domingo, 30 de agosto de 2009

You set the limits (y II)












Hablaba en la entrada anterior de como la imaginación de los hermanos Fleischer, Max y Dave, era capaz de anular las reglas de la forma en la que trabajaban y las limitaciones técnicas de su época. De manera análoga, los documentales científicos de Jean Painléve y Geneviève Hamon hacen que la mayoría de los documentales actuales parezcan completamente prescindibles.

Entiéndase bien esto, hay una tendencia, desde mucho antes de que yo naciera, que pretende que la única forma de introducir a la gente común en el mundo de la ciencia es acompañando esta de todo tipo de fuegos artificiales, es decir, viajes al fin del mundo, reconstrucciones costosísimas, montajes y posiciones de cámara dignas del cine de acción, más todo tipo de efectos de artificiales, con lo cual el mensaje quedaba cubierto por el envoltorio, algo que es un pecado imperdonable cuando se trata de divulgación científica donde interesa que el espectador se quede con el meollo del asunto.

Painléve y Hamon, devotos del documental científico desde los años 20, mucho antes de que Cousteau saltara a escena, demuestran que toda esa parafernalia no es en absoluto necesaria. Lo que ellos filman sucede, por así decirlo en el propio jardín de su casa, en las cosas de Bretaña, donde habitan los seres marinos, los invertebrados y peces a los que son tan aficionados a rodar, y su estudio no son las profundidades inalcanzables, sino el acuario y el microscopio, los lugares y las técnicas al alcance de cualquiera, lo que no impide que cada uno de sus documentales sea un prodigio de belleza, permitiendo que el espectador, se asombre de nuevo ante el mundo cotidiano que había olvidado o no se había preocupado por observar.

Un resultado fuera de lo común, inesperado e inigualado que sólo por eso no lleva a una triste constatación. El como la abundancia de medios suele convertirse en la muleta de los mediocres y como el talento, el auténtico genio, no necesita de ellos.

Porque Painléve no era un cualquiera, no estamos hablando de un aficionado cuyo talento descubren sus allegados a su muerte. Estamos hablando de una personalidad que se codeo con los círculos surrealistas durante los años 20 y 30, de manera que creó pequeños fragmentos de L'Age d'Or y Un chien andalu para Dalí/Buñuel, o de L'Atalante para Jean Vigo (es fácil adivinar cuales una vez conocido el secreto) y que incluso se atrevió a probar con la animación (en color ni más ni menos en los años 30) tomándole tres años en rodar, siempre con su compañera Hamon, un corto que no merece otro apelativo que magistral.

Y es que Painléve es una personalidad a caballo entre dos mundos, el cine y la ciencia, lo que le permite saber qué consideraría un ciéntifico que merece rodarse y saber hacerlo con la sensibilidad de un artista.

Pero al mismo tiempo, por ese estar entre dos mundos, olvidado por ambos, cuando no denostado y despreciado.

En ese mundo donde nulidades absolutas se convierten en tema central de incontables estudios.

sábado, 29 de agosto de 2009

You set the limits
























No es la primera vez que hablo de los Fleischer, Max y Dave, en este blog. Mi admiración por ellos crece cuanto más conozco su obra. No es solo que de 1920 a 1940 fueran uno de los grandes estudios de animación, en concreto, el único capaz de toser a la Disney, que ya se ocuparía tras 1940 de reescribir la historia, para que animación y el estilo de esa productora fueran casi sinónimos, opinión que ha causado un daño casi irremediable a esta forma.

No, lo realmente importante es que los Fleischer siempre demostraron una inventiva fuera de serie. Bastaría con sus aportaciones técnicas para otorgarles un puesto preferente en la historia puesto que inventaron una serie de aparatos sin los cuales la animación seria impensable, desde el rotoscopio, para copiar el movimiento humano al rotógrafo, para poder superponer imagen real, pasando por un modelo de cámara multiplano, para dotar al dibujo animado de tridimensionalidad, mucho más cómodo que el manufacturado por la Disney, ya que en este último los planos se apilaban verticalmente, con la dificultad de manejo y movimiento que suponían, mientras que en el aparato Fleischer, los planos se disponían horizontalmente, facilitando su manipulación.

Pero lo que hace realmente grandes a los Fleischer, (y que el corto arriba capturado, Puzzle de la serie Out of the Inkwell de 1923) demuestra sin genero de dudas), es que durante los 20, junto con otros pioneros como Otto Messner o el tándem Disney/Iwerks, inventaron las reglas básicas de la animación y se las saltaron a la torera, algo en lo que los Fleischer brillaban especialmente y que, 80 años más tarde aún es capaz de hacer reír a carcajadas al respetable, al igual que su sucesora en la locura, el desenfreno y el descaro, la Warner, consigue también hacer, mientras que los cortos Disney, excepto excepciones (Iwerks y Jack Kinney), se han quedado atrapados en el pasado.

Más aún. Los cortos de los 20 de la serie Out of the Inkwell utilizan todos la misma fórmula simple y sencilla, Max Fleischer dibuja a Koko el payaso protagonista, el cual inevitablemente acabará interfiriendo en el trabajo de su creador, conflicto que desembocará en el caos. Dicho así, podría esperarse unos cortos repetitivos, basados siempre en los mismos golpes y gags, pero hay que recordar que estamos hablando de los Fleischer, de manera que ningún corto se parece a otro.

Ya desde el principio, la forma en que KoKo es dibujado es distinta y puede apreciarse como los Fleischer, en algo tan sencillo como es el introducir al personaje principal intenta exprimir al máximo las posibilidades de la animación. Koko llegará a pintarse a sí mismo, a metamorfosearse partiendo de un dibujo anterior o incluso será literalmente bordado por Max Fleischer (siempre protagonista de sus propios cortos) sobre el papel. Desde ese punto todo estará permitido y cada corto rivalizará en romper cualquier ilusión de realidad o lógica que podamos esperar. Max Fleischer será literamente atrapado en el papel que dibuja (como es el caso ilustrado) para emerger por el tintero con el que Koko es dibujado, aparecerá como el resultado del puzzle que Koko crea, se dibujará a sí mismo, sera enrollado en el papel que utiliza, terminará siendo el producto de la máquina de dibujo automático que Koko maneja y que el propio Fleischer había diseñado momentos antes o incluso será dinamitado rumbo a Marte por un Koko buscando venganza por haber sido enviado en un cohete hacia ese planeta.

Un despliegue de imaginación, conseguido, no se olvide con medios completamente primitivos. Una cumbre de la animación, cuando esta apenas acababa de nacer, que debería avergonzar a toda esa animación 3D que parece concebida únicamente para presumir del dinero que ha costado.

Un ejemplo claro de que no existen límites si hay voluntad de crear.

jueves, 27 de agosto de 2009

Problems of Interpretation

Sesenta Talentos en la entrada del oeste bajo la piedra negra.
Cerca de ellos bajo el umbral de la cámara sepulcral: cuarenta y dos talentos
En el monte Gerizim bajo las escaleras de la cavidad subterránea más alta una caja que contiene 60 talentos de plata.
En la fuente del manantial de Bet-Sgham, recipientes de ofrendas en plata y oro. En total, seiscientos talentos.
En el gran conducto sunterráneo de la cámara sepulcral hacia la casa de la cámara sepulcral. En total un peso de 71 talentos y seis minas.
En la cavidad subterránea que está en la roca lisa al norte de Kholit cuya abertura da al norte y está rodeada por tumbas hay una copia de este documento y su explicación y las medidas y el detalle de todos los objetos.

El Rollo de Cobre, Manuscritos del Mar Muerto.

He terminado de leer en estos días la edición completa de los escritos no bíblicos que componen los manuscritos del Mar Muerto, ese tercer inmenso descubrimiento arqueologico de los años 40 del pasado siglo, junto con la biblioteca gnóstica de Nag Hammadi, ya comentada aquí, y las tumbas reales egipcias de Tanis (sí, donde Indiana buscaba el pozo de almas).

El descubrimiento de los escritos sagrados de una secta heterodoxa del Judaismo del segundo Templo, constituyeron, como digo un descubrimiento arqueológico de primera magnitud, al ofrecernos la oportunidad de mirar la historia de esa época desde un punto de vista distinto al de la Biblia y los escritores grecorromanos. El hecho de que muy probablemente esos escritos fueran los de los Esenios históricos, recogidos en los escritos de Josefo, Plinio y Philo, y que el cercano asentamiento de Qunram fuera el centro de esa secta (aunque todo esto ha sido puesto en duda reciéntemente) no hicieron más que aumentar el interés y la importancia de los manuscritos.

No obstante, para el común del público, más interesado en escándalos y esoterismo que en los áridos hechos históricos, los manuscritos del Mar Muerto se hicieron famosos por otras razones muy distintas. En concreto, tras la rápida publicación de los primeros rollos encontrados, la cadencia de traducciones se redujo a cero y durante casi 30 años, hasta 1990, apenas llegó al público algo más de los ya sabido a finales de los 50. Esto, junto con la negativa a compartir los manuscritos del grupo encargado de la traducción, llevó a pensar que se estaba intentando ocultar algo importante y pronto empezaron a correr rumores sobre las supuestas profecías del mar muerto y su importancia para el mundo.

Por supuesto, cualquiera que haya estudiado la historia, en concreto la de las religiones, sabe que las profecías no profetizan, sino que suelen ser relatos deformados de acontecimientos presentes, utilizados para atacar la situación política y religiosa de un momento determinado (un poco lo que hiciera Nostradamus en la Francia desgarrada por las guerras de religión). En realidad todo era mucho más sencillo, los rápidos avances de los años 50 en la traducción de los manuscritos del Mar Muerto se debían a que se empezó por los rollos que estaban más o menos completos, con lo que la tarea era relativamente sencilla. El problema empezó con lo encontrado en la cueva 4, un inmenso batiburrilo de fragmentos de pergamino, que había que ordenar, asignar e interpolar, y que en muchas ocasiones, constituían problemas detectivescos dignos de Sherlock Holmes.

No es de extrañar, por tanto, que poco a poco los miembros del equipo perdieran la ilusión, empezaran a descuidar su trabajo, y, en una reacción más que humana, se negaran a reconocerlo o simplemente a ponerse a un lado y permitir que otros siguieran su labor. Así ocurrió que cuando fueron obligados a retirarse, en 1990, en menos de una década se completase la labor, al ser retomada por gente joven y con ilusiones, y sobre todo con transparencia absoluta, con lo que cualquier experto podía aportar sus opiniones y teorías, completando la de los demás... y demostrando que estos escritos religiosos poco tenían que hablase de nuestro futuro, aunque sí mucho de nuestro pasado.

No hay porque sentirse triste o desanimarse, al haberse desvanecido el misterio. Hay otros muchos y muy interesantes, como es el caso del fragmento con el que inicio esta entrada, perteneciente al Rollo de Cobre. En él se indican, como en un mapa del tesoro, la localización de una serie de escondrijos donde se puede encontrar un inmenso tesoro. No se nos dice quién lo ha escondido allí, ni porque, y de hecho la inmensa magnitud de las riquezas detalladas obra en contra de la posibilidad de que este tesoro sea real, y por lo tanto, localizable. Una secta minoritaria y despreciativa de las riquezas no podía contar con los recursos para amasar una fortuna así, pero es que ni siquiera el templo de Jerusalem podría llegar a esa cifra, ni mucho menos tener la oportunidad o la posibilidad de esconderlo sin que nadie se enterase.

¿Una fabulación, por tanto? Puede. Pero entonces... ¿Por qué grabarlo en un material resistente, caro y prácticamente imperecedero como era el cobre? o dicho en otras palabras ¿Por qué era tan importante que ese árido catálogo de lugares y supuestos tesoros se pudiera transmitir a una generación futura.

Misterios, enigmas, secretos, que probablemente nunca resolveremos.

Esto se refiere a los Kittim que pisotean la tierra con sus caballos y sus bestias. Vienen de lejos, de las islas del mar para devorar a todos los pueblos como hacen las águilas que no hallan satisfacción, y se dirigen a todos los pueblos llenos de ira y rabia y furia e indignación. Porque es como él dijo, la mirada en sus rostros es como el viento del este.

Comentarios sobre Habakuk, Manuscritos del Mar Muerto.

No todo son misterio, de hecho otros pasajes, como este anterior son especialmente claros, si substituimos Kittim por Romanos.

Claros e instructivos, porque nosotros los herederos de Roma y Grecia, los vemos como los buenos de la historia, aquellos que tenían razón, nuestros iguales y semejante, pero no nos damos cuenta que, especialmente en el caso de los romanos, éstos conquistaron el mundo con una violencia extrema, sometiendo a gentes que en principio no les habían hecho nada y que no tenían ningún interés en ser romanos. Una conquista que fue ante todo rapiña, saqueo y esclavitud y que sólo más tarde se transformaría en romanización, consiguiendo, gran paradoja que los pueblos sometidos acabasen siendo más romanos que los propios romanos.

Una visión, la de los vencidos y sometidos, que este fragmento nos muestra en toda su crudeza, dando una voz a ese inextinguible odio a los romanos que llenó su imperio, y que una otra vez estallo en revuelta y venganza, sin misericordia alguna, que tampoco mostraron los romanos a la hora de sofocarlas.

miércoles, 26 de agosto de 2009

A bridge too many

When "our" orderly had understood what I wanted, we both left cover with me close on his heels. Had we been fired upon, he would have shared my fate. He held a handkerchief aloft and waved it. The British may well have believed at first, that we wanted to surrender, for immediately half a dozen flat steel helmets and caps appeared over there and I had the impression they had clearly been waiting for this moment. However, they quickly understood what our real intention was and very soon search parties reached our positions. Then followed very tense moments while the first of the very seriously wounded men were recovered. Everyone realised, on both sides, that an unexpected move would cause catastrophe in a matter of seconds. Fortunately no one lost his nerve and the business of recovery went ahead. Germans and British called out to each other where their seriously wounded lay.

Bitter Victory, Carlo d'Este.

Este sorprendente episodio que he indicado arriba, en el que un comandante alemán solicita y obtiene una tregua para retirar del campo de batalla a los heridos, ocurrió durante los combates entre británicos y alemanes por el puente de Primosole, en el curso de la campaña por la conquista de Sicilia, en Julio-Agosto 1943. Se trataba del capitan Erich Fassl de la compañía de señales de la primera división paracaidista alemane y su testimonio lo recoge de primera mano el historiador militar Americano Carlo d'Este, también militar, en el libro Bitter Victory, dedicado a esa campaña.

No es un libro perfecto, el hecho de que lo escriba un militar retirado hace la historia se enfoque from top to down, que dicen los anglosajones, y que tienda a ver con buenos ojos todo aquello referido a su oficio, por lo que se acaba astragado de tanta biografía ejemplar de hombres de uniforme. Si embargo el hecho de conocer la trastienda hace que la narración abunde en detalles inesperados, de ésos que no se encuentran en los libros, las películas, ni la cultura popular, y que nos muestre como los tics, las idiosincrasias, los defectos, la rencillas y las mezquindades de los personajes históricos de los personajes implicados afecten a la vida de millares de año, con lo que al final, la solución y los medios escogidos no son ni mucho menos los perfectos, sino más bien lo contrario (y pocas lecturas hay que demuestren lo absurdo de nuestra obsesión con las conspiraciones, que la de la historia bélica al comprobar lo amplia que es la estupidez humana).

El momento culminante de la narración es la campaña por la toma del puente de Primosole, a la que como he dicho pertenece la narración anterior. Una campaña en la que la primera división aerotransportada británica debía tomar ese puente y esperar a que les relevase la 50 división de infantería, en un curioso ensayo general de lo que debería ser un año más tarde la campaña para tomar el puente de Arnhem ( ilustrada por la película y el libro a Bridge too far), pues en ella participaría esa misma división aerotransportada británica (y cargo de tomar ambos puentes estaría el mismo coronel, Jack Frost) y fracasaría casi por las mismas razónes. Dispersión en los saltos, que impediería a la división completa tomar el puente con la suficiente fuerza, aparición en el campo de batalla de divisiones de élite alemanas, en este caso la primera de paracaidistas que había sido lanzada unos días antes en esa zona, y resistencia a ultranza de los alemanes, junto con su capacidad para contratacar con cualquier cosa, que impide que las divisiones de infantería británica lleguen a tiempo para contratacar.

Y en en este instante cuando pensé en esa película de guerra tan famosa, pero que para mí a cada visionado se vuelve cada vez más ridícula. Hablo por supuesto, de Saving Private Ryan, que abunda en todo tipo de disparates históricos, como que soldados de la primera división de infantería USA, desembarcados en Omaha, tengan que buscar a un soldado de la 101 aerotransportada, lanzados en Utah, y teniendo que atravesar por tanto varios ríos y un terreno ocupado aún por los alemanes, en un ejemplo de una misión que parece concebida para acabar con su participantes.

Otro despropósito, más próximo a lo que contaba, es como la última escena consiste en la defensa a ultranza de un puente minúsculo, que aunque se volase podría cruzarse con apenas un par de tabla, mientras que los puentes destinados a los paracaidistas solían ser de mayor enjundia como era este de Primosole y las fuerzas implicadas bastante más numerosas. Un ridículo narrativo que llevó a cortar ciertas secuencias en la edición del DVD, en concreto un escena que tenía pensado colgar aquí, en la que Tom Hanks hace depender la caída de París de la defensa de ese puente de pueblo, algo que basta para provocar la risa de cualquiera que sepa de la segunda guerra mundila, y que da que pensar sobre el supuesto pacifismo de la cinta de Spielberg y sobre la cordura del capitán interpretado por Tom Hanks, algo ya apuntado por su asalto sin sentido a una posición de ametralladoras.

Simplemente porque en el mundo real, cuando el capitán Jack Frost captura el frente con los pocos paracaidistas que han caído en las cercanías, lo toma con relativa facilidad, pero en seguida se ve sometido a un rabioso contraataque alemán liderado por el Capitán Franz Stagenberg, con soldados que ha encontrado por allá y por allá, junto con el apoyo de varias piezas del 88, tras una larga resistencia encuentra que su posición es indefendible y que sólo llevará al exterminio de sus hombres, momento en que decide romper el contacto y retirarse, para poder luchar otro día.

Y eso es lo que hacen los auténticos comandantes, los que realmente se preocupan por la vida de sus hombres, todo lo contrario del personaje de Hanks, y muy en la línea del Steiner de Cross of Iron, está sí una grandísima película bélica.

lunes, 24 de agosto de 2009

Kill enemies and friends alike
























Vosotros... hacéis caer una lluvia de sangre...

En demasiadas ocasiones, la importancia de los fragmentos de anime que comento se reduce únic y exclusivamente a ese fragmento. En cierta manera me he convertido en algo semejante a un buscador de oro que filtra incansable sacos y sacos de tierra en busca de una pepita, pero que en demasiadas ocasiones se vuelve a casa con los bolsillos vacíos.

No es ese el caso de la obra al que pertenece el fragmento que he elegido. En esta ocasión, los cuatro OVAs de Kenshin: Tsuioku Hen, (no confundir con la serie televisiva del mismo nombre o los dos OVAs posteriores) realizados por el estudio Deen en 1999 constituyen una obra maestra de la animación oriental... y para mí, una de esas producciones que a pesar del tiempo transcurrido no se me han despintado de la memoria y que no puedo contemplar sin estremecerme, especialmente el momento ilustrado, al que le falta la brillante banda sonora para ser completo.

Una permanencia en el recuerdo que se debe a haber sido una de las producciones, en el 2001, que remacharon mi afición por el anime, a su habilidad estética y narrativa, aún muy por encima de lo que se ahora mismo, y por último, pero no menos importante, a coincidir extrañamente con mi pensamiento... algo que, como se verá, en este mundo de terroristas y contraterroristas que ha sucedido al 11-S puede parecer chocante, por utilizar un adjetivo suave.

Simplemente porque el protagonista principal es un terrorista, alguien que asesina a otros seres humanos para conseguir unos fines políticos.

Simplemente, digo, pero la manera y la forma, la narración y el tema, son todo menos simples. En primer lugar hay que indicar que los hechos suceden en plena revolución Meiji, que contra todo lo que se nos ha contado, fue cualquier cosa menos pacífica y se llevó a cabo con un amplio baño de sangre, no sólo en esta ocasión. Un baño de sangre, unas acciones terroristas como las ilustradas aquí (aunque los pormenores sean inventados) que fueron causa directa de la construcción del Japón moderno, ése que admiramos y de cuyos productos gustamos.

Es decir, que en principio los buenos de esta historia serían esos terroristas cuyo paradigma es nuestro protagonista, puesto que nosotros (los japoneses modernos) somos sus herederos, en más de un sentido. No obstante no hay ningún intento de justificar o de novelar sus acciones, estas se presentan en toda su crudeza, como la eliminación violenta y salvaje de las personas que se oponen a sus ideales. Una culpabilidad, la de las víctimas, en las que tenemos que fiarnos en la palabra de su protagonista (una magnífica jugada de guión), pero que poco a poco se va mostrando en su realidad, un proceso en el que caen también víctimas inocentes, aquellos que tienen la desgracia de estar en el lugar equivocado en el momento equivocado.

Un proceso también en el que los ideales que impulsaban a nuestro protagonista van corrompiéndose, diluyéndose y desapareciendo, substituidos por una necesidad irrefenable de matar que ya no obedece a razón alguna, excepto su propia inercia y que poco a poco, transforma a quien se deja seducir por ella en un perro rabioso, que habrá de ser sacrificado por los mismos que lo utilizan, cuando estimen que ya no es necesario.

Una narración en que ese enemigo del que no sabíamos nada, que visto con los ojos de los "buenos" era el obstáculo que se oponía a la reforma, se nos revela también luchando por los mismos altos ideales que el protagonista, por la libertad, la justicia, la paz, esas palabras huecas que tantas veces se invocan y que en el fondo sólo sirven para acumular pilas de muertos.

Porque la historia, en verdad, no es la historia de la revolución Meiji, la historia es la redención del protagonista y la expiación de su crímenes. Como recupera su cordura y vuelve a ser humano, al descubrir que aquello por lo que se debe luchar no son los grandes conceptos, las perfectas concepciones , sino las pequeñas cosas, una casa en la montaña, la mujer que le ama, la tranquilidad sin sobresaltos.

La auténtica paz, en definitiva.