miércoles, 21 de junio de 2006

Flirting with insanity (y 1)

El camino hacia la soledad. El más peligroso de todos.

Puede parecer llamativo, sospechoso incluso, que me interese tanto por la peripecia personal de Dave Sim. Al fin y al cabo, no es más que una persona que eligió aislarse de todo y de todos, rompiendo cualquier lazo que le uniera con el resto de la humanidad, por seguir la (supuesta) revelación que había recibido en su vida, hasta el extremo de subordinar y sacrificar cualquier cosas, hasta su arte, a esa creencia que se había adueñado de su mente.

El caso de un enfermo mental, podría pensarse. Un caso triste, por la calidad de artista de aquel que lo sufre, pero no muy distinto de lo que sufren otras personas anónimas.

Excepto que el caso de Dave Sim es algo que cualquier solitario, un solitario de verdad, no la falsa soledad tan de moda hoy en día, es capaz de reconocer al instante, de sentir como algo completamente suyo y propio.

Suyo y propio. Perteneciente a su naturaleza. Algo sin lo cual no podría concebirse a sí mismo. Algo sin lo cual no podría imaginarse a sí mismo.

La tensión entre el deseo, surgido de lo más profundo del alma de mantener a los demás a distancia, pero al mismo tiempo la obligación de mantener algún contacto, por fino y frágil que sea, con el resto de la humanidad.

Porque ese abandono, ese abandonarse, no puede hacerse impunemente.

Antaño, gente como el historiador británico Toynbee hablaba del "retiro y retorno" de como cualquier renovador social, político y cultural, debía apartarse del mundo durante un periodo para volver luego con sus ideas cristalizadas y presentarlas ante los demas. Así contaba y su narración tenía un cierto atractivo, especialmente leído de joven, por la promesa de victoria final frente al mundo y la adversidad que contenía.

Atractiva, fascinante, prometedora, cierto, pero completamente falsa.

Nadie puede cambiar el mundo desde fuera de él. Sólo aquellos que viven, luchan y sufren en él pueden hacerlo, tiene la capacidad de influir en él. Es más, nadie, aunque renuncie a modificar el mundo, puede aspirar a vivir fuera de esta tierra. Necesitamos este mundo.

Y no se trata de una necesidad de cariño, compañía, amor o sexo, sea que como se quiera definir esa necesidad de vivir en el mundo y con el mundo. No. Se trata meramente de una necesidad de sincronía.

La necesidad ineludible de pensar en los mismos términos que los demás, de no perder el "feeling" de como se vive en este mundo, de ser capaz de sentir y emocionarse al igual que el resto de los mortales, de gozar con ellos.

Simplemente de que te entiendan cuando les hablas, de que tú les entiendas cuando te dirijan la palabra, de que seas capaz de transmitirles tus pensamientos, tus ilusiones, tus esperanzas, de traducirlas a su mismo lenguaje, en las palabras que ellos utilizan todos los días, en las imágenes que pueblan sus fantasías.

De no estar solo en este mundo, en definitiva.

El imposible para cualquier solitario.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Aún no ha leído Jimmy Corrigan, mi querido cinexiliado? Dése prisa...
Le gustará.

jasi

David Flórez dijo...

Si no lo veo no lo creo....

en la página pone 0 comments pero el comentario está...

...en fin, en cuanto cobre lo compro, de está vez no pasa...

...y gracias por leerme, aunque no me prodigue demasiado...

...un saludo....