martes, 13 de junio de 2006

Cerebus (y 2)

Men get to be a mixture of the charming mannierisms of the woman they have known.

Going Home, Volumen 13 de Cerebus

Esta frase no es pronunciada por Viktor Davis, el alter ego que Dave Sim utiliza para sus diatribas en Cerebus, ni siquiera por él mismo, en sus apariciones dentro del cómic, como demiurgo que juega a placer con sus creaciones...

Esta frase es pronunciada por Francis Ford Kennedy, la representación en el cómic de un Francis Scott Fitzgerald crepuscular, un alcóholico sin remedio que aún se las arregla para mantener cierta dignidad, cierta apariencia del gentleman, ese concepto inexistente en nuestro mundo de hoy, que una vez fue, aunque sabe que ya éstá muerto, que sólo se sobrevive a sí mismo, o mejor dicho, como el cómic nos muestra y como fue en la realidad, que la caída de su mujer en la locura y su internamiento en la bebida, no sólo le ha destruido a ella, sino también a él mismo, puesto que ya nada hay que le retenga en esta vida, y su honor, su orgullo, su educación de caballero, le impiden ser quien dé fin a ella.
Puede parecer extremado lo que narro, pero el genio absoluto de Dave Sim está ahí, en que la inclusión de una vaca sagrada de la literatura inglesa, no constituye un ejercicio de snobismo o un intento de humillar al lector mostrando lo culto que es el autor y lo ignorante que es el espectador.

No, lo maravilloso (y extraño) de la aparición de Fitzgerald en ese cómic y en esa situación es que, hablando y actuando como el propio Fitzgerald (o al menos como podemos imaginarnos que hablaba y actuaba conociendo su biografía y su obra), el personaje no es un lastre ni un peso muerto en la historia que se nos cuenta, si no que se convierte en agente y actor de los sucesos y peripecias a los que asistimos, llegando incluso a conseguir un protagonismo absoluto en éstos... sin contar, por otra parte, que Dave Sim, nos introduce en el mundo privado del creador y su creación, componiendo lo que podría ser un inédito de Fitzgerald, inspirado por los sucesos en los que participa y recreeando a la perfección el estilo del escritor, manierismos y tics incluidos.

No es la primera vez que, a lo largo de las 6.000 páginas largas de Cerebus, Dave Sim ha conseguido la misma jugada (lo cual si cabe constituye otra de las pruebas de la grandeza del dibujante/gionista). En el tomo V, Jaka's story, aparece ni más ni menos que Oscar Wilde, nuevamente como personaje principal, nuevamente retratado con la imagen que uno asocia inconscientemente con él, la de un hombre de mundo, inteligente, ingenioso, agudo... y al mismo tiempo profundamente sensible, enamorado hasta la médula de una cierta imagen del arte y del deber del artista, desafortunadamente ya completamente periclitada, y nuevamente, se nos muestra el proceso creativo, porque una gran parte de Jaka's story es precisamente el relato que hace Wilde de la niñez y adolescencia de Jaka, uno de los personajes (esta vez de ficción) centrales de Cerebus.
Un relato que para cualquiera que haya leído a Wilde en inglés, le parecerá uno más de sus cuentos, con su misma riqueza léxica, con su precisión en las descripciónes, detalladas hasta la obsesión, fascinantes hasta poder llegar a imaginar el lugar narrado como si se estuviera allí mismo... y no sólo los lugares sino cada uno de los infinitos y breves sentimientos por los que atravesamos mientras estamos despiertos.

Para culminar, en un magnífico salto mortal, narrando en el tomo VI, Melmoth, la agonía y muerte del escritor, sin ahorrar ningún detalle escabroso, pero sin caer en el voyeurismo, simplemente, recordándonos, a cada uno de nosotros, lectores, que se creen inmortales, que por ese horror que pasó Wilde, tendremos que pasar también nosotros, y como al final, ese sufrimiento del que ya no hay escapatoria, hará que prefiramos la muerte, aunque tras ella no queda nada, puesto que al menos ella nos ofrecerá descanso y reposo, consuelo y bálsamo.

Y una vez más volverá a hacerlo.

En el tomo XIV aparecerá Ernest Hemingway, pero no como el Hemmingway que el cine y la leyenda nos han transmitido, el aventurero, el hombre de acción, el que hace de su vida la obra de arte, dejando un poco de lado su obra. El Hemmingway que aquí se muestra, como presagio de lo que sucederá a Cerebus y a Jaka, es el escritor que sabe que ya no podrá escribir más. Peor aún, que sabe que la vida no volverá a ofrecerle ya ningún consuelo, ningín alivio, ninguna victoria, sino sólo derrotas, desesperación y sufrimiento... agravado su sufremiento por el recuerdo, imborrable, del pasado, de los viajes a África, de los hombres, orgullosos, nobles, honorables, que allí conoció, de la libertad de los espacios sin civilizar, donde no existe el pasado ni el futuro, sino sólamente un presente continua y eternamente repetido, del gusto, convertido en amargo con el tiempo, de lo que fue una vida mejor, una vida más noble, la única vida que vale la pena vivir, aquella del hombre libre que sólo debe responder ante aquellos que respeta y que ha decidido que sean sus amigos.

Alguien a quien sólo queda pegarse un tiro, o que otra persona le facilite los medios....

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Sí... muy bonito, pero sigue siendo un misógino y un fanático religioso. Eso no se lo quita nadie

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