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miércoles, 4 de noviembre de 2020

Manipulaciones y distorsiones

 Carlota ya no está.

¿Quién habría podido pensar que estábamos asistiendo a los últimos momentos de su vida? ¿Y que dependía de nosotros? ¿Por qué no había dicho Alberto al conductor que parase, se había bajado y le había dicho: Carlota, ven con nosotros, que si no, nos quedaremos y serás responsable de lo que suceda? ¿Por qué ninguno de nosotros había hecho algo igual? ¿Es menor la culpa porque está repartida entre cinco?

Está claro que fue un accidente trágico. Así es como contaremos esa historia. Podemos añadir que estaba predestinada, que fue el destino. No había motivo alguno para que se quedase allí. Desde el principio se había convenido que volviese con nosotros. En el último instante un instinto indefinible la movió a bajarse del coche y un momento después estaba muerta. Mejor creer que fue el destino. En esas ocasiones solemos actuar de un modo que no sabríamos explicar después. Y así declaramos, su Señoría, que desconocemos como sucedió, cómo se llegó a ese extremo, porque no hubo nada que lo causara.

Pero Carlota conocía esa guerra mejor que nosotros. Sabía que el crepúsculo, la hora habitual de los ataques, se estaba aproximando y que sería mejor que se quedase para proteger nuestra marcha. Esa debió ser la razón. Se nos ocurrió más tarde, cuando ya no tenía remedio. Pero ya no podemos preguntárselo.

Ryszard Kapuściński, Un día más con vida.

En la entrada anterior, les comentaba como Un día más con vida (2018) de Raúl de la Fuente y Damian Nemow, no me había convencido desde un punto de vista estético y narrativo. A pesar de ello, no me había disgustado, incluso intrigado, así que me puse a leer el libro del mismo nombre de Ryszard Kapuściński, del que se había extraído la historia. Fue entonces cuando la película se derrumbó por completo. En los detalles concretos, la casi entera totalidad de lo que se narraba en el film era inventado, con sólo leves coincidencias con lo que el periodista polaco contaba.

¿Son válidas divergencias tan notables? Es natural que una película se tome ciertas licencias con su material de partida, en especial cuando se trata de hechos reales. La historia no fluye como si fuera ficción, puesto que en ella hay momentos de hastío, de aburrimiento, al tiempo que gran parte de lo acontecido acontece fuera de cuadro, desconocida su gestación y resolución para los protagonistas hasta mucho tiempo después. Si se quiere que la obra final tenga tensión dramática, es preciso reorganizar el material, fingir que tiene un sentido, que es una cadena de acontecimientos encadenados de manera lógica, visible y comprensible desde un principio para los protagonistas.