miércoles, 30 de mayo de 2012

Looking without seeing


Jeme (its name in Coptic; Memnonia and variants in Greek) was a settlement in the territory of Ermont (Greek Hermonthis, Arabic Armant) situated in what is often called Wetern Thebes, over the Nile from the core of the ancient city of Thebes (al-Uqsur/Luxor). It lay between the desert hills, where the Valley of the Kings and Queens are, and the Nile, on the edge of the cultivable area, in and around of Medinet habu, the mortuary temple of Ramses III. It was excavated by the university of Chicago in the years around 1930 as part of the clearance of the temple, but, predictable, the early medieval housing of Jeme was not published,. except for interims and a (very valuable) housing plan, and some of the documents found there. This could in principle provide us with the best chance for any linkage between a rich document collection and a settlement site in our period, and some beginnings have been made.... But without further publications, of texts and site notebooks, or further excavation of the surviving remains of Jeme outside the temple, this linkage will not be realized. Even the published documents for the settlement, over a thousand, are in a estate of confusion, appearing as they do in well over twenty separate publications, and substantially more remain unpublished.

Chris Wickham, Framing the early Middle Ages.

Finalmente he conseguido terminar este libro enciclopédico. Fascinante, pero al mismo tiempo agotador, ya que en vez de dedicarse a la historieta histórica o a la especulación desencadenada, intenta enmarcar, como su título dice, el periodo entre 400 y 800 en el ámbito europeo/mediterraneo, resaltando las diferencias y similitudes entre sus diferentes regiones, basándose en la poca información economica y social que las fuentes escritas y los hallazgos arqueológicos nos permiten vislumbrar. La magnitud de este libro es tan grande que cualquier comentario mío, un breve apunte sobre una mínima parte de su contenido, no podría hacerle justicia en absoluto, aparte de señalar la importancia de esta obra. Sin embargo, no quería dejarlo pasar sin hacer un comentario basado en la foto y en el texto que he incluido al principio.

La cuestión es que la mayoría de los turistas que viajan a Egipto lo hacen sólo interesados en los restos del Egipto faraónico, sin prestar atención ninguna al presente musulman o a las gentes que habitan el valle del nilo, que no pasan de ser extras en un decorado exótico (se podría hablar largo y tendido de esta supervivencia contemporánea del colonialismo). Esta fijación con un tiempo y una cultura llega a tal extremo que incluso ciertos monumentos faraónicos quedan fuera del circuito habitual, como es el caso de Abydos, Dendera o el Templo funerario de Ramses III en Medinet Habu, aunque tengan una importancia trascendental para cualquiera que sepa un poco del pasado egipcio.

Esta ceguera selectiva no sólo se aplica al turista normal, sino que afecta también al estudioso, sea historiador o arqueólogo. Como debería ser sabido, esa obsesión por desenterrar los restos del Egipto faraónico (y no cualquier resto sino los de la élite, expresados los edificios ceremoniales y oficiales) provocaba que lo que perteneciese a épocas posteriores (por ejemplo, musulman, cristiano o romano) fuera directamente eliminado, para que sólo se conservase lo realmente egipcio, llegando a extremo de que muchas veces ni siquiera se guardaba constancia escrita de los hallazgos pertenecientes a esa época, que no se consideraban dignos de ser conservados por pertenecer a un periodo de decadencia y disuloción frente al ideal de un Egipto eterno y siempre igual a sí mismo, que sólo existía en la mente de esos estudiosos.

Como pueden imaginar, esos destrozos en nombre de una ciencia equivocada han sido catastróficos, especialmente cuando en los últimos decenios se ha intentado construir una historia (y una arqueología) que no sólo se base en la elite, sino que dé una imagen equilibrada de la estructura social de esas civilizaciones antiguas. Una arqueología, en definitiva, para la que conceptualmente son iguales las pirámides de los faraones que las chozas de los campesinos, o incluso más importante éstas últimas, al representar a la mayoría de la población.

Volviendo al tema. la foto con que se inicia la entrada la tome hace ya más de una década en Medinet habu, el templo funerario de Ramses III famoso por la representación de las batallas con los pueblos del mar, esas invasiones/rebeliones que hacia 1200 dieron al traste con los imperios del bronce final en el mediterráneo oriental. La foto, en sí, no tiene ningún interés artístico, pero refleja mi inquietud y mi azoramiento, al encontrarme con un inmenso espacio vacío entre el templo propiamente dicho y las murallas que delimitaban su reciento, cuyos restos pueden observarse al fondo.

Claramente ahí faltaba algo. Algo que yo atribuí a las típcias instalaciones templarias que eran necesarias en unos recintos que no actuaban sólo como centros de culto, sino como núcleos económicos donde se almacenaban y administraban las cosechas de los campos circundantes. Ha sido sólo al leer el libro de Wickham cuando he comprendido la auténtica razón de ese vacío, ya que en el interior del recinto del templo, entre los siglos VI y VIII, creció una auténtica ciudad copta, cuyos restos fueron eliminados en la limpieza del recinto del templo en los años 30 y cuyos hallazgos, como señala el autor inglés siguen aún sin publicar.

Una auténtica catástrofe, como digo, ya que el relativamente corto periodo de ocupación del yacimiento, apenas dos siglos, lo convertiría en algo así como una Pompeya egipcia, un lugar que conserva como en una capsula temporal, el modo de vida de un momento histórico concreto y determinado, sin las intrusiones y distorsiones de los periodos anteriores y posteriores. Esta impresión se ve aumentada porque lo poco que conocemos, el mapa del yacimiento, con la distribución en edificios y habitaciones, junto con los documentos encontrados allí (desgraciadamente sin indicar donde se encontró qué documento) es una auténtica ventana abierta al modo de vida de ese periodo histórico, con multitud de contratos, cartas e incluso denuncias entre los habitantes de la ciudad, que nos revelan por ejemplo, como existía la constumbre de arrendar habitaciones en las casas o incluso parte de esas mismas habitaciones, o un inesperado protagonismo de la mujer en esas transiciones comerciales, además de describir con precisión muy poco frecuente, la estructura social de ese asentamiento, en qué manos estaba el poder, y los conflictos entre las diferentes partes, casi como si se tratase de un pueblo de ahora mismo, que pudiésemos visitar y asistir a sus reuniones.

Un inmenso hallazgo, por tanto, mucho más importante que famosísimas tumbas faraónicas que sólo nos han legado quincallería, pero que permanece completamente olvidad, excepto para el experto en el periodo, y como ven sin estudiar organizar y publicar, debido a esa ceguera selectiva frente a los periodos que no son importantes y que se traduce en auténtica desidia, casi criminal, en este caso, porque cada año que pasa sin publicar los hallazgos y, más importante, continuar los trabajos de excavación, aumenta el riesgo de que se pierdan para siempre y de que esa ventana abierta a lo que sentían y pensaban nuestros antepasados se cierre definitivamente.

2 comentarios:

eroticón dijo...

quiero recordar que a la entrada de Karnac hay una mezquita que creo que reutilizaba una basílica, pero esta estaba recortada en todo el alrededor por las escavaciones que parece que estuviera suspendida en el aire 3 metros o más.

David Flórez dijo...

Luxor, Luxor.

De hecho creo que sigue en uso...