martes, 28 de septiembre de 2021

Exposiciones Morandi/Judith Joy Ross en la Fundación Mapfre

Bodegón, Giorgo Morandi

Acaban de abrirse en la Fundación Mapfre madrileña dos exposiciones que comparten un mismo enfoque estético, a pesar de ubicarse en artes distintas y periodos separados. Por un lado, el del pintor italiano Giorgo Morandi, cuya trayectoria cubre la primera mitad del siglo y cuya obra se centró, casi en exclusiva, en el cultivo del bodegón. Por otro lado, la fotógrafa norteamericana Judith Joy Ross, empeñada en retratar los habitantes de ese país y sus muchas diferencias, durante las décadas finales del siglo XX e iniciales del XXI. Ambos, sin embargo, coincidiendo en reducir su recursos expresivos al mínimo, intentando apurar, hasta sus últimas consecuencias y con un cierto punto de obsesión, un único modo de plasmación.

sábado, 25 de septiembre de 2021

De la guerra a la unificación, Daniel Fernández de Lis

Entre los efectos que tuvo la derrota de Sagrajas fue que Alfonso (VI) solicito ayuda para hacer frente al a amenaza almoravide al resto de reinos cristianos. El efecto de esta doble búsqueda de aliados extrapeninsulares fue, en palabras de Salvador Martínez, que <<si por un lado los reinos europeos se "europeízan", por otro los reyezuelos musulmanes del sur se "africanizan" y España entera se "desgozna" ante la incapacidad de absorber tanto cambio en tan breve tiempo>>.

En efecto, los caballeros francos que acudieron lo que hicieron, al ver que el enemigo había retornado a África y que la amenaza se había reduci9do, fue no hacer caso del requerimiento de Alfonso para que regresaran a sus tierras. Permanecieron en la corte intrigando y buscando un alianza matrimonial conveniente o simplemente hacer son las fabulosas riquezas de las que llevaban años oyendo hablar.

De la guerra a la unificación, La historia de León y de Castilla desde 1037 hasta 1252. Daniel Fernández de Lis

En una entrada anterior, ya les había comentado el primer libro de Fernández de Lis sobre la historia de los reinos cristianos occidentales de la península ibérica: Asturias, León y Castilla. Esa obra trataba sobre sus orígenes y consolidación tras la conquista islámica de la península, mientras que esta segunda entrega -en lo que espero sea una trilogía- versa sobre su expansión hacia el sur. Un proceso que alternaba entre avances propiciados por la descomposición Al-Andalus en reinos de taifas y frenazos ante la irrupción en la península de los imperios del Magreb: Almorávides y Almohades. 

De ese tira y afloja entre cristianos y musulmanes - así como de las divisiones y conflictos entre los propios reinos cristianos-,  Fernández de Lis nos ofrece una buena visión de conjunto, no tan lograda como en la entrega anterior. Muchas secciones consisten en amplios extractos de otras obras, algo que nos sirve para darnos cuenta de los muchos debates históricos aún abiertos, pero distrae un tanto de la exposición de una época tan plena en acontecimientos. No voy a entrar en un análisis de ese periodo -a Fernández de Lis le lleva 400 páginas para 2 siglos, frente a las 200 de su obra anterior para más de 3 siglos-, sino que me voy a centrar en tres temas concretos: el gozne que supone el siglo XI para la historia europea, la fragilidad de las construcciones estatales medievales y la extraña historia del título imperial español, el imperator totium hispaniarum.

jueves, 23 de septiembre de 2021

La máquina Magritte, exposición en el museo Thyssen

Las memorias de un santo
Las memorias de un santo

Vaya por delante que Magritte es uno de mis pintores favoritos. La explicación es sencalla: me encontré con su obra cuando mi afición por el arte "contemporáneo" se estaba consolidando, espoleada por una serie mítica, The Shock of the New. En aquel tiempo, a mediados de los ochenta del siglo pasado tuve la oportunidad de ver una serie de exposiciones que me marcaron: las Cezanne y  Monet del antiguo MEAC, antecesor del MNCARS, y las Ernst y Magritte de la Juan March. De ahí quizás que esta nueva retrospectiva del Thyssen, dedicada al surrealista belga, me parezca no llegar al nivel de la de hace casi cuarenta años. Los lazos sentimentales, los recuerdos embellecidos, pesan demasiado.

Pero vayamos por partes. A pesar de mi admiración por Magritte, es innegable que se trata de un pintor mediocre en los aspectos técnicos. Sabe pintar objetos reconocibles, pero no hay que esperar alardes ni florituras en su plasmación. Lo que lo distingue y lo coloca entre los grandes es otro aspecto: su capacidad para crear enigmas visuales que se tornan automáticamente en iconos. Hay pinturas de Magritte que se conocen antes de haberlas visto, tal es la difusión que sus invenciones han tenido en la cultura popular.  

Creaciones, además, que no se limitan a un exiguo puñado de aciertos, siempre repetidos. Si la exposición se llama La máquina Magritte es porque este pintor surrealista no paraba de crear nuevas paradojas visuales, las desarrollaba en infinitas variaciones, para luego injertarlas las unas en las otras. De ahí que ninguna exposición de Magritte parezca la misma, aunque sea que inevitable que se repitan obras, o que siempre se queden imágenes icónicas fuera.

sábado, 18 de septiembre de 2021

De Covadonga a Tamarón, Daniel Fernández de Lis

Más arriba quedó apuntado que la situación en los dominios musulmanes, que en el momento de la subida al trono de Alfonso (I) complicaba mucho la existencia del reino de Asturias, se tornó favorable al poco tiempo, no sólo para su supervivencia, sino incluso para su expansión

 En la década de los años 730-740 se había producido un recrudecimiento de las aceifas musulmanas en tierra asturiana, dirigidas por el valil Uqba. No parece que se tratara de un intento de someter y eliminar el foco de resistencia astur, sino más bien de expediciones con la mera intención de saqueo.

Sin embargo, a partir del año 740, los invasores árabes dejaron de poner su mirada en el reino de Asturias para preocuparse de problemas internos. El factor que ocasionó esta situación fue la revuelta bereber del año 740. Hubo un segundo elemento que tendría un gran efecto, pero , aunque su detonante se produjo al final del reinado de Alfonso I, sus consecuencias afectaron a sus sucesores; la llegada de Abderraman I, de la dinastía Omeya, a la península huyendo de Damasco en el año 755 y su proclamación como emir al año siguiente, tras su victoria en la batalla de Al-Musara (cerca de Córdoba).

De Covadonga a Tamarón, Daniel Fernández de Lis

La historia de los reínos cristianos del norte peninsular, del siglo VIII al X, siempre me ha fascinado. ¿A qué se debió que unos núcleos aislados, cuya extensión no pasaba de unos estrechos valles de montaña, consiguieran sobrevivir al poder aplastante del Emirato/Califato de Córdoba? ¿Qué ocurrió para que unos reinos débiles, siempre amenazados de destrucción a manos de su poderoso enemigo del sur, iniciaran una expansión irreversible,  durante los siglos XI al XIII, hasta casi eliminar la presencia árabe en la península? Son preguntas que exigirían un estudio conjunto de la sociedad, la economía y los avatares históricos en los siglos posteriores a la conquista árabe, sólo para apuntar una respuesta. Por desgracia, de los siglos VIII y IX apenas tenemos otra cosa que mitos y leyendas fundacionales. Distorsionadas con evidente intencionalidad política tanto en el siglo IX, por los círculos religiosos de la corte de Alfonso III, como en el XXI, por el auge del ultranacionalismo patrio.

La cuestión principal es que los siglos VIII y la primera mitad del IX constituyen nuestra "edad oscura" particular. Obscura no en el sentido de atrasada, sino de impenetrable al estudio histórico. Las primeras fuentes cristianas son del reinado de Alfonso III, en el último tercio del siglo IX, mientras que las árabes son ya del siglo X. Tiempo suficiente para embellecerlas, convertirlas en mito, así como para hacerlas encajar en el ideario político de la época. Algo que es más que evidente en el detallado relato - en contraste con la parquedad de datos referentes a sus sucesores- que las fuentes cristianas hacen de Pelayo y Covadonga, el uno elevado al más alto rango de las élites visigodas, la otra con caracteres de batalla decisiva. Sin embargo, es probable que Covadonga no pasara de ser una escaramuza local, mientras que Pelayo, a lo sumo, sería un reyezuelo del área con conexiones con los gobernadores visigodos del norte, como vendría a demostrar el casamiento de su hija, Ermesinda, con el  antiguo  dux de Cantabria. 

domingo, 12 de septiembre de 2021

Regreso a Entia: Stanislaw Lem

Precisamente entonces se desencadenó una guerra mundial, cuya característica más notable estriba en que hasta ahora sigue siendo un secreto de estado. Recibe diferentes nombres, Criptobellum o Mirobellum entre ellos, y las fuentes de Losania revelan lo mínimo cuando se investiga sobre el oponente en esa guerra secreta. En particular, no existe explicación alguna de por qué el enemigo se desvaneció por completo tras dos o tres décadas de conflicto, como si nunca hubiera existido. Ni siquiera se ha trasmitido el nombre que el estado enemigo se daba a si mismo. Para los losanienses era conocido como Clivia Nigra, para los kurdlandeses, Caledonia. Su territorio era tan extenso como el Losania y se encontraba en las antípodas, en la cercanía del polo, sobre el continente de Zetlandia. No ha quedado de él otra cosa que un desierto cubierto de glaciares, cien metros de hielos eternos sobre un suelo helado. El gobierno de Losania ha impuesto una cuarentena indefinida sobre la región asolada, que  prohíbe el acceso a Zetlandia de toda expedición científica o militar. En todo caso, según las informaciones recibidas. Nuestros losanistas han propuesto diferentes hipótesis sobre el tema, de las que no se deduce una conclusión clara.

Regreso a Entia, Stanislaw Lem.

Retorno a Entia (o traducido con literalidad, Inspección sobre el terreno) es una obra tardía, de los años ochenta del siglo XX, de Stanislav Lem. Por aquel entonces, este escritor de ciencia ficción se hallaba enfrascado en la llamada biblioteca del siglo XXI, una serie de escritos experimentales consistentes en prefacios a libros inexistentes. Ese formato que le permitía una gran libertad creativa, al poder abordar, en extensiones cortas, temas que sería complicado convertir en ficciones. Como consecuencia, su obra estrictamente de ciencia ficción -y la de especulación científica- decayó un tanto. Aún llego publicó obras magníficas como Fiasco,  pero otras, como Paz en la tierra, no pasan de una compilación mal trabada de cuentos aislados. Retorno a Entia se resiente un tanto de esa misma falta de unidad, pero a pesar de eso creo que pertenece a sus mejores obras.

Su protagonista es Ijon Tichy, personaje recurrente en la vertiente humorística de la producción de Lem -aunque a veces se nos hiele la sonrisa con sus desventuras-. En Retorno a Entia, Tichy traba contacto con un organismo oficial suizo, a cargo de preparar las futuras relaciones diplomáticas de la tierra con civilizaciones extraterrestres. Con ese objetivo, esa institución ha recopilado toda la información existente otros planetas -por ejemplo, la contenida en los relatos del propio Tichy, e incluso ha desarrollado un ordenador capaz de realizar predicciones de sucesos venideros, una de las cuales traerá consecuencias desconcertantes a Tichy: los dos estados que se reparten el planeta Entia exigen que el astronauta se retracte de sus informes sobre el planeta, sin relación alguna con la realidad. Intentando descubrir la razón de esa indignación, Tichy pide acceso a la información que custodia el instituto suizo, a cuyo examen se dedica buena parte del libro. Al final, no le queda otro remedio que viajar a la propia Entia, de ahí la Inspección sobre el terreno a la que hace referencia el título original.