Erst ab etwa 1860 kann man von einem faktischen Ende von transatlantischen Sklaventransporten aus Africa sprechen, jedenfalls der irgendwie registrierten und für Historiker fassbaren Handelsbewegungen. Der Sklavenhandel endete - abermals muss man nach De-facto-Zuständen fragen - in den einzelnen Exportgebieten zu ganz unterschiedlichen Zeitpunkten. Er verschwand zuerst von den Küsten Westafrikas, wo er früh begonnen und lange die höchsten Umsatzzählen bewahrt hatte. Am Ende der 1840er Jahre war er hier so gut wie vorüber. Westafrika - der Küstenbogen von Sierra Leone bis zur Bucht von Biafra - war der erste Teil Afrikas, der sich vom demographischen Aderlass erholen konnte, bevor er in dem 1880er Jahre in der Turbulenzen der kolonialen Eroberung geriet. Das westliche Zentralafrika, also der Kongo und Angola, genoss bestenfalls eine kürzere Ruhepause von einer Generation. Im ganzen Osten des Kontinents vom Somali-Land bis Mosambik hingegen trafen die europäischen Kolonialeroberer in den 1880 Jahre zu einem Moment an, als der Sklavenhandel noch in vollem Gange war.
Jurgen Osterhammel, La transformación del mundo
Como muy pronto, desde aproximadamente 1860 puede hablarse de un final de hecho del tráfico de esclavos transatlántico desde África, en todo caso, de los movimientos mercantiles registrados de alguna manera y por tanto detectables históricamente. El tráfico de esclavos terminó - de nuevo hay que preguntarse sobre las condiciones de hecho - en diferentes momentos para cada región exportadora particular. Desapareció primero en la costa de África Occidental, donde había comenzado tempranamente y había mantenido durante largo tiempo las mayores tasas de intercambio. Al final de la década de 1840 había prácticamente terminado. África Occidental, el arco de costa desde Sierra Leona al golfo de Biafra - fue la primera región de África, en la que puede hablarse de una recuperación del déficit demográfico, antes que en la década de 1800 se viera envuelta en las turbulencias de la conquista colonial. África central occidental, por tanto, Congo y Angola, disfruto en el mejor de los casos de un corto respiro de una generación. En el este del continente, de Somalia a Mozambique incluidos, la conquista colonial europea de la década de 1800 se desarrolló en un momento, cuando el tráfico de esclavos aún estaba en pleno funcionamiento.Otro de los aspectos en que el siglo XIX actúa de gozne en la historia mundial se refiere a las migraciones, mejor dicho, a las causas de estas migraciones. Durante toda la historia ha habido tres motivos principales para el movimiento de personas a grandes distancias: la necesidad de conquista, la huida ante mismo esas conquistas, y el tráfico de esclavos, bien a manos de esos conquistadores o mediante intermediarios. Estos tres motores migratorios, especialmente la esclavitud, van a ir desapareciendo a lo largo del siglo XIX, para ser substituidos por un tipo hasta entonces desconocido o muy poco importante: la migración por razones económicas, en busca de trabajo asegurado y condiciones de vida mejores. Este modo se ha vuelto dominante en el periodo final del siglo XX e inicial del XXI y aunque pueda ocultar tras de sí causas como la guerra, la opresión o la discriminación, se caracteriza por que su ejecución no es forzada, sino voluntaria, mientras que el tránsito es organizado, bien de forma legal, bien de forma ilegal.
No es que las formas antiguas hayan desaparecido por completo. A principios del siglo XIX se dieron algunos ejemplos tardíos de la migración conquistadora, como la irrupción de los Böers sudafricanos en el espacio Zulú o la expropiación, deportación y de los indios americanos, tanto en los EEUU como en el cono sur de ese continente, por parte de Chile y Argentina. De hecho, los peores ejemplos se dieron durante la segunda guerra mundial, con el intento de la Alemania nazi por convertir la URSS europea en una colonia y el rebote posterior que llevó a la desgermanización de áreas que habían pertenecido a ese ámbito cultural desde el siglo XII. En esa misma época, por otra parte, la URSS se embarcó en un programa de deportación de poblaciones que no se había presenciado - al menos a esa escala - desde tiempo asirios. Desde entonces, las crisis de refugiados, el fenómeno de los "desplazados" o las limpiezas étnicas, se han convertido en noticia casi constante en nuestras sociedades, hasta el extremo de llevarlas a cambiar su propias leyes e ideales. A peor, por supuesto.
Sin embargo, más importante que esta pervivencia de formas antiguas de migración y de su espectacularidad informativa, es el hecho que se han producido dos mutaciones transcendentales en el modo en que se realizan estos intercambios de población.