jueves, 31 de mayo de 2012

Religion, Magic and Superstition













Continuando con mi revisión de la obra de Jean Rouch, este domingo le ha llegado el turno a tres de sus cortos, Les Maîtres Fous (Los amos locos), Mammy Water y Les Tambours d'avant (Los tambores de antaño). Mucho más que sus largos, estos cortometrajes muestran al auténtico Rouch antropólogo, el que se esfuerza en documentar, sin modificarlos las constumbres y creencias de las gentes de otras tierras, esos congeneres nuestros que nos parecen vivir en otro planeta sin relación alguna con el nuestro, y sin embargo, más cercanos de lo que podemos creer.

Las tres obras comparten un tema común, la religion en su expresión africana, lo que provoca que a pesar de ser películas completamente independientes, su visión de una tirada no deje de tener una unidad interna que seguramente no fue pretendida por el director, pero que surge, como digo, de ilustrar el modo en que las gentes de los países del Golfo de Guinea viven ese hecho religioso. Esa vivencia, no puede diferir más de la nuestra, ya que aunque muchos de sus creyentes estén formalmente adscritos a otras religiones mundiales, ya sea cristianismo o islam, bajo ese barniz late con fuerza el animismo original, que cree firmememente en un mundo poblado de espíritus que intervienen en los asuntos humanos, seres sobrenaturales con los que es posible comunicarse mediante la mediación de personas especiales, los chamanes y mediums, que pueden ser poseídos por esos espíritus y traerlos, por un instante, a este mundo material.

Los documentales, por tanto giran alrededor de esas personas especiales, mortales que bien encarnan a la divinidad o bien son capaces de encarnarla durante unos breves instantes, mediante esa posesión a la que hacía referencia. En este sentido, el documental más impresionantes es Les Maîtres Fous, que nos muestra una de las muchas religiones surgidas de lo que se conoce en antropología como fenómenos de aculturación, en este caso partícular, la situación de los campesinos y pastores que se ven obligados a emigrar a las grandes metrópolis creadas en Africa por las potencias coloniales, y que, enfrentados a un mundo cuyas reglas son incomprensibles y que amenaza con destruirle, crean un otro ámbito mágico sobrenatural que les permita controlar el mundo real en el que sufren sin posibilidad de escape.

Así contado, la aparición de estas religiones producto de la aculturación parece revestido de un halo de racionalidad que, a nosotros los Europeos, nos permite arellanarnos en nuestros sillones y permanecer tranquilos, sin que nada ni nadie pueda hacer vacilar nuestras convicciones. Esa falsa seguridad es la que viene a quebrar el documental de Rouch (que debe ser de las primeras obras que es precedida por la coletilla de "imágenes que pueden herir su sensibilidad) ya que, en primer lugar, se nos viene a mostrar que esos espíritus sobrenaturales no son otra cosas que representaciones deformadas de los gobernantes e instituciones coloniales, es decir, de personas concretas, completemente ignorantes de su promoción al rango de divinidades.

¿Hasta que punto esta religión es sincera? En primer lugar, esta religión es un mecanismo de defensa frente al orden colonial, una manera de utilizar sus mecanismos en beneficio de los que son oprimidos por ella, mediante la magia simpática. Como bien indica Rouch en el propio documental la versión distorsionada de la sociedad colonial que muestran estas religiones es la mejor prueba de su absurdo original. Por otra parte, el modo en que se manifiesta en sus creyentes es por medio de la posesión, un estado en que se comportan como auténticos alienados, llegando incluso a la automutilación. Es difícil ver en este estado de trance, de furor sagrado, que nos muestra el documental, simulación alguna, lo que vemos es real y como real es experimentado por sus participantes, hasta el extremo de que podría llegar a afectarnos incluso a nosotros, europeos racionales.

Como puede imaginarse esa posesión no es otra cosa que un mecanismo catártico, en la que el creyente, por un momento se libera de las ataduras y servidumbres de su vida diaria, permitiendo que pueda continuarla durante un breve periodo más, hasta el próximo paroxismo.

De una forma más atenuada, los mismos conceptos surgen en el segundo corto, Mammy Water, y al que pertenecen las capturas que encabezan la entrada, sólo que esta vez sin las distorsiones de los fenómenos de aculturación y en el marco de lo que serían las religiones primitivas, en las cuales las fuerzas de la naturaleza deben ser aplacadas para que permitan que los humanos continúen su vida cotidiana sin ser aniquilados. Un conflicto contacte en la que los mediadores son personas capaces de vivir entre dos mundos, como la Mammy Water, cuya muerte se llora ante la cámara de Rouch y cuyo cadáver será expuesto y paseado por todo el poblado, como si fuera  la imagen sacrosanta de la divinidad.

miércoles, 30 de mayo de 2012

Looking without seeing


Jeme (its name in Coptic; Memnonia and variants in Greek) was a settlement in the territory of Ermont (Greek Hermonthis, Arabic Armant) situated in what is often called Wetern Thebes, over the Nile from the core of the ancient city of Thebes (al-Uqsur/Luxor). It lay between the desert hills, where the Valley of the Kings and Queens are, and the Nile, on the edge of the cultivable area, in and around of Medinet habu, the mortuary temple of Ramses III. It was excavated by the university of Chicago in the years around 1930 as part of the clearance of the temple, but, predictable, the early medieval housing of Jeme was not published,. except for interims and a (very valuable) housing plan, and some of the documents found there. This could in principle provide us with the best chance for any linkage between a rich document collection and a settlement site in our period, and some beginnings have been made.... But without further publications, of texts and site notebooks, or further excavation of the surviving remains of Jeme outside the temple, this linkage will not be realized. Even the published documents for the settlement, over a thousand, are in a estate of confusion, appearing as they do in well over twenty separate publications, and substantially more remain unpublished.

Chris Wickham, Framing the early Middle Ages.

Finalmente he conseguido terminar este libro enciclopédico. Fascinante, pero al mismo tiempo agotador, ya que en vez de dedicarse a la historieta histórica o a la especulación desencadenada, intenta enmarcar, como su título dice, el periodo entre 400 y 800 en el ámbito europeo/mediterraneo, resaltando las diferencias y similitudes entre sus diferentes regiones, basándose en la poca información economica y social que las fuentes escritas y los hallazgos arqueológicos nos permiten vislumbrar. La magnitud de este libro es tan grande que cualquier comentario mío, un breve apunte sobre una mínima parte de su contenido, no podría hacerle justicia en absoluto, aparte de señalar la importancia de esta obra. Sin embargo, no quería dejarlo pasar sin hacer un comentario basado en la foto y en el texto que he incluido al principio.

La cuestión es que la mayoría de los turistas que viajan a Egipto lo hacen sólo interesados en los restos del Egipto faraónico, sin prestar atención ninguna al presente musulman o a las gentes que habitan el valle del nilo, que no pasan de ser extras en un decorado exótico (se podría hablar largo y tendido de esta supervivencia contemporánea del colonialismo). Esta fijación con un tiempo y una cultura llega a tal extremo que incluso ciertos monumentos faraónicos quedan fuera del circuito habitual, como es el caso de Abydos, Dendera o el Templo funerario de Ramses III en Medinet Habu, aunque tengan una importancia trascendental para cualquiera que sepa un poco del pasado egipcio.

Esta ceguera selectiva no sólo se aplica al turista normal, sino que afecta también al estudioso, sea historiador o arqueólogo. Como debería ser sabido, esa obsesión por desenterrar los restos del Egipto faraónico (y no cualquier resto sino los de la élite, expresados los edificios ceremoniales y oficiales) provocaba que lo que perteneciese a épocas posteriores (por ejemplo, musulman, cristiano o romano) fuera directamente eliminado, para que sólo se conservase lo realmente egipcio, llegando a extremo de que muchas veces ni siquiera se guardaba constancia escrita de los hallazgos pertenecientes a esa época, que no se consideraban dignos de ser conservados por pertenecer a un periodo de decadencia y disuloción frente al ideal de un Egipto eterno y siempre igual a sí mismo, que sólo existía en la mente de esos estudiosos.

Como pueden imaginar, esos destrozos en nombre de una ciencia equivocada han sido catastróficos, especialmente cuando en los últimos decenios se ha intentado construir una historia (y una arqueología) que no sólo se base en la elite, sino que dé una imagen equilibrada de la estructura social de esas civilizaciones antiguas. Una arqueología, en definitiva, para la que conceptualmente son iguales las pirámides de los faraones que las chozas de los campesinos, o incluso más importante éstas últimas, al representar a la mayoría de la población.

Volviendo al tema. la foto con que se inicia la entrada la tome hace ya más de una década en Medinet habu, el templo funerario de Ramses III famoso por la representación de las batallas con los pueblos del mar, esas invasiones/rebeliones que hacia 1200 dieron al traste con los imperios del bronce final en el mediterráneo oriental. La foto, en sí, no tiene ningún interés artístico, pero refleja mi inquietud y mi azoramiento, al encontrarme con un inmenso espacio vacío entre el templo propiamente dicho y las murallas que delimitaban su reciento, cuyos restos pueden observarse al fondo.

Claramente ahí faltaba algo. Algo que yo atribuí a las típcias instalaciones templarias que eran necesarias en unos recintos que no actuaban sólo como centros de culto, sino como núcleos económicos donde se almacenaban y administraban las cosechas de los campos circundantes. Ha sido sólo al leer el libro de Wickham cuando he comprendido la auténtica razón de ese vacío, ya que en el interior del recinto del templo, entre los siglos VI y VIII, creció una auténtica ciudad copta, cuyos restos fueron eliminados en la limpieza del recinto del templo en los años 30 y cuyos hallazgos, como señala el autor inglés siguen aún sin publicar.

Una auténtica catástrofe, como digo, ya que el relativamente corto periodo de ocupación del yacimiento, apenas dos siglos, lo convertiría en algo así como una Pompeya egipcia, un lugar que conserva como en una capsula temporal, el modo de vida de un momento histórico concreto y determinado, sin las intrusiones y distorsiones de los periodos anteriores y posteriores. Esta impresión se ve aumentada porque lo poco que conocemos, el mapa del yacimiento, con la distribución en edificios y habitaciones, junto con los documentos encontrados allí (desgraciadamente sin indicar donde se encontró qué documento) es una auténtica ventana abierta al modo de vida de ese periodo histórico, con multitud de contratos, cartas e incluso denuncias entre los habitantes de la ciudad, que nos revelan por ejemplo, como existía la constumbre de arrendar habitaciones en las casas o incluso parte de esas mismas habitaciones, o un inesperado protagonismo de la mujer en esas transiciones comerciales, además de describir con precisión muy poco frecuente, la estructura social de ese asentamiento, en qué manos estaba el poder, y los conflictos entre las diferentes partes, casi como si se tratase de un pueblo de ahora mismo, que pudiésemos visitar y asistir a sus reuniones.

Un inmenso hallazgo, por tanto, mucho más importante que famosísimas tumbas faraónicas que sólo nos han legado quincallería, pero que permanece completamente olvidad, excepto para el experto en el periodo, y como ven sin estudiar organizar y publicar, debido a esa ceguera selectiva frente a los periodos que no son importantes y que se traduce en auténtica desidia, casi criminal, en este caso, porque cada año que pasa sin publicar los hallazgos y, más importante, continuar los trabajos de excavación, aumenta el riesgo de que se pierdan para siempre y de que esa ventana abierta a lo que sentían y pensaban nuestros antepasados se cierre definitivamente.

domingo, 27 de mayo de 2012

100 AS (XCIb): Do it Yourself Cartoon Kit (1961) Bob Godfrey








Como todos los domingos, ha llegado el momento de revisar otro de los cortos de la lista de 100 mejores que recopilara hace unos años el festival de Annecy. Como estamos ya en la recta final, los cortos empiezan a ser cada vez más difíciles de encontrar, así que no deben extrañarse que cada vez aparezcan más menciones a la lista b, esa recopilación que corre por las internets de Dios y que llenaba los huecos con otros cortos no menos importantes.

La buena noticia es que esta semana, gracias a la lista b, hacemos doblete y repetimos con Bob Godfrey, en concreto, con Do it Yourself Cartoon Kit, una de sus primeras obras y también una de sus creaciones más divertidas y jocosas, que les pego aquí ahora mismo para que la disfruten y así, si quieren, ahorrarse de leer el resto del comentario (desgraciadamente no he podido encontrar una versión con subtítulos)


Do It Yourself Cartoon Kit por loinburger

Como habrán podido ver es un corto que en sí constituye una definición perfecta de aquello que en los 60 y 70 se denomibaba humor inglés, una visión entre irónica y amable sobre uno mismo, que no tiene miedo de reírse de las propias carencias y defectos, pero que no deja de ser irresistiblemente divertido y de una rara permanencia temporal, pues cuando muchos otros tipos de humor se tornan anticuados casi al día siguiente, este sigue manteniendo toda su fuerza y su garra.

Es este sentido del humor una de las constantes perennes de la animación de Godfrey, el cual, como ya comenté la semana pasada, no se limita a aciertos de guión, como en las series americanas modernas, sino que es ante todo visual. Esta característica suya le separa completamente de su compatriota Richard Williams, cuya obsesión por la perfección tecnica vacía a sus productos de toda ligereza y que, en lo poco que hemos podido ver de lo que pudiera haber sido su obra maestra, The Thief and the Cobbler, lastra muchas de sus escenas. Este sentido del humor, no obstante, le acerca a su otro compatriota, Terry Gilliam, que su trayectoria animada/Monty Python, utilizaba ese mismo tipo de humor, aunque con una vertiente mucho más caústica y surreal.


En este corto la proximidad Godfrey/Gilliam, viene subrayada por el uso extensivo del cut-out (y sus limitaciones) basado en grabados victorianos, con la diferencia de que Gilliam utilizaba los recortes decimonónicos para realizar una profunda crítica de la idea imperial británica, mientras que en este caso a Godfrey le sirven para resaltar el absurdo de ese producto y de los métodos publicitarios que lo promueven, que promete convertir a cualquier espectador en un animador avezado, y que a medida que el corto avanza se revela como un inmenso timo que sólo busca vaciar los bolsillos de los incautos.


Se suele decir que para tocar mal un instrumento hay que saber tocarlo muy bien, frase que es especialmente aplicable a este corto, ya que la tosquedad y torpeza de la animación de este corto, sólo son posibles para un animación experto, alguien que conoce todos los resortes de la profesión junto con los innumerables trucos a los que obliga la falta de presupuesto. Así, en los ejemplos de este curso que convierte la esencia de la animación en esos atajos baratos, es precisamente la maestría de Godfrey los que los convierte en pequeñas muestra de los grande y maravillosa que puede ser esa forma, como el caso de la hilarante persecución de cerrillas, con caída incluida.


En resumidas cuentas, un gran corto de uno de los grandes, que para nuestra desgracia, ha caído en el olvido casi más absoluto, sin que por lo que sé, su obra haya llegado a ser recopilada ni recogida en edición digital alguna... e incluso ahora esté empezando a desaparecer de esa misma internet donde supuestamente se guarda todo el saber del mundo.

sábado, 26 de mayo de 2012

Threshold































No esla primera que traigo a colación en este blog la serie Spice & Wolf. En su momento (2008 y 2009), ambas partes me parecieron de lo mejor de ambos años, y cuando volví a ver hace poco la primera temporada, el único pero que pude sacarle era que la animación era ciertamente barata para el nivel medio de entonces... aunque tampoco esperaba que llegase a la altura de un Seirei no Moribito. Desgraciadamente, al revisar hace nada la segunda temporada sí que le pude sacar otro pero, que desgraciadamente desconozco si estaba ya en las novelas originales o ha sido producto de una contaminación por parte de los gustos de moda entonces.

El "pero" como seguramente habrán podido intuir es que el personaje de Holo, la sabia y vieja diosa lobo, que ha decidido acompañar al comerciante Lawrence en su viaje, sufre una translación innecesaria que la acerca demasiado al prototipo moe que tan de moda está y estaba entre los otakus, alguien cuyo único interés en la trama es ser mona, poner caritas al protagonista principal y tener un rasgo enternecedor que obligue a la intervención providencial de su hombre, lo cual en este caso consiste en ponerse morada de comida y bebida hasta que cae redonda.

Es cierto que estoy exagerando y exagerando bastante, pero no puedo quitarme la idea de que poco a poco el personaje de Holo va perdiendo importancia, mientras que esta se traslada a Lawrence, de forma en ciertos capítulos practicamente se limita a quedarse encerrada en la posada de la ciudad en que transcurrirá la novela original, mientras que sus decisiones e interacciones van a tener lugar fuera del plano, permaneciendo sin ser narradas, excepto cuando sus consecuencias afecten a la línea narrativa principal, la que nos describe las distintas maniobras y estratagemas comerciales de Lawrence.

Dicho así, también tengo la impresión de estar siendo injusto con la serie y las novelas. El tiempo y el lugar en que transcurre la acción es un entorno medieval, de ciudades estado unidas por frágiles vínculos comerciales, en el que el paganismo, representado por Holo, está retrocediendo ante la acción de la iglesia, tanto a causa de la predicación como de la fuerza de las armas (recordemos que las cruzadas no sólo marcharon a Tierra santa, sino también contra los paganos que habitan los estados bálticos y el norte de as actuales Alemania y Polonia). En este ambiente, Holo, en su doble calidad de mujer y antigua deidad pagana, por una parte ve restringida su acción y libertad de movimientos, mientras que por otro debe intentar pasar desapercibida, para evitar la persecución que la Iglesia lanzaría contra ella, si se descubriera su identidad, como se dejo entrever en los primeros capítulos de la primeta parte.

Por otra parte, hay que señalar que el autor, economista de profesión, parece estar más interesado en ilustrar los modos en una economía precapitalista funcionaria, en lo cual realiza una notable labor, no sólo didáctica sino de integración de esas explicaciones en una trama narrativa, pese a lo cual, debo volver a mi mi punto de partida, que uno echa de menos a la mucho más libre, inteligente y terrible Holo de los primeros tiempos, especialmente porque en esta segunda parte se anuncia un cambio en ella que supongo que debería ser central en las novelas no animadas.

Se trata simplemente que la soledad en la que ha vivido durante cientos de años, lejos de su patria, unida a la consciencia de ser un elemento innecesario en ese mundo dominado por la Iglesia poco a poco le lleva enamorarse perdidamente de Lawrence, al que desea con esa locura que puede incluso provocar el dolor físico. Dolor que es asímismo anímico, ya que ella es lúcidamente consciente de que la diferencia entre sus esperanzas de vida, la humana y la de los dioses míticos, llevará a que Lawrence muera antes de que ella pueda darse cuenta, tan breve su vida juntos como la que compartimos con nuestras mascotas, lo que la lleva a intentar apartarlo de su lado por todos los medios, incapaz de soportar de nuevo una eternidad de duelo.