era más que necesaria. Desgraciadamente, un museo de esa categoría admite muchos enfoques a la hora de reseñarlo, muchos más de los que cabrían en unos pocos párrafos.

Podría hablarles de lo extraño que resulta que un país de herencia romana - empezando por su propia lengua -como el nuestro, no cuente con una gran colección de escultura clásica, si descontamos las salas del Museo del Prado, olvidadas por el público habitual y - casi - sus propios cuidadores. También podría hablarse de como a la historia que nos cuentan las estatuas de la Glyptothek se superpone otra distinta, la de un museo creado como obra de arte en el siglo XIX, decorado según un ideal clásico que se descubrió luego completamente equivocado - obligando a rerestaurar las intervenciones de grandes esculturos de esa época cono Thorvaldsen - y que fue completamente destruido durante la Segunda Guerra Mundial por los bombardeos aliados, hasta devenir una ruina similar a la de los templos clásicos de los que se habían escavado las estatuas que conservaban.

No. De lo que les quiero hablar es de algo más turbador, al menos para mí. Durante mi estancia en ese museo, a una hora temprana, pero no demasiado, yo era el único visitante.

sábado, 30 de noviembre de 2013

A Proust Odissey: Albertine Disparue (III)

Le monstre à l'apparition duquel mon amour avait frissonné, l'oubli,avait bien, comme je l'avais cru, fini par le dévorer. Non seulement cette nouvelle qu'elle était vivante ne réveilla pas  mon amour, non seulement elle me permit de constater combien était déjà avancé mon retour vers l'indifférence, mais elle lui fit instantanément subir un accélération si brusque que je me demandai rétrospectivement si jadis la nouvelle contraire, celle de la mort d'Albertine, n'avait pas inversement, en parachevant l'ouvre de son départ, exalté mon amour et retardé son déclin. Oui maintenant que la savoir vivante et de pouvoir être réuni à elle me la rendait tout d'un coup si peu précieuse, je me demandais si les insinuations de Françoise, la rupture elle-même, et jusqu'à la mort (imaginaire mais crue réelle) n'avaient pas prolongé mon amour, tant les efforts de tiers et même du destin pour nous séparer d'une femme ne font que nous attacher à elle. Maintenant c'était le contraire que se produisait, D'ailleurs j'essayai de me la rappeler, et peut-être parce que je n'avais plus qu'un signe à faire pour l'avoir à moi, le souvenir qui me vint fut celui d'une fille déjà grosse, hommasse, dans le visage fané de laquelle saillait déjà comme un graine, le profil de Mme de Bontemps. Ce qu'elle avait pu faire avec Andrée ou d'autres ne m'intéressait pas. Je ne souffrait plus du mal que j'avais cru si longtemps inguérissable, et au fond j'aurais pu le prévoir.

El monstruo ante cuya aparición mi amor había temblado, el olvido, había terminado por devorarlo, tal y como yo lo había creído. No era ya que la noticia de que ella estuviera aún viva no despertase mi amor, no era ya que eso me permitiese constatar cuanto había avanzado mi vuelta hacia la indiferencia, sino que eso me hizo experimentar una aceleración tan brusca que me preguntaba retrospectivamente si entonces la noticia contraria, la de la muerte de Albertine, no había por el contrario, al culminar la obra  de su partida, exaltado mi amor y retrasado su declive. Si ahora el saberla viva y el poder reunirme con ella me la tornaba de tan poco valor, me preguntaba si las insinuaciones de Françoise, incluso la ruptura, incluso la muerte (imaginaria pero concebida como real) simplemente habían prolongado mi amor, como si los esfuerzos de otros e incluso el destino por separarnos no hubieran hecho otra cosa que unirnos aún más. Ahora sucedía lo contrario. Intentaba traerla a mi recuerdo y quizás por sólo bastaba una seña para tenerlea a mi lado, el recuerdo que venía a mi mente era el de una mujer gorda, machorra, de rostro marchito del que brotaba el perfil de Mme. de Bontemps. Lo que podío haber hecho con Andrée o con otras ya no me interesaba. Ya no sufría de ese mal que durante largo tiempo había creído incurable, y en realidad habría debido prever ese resultado.

En mis anotaciones sobre Albertine Disparue he hablado varias veces de las tres muertes de Albertine. La primera es la ruptura, cuando el tiempo empieza a contarse desde el día en que ella nos abandono y poco a poco, la eternidad y la realidad van aniquilando esa vida en común que parecía ser nuestro único destino, hasta que la separación se convierte en nuestro único espacio y tiempo, como si el otro no fuera más que un sueño o un ensueño. La segunda muerte, más radical y definitiva, es por supuesto, la muerte del ser amado, su translación a un mundo al cual no tenemos acceso alguno, puesto que la existencia de esa persona ha sido completamente borrada del tiempo y el espacio que habitabamos, como si no fuera otra cosa que un personaje de novela.

Queda aún, no obstante, la última muerte. Aquella en que nos transformamos en los asesinos, aunque sea virtuales, de aquellos que proclamábamos amar más que nuestra propia vida.

jueves, 28 de noviembre de 2013

Under the Shadow of Postmodernism (VIII)

In 1412 Castile and the Crown of Aragon came to be ruled by closely related members of one family, The Trastámaras, with Ferdinand of Antequera as king of Aragon, and John II, his young nephew, as king in Castille. Illegitimate by birth having come to throne by assassination, the Trastámaras - Isabella and Fernando were direct descendants of Henry of Trastámara - fought against great odds while slowly building the foundations of Spain's hegemony in Europe and the known world in the early modern period. If the particular stories of Castile and the Realms of Aragon were strongly linked in cycles of familial alliances and violent antagonisms before 1412, by the early fifteenth century their stories became inexorably intertwined. In spite of frequent marriages between the two branches of the family throughout the fifteenth century - incestuous ties one may call them - of which the fabled union of Isabella and Ferdinand was only the most productive, the relations between the two realms were anything but peaceful. In reality any hope of a working partnership seemed nearly impossible.

Teófilo F. Ruiz, Spain's Centuries of Crisis.

Continuando con la revisión de la historia de España dirigida por John Lynch - ya casi estamos en el punto donde se recupera la sincronía con la de Crítica/Pons, cuya comparación era el motivo principal de esta entrada - este tomo se centra en los dos últimos siglos de la Iberia Medieval, 200 años que a pesar de su son habitualmente descuidados, cuando no sencillamente despreciados.

Como bien indica el título del libro de Teófilo F. Tuiz, el principal problema para los diferentes nacionalismos de esta península es que se trata de un tiempo de crisis. El reíno de Castilla, tras su expansión triunfal por el sur de España en el siglo XIII, fue incapaz de completar la conquista del reíno moro de Granada y aún tuvo que sufrir los constantes ataques de los Benimerines, cuya derrota le llevó la primera mitad del siglo XIV. Únase a esto que la historia de este reíno en los siglos XIV y XV es una larga lista de regencias y minorías reales, reyes débiles, validos y continuas rebeliones nobiliarias, así como una cruenta guerra civil que se transforma en un conflicto internacional en el marco de la Guerra de los Cien Años, y se comprenderá que los propagandistas del Imperio del XVI no hayan mirado con buenos ojos a ese tiempo.

De manera análoga, la corona de Aragón sufre un parón similar. Tras la espectacular creación de su imperio mediterráneo al final del siglo XIII, tras la cual la historia de Cerdeña, Sicilia y Nápoles se vuelve inseparable de la del reino peninsular, los dos siglos posteriores son una larga serie de reveses y reintentos, de guerras infructuosas y divisiones patrimoniales, que sólo alcanzarán una conclusión en forma de unión permanente y definitiva en tiempo de los Reyes Católicos y el Gran Capitán. A este complejo y enrevesado discurrir histótico, poco atractivo a los ojos de los propagandistas nacionales, hay que unir que la parte económicamente más activa en el siglo XX y XXI de la antigua corona aragonesa, Cataluña, cae en una profunda crisis durante todo este periodo quedando reducida a un papel secundario, sin contar que los problemas estructurales de la corona común acaban por tornar la unión en casi ingobernable.

Aún así, la historía de Castilla y Aragón no sería muy distinta de la del resto de Europa en estos siglos: la larga crisis que pone punto final al mundo medieval pleno del siglo XIII y pone los fundamenos de la Europa renacentista y de los estados modernos. De hecho, si se mira con atención, en realidad el siglo XVI acabaría siendo un tiempo mucho más tumultuoso, confuso y descorazonador que los dos que le antecederion, ya que muchas de las esperanzas creadas por el humanismo de finales del XV acabarían siendo destrozadas por la Reforma y la Contrarreforma subsiguiente, culminando en la inmensa matanza universal de la Guerra de los treinta años. Sin embargo, y en el caso de la península Ibérica, existen unos protagonistas incómodos - pero insoslayables - que han sido desde siempre objetivo común de los dardos y los insultos de los diferentes nacionalismos peninsulares.

Se trata, como pueden imaginar de los Trastámara. La familia de bastardos reales que acabó siendo la dinastía gobernante de casi todos los reinos ibéricos.

sábado, 23 de noviembre de 2013

A Proust Odissey: Albertine Disparue (II)

C'est même tout à fait la même chose. Car la femme qu'on revoit quand ne l'aime plus, si elle vous dit tout, c'est qu'en effet ce n'est plus elle, ou que c'est ne plus vous: l'être qui a rendu tout aisé et tout inutile. Je faisais ces réflexions, me plaçant dans l'hypothèse où Andrée était véridique - ce qui était possible - et amenée à la sincérité envers moi précisément parce qu'elle avait maintenant des relations avec moi, par ce côte Saint-André-des-Champs qu'avait eu au début avec moi Albertine. Elle y était aidée dan ce cas par le fait qu'elle ne craignait plus Albertine, car la réalité des êtres ne survit pour nous que peu de temps après leur mort, et au bout de quelques années ils sont comme ces dieux des religions abolies qu'ont offense sans crainte parce qu'on a cesse de croire a leur existence. Mais qu'Andrée ne crût plus à la réalité d'Albertine pourrait avoir pur effet qu'elle ne redoutât plus aussi bien que de trahir une vérité qu'elle avait promis de ne pas révéler, d'inventer un mensonge qui calomniait rétrospectivement sa prétendue complice. Cette absence de crainte lui permettait-elle de révéler enfin, en me disant cela, la vérité, ou bien d'inventer une mensonge, si, pour quelque raison, elle me croyait plein de bonheur et d'orgueil et voulait me peiner?

De hecho, es incluso lo mismo. Porque la mujer que se vuelve a ver cuando ya no se la ama, si os dice todo, es que en efecto ya no es ella, o que ya no eres tú: el ser que ha convertido todo en cómodo y todo en inútil.  Hacía esas reflexiones, me proponía la hipótesis de que Andrée era sincera - lo cual era posible - e inclinada a la sinceridad conmigo precisamente porque ella tenía relaciones conmigo en ese momento, por ese aspecto Saint-André-des-Champs que había tenido al principio conmigo Albertine. Le ayudaba el hecho de que ella no temía más a Albertia, porque la realidad de un ser no sobrevive mucho para nosotros tras su muerte, y tras unos cuantos años son como esos dioses de la religiones abolidas a los que se ofende sin temor porque se ha dejado de creer en su existencia. Pero que Andrée ya no creyera en la realidad de Albertine podía tener como efecto que tampoco temiera traicionar una verdad que había prometido no revelar, inventando un mentira que calumniase retrospectivamente a su antigua cómplice. ¿Esta falta de temor le permitía revelarme al fin, diciéndome aquello, la verdad, o bien inventaba una mentira, si, por cualquier razón, me creía pleno de felicidad y de orgullo y que quería hacerme daño?

 Hablaba en la entrada anterior de la muerte en tres tiempos de Albertine que constituye el núcleo central de Albertine Disparue. La primera muerte es por supuesto el final de su convivencia, mejor dicho, la idea, la certeza que una vez separados, esa vida común tiene la misma consistencia que un sueño del que se acaba de despertar, mientras que el estado de vigilia es un mundo donde esa relación no existe, ni existirá, puesto que el paso del tiempo sólo servirá para confirmar la posibilidad, la realidad de una vida en separado, en la que cada uno de los miembros de la pareja descubrirá que le está permitido vivir sin el otro, y que en realidad, ése y no otro es el estado que asegura su auténtica felicidad.

La segunda muerte es la muerte física de Albertine, su desaparición de este mundo y su conversión en un ser irreal, inalcanzable, inasible, de la misma consistencia que esos sueños cuyo recuerdo se desvanece al despertar, casi antes de que tengamos consciencia de ellos. Desaparición de una persona, del cuerpo, del objeto que representa esa persona que acarrea inevitablemente la de todos aquellos sentimientos que asociábamos con ella, hasta que al final no es que esa persona y su relación con nosotros nos sea completamente indiferentes, sino que simplemente nunca volvemos a recordarla, es extirpada por el olvido de nuestras vidas, hasta el punto que ningún suceso, ninguna ocurrencia podrá volverla a resucitar, aunque sea sólo por unos instantes, aunque sea sólo como fantasma sin rostro en nuestro recuerdo - como ocurre con todas aquellas personas que fueron nuestros amantes en otro tiempo y la que no hemos vuelto a ver en mucho tiempo, cuya evocación, si acusa ocurre, es en forma intercambiable e indefinible, como maniquí único al que se le puede vestir con cualquier ropa que encontremos.

sábado, 16 de noviembre de 2013

A Proust Odissey: Albertine Disparue (I)

Ce même vide que je sentais dans ma chambre depuis qu'Albertine était partie et que j'avais cru combler en serrant des femmes conte moi, je le retrouvais en elles. Elles ne m'avaient jamais parlé, elles, de la musique de Vinteuil, des Mémoires de Saint Simon, elles n'avaient pas mis un parfum fort pour venir me voir, elles n'avaient joué à mêler ces cils aux miens, toutes choses importantes parce que elles permettent, semble-t-il, de rêver autour de l'acte sexuel lui même et de se donner l'illusion  de l'amour, mais en réalité parce qu'elles faisaient partie du souvenir d'Albertine et que c'était elle que j'aurais voulu trouver. Ce que ces femmes avaient d'Albertine me faisait mieux ressentir ce que d'elle il leur manquait, et qui était tout, et qui ne serait plus jamais puisque Albertine était morte. Et ainsi mon amour pour Albertine, qui m'avait attiré vers ces femmes, me las rendait indifférentes, et mon regret d'Albertine et la persistance de ma jalousie, qui avaient déjà dépassé par leur durée mes prévisions les plus pessimistes, n'auraient sans doute jamais changé beaucoup si leur existence, isolée du reste de ma vie, avait seulement été soumise au jeu de mes souvenirs, aux actions et réactions d'une psychologie applicable à des états immobiles, et n'avait pas entraînée vers un système plus vaste où les âmes se meuvent dans le temps comme le corps dans l'espace. Comme il y a une géométrie dans l'espace, il y a une psychologie dans le temps, où les calculs d'une psychologie plane ne seraient plus exacts parce qu'on n'y tendrait pas compte du Temps et d'une des formes qu'il revêt, l'oubli; l'oubli dont je commençais à sentir la force et qui est un si puissant instrument d'adaptation a la réalité parce qu'il détruit peu à peu en nous le passé survivant qui est en constante contradiction avec elle. Et j'aurais vraiment bien pu deviner qu'un jour je n'aimerais plus Albertine.

Ese mismo vacío que sentía en mi habitación tras la marcha de Albertine y que había creído colmar abrazando a otras mujeres, lo reencontraba en ellas. Ellas nunca me habían hablado, ellas, de la música de Albertine, de las memorias de Saint-Simon, ellas nunca se habían puesto un perfume fuerte para venir a verme,  nunca había jugado a enredar sus pestañas con las mías, actos importantes porque permiten, me parecía, soñar alrededor del acto sexual e incluso tener la ilusión del amor, pero en realidad porque formaban parte del recuerdo de Albertine y porque era ella a quien quería encontrar. Lo que esas otras mujeres tenían de Albertine me permitía notar mejor lo que les faltaba de ella, que era todo y que ya no sería porque Albertine estaba muerta. Y así mi amor por Albertina y la persistencia de mis celos, cuya duración había superado mis previsiones más pesimistas, sin duda no habrían cambiado mucho si su existencia, aislada del resto de mi vida, sólo hubieran estado sometidas al juego de mis recuerdos, a las acciones y reacciones de una psicología aplicable a estados inmóviles y no hubiera derivado hacia un sistema más vasto, donde las almas se mueven como en el tiempo como los cuerpos en el espacio. Al igual que hay una geometría del espacio, hay una psicología del tiempo, donde los cálculos de una psicología plana no serían exactos puesto que no tendrían en cuenta el tiempo como una de las formas que revisten, el olvido, el olvido del que comenzaba a sentir la fuerza y que es si un instrumento tan poderoso de adaptación a la realidad es porque destruye poco a poco el pasado sobreviviente que está en contradicción permanente con él. Y yo habría debido adivinar que un día ya no amaría a Albertine.

La Prisonnière concluía con el anuncio de la marcha de Albertine, asqueada, suponemos, por el encierro y la continua tortura psicológica a la que el narrador de À la recherche...  la sometía. Tal suceso debería haber supuesto una liberación para ambos, especialmente para el protagonista, dado el cansancio que esa relación le provocaba y que una y otra vez nos había restregado a lo largo de esa novela. Sin embargo, como bien señalaba Oscar Wilde, ten cuidado con lo que deseas, porque puede ser que se te conceda.

Ese y no otro es el tema de Albertine Disparue (o La Fugitive, como prefieran)

viernes, 15 de noviembre de 2013

Under the Shadow of Postmodernism (y VII)

Only four years earlier the nobility had consented to the taxation of their  vassals until "the imperial business was completed". In the event, however, the empire hardly came into it. Men had been asking why Alfonso had failed to confront Charles of Anjou in Southern France. Cerveri de Girona lamented the decay of Castilian qualities. The question being asked was whether this was due to its king or its people ('del reys o de las regios'). But whichever way you looked at it, France was on top and the other underneath. Amongst other, Cerverì's co-jongleur Paulet de Marseilles was trobled that the king's brother D. Enrique was still in Charles of Anjou's prison where he had been languishing, none too uncomfortably, since his capture at the battle of Tagliacazzo. If Alfonso, a valiant and noble-hearted king, suffered him to remain there he would have deceived his admirers, and Spaniards failing to hasten to his assistance would be guilty of villainy and cowardice. Another account of the aftermath of that battle, related in the 1450 by Aeneas Silvius Piccolomini, reported how before his beheading, the marvellous boy Conradin took his gauntlet and 'falling flung to the host behind' this symbol of his "betrayed kingdom". Thus the charismatic grandson of Frederick II passed on whatever rights he enjoyed there to Infant Pedro of Aragon, at whose court he would be remembered as 'kin Conradin II'. It was the killing of him that brought to the surface the hatred of Charles and the Frenchmen that Pedro had harboured since boyhood.

Peter Linehan, Spain, 1157-1300, A Partible Inheritance

Durante este recorrido por la historia de la península ibérica, les he señalado ya en varias ocasiones el buen sabor que me estaban dejando los tomos medievales de la Historia de España dirigida por John Lynch. Desgraciadamente todo lo bueno se acaba y me he encontrado con un tomo, el escrito por Peter Linehan y centrado en el siglo XIII peninsular, que no puedo calificar de otra manera que patinazo.

El primer error es de extensión. No creo que se pueda resumir en apenas 200 páginas un siglo en el que, ya definitivamente, se puede considerar que la reconquista se ha saldado con el triunfo del bando cristiano - la liquidación total tardaría un poco más, por problemas estructurales -, durante el que los reínos peninsulares se convierten en actores activos de la política europea - en el sentido de que no son un apéndice de ese continente, sino que intervienen e interfieren activamente - y, sobre todo, que abunda en personalidades fascinantes, cuya figura e importancia, permanecen en la penumbra para la mayoría de los habitantes de esta cosa que llamamos España, Iberia o como se les antoje o prefieran.

Este defecto sería subsanable, pero Linehan comete un error metodólogico imperdonable. De repente, y sin razón alguna, su historia de propone como castellanocéntrica. Dejando a un lado el tufo a cierto pasado dictatorial que esa visión tiene para un lector de la península, adoptar ese enfoque significa olvidar que a partir de ese periodo - yo diría incluso que un poco antes - la historia de los reínos ibéricos no se puede desenredar, ni contar por separado, por lo que se requiere una narración en la que los diferentes puntos de vista - el castellano, el aragones-catalán, el navarro - se equilibren y contrapongan. Para empeorar las cosas, Linehan guarda el silencio aconstumbrado sobre la historia del reíno de Portugal, un error de siglos en la historia de España que sólo contribuye a que dos estados vecinos, como el nuestro y el suyo, sean perfectos desconocidos para sus respectivos habitantes.

Esto valdría ya para dejar el libro en mala posición, pero Linehan se las arregla para fastidiarlo aún más, ya que la mitad del libro se dedica al reinado del Alfonso X, cuya duración es menos de un cuarto del periodo considerado. Si a eso unimos, que el estilo de Linehan es bastante retorcido y que tiene la manía de ir dando saltos temporales y espaciales de decenios y centenares de kilómetros incluso dentro del mismo párrafo, se comprenderá que su narración de los hechos fuera - e incluso dentro - de ese reinado se torna un batiburrillo de alusiones y sobreentendidos que resulta casi imprensible a menos que se tenga cierto conocimiento anterior.

Hasta aquí todo lo malo, pasemos a lo bueno, que también lo hay y salva in extremis este volumen.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

A Proust Odissey: La Prisonnière (III)

Car à des dons  plus profonds, Vinteuil ajoutait celui que peu de musiciens, et même peu de peintres on possédé, d'user de couleurs non seulement si stables mais si personnelles que, pas plus que le temps n'altère leur fraîcheur, les élèves qui imitent celui qu les a trouvées, et les maîtres même qui le dépassent, ne font pâlir leur originalité. La révolution que leur apparition a accomplie ne voit pas ses résultats s'assimiler anonymement aux époques suivantes; elle se déchaîne, elle éclate à nouveau, et seulement quand on rejoue les ouvres du novateur a perpétuité. Chaque timbre se soulignait d'une couleur que toutes les règles du monde apprises par les musiciens les plus savants ne pourraient pas imiter, en sorte que Vinteuil, quoique venu à son heure et fixé à son rang dans l'évolution musicale, le quitterais toujours pour venir prendre la tête dès qu'on jouerait une de ses productions, qui devrait paraître éclose après celle de musiciens plus récents, a ce caractère en apparence contradictoire et en effet trompeur, de durable nouveauté. Une page symphonique de Vinteuil, connue déjà au piano et qu'on entendait à l'orchestre, comme un rayon de jour d'été que le prisme de la fenêtre décompose avant son entrée dans un salle à manger obscure, dévoilait comme un trésor insoupçonné et multicolore toutes les pierreries des Mille et Une Nuits

 Marcel Proust, La Prisonnière.

Porque a dones más profundos, Vinteuil añadía uno que pocos músicos e incluso pocos pintores poseen, utilizar unos colores no sólamente estables sino tan personales que no es ya que el tiempo no marchite su frescura, sino los alumnos que imitan al que los encontró y e incluso los maestros que le superaron, no consiguen hacer palidecer su originalidad. La revolución alcanzada con su aparición no ve sus logros asimilados de forma anónima por las épocas siguientes: se desencadena, explota de nuevo y únicamente cuando se reponen las obras del ese renovador a perpetuidad. Cada tono se subraya con un color que todas las reglas del mundo aprendidas por los músicos más sabios no podrán imitar, de manera que Vinteuil, aunque tiempo y su lugar hayan quedado fijados en la evolución musical, lo abandonará siempre por ponerse a la cabeza en cuanto se interprete una de sus composiciones, una obra que debería aparecer conclusa tras la de músicos mas recientes, tiene ese carácter en apariencia contradictorio y engañoso, de novedad duradera. Una página sinfónica de Vinteuil, conocida al piano y que se escucha a la orquesta, como un rayo de luz que el prisma de una ventana descompone antes de entrar en un comedor obscuro, desvela como un tesoro insospechado y multicolor toda la pedrería de las Mil y una Noches.

El quiento volumen de À la recherche du temps peru, La Prisonnière, es la conclusión del largo proceso de desengaño y desilusión que  parecía constituir el tema central de la novela. Muchos son los ideales del protagonista que han ido haciéndose trizas a lo largo de ese recorrido: Los Guermantes, la vida mundana, los diferentes países y lugares soñados, el teatro y los escritores, el amor y el enamoramiento. Para esta última categoría, La Prisonnière constituye su punto más bajo, un infierno del que sus participantes no pueden salir, y en el que ellos mismos son sus propios verdugos, sin necesidad de demonios que les inflijan su tortura.

Esta última afirmación puede parecer extraña. La novela, al fin y al cabo, no es otra cosa que la narración del encierro que el protagonista impone a su supuesto amor, Albertina. Poseído por unos celos patológicos, el narrador la aparta y esconde del mundo, apartándola de todo tipos de placeres, especialmente los prohibidos, para reservárselos para sí. Sin embargo, ese aislamiento no surge efecto, no ya porque Albertine siempre pueda encontrar la oportunidad de satisfacer sus gustos - ese lesbianismo que el narrador no puede replicar para ella- sino porque el pasado constituye un amplio país desconocido en el que la "traición" vive y se oculta.

No es ya entonces que el narrador someta a su "amada" a continua vigilancia, es que su locura deviene intenso escrutinio de lo ya pasado y casi olvidado. Sus relaciones quedan reducidos a largos interrogatorios, a los que el silencio y la mentira son la única respuesta. Esa así como el encierro, la tortura de Albertine se convierten en el encierro y la tortura del narrador. Para evitar que en el tiempo de su amada existan regiones desconocidas, el mismo se encierra con ella. Para dilucidar ese pasado ignoto pero temido, se ve obligado a interpelarla con frase contrarias a lo que pretende investigar, anticipando la mentira segura con que será satisfecha la seguridad.

Su convivencia se transforma así en un elaborado cruce de cifras y enigmas, durante el que cada uno de ellos intenta engañar y confundir al contrario. Poco amor queda ya en esa relación, de forma que el vínculo, la razón que los une, acaba reducida a torturar permanentemente a su contrario, juego perverso del que forman parte incluso las amenazas de ruptura, último medio de humillar y forzar al oponente.

Llegado a este punto, destruidas toda ilusion, toda esperanza, incluso las más sagradas. ¿Queda algo por lo que vivir? La respuesta sería un rotundo no.

martes, 12 de noviembre de 2013

(Not so) Holy History

One of the most fascinating features of early Christianity is that so many different Christians teachers and Christian groups were saying so many contrary things. it is not just that they said different things. They often said just the opposite things. There is only one God. No, there are many gods. The material world is the good creation of a good God. No, it comes from a cosmic disaster in the divine realm. Jesus came in the flesh. No, he was totally removed from the flesh. Eternal life comes through the redemption of the flesh. No, it does not come through the redemption of the flesh. Paul taught those things. No, Paul taught those other things. Paul was the true apostle. No, Paul misunderstood the message of Jesus. Peter and Paul agreed on every theological point. No, they were completely at odds with one another. Peter that that Christians were not to follow the Jewish law. No, he taught that the Jewish law continued to be in force. And on and on and on, world without end.
Not only did those on every side in all of these debates think that they were right and that their opponents were wrong; they also maintained in all sincerity and honesty that their views were the ones taught by Jesus and his apostles. What is more, they all, apparently, produced books to prove it, books that claimed to be written by apostles and supported their own points of view. What is perhaps most interesting of all, the vast majority of these apostolic books were in fact forges. Christians intent on establishing what was right to believe did so by telling lies, in an attempt to deceive their readers into agreeing that they were the ones who spoke the truth.

Bart D. Ehrman, Forged.

Debido que este fin de semana he estado medio pachucho - o más concretamente, me he sentido completamente vacío de energías - me ha dado tiempo a devorar dos libros del estudioso bíblico Bart D. Ehrman, títulados respectivamente, Jesus, Interrupted y Forged - citado al principio, que se centran en analizar las contradicciones internas del nuevo testamento y los complejos problemas de autoría, cuando no sencillamente de falsificación, de estos escritos fundacionales del cristianismo.

Para que me entiendan bien, cuando digo "Estudioso bíblico", no me estoy refiriendo a un estudio teólogico o desde el punto de vista de un creyento del contenido de los evangelios y demás libros del nuevo testamento. Me estoy refiriendo a un estudio científico que utilizando las herramientas del análisis textual y situando esos documentos en su contexto histórico, busca averiguar quién escribió esos documentos y cuál era su intencionalidad política y religiosa. Con ese punto de partida, Ehrman simplemente intenta divulgar a un público no especializado los resultados de la investigación académica en los últimos dos siglos, de 1800 en adelante, tare para la cual demuestra unas aptitudes didácticas bastante notables, aunque no deje de reciclar material de libro en libro, sin enseñar todo lo sabe en uno solo, en una maniobra comercial más que efectiva.

En sí, esa intención no debería ser especialmente polémica, sobre todo si se tiene en cuenta que Ehrmann se limita a contar lo que son hechos archisabidos. al menos en el entorno académico. Como se puede imaginar, tal intención no sentó muy bien en los sectores más radicales del protestantismo americano, aquellos que proclaman la infabilidad de la Biblia y la fabilidad de toda lo demás, y que no ha permanecido callados a la hora de denunciar y atacar a Ehrman. Esa obsesión no deja de ser paradójica cuando ese autor nunca ha negado la historicidad de Jesús, mientras que proclama que el conocimiento de como y quién escribió la biblia es esencial para comprender el cristianismo y no tiene porque entrar en conflicto con las creencias personales de cada uno.


sábado, 2 de noviembre de 2013

A Proust Odissey: La Prisonnière (II)

J'avais l'insouciance de ceux qui croient leur bonheur durable. C'est justement parce que cette douceur a été nécessaire pour enfanter la douleur - et reviendra du reste la calmer par intermittences - que les hommes peuvent être sincères avec autrui , et même avec eux-mêmes, quand ils se glorifient de la bonté d'une femme envers eux, quoique, à tour prendre, au sein de leur liaison circule constamment d'une façon secrète, inavouée aux autres, ou révélée involontairement par des questions, un inquiétude douloureuse. Mais celle-ci n'aurait pas pu naître sans la douceur préalable; même ensuite, la douceur intermittente est nécessaire pour rendre la souffrance supportable et éviter les ruptures; et la dissimulation de l'enfer secret qu'est la vie commune avec cette femme, jusqu'à la ostentation d'une intimité qu'on prétend douce, exprime un point de vue vrai, un lien général de l'effet à la cause, un des modes selon lesquels la production de la douleur est rendue possible. 

Marcel Proust, La prisonnière.

Tenía la tranquilidad de aquellos que creen su felicidad permanente. Es precisamente porque esa dulzura a sido necesaria para apagar el dolor - y que volvera en cualquier caso a calmarla de vez en cuando - que los seres humanos pueden mostrar sinceridad con otros hombres, e incluso con ellos mismos, cuando se gliran de la bondad que les muestra una mujer, cuando, a su debido tiempo, en el corazón de su relación circula constamente de forma secreta, inconfesado a los otros, or revelado involuntariamente por algunas preguntas, una inquietud dolorosa. Pero ésta última no habría podido nacer sin el la dulzuara anterior, aún más, esa dulzura intermitente es necesaria para tornar soportable el sufrimiento y evitar la ruptura, y la disimulación del infierno secreto que es la vida en común con esa mujer, hasta el extremo de presumir de una intimidad que se finge dulce, expresa un punto de vista verdadero, una relación universal entre efecto y causa, uno de eso modos por los que la creación del dolor resulta posible.

He comentado en otras cosas como lo que el narrador de À la recherche nos cuenta no es más que un elaborado juego de espejos creado por Proust. Tan oculto permanece su verdadero sentido y significado, que la mayoría de los lectores - como me ocurriera en mi primera lectura - no sabrán dar con las claves que permitan desvelar el enigma a menos que se las indiquen. De forma paradójica, para un escritor cuya tesis es demostrar el abismo que media entre obra y persona, entre el autor y su ficción, esas pistas no se encuentran en la propia obra sino que hay que ir a buscarlas en la vida de Proust, en el testimonio de aquellos que le conocieron y que decidieron hablar tras su muerte.


jueves, 31 de octubre de 2013

Under the Shadow of Postmodernism (y VI)

Nevertheless, his cousin, Alfonso Enríquez of Portugal, had stolen a match on him (Alfonso VII of Castille).  in mid-March the Portuguese king had made a swift thrust south of Coimbra and in a night attack surprised the Muslim town of Santarem. With its fall, he now controlled the passage of the Tajo against any but waterborne forces, and had isolated Muslim Lisbon and its environs from its coreligionists to the south. The Feat was important in itself, but it became doubly so with the appearance of a crusading fleet upon the scene.

The first elements of this fleet had sailed from Cologne about the end of August bound for Levant. In the passage of the North Sea and the Channel it was joined by equally strong formations of Flemish and English. On Pentecost, June 8, 1147, the combined force arrived off Galicia, and some of its complement celebrated that feast at Santiago de Compostela. From Galicia, the crusaders sailed south to Oporto, where they were met by its bishop, Pedro. That prelate convinced them to at least stop to parley with his king who was holding Lisbon to siege. The crusaders did just that, and Alfonso Enríquez persuaded them to join in the attack. The price of their adhesion was a treaty guaranteeing them the spoils of success and subsequent perpetual trading privileges in the entire realm. Lisbon put up a stubborn defence, but finally succumbed  to the combined forces on October 24, 1147. Mopping afterward turned all of Portugal north of the Tajo and south of Coimbra into Christian territory. It should perhaps be noted that the first bishop of a restored Lisbon was to be the Englishman Gilbert of Hastings

Bernard F. Reilly. The Contest of Christian and Muslim Spain. 1031-1157

En buena lógica, esta serie de entradas habría debido seguir con el libro de la Historia de España dirigida por John Lynch que está dedicada al emirato/califato de Córdoba, pero ese tomo aún está por salir, así que me he visto obligado a dar un salto de 250 años y pasar al volumén que describe la historia de Iberia del 1031 al 1157.

Puede parecer excesivo dedicar un libro entero a escasos 130 años y además de la historia medieval, pero esa impresión se disipa en cuanto se comienza su lectura y se derrumban varias de nuestras convicciones más profundas. Ya he comentado como uno de los errores más frecuentes en el estudio de la historia es caer en una visión teleológica, en la que los hechos presente ocurrieron necesariamente. Esta advertencia es especialmente necesaria en el caso del siglo a caballo entre el XI y el XII que se narra en esta obra, puesto que la versión en la que los españoles hemos sido educados es que tras la caída del Califato en el 1035, la reconquista cristiana era inevitable y necesaria, de forma que ningún suceso histórico podría haber invertido el resultado final, dando lugar a una España musulmana y no cristiana.

sábado, 26 de octubre de 2013

A Proust Odissey: La Prisonnière (y I)

Bien plus, ces deux manies inverses de la jalousie vont souvent au delà des paroles, qu'elles implorent ou refusent les confidences. On voit des jaloux qui ne le sont que des hommes avec qui leur maîtresse a des relations loin d'eux, mais qui permettent qu'elle se donne à un autre homme qu'eux, si  c'est avec son autorisation, près d'eux, et, sinon même à leur vue, du moins sous leur toit. Ce cas est assez fréquent chez les hommes âgés amoureux d'une jeune femme. Ils sentent la difficulté de lui plaire, parfois l'impuissance de la contenter et, plutôt que d'être trompés, préfèrent laisser venir chez eux, dans une chambre voisine, quelqu'un qu'ils jugent incapable de lui donner de mauvais conseils, mais non du plaisir. Pour d'autres es tout le contraire: ne laissant pas leur maîtresse sortir seule un minute dans une ville qu'ils connaissent, la tenant dans un véritable esclavage, ils lui accordent de partir un mois dans un pays qu'ils ne connaissent pas, où ils ne peuvent se représenter ce qu'elle fera. J'avais à l'égard d'Albertine ces deux sortes de manie calmante. Je n'aurais pas été jaloux si elle avait eu des plaisirs près de moi, encouragés par moi, que j'aurais tenus tous entiers sur ma surveillance, m'épargnant par là la crainte du mensonge; je ne l'aurai peut-être été non plus si elle était parti dans un pays assez inconnu de moi et éloigné pour que je ne puisse imaginer, ni avoir la possibilité et la tentation de connaître son genre de vie. Dans le deux cas le doute eût été supprimé par une connaissance ou un ignorance également complètes

Marcel Proust, La Prisonnière

Más aún, esas dos manías inversas de los celos se extienden a menudo más allá de las palabras, sea que imploren o rechacen las confidencias. Hay celosos que sólo lo son de los hombres con los que su amante tiene relaciones sin su conocimiento, pero que permiten que se entregue a otros, si es con su autorización, a su lado, y, si no es ante ellos, al menos bajo el mismo techo. Este caso es bastante frecuente entre los ancianos enamorados de una joven. Saben de la dificultad de complacerla, a veces incluso de su impotencia por contentarla y, antes que saberse engañados, prefieren que venga a su casa, a una habitación vecina, alguien que creen no podrá darle malos consejos, pero sí placer. Para otros es el caso contrario, no permiten que su amante salga un sólo instante en una ciudad que conocen, la mantienen en la esclavitud, pero le conceden que marcha a un país desconocido, donde no pueden imaginarse que hará. Frente a Albertina yo sufría de esos dos tipos de manía. No habría padecido celos si sus placeres hubieron tenido lugar ante mi vista, si yo los hubiera supervisado. Ahorrándome así el temor de una mentira, yo tampoco lo hubiera sido si ella partiese a tierras completamente desconocidas para mí y tan alejadas que yo no pudiese imaginar, ni tener la posibilidad o la tentación de conocer su género de vida. En ambos casos, la duda habría sido suprimidad por un conocimiento o una ignorancia igualmente completas.

Al final de Sodome y Gomorrhe, se había producido una catástrofe irremediable en la vida sentimental del protagonista de À la Recherche. Si durante toda la novela había intentado convencernos de que no amaba a Albertine, de que sólo permanecía a su lado por hastio, rutina e indolencia, que en cualquier momento iba a romper con ella y recuperar una libertad de la que nunca había hecho buen uso, el resultado había sido completamente opuesto. De repente, la vida, la existencia se le aparecía como imposible sin la presencia de esa mujer, en negación absoluta de todas las largas y retorcidas excusas que se nos habían alegado una y otra vez.

Dicho así, este giro argumental no diferiría mucho de las aconstumbradas novelas rosas. Sin embargo, como recordarán de otras entradas, Proust, aunque sentimental, es profundamente arromántico - o al menos su romanticismo no es de El Corte Inglés (tm) -. El desencadenante de esa conclusión no fue otro que el descubrimiento sin posibilidad de apelación de la homosexualidad - en realidad bixesualidad - de Albertina, frente a la cual el protagonista se siente desarmado e impotente. La catástrofe de la que hablaba, no obstante, no tiene su origen en que el protagonista vea a su amada como una perdida, en el sentido que nuestros antepasados conferían a ese término, sino que en su relación, en su historia de amor, no ha habido ni habrá entrega completa, que en ella quedan, irreductibles, vastas regiones desconocidas, a las cuales el protagonista jamás podrá llegar, ni siquiera concebir o comprender..

 Albertine es libre, irremediable y esencialmente libre. La ruptura de la relación que les une no es una cuestión que dependa del capricho del protagonista, es Albertine y no otra persona quien decidirá cuándo y cómo termina, y nada podrá hacerse contra ese decreto. La existencia de ese otro mundo, el del lesbianismo, del que Albertine es una de sus ciudadanas, implica un otro universo de placeres y goces, que el narrador no podrá nunca remedar, replicar o substituir. Su derrota es, por tanto completa y segura, su posibilidades  nulas.


martes, 22 de octubre de 2013

Under the Shadow of Postmodernism (y V)

It is necessary to stress here the indications of reliability for this author's dates as the chronology he provides for the conquest is at variance with that normally credited. he has Roderic's reign begin in 711 and end in 712, as opposed to 710 and 711.
More important than the matter of dating are the implications of this account for the sequence of events themselves. Firstly, there were a series of initial destructive Arab raids on southern Spain. Secondly, in 711 there were two Arab forces operating in the peninsula: One, and this was probably the first to arrive, was the army of Arabs and Berbers led by Tariq 'and others', and the other was the army under his superior, Musa, which landed at Cadiz and made its way to Toledo. Thirdly, continuing to follow the chronicler's chronology, in 712 the first of these armies defeated the main forces of the Visigothic king Roderic, who seems previously to have been engages in a struggle for power with internal rivals. His own fate is not here recorded, but a later reference, c.715, to his widow suggests a death in battle or soon after. Fourthly, Musa at Toledo executed an unspecified number of members of the indigenous aristocracy for their involvement with the former brother of a former king (Witiza). A reasonable guess may be that this latter had been chosen or even consecrated as king himself at this time. His fate is uncertain but may have been the same as theirs. Fithly, in this period 711/712 Musa and his deputies established control over not only the former Visigothic capital and parts of the centre and south of the peninsula, but also extended their authority as far as the Ebro valley and Zaragoza. These events, and the accompanying local struggles and civil war produced considerable destruction and loss of life.

Roger Collins, The Arab Conquest of Spain

En la entrada anterior, había comentado como la sombra de los visigodos sigue pesando sobre la idea que tenemos de España. Parte de esa influencia inesperada de un reino medieval, largo tiempo desaparecido y sin relación con nosotros, sobre nuestra concepción del presente se debe a que la intelectualidad hispana ha visto siempre la historia como la crónica de una decadencia. La misión de la historia era por tanto encontrar el punto en que las cosas se torcieron, rastrear las raíces del fracaso y aplicar las medidas correctivas necesarias, aunque fuera completamente absurdo intentan resolver los problemas políticos del siglo XX con medios imaginarios que permitirían salvar el imperio mundial hispano del siglo XVI.

En ese sentido la fecha del 711, la invasión árabe del reíno visigodo y la destrucción fulminante de ese estado, siempre ha sido un punto de referencia obligado en esas crónicas de la pérdida del Edén en las que parece haberse especializado la historiografía hispana. En este caso particular, la llegada de los árabes se explicaba como una especie de castigo divino a los pecados de los gobernantes visigodos - idea difícil de conciliar con su calidad de modelo al que había de volver - de manera que la historia de España, a partir de ese instante, era tanto reconquista como reconstrucción, restauración y recuperación, en la que la esencia de España, cristiana y una, era finalmente rescatada del yugo árabe, paréntesis que en nada había alterado lo que España realmente significaba.

Quisiera decir que esas ideas son ya cosa del pasado. Saben que no es así, pero afortunadamente han quedado limitadas a círculos políticos e ideológicos muy concretos. Lo que las últimas décadas han permitido es contemplar la historia medieval de España no como una excepción aislada, sino como un ejemplo de fuerzas y procesos de escala global, euroasiática, de los que la península no sería más que un ejemplo concreto. Adoptada esa postura, la invasión árabe sigue conservando su rasgo de hecho determinante en la historia peninsular, pero al contrario de lo que nuestros antecesores pensaban.