miércoles, 28 de junio de 2006

Musings




(hace 2600 años)

Inmortal Afrodita de bien labrado trono, hija de Zeus trenzadora de engaños, yo te imploro, con angustias y penas no esclavices mi corazón

(unas páginas después)

Se ha puesto la Luna y las Pléyades: es la media noche: pasa el momento, y yo duermo sola.

(2000 años más tarde)

... y la otra con gran tristura
comenzó de sospirar
e a decir este cantar
con muy honesta mesura:
la niña que amores ha
sola, ¿cómo dormirá?...

lunes, 26 de junio de 2006

Flirting with insanity (y 2)

Existe cierta tendencia a asociar arte con locura, como si el esfuerzo creador se hallará a un solo paso del abismo de la locura, e incluso como si esa misma locura constituyese el requisito de aquello que antaño se llamaba "genio". Como si la locura y lo que acarrea fueran una virtud y no una incapacidad.

Excentricidad, manías, rarezas, fe y misión, aunque aparentemente absurdas, parecían constituir el lote del artista, y así se señalaban y resaltaban, desde la soledad orgullosa y combativa de Miguel Angel o la incapacidad de Leonardo para acabar cualquier encargo, a la imposibilidad de Cezanne para tener relaciones humanas normales o la archifamosas crisis de melancolía autodestructiva de van Gogh... dejando de lado, porque no servían para confirmar la tesis, a aquellos otros artistas cuyas vidas habían sido de lo más aburridas y tranquilas, véase Magritte.

Para comprobar (o mostrar falsa) esta tesis no hay nada mejor que recurrir al arte realizado por los mismos alienados, como fue la ocasión, hace ya algunos meses, gracias a la iniciativa de la fundación La Caixa.

Desde finales del siglo XIX y hasta finales del XX (al menos hasta los años 80 que se tomo la política de cerrár los manicomios y poner a los enfermos en la calle... medida de consecuencias terribles para la salud de muchos enfermos) el arte, la producción de objetos artísticos, se utilizó como una terapia en la recuperación de los alienados.. o al menos para mantener sus sintomas bajo control.

La primera característica que llama la atención, al contemplar esas obras de arte (y el calificativo no es exagerado) es algo que debería haberse sospechado desde el principio, el que la obsesión constituye el centro de las mismas. Cada uno de los artistas en la exposición había elegido un temay técnica único, del cual no se apartaba en toda su producción. Al contrario que el artista cuerdo, cuya técnica y temas varían con el tiempo y las circunstancias externas y externas, el arte de los alienados permanecía fijo en el tiempo, siempre igual a sí mismo, de forma que es casi imposible distinguir si dos obras han sido pintadas en el mismo año o a una distancia de varios decenios.

Así por ejemplo uno de los artistas repetía una y otra vez mapas de geografías inventadas, copiando al detalle los símbolos y las convenciones utilizadas por los cartógrafos, para dar impresión de realidad y existencia a lo que no era más que fantasís , mientras que otro tomaba esa misma idea del mapa, para llegar al extremo opuesto, creando una geografía metafísica con símbolos y reglas inventadas e incompresibles, y bautizándolo con nombres de lugares reales, como si estos mapas fantásticos representasen su esencia.

Otro de los pintores llenaba inmensos lienzos con representaciones de batallas mastodónticas, la narración completa de guerras, encuentros, crueldades y heroicidades que nunca habían existido sino en su cabeza, una auténtica historia paralela del mundo, mientras que otro pintaba vistas no menos mastodónticas de ciudades reales, como londrés, sino fuera porque casas y calles habían sido substituidas por una arquitectura fantáistica y morbosa, poblada por seres que recordaban a los seres humanos.

Todo como digo, siempre igual, siempre repetido, día tras día, mes tras mes, año tras año, excepto por una pequeña diferencia, el grado de detalle.

La obra del alienado, como decía, es estática, pero al mismo tiempo es abierta, nunca está acabada, siempre queda algo por decir, algo por expresar, algo que debe incluirse en esa misma obra o que debe dejarse para la siguiente, algo que se encuentra en el mismo centro de la pulsión que le lleva a crear, y que en cierta manera se supone, se sabe, inexpresable, inagotable.

Algo alrededor de lo que se camina siempre en círculos, sin llegar jamás a él, como si se estuviera dentro de un laberinto.

...y extrañamente hemos vuelto al punto de partida.

Si habíamos empezado negando esa igualdad locura/arte, el camino a través del arte de los alienados nos ha devuelto a ella, puesto que el arte, en definitiva, no es más que una búsqueda continúa, una búsqueda cuyo objeto es desconocido y cuyos caminos seguramente son los equivocados...

...algo cuya propia esencia es el continúo hacerse y deshacerse, por el mero placer de sentirse en camino, en marcha, en posesión y control de las propias facultades...

...aunque no lleve a ninguna parte, aunque desemboque en la nada...

domingo, 25 de junio de 2006

On love's nature

Hay un instante en la novela Disgrace de Coetzee, donde aparece uno de esos pensamientos que uno esperararía encontrar en los escritos de un hombre, la sospecha de que cuando se hace el amor a una mujer, en el fondo eso constituye un acto de violencia...

Es curioso porque en otro escritor del mismo siglo, aunque algo anterior, el Musil de Der Mann ohne Eigenschaften, se encuentra casi la misma idea, aunque expresada de una forma mucho más cruda, comparando al amante que acaricia el cuerpo de su amada con el verdugo que se afana sobre la víctima que tortura...

Extrañas ideas... especialmente porque pueden interpretarse, incluso en una sociead tan sexualmente liberada como la nuestra, como lo que no son.

Porque no hace tanto, en nuestra cultura que el sexo era algo tabú, algo completamente prohíbido, reprochable, asqueroso, detestable, justificado sólo en situaciones precisas y por cuestiones externas a él mismo... algo que había que ocultar y esconder, algo de lo que se debía fingir rechazo y distancia, algo de lo que no se podía hablar, excepto en enigmas... visión que, aún hoy persiste y se perpetúa, puesto, como alguna vez he señalado, el lugar destinado al amor humano sigue sin ser el sol y el mediodía, sino la noche y la obscuridad.

Mientras que estas frase tienen un origen muy distinta, una amargura que procede del más profundo pesimismo y de uno menos profundo humanismo. La duda, la certeza en realidad, sentida por todo hombre, de que cuando amas a una mujer, en el fondo no la estás amando en absoluto, que ese acto no es prueba de nada, ni confirmación de nada, ni mucho menos origen o destino.

Que simplemente es un acto de egoísmo. Una simulación. Una mentira.

Toda una farsa urdida para conseguir nuestros fines, y de la cual nos retiramos, sin volver la vista atrás, sin dedicar un solo pensamiento más, una vez conseguida nuestra satisfacción.

Un ejercicio de crueldad, en definitiva, que quisieramos imaginar mutuo, para al menos encontrar alguna excusa, algo que nos permita acallar nuestra conciencia.

...

Hubiera querido encontrar la referencia y la cita exacta de ambos pasajes, pero me ha sido imposible, en el caso de Musil por el tamaño mastodóntico de la novela, y en el caso de Coetzee, por mera falta de tiempo y ánimos para leermela de nuevo (no se lee a Coetzee impunemente y se necesita cierto estado mental para hacerlo), lo cual en cierta manera, me hace pensar si no me habré inventado ambas citas...

...porque coinciden con que ciertas rutas de mi pensamiento...

...aunque, si fueran ciertas, sería extremadamente reconfortante encontrar que no he sido el único hombre que ha pensado así..

miércoles, 21 de junio de 2006

Flirting with insanity (y 1)

El camino hacia la soledad. El más peligroso de todos.

Puede parecer llamativo, sospechoso incluso, que me interese tanto por la peripecia personal de Dave Sim. Al fin y al cabo, no es más que una persona que eligió aislarse de todo y de todos, rompiendo cualquier lazo que le uniera con el resto de la humanidad, por seguir la (supuesta) revelación que había recibido en su vida, hasta el extremo de subordinar y sacrificar cualquier cosas, hasta su arte, a esa creencia que se había adueñado de su mente.

El caso de un enfermo mental, podría pensarse. Un caso triste, por la calidad de artista de aquel que lo sufre, pero no muy distinto de lo que sufren otras personas anónimas.

Excepto que el caso de Dave Sim es algo que cualquier solitario, un solitario de verdad, no la falsa soledad tan de moda hoy en día, es capaz de reconocer al instante, de sentir como algo completamente suyo y propio.

Suyo y propio. Perteneciente a su naturaleza. Algo sin lo cual no podría concebirse a sí mismo. Algo sin lo cual no podría imaginarse a sí mismo.

La tensión entre el deseo, surgido de lo más profundo del alma de mantener a los demás a distancia, pero al mismo tiempo la obligación de mantener algún contacto, por fino y frágil que sea, con el resto de la humanidad.

Porque ese abandono, ese abandonarse, no puede hacerse impunemente.

Antaño, gente como el historiador británico Toynbee hablaba del "retiro y retorno" de como cualquier renovador social, político y cultural, debía apartarse del mundo durante un periodo para volver luego con sus ideas cristalizadas y presentarlas ante los demas. Así contaba y su narración tenía un cierto atractivo, especialmente leído de joven, por la promesa de victoria final frente al mundo y la adversidad que contenía.

Atractiva, fascinante, prometedora, cierto, pero completamente falsa.

Nadie puede cambiar el mundo desde fuera de él. Sólo aquellos que viven, luchan y sufren en él pueden hacerlo, tiene la capacidad de influir en él. Es más, nadie, aunque renuncie a modificar el mundo, puede aspirar a vivir fuera de esta tierra. Necesitamos este mundo.

Y no se trata de una necesidad de cariño, compañía, amor o sexo, sea que como se quiera definir esa necesidad de vivir en el mundo y con el mundo. No. Se trata meramente de una necesidad de sincronía.

La necesidad ineludible de pensar en los mismos términos que los demás, de no perder el "feeling" de como se vive en este mundo, de ser capaz de sentir y emocionarse al igual que el resto de los mortales, de gozar con ellos.

Simplemente de que te entiendan cuando les hablas, de que tú les entiendas cuando te dirijan la palabra, de que seas capaz de transmitirles tus pensamientos, tus ilusiones, tus esperanzas, de traducirlas a su mismo lenguaje, en las palabras que ellos utilizan todos los días, en las imágenes que pueblan sus fantasías.

De no estar solo en este mundo, en definitiva.

El imposible para cualquier solitario.

martes, 20 de junio de 2006

Cerebus (y 4)

She is an unhappy person. If you manage to be happy for the both of you, you will keep her for as long as you want to.


Going Home, tomo XIII de Cerebus


De nuevo en el punto de partida.

Hablábamos de Dave Sim, el creador de uno de los comics capitales en la historia de este arte, como he señalado antes

Pero hablabamos también de Dave Sim, una persona que odia sinceramente a las mujeres, hasta el extremo de negarles cualquier atisbo de inteligencia y que afirma que su felicidad consiste en estar sometidos a un hombre. Hablamos también del hombre que ha sufrido una aparente revelación divina y que ha construido una religión mezcla de Islám, Cristianismo y Judaísmo, retorciendo el Genesis hasta que se adapta a sus ideas Y hablamos también del hombre que ha cortado todos los lazos que le unían con el mundo, hasta convertirse en un misántropo y en un ermitaño, alguien que no conoce ya a nadie que no sea él mismo.

¿Qué Dave Sim preferimos?

Se podría hacer el experimento de releer Cerebus sabiendo lo que sabemos del autor, interpretando el argumento, los personajes y sus peripecias a la luz de la ideología que él proclama... para llevarnos la sorpresa de que la respuesta es cualquier cosa menos clara.

A lo largo de la mayor parte de la obra hasta el final del tomo XIV, Form and Void, si exceptuamos el volumen IX, Reads (sobre el que volveremos), resultaría casi imposible adivinar la ideología concreta del autor. Es cierto que, leyendo con atención, es posible detectar cierto tonillo, ciertos giros y conclusiones, que, para todo aquel que haya crecicido y vivido en un ambiente machista, traen ciertos recuerdos, no precisamente agradables, pero sin embargo, sería difícil extraer una conclusión (excepto en el tomo IX del que ya hablaremos), debido a que, como en la mayor parte de las obras realistas, es muy aventurado decidir si lo que se dice y lo que se hace, es lo que ese personaje piensa y cree o es lo que el autor piensa y dice.

Confusión incluso mayor, puesto que, para un autor que se supone misógino, se las arregla para crear una serie de personajes femeninos admirables, como la Jaka protagonista absoluta de gran parte de la historia, y mujer de increíble belleza y no menos aguda inteligencia, o como Astoria, manipuladora, desengañada, cínica, pero al mismo tiempo brillante y aguda, y creyente firme, hasta el sacrificio, en los ideales que propaga y predica, o la misma Cirin, enemigo mortal de Cerebus, pero para cuyas acciones se nos mostrará una magnífica explicación, una justificación que nos convencerá de que tenía actuar como tenía que actuar, que en esas circunstancias no había otro camino... mejor.

Sin que tampoco deje de ser sorprendente, que un autor tan misógino como Sim, nos muestre con absoluta claridad, lo ridículos y estúpidos que somos los hombres, unido a la crueldad, desconsideración y egoísmo con que tratamos a las mujeres que han cometido la equivocación de amarnos... llegando a unas descripciones de la vida en común entre esposos y amantes que son especialmente dolorosas por la realidad, cotidianeidad y cercanía con la que están narradas.

Porque éste es precisamente, el punto fuerte de Dave Sim, su capacidad, por utilizar una expresión manida y tópica, de crear personajes que siente y aman, que se relacionan con otros, y que sufren y se ilusionan, al mismo tiempo con esas relaciones. No es ya la altura de sus pretensiones estéticas, ni la conciencia de la inmensa cultura que posee el autor, lo que atrae y mantiene el interés, sino la inmensa red de personajes, que ellos han creado, que le atrapa y les fuerza a actuar de una manera que piensan libre, pero que está completamente determinada.

Y ahí, en la creación de un mundo vivo, en el camino que nos lleva a conocerlo, a querer saber más de él y de sus criaturas, a aceptar las trampas y las sorpresas que nos ofrece, es donde Cerebus, en la mayor parte de su recorrido, se muestra como la obra maestra que es, una lectura que es imposible interrumpir.

Pero para nuestra desgracia, al propio Dave Sim le debío parecer, debido a esa vida propia e independencia que la creación toma en un instante con respecto al artista, que sus ideas no quedaban suficientemente reflejadas en las páginas del cómic, y tuvo que irrumpir, en el tomo IV, Reads, incluyendo un inmenso ensayo, repartido entre secciones del cómic, página tras página de apretada letra, dejando bien claro lo que pensaba.

Y al leerlo, debo decir que no sentía ira ni asco, ni repulsión, aunque sus ideas estaban en contra de todo lo que admiro y creo, sino una profunda amargura y desilusión, al comprobar como una persona tan inteligente podía ser tan estúpida... sabiendo además que ninguno estamos a salvo de ese error.

Afortunadamente, en los volumenes siguiente, Minds, Guys, Going Home y Form and Void, Sim dejaba de lado su elucubraciones y obsesiones y, aunque su ideología seguía estando muy presente, la riqueza de su mundo y la verdad con la que estaba representado continuaban fascinando, demostrando porque ese cómic era uno de los mejores.

Hasta que llego Latter Days, el penúltimo volumen.
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El volumen que coincidío con la retirada definitiva de Sim a su encierro voluntario.

El volumen en que dejo a un lado todo el rico mundo que había tejido, los personajes que había creado, las historia que les unían, dejándonos sin conclusión y traicionando las líneas que había estado siguiendo.

El volumen en que decidió que lo único importante era propagar la nueva fe que había descubierto y subordinar todo, personajes, narración, estética y arte, a demostrar SU verdad, la única cierta y verdadera, contra la que no cabía ninguna objección ni razonamiento.

El volumen en que tuve que interrumpir la lectura.

jueves, 15 de junio de 2006

Cerebus (y 3)

Finally, I will build a temple... but this time, it won't be a temple, it will my home.


Reads, Tomo IX de Cerebus



Hablaba ayer de como en la historia de Cerebus aparecen multitud de referencias literarias, hasta el extremo de incluir a famosos escritores, su vida, su obra o su trabajo. Referencias totalmente inesperadas y, podría decirse, completamente innecesarias, en lo que comenzó siendo una humilde parodia de Conan, The Barbarian, substituyendo al personaje de Conan por un Aardvark u oso hormigero. Historia que como, todas las parodias, se presentaba sin ninguna pretensión de profundidad, en un estilo completamente normal y simple.

Es aquí donde radica la auténtica radicalidad de Cerebus. Si el cómic se hubiera limitado a incluir las apariciones de estas figuras literarias y hubiera mantenido, lo que podríamos llamar, un estilo estándar, no hubiera pasado de ser un biopic más, una historia completamente prescindible pero con con infulas de profundidad y permanencia, algo que rápidamente se hubiera hecho insoportable para el lector.

Sin embargo, uno de los própósitos de Dave Sim, reconocido por él, es el de romper todas y cada una de las reglas que se suponen consustanciales al arte de la viñeta.

Por poner un ejemplo. En el, ya citado, tomo V, Jaka's story, he señalado que se inserta lo que podría ser un inédito de Oscar Wilde, la narración de la infancia y juventud de Jaka. Esta historia dentro de la historia no se relata con los medios de la viñeta y la secuencia, sino con los modelos de la novela ilustrada del siglo XIX, reservando páginas completas o dobles páginas, donde a una o dos columnas de texto, acompaña una ilustración, sin bocadillo alguno que ocupa toda la hoja, ilustración que se caracteriza por un detallismo y un preciosismo casi increíble.

Páginas ilustradas que están esparcidas a lo largo de todo el tomo y que sirven de separación entre diferentes secciones temáticas, y al mismo tiempo sirven de contrapunto a la acción principal, avanzando con ella hacia un doble climax, doblemente intenso si se me permite.

Incluir una novela, tal cual, con los recursos y la presentación de una novela, dentro de un cómic no es la única rebeldía y transgresión que se permite Dave Sim, sino una de tantas y ni siquiera la más llamativa.

En este mismo volumen de Jaka's story, en otra doble página, y en ocasión de la muerte de un personaje, las viñetas caen siguiendo la trayectoria del cuerpo que también cae, en un movimiento que cruza las dos páginas de izquierda a derecha, desde el momento en que recibe el golpe (viñeta vertical), pierde el equilibrio (viñeta a 45 grados) y choca con el suelo (viñeta horizontal). Al mismo tiempo otras dos viñetas, situadas en la esquina superior derecha e inferior izquierda nos muestran las reacciones de los espectadores de la escena, que estaban, en un ejemplo de coherencia geométria insospechado, a la izquierda y a la derecha de la persona que ha sido alcanzada.

Asímismo en las páginas finales de tanto High Society (volumen II) como Church and State I (volumen3). La página pasa de tener una orientación vertical (lectura de arriba/abajo) para girar 90 y tornarse apaisada, volver a girar y adoptar la posición vertical, volver a girar y tornarse apaisado y volver a girar para volver al equilibrio, todo para reflejar el caos y sin sentido en que han confluido ambas historias. No se piense que esto se hace de manera mecánica. Mientras que en High Society, la página continua dividida en multitud de viñetas, en Church and State es una serie de double splash pages, de forma que en el primer caso la transición de vertical a apaisado se hace en una serie de viñetas dentro de la página, mientras que en el segundo es la página completa la que gira paulatinamente.

Puede resultar complejo de imaginar con una simple descripción, pero verlo en papel y en el instante en que se produce es, si se me permite la exageración, algo que quita el aliento.

Y aquí precisamente radica otra de las genialidades de Dave Sim, que estos efectos no son pirotécnia vacua, sino que sirven para amplificar, ilustrar y explicar lo que está ocurriendo y porqué está ocurriendo, o lo que es lo mismo el efecto de estos sucesos sobre los personajes, que a estas alturas son tan conocidos para nosotros como personas reales.

De esta manera, si Sim no tiene el menor reparo de hacer saltar todo por los aires cuando es preciso, no tiene ningún miedo en despojarse de todos los artificios, de reducir el ritmo hasta casi dejar la historia muerta, cuando así es necesario. En la ya mencionada Jaka's Story, en cierto momento descendemos a las cárceles de la dictadura cirinista, viñeta tras viñeta, en páginas que sólo tienen cuatro, se muestran completamente negras, hasta que esta negrura se disuelve por una esquina, ocupa la viñeta, muestra una antorcha y la pared en la que está fijada, las puertas de las celdas brevemente iluminadas, los ladrillos del muro, para de nuevo volver a surgir la obscuridad y ocupar todo el espacio, sin que se halla pronunciado una sola palabra, como si nosotros mismos estuviésemos recorriendo esos subterráneos, con el corazón encogido, sin saber a donde nos conducen.

Y así y así decenas de ejemplos.

Y vuelvo a decirlo aunque parezca una exageración, leer este cómic es una experiencia única, irrepetible, que marca y deja huella.

...

...

Sí, muy bonito..... pero continúa siendo un misógino y un fanático religioso...

...y tú alguien que jamás ha creado nada, ni podrá hacerlo...

...¿Quién es entonces el que está equivocado?

martes, 13 de junio de 2006

Cerebus (y 2)

Men get to be a mixture of the charming mannierisms of the woman they have known.

Going Home, Volumen 13 de Cerebus

Esta frase no es pronunciada por Viktor Davis, el alter ego que Dave Sim utiliza para sus diatribas en Cerebus, ni siquiera por él mismo, en sus apariciones dentro del cómic, como demiurgo que juega a placer con sus creaciones...

Esta frase es pronunciada por Francis Ford Kennedy, la representación en el cómic de un Francis Scott Fitzgerald crepuscular, un alcóholico sin remedio que aún se las arregla para mantener cierta dignidad, cierta apariencia del gentleman, ese concepto inexistente en nuestro mundo de hoy, que una vez fue, aunque sabe que ya éstá muerto, que sólo se sobrevive a sí mismo, o mejor dicho, como el cómic nos muestra y como fue en la realidad, que la caída de su mujer en la locura y su internamiento en la bebida, no sólo le ha destruido a ella, sino también a él mismo, puesto que ya nada hay que le retenga en esta vida, y su honor, su orgullo, su educación de caballero, le impiden ser quien dé fin a ella.
Puede parecer extremado lo que narro, pero el genio absoluto de Dave Sim está ahí, en que la inclusión de una vaca sagrada de la literatura inglesa, no constituye un ejercicio de snobismo o un intento de humillar al lector mostrando lo culto que es el autor y lo ignorante que es el espectador.

No, lo maravilloso (y extraño) de la aparición de Fitzgerald en ese cómic y en esa situación es que, hablando y actuando como el propio Fitzgerald (o al menos como podemos imaginarnos que hablaba y actuaba conociendo su biografía y su obra), el personaje no es un lastre ni un peso muerto en la historia que se nos cuenta, si no que se convierte en agente y actor de los sucesos y peripecias a los que asistimos, llegando incluso a conseguir un protagonismo absoluto en éstos... sin contar, por otra parte, que Dave Sim, nos introduce en el mundo privado del creador y su creación, componiendo lo que podría ser un inédito de Fitzgerald, inspirado por los sucesos en los que participa y recreeando a la perfección el estilo del escritor, manierismos y tics incluidos.

No es la primera vez que, a lo largo de las 6.000 páginas largas de Cerebus, Dave Sim ha conseguido la misma jugada (lo cual si cabe constituye otra de las pruebas de la grandeza del dibujante/gionista). En el tomo V, Jaka's story, aparece ni más ni menos que Oscar Wilde, nuevamente como personaje principal, nuevamente retratado con la imagen que uno asocia inconscientemente con él, la de un hombre de mundo, inteligente, ingenioso, agudo... y al mismo tiempo profundamente sensible, enamorado hasta la médula de una cierta imagen del arte y del deber del artista, desafortunadamente ya completamente periclitada, y nuevamente, se nos muestra el proceso creativo, porque una gran parte de Jaka's story es precisamente el relato que hace Wilde de la niñez y adolescencia de Jaka, uno de los personajes (esta vez de ficción) centrales de Cerebus.
Un relato que para cualquiera que haya leído a Wilde en inglés, le parecerá uno más de sus cuentos, con su misma riqueza léxica, con su precisión en las descripciónes, detalladas hasta la obsesión, fascinantes hasta poder llegar a imaginar el lugar narrado como si se estuviera allí mismo... y no sólo los lugares sino cada uno de los infinitos y breves sentimientos por los que atravesamos mientras estamos despiertos.

Para culminar, en un magnífico salto mortal, narrando en el tomo VI, Melmoth, la agonía y muerte del escritor, sin ahorrar ningún detalle escabroso, pero sin caer en el voyeurismo, simplemente, recordándonos, a cada uno de nosotros, lectores, que se creen inmortales, que por ese horror que pasó Wilde, tendremos que pasar también nosotros, y como al final, ese sufrimiento del que ya no hay escapatoria, hará que prefiramos la muerte, aunque tras ella no queda nada, puesto que al menos ella nos ofrecerá descanso y reposo, consuelo y bálsamo.

Y una vez más volverá a hacerlo.

En el tomo XIV aparecerá Ernest Hemingway, pero no como el Hemmingway que el cine y la leyenda nos han transmitido, el aventurero, el hombre de acción, el que hace de su vida la obra de arte, dejando un poco de lado su obra. El Hemmingway que aquí se muestra, como presagio de lo que sucederá a Cerebus y a Jaka, es el escritor que sabe que ya no podrá escribir más. Peor aún, que sabe que la vida no volverá a ofrecerle ya ningún consuelo, ningín alivio, ninguna victoria, sino sólo derrotas, desesperación y sufrimiento... agravado su sufremiento por el recuerdo, imborrable, del pasado, de los viajes a África, de los hombres, orgullosos, nobles, honorables, que allí conoció, de la libertad de los espacios sin civilizar, donde no existe el pasado ni el futuro, sino sólamente un presente continua y eternamente repetido, del gusto, convertido en amargo con el tiempo, de lo que fue una vida mejor, una vida más noble, la única vida que vale la pena vivir, aquella del hombre libre que sólo debe responder ante aquellos que respeta y que ha decidido que sean sus amigos.

Alguien a quien sólo queda pegarse un tiro, o que otra persona le facilite los medios....

...

...


Sí... muy bonito, pero sigue siendo un misógino y un fanático religioso. Eso no se lo quita nadie

jueves, 8 de junio de 2006

Cerebus (y 1)

You live only a few more years.

You die alone, unmourned...

...and unloved.

Suffering... Suffering you'll have no trouble doing.

And if you are tempted, ever, to consider your suffering unjustified...

...just remember...

...your second marriage.

Church and State II, Tomo IV de Cerebus

Es incómodo, muy incómodo, hablar de Cerebus. No por el cómic en sí, una auténtica obra maestra, si se me permite la expresión tan mal usada hoy en día, sino por la personalidad de su autor Dave Sim. Una personalidad y un ideario que puede lograr que su obra, el monumento que ha construido a lo largo de casi treinta años, acabe olvidado, voluntariamente olvidado por sus propios admiradores.

Es siempre muy complejo, y demasiado aventurado, inferir la personalidad de un artista partiendo de su obra, especialmente en el caso de aquellos que creadores prefieren la narración, el representar la realidad que nos rodea aunque sea distorsionada y sublimada, a la abstracción, a impresionar al público medianta la yuxtaposión de colores, líneas, sonidos, palabras, notas, huyendo de un significado o colocandolo en segundo plano, algo que, extrañamente, siempre molesta mal que la representación directa, por muy brutal que sea lo representado.

Esta complejidad en adivinar o intuir el auténtico ideario de un autor partiendo de su obra se debe, en mi opinión a dos razones muy simples. Por un lado, el hecho de que el artista, especialmente aquellos dedicados a la representación, tiende a incluir en su obra multitud de voces, multitud de opiniones, multitud de puntos de vista, si realmente quiere representar lo que ve, si realmente quiere comentar, juzgar, conducir y modificar su realidad. Por otra parte, el oficio de artista no es de político, profeta, filósofo o intelectual. El artista no puede ofrecer soluciones, un artista no puede tenerlas, bajo pena de dejar de serlo, de convertirse en político, profeta, filósofo, intelecual. El oficio del artista es plantearse preguntas, políticas, filosóficas, sociales, estéticas... y dejarlas sin respuesta. Ofrecer puntos de partida que muevan a los espectadores, si se me permite el juego de palabras, a tomar partido.

Es por ello que, cuando se quiere averiguar la ideología, las intenciones del artista, sea necesario recurrir a las entrevistas, a los escritos para artísticos del creador, al análisis de la sociedad y el ambiente en el que se concibió la obra... a todo aquéllo en definitiva que está fuera del objeto artísticos, a los pequeños innumerables detalles que formaran el contexto de la obra y que se han desvanecido con el tiempo. Un bagaje que el espectador no tiene obligación de conocer... al menos en la profundidad de un contemporáneo... puesto que es esa obra la que debe convertirse en clave y camino hacia ese tiempo, hacia ese contexto, hacia esa mente y no al contrario.

(y parecerá que en este instante me estoy contradiciendo, pero no es así, o mejor dicho, lo es y no lo es)

Sin embargo, en el caso de Dave Sim, no hay duda alguna. El mismo autor, como si desconfiará de su propia obra, pensando quizás que exprese ideas distintas a su auténtico pensamiento, se ha preocupado de comentar él mismo, incluyendo, en medio del discurso narrativos, toda suerte de ensayos aclaratorios (y es curioso darse cuenta que Tolstoi hizo lo mismo con Guerra y Paz). Ensayos estos que han bastado para enajenar la admiración y el respeto que su obra merece y que debía granjearse.

En ellos, Dave Sim se muestra como un misógino feroz. No como un misógino actual, de los que tantos abundan hoy día, que bajo la aparente aceptación de la igualdad entre sexos y de los argumentos del feminismo, retuerce las conclusiones de la ciencia y la filosofía, para encerrar de nuevo a las mujeres al interior de su cocina, puesto que concluye, su naturaleza no está preparada ni concebida para otra cosa. No. La misoginía de Sim es de otra calidad, más antigua y sin necesidad de ningún tapujo.

Al leer los ensayos repartidos por Cerebus tenía la impresión de haber vuelto al pasado, a aquellos tiempos en que el machismo, y la sujección de las mujeres al macho, eran la ideología predominante, mientras que aquellos que afirmaban la igualdad entre los sexos, eran los raros, los radicales, los extremistas. En aquellos tiempos de machismo triunfante, este se expresaba en forma de miedo a la mujer (al igual que los aristócratas temían que los siervos les degollasen o los esclavistas que los esclavos se rebelasen). La mujer, a pesar de su sometimientos, de no tener armas con las que defenderse, era capaz de destruir a los hombres, de atraerles con sus encantos, de seducirles y de apartarles de su misión, de su destino, de todo aquello que supuestamente constituye la hombría y la masculinidad.

La mujer como enemiga, no como compañera, como traidora, no como confidente, como alimaña peligrosa, venenososa y mortífera, no como ser racional, a la altura de los hombres, sino como demonio, víbora y monstruo, cuyo solo contacto seca a los hombres, les sorbe los sesos y les convierte en peleles.

Y ésa, y no otra. es la opinión de Sim sobre las mujeres. Sólo que el lo dice a las claras, sin disfraces.

....y sin embargo todo esto no reduce en lo más mínimo, la importancia y la grandeza de lo que Dave Sim, con su obra ha conseguido....

...de la misma manera que mis confusos y falsamente profundos comentarios, mi rectitud y convicciones no me hacen más inteligente, ni más influyente, ni más artista...

lunes, 5 de junio de 2006

Reading Coetzee

...that is how we must be in the eyes of the angels: People living in houses of glass, our every act naked. Our hearts naked too, beating in chests of glass...

Extraño leer a este hombre. Extraño también que cada una de sus obras no falle en producirme el mismo efecto. Angustia. Ahogo. Desolación. Fatalismo. Impotencia. Los sentimientos de los condenados recorriendo una y otra vez el círculo del infierno al que han sido desterrados.

No es menos extraño que esa sensación, de vivir sin salida, de saber que cada paso no es más que un escalón que se desciende en la decadencia personal, en el tránsito ineluctable hacia la muerte, se consiga de una forma tan tenue, tan sutil, tan minimalista.

No es porque Coetzee aparte la mirada de lo feo y lo desagradable, o que evite, por una especie de prurito de artista consciente la descripción pormenorizada del mal, sus causas y sus consecuencias. Hacer eso sería una traición, puesto que su mundo, el de la Sudáfrica del Apartheid, se basa sobre la injusticia, sobre un pecado original que corrompe y destruye a la sociedad entera, incluso a aquellos que luchan contra el sistema , incluso a aquellos que han conseguido escapar de allí, pero que se han traído consigo esa corrupción, esa malda que aborrecen.

No, ya sea en la Sudáfrica racista, siempre a punto del estallido, o en la postApartheid, hundiéndose sobre sí misma, o en el Londrés que se convierte en una prisión no menos dura, no menos hipócrita, que el país donde todos esos vicios están a la vista de todos, aunque no se quieran ver, en cualquiera de esos lugares, la prosa de Coetzee, no teme señalar la injusticia, la violencia, abordar aquellos actos miserables que los hombres realizan contra otros hombres, y como se justifican, como inevitables, justas y necesarias, las mayores barbaridades.

Pero esto, esta mirada alerta y vigilante, no significa que Coetzee se entregue, como es tan común en día, a la descripción pormenorizada y totalitaria de los actos de violencia y crueldad, hasta el extremo en que estos se conviertan en la novela y en su única justificación, tanto frente al autor, como ante sus lectores, como ante la crítica, en la ciega creencia de que mostrar el espejo basta para denunciar... o que para escribir como Sade basta con limitarse a copiar lo más evidente, sin reparar en los intrincados razonamientos y repruebas con que el francés consigue una doble violación de sus personajes y lectores, la posesión tanto física como mental.

Porque Coetzee es un clásico, en el sentido antiguo, quizás el último. El autor que narra lo que tiene delante, tal como lo ve, sin caer en ningún tipo de afectación, tanto estética como moral, aunque, en sus intenciones y propósitos éste el de crear gran arte y dar una lección moral.... sin que como repetimos, se note.

Y este clasicismo se traiciona incluso en su punto de vista. Mientras que en el arte de ahora, la caricatura, la distorsión de la figura humana está a la orden del día, hasta convertir la representación de la realidad que pretende la novela, en un teatro de títeres y al autor en el grna marionestista, que se ríe de sus criaturas porque sabe que sus conflictos nunca serán los suyas, para Coetzee, cada sentimiento de sus personajes es un sentimiento compartido, y cada accion es una acción que el mismo podría haber cometido, errores en los que podría haber incurrido, hasta el punto que es difícil distinguir cuando la voz que nos habla es la voz del autor y la de las criaturas.

Quizás en esto esté el secreto de la potencia, la fuerza con la que Coetzee consigue conmover, en el equilibrio entre su clasicismo, que le hace abordar lo que ve con tranquilidad y serenidad, como si fuera un estóico de antaño, y la cercanía a las personas y situaciones que novela, que le hace ser sincero. No solo serlo, sino también parecerlo....

O quizás es algo que tengo la impresión de haber leído en alguna parte, que cada uno de sus protagonistas es como Dante, una representación de la humanidad perdida en el mundo y abocada a cruzar el infierno, pero sin un Virgilio que le guie entre los peligros, ni una Beatriz que le espere al final del camino.

Porque el Paraíso no existe, y todos lo sabemos, por muchas mentiras que queramos contarnos.