Como todas las semanas, ha llegado el momento de revisar un nuevo corto de la lista de Beltesassar. En esta ocasión le ha llegado el turno a Bingo The Clown, realizado en 1998 por Chris Landreth.
Los que sigan regularmente este blog sabrán de mis reservas acerca de la animación 3D. No es que la rechace por completa, en una suerte de prurito purista o que me pierda en la ensoñación de paraísos perdidos que nunca existieran. No, lo que ocurre es que me parece absurdo el empecinamiento en conseguir un fotorrealismo a ultranza que me resulta contrario a las "esencias" - saben cuanto odio esa palabra - de la animación. No obstante, y a pesar de mi objeción previa, existen un buen número de creadores que están intentando dar forma a las infinitas posibilidades que la animación 3D, como toda forma de animación, permite. Uno de ellos es, por ejemplo, el incalificable Ciriak, otro sería Chris Landreth.
Chris Landreth se hizo famoso hace ya casi una década por su corto Ryan, un documental animado en que recuperaba la figura de uno de los grandes de la animación de los años '70, pero que treinta años después andaba mendigando por las calles. En Ryan, Landreth conseguía plasmar por primera vez, de manera completa y notable, lo que constituye su principal obsesión, casi se podría decir, su "tema". Se trata de la fragilidad inherente a nuestra personalidad, que va siendo erosionada poco a poco por el propio proceso de vivir, y que puede, en un momento dado, desmoronarse por completo, tornando imposible que continuemos viviendo y viviendo en la sociedad en la que hemos nacido.
Éste estar siempre a un paso de la locura, de la destrucción sin remedio de los frágiles procesos mentales que llamamos cordura, es expresado visualmente por Larkin al mostrar a sus personajes llevando a la vista la heridad y cicatrices que les ha causado el simple proceso de vivir. La animación 3D, permite así a este animador construir seres humanos que han sido literalmente comidos, roídos por todo lo que acontecido, ruinas andantes en los que sólo unos elementos impiden el desmoronamiento completo. Ninguna esperanza de curación que les permita volver a ser lo que eran, sino que simplemente retrasará un breve periodo su decadencia que se sabe inevitable.
Ese apariencia visual de decadencia y ruina personal le daba una especial resonancia a un corto como Ryan, que era una historia de lenta autodestrucción, la de Ryan, que Landreth veía como un anuncio de la suya propia, cuyos primeros signos eran ya evidentes, tanto para él, como para el espectador. En Bingo the Clown, uno de sus primeros cortos, estos elementos aún están en germen, sin haber llegado a brotar por completo. En primer lugar, el modo en que se utiliza la 3D intenta aún conseguir ese ilusionismo al que tan poco apego tengo, mientras que la exhibición del proceso de (auto) destrucción personal, aún estando presente, queda un tanto difuminado al mostrarse como obra de potencias exteriores opresoras, y no por la dinámica interna del individuo, prisionero de sus propia debilidades.
Esta diferencia temática tiene sus raíces en que Landreth adapta una (suponemos) obra de vanguardia - Disregard this show representada por un grupo que se denomina los Neo-Futuristas - en la que se narra el proceso de deshumanización y alienación por el que un individuo es forzado a aceptar que él es el Bingo The Clown al que se refiere el título... sólo para ser inmediatamente descartado una vez que su resistencia - y su cordura - ha sido quebrada. Sin embargo, todo el Landreth posterior está ahí, en germen, como digo. Desde su uso excéntrico de la animación 3D para ilustrar conceptos abstractos, hasta su preocupación por las raíces de nuestra identidad y su ineludible fragilidad.
No les entretengo más. Como siempre, les dejo aquí el corto. Disfrutenlo, puesto que aunque primerizo, es bastante interesante y a su manera, notable.
2 comentarios:
Si miramos un poco más allá, a pesar de que es la única creación que conozco de este autor, esos personajes que aparecen como externos también pueden ser voces interiores. La autocrítica excesiva pone al sujeto en una especie de "silla de acusado", del ideal de Yo, del Yo ideal, de los mandatos paternos, de los impulsos y de lo que interpreta ese sujeto que el mundo real exige de él. Creo que desde una mirada psicoanalítica se le puede sacar mucho jugo a este corto, de todas maneras es solo una opinión y una percepción muy subjetiva. Gracias por el aporte! Saludos
Tengo que confesar que no lo había pensado bajo ese punto de vista y tal y como lo cuentas parece muy sensato.
No obstante hay que recordar que la obra posterior de este animador casi tiene un un único tema: reflejar su miedo a perder la razón y volverse loco, así que no es de extrañar que haya influencias psicoanáliticas en sus cortos, por más de una razón.
Publicar un comentario