En la revisión semanal de la lista de Beltesassar, le ha llegado el turno a George and Rosemary, realizado en colaboración por el matrimonio británico formado por Alison Snowden y David Fine
Ambos son (o fueron) más conocidos por el corto Bob's Birthday y y la serie animada Bob and Mary que les siguió. Como muchas series de los 90, incluidos los primeros Simpsons, se caracterizaba por un intento de ofrecer al público animación no infantil, en el que se ofreciera una visión entre cómplice e irónica del mundo adulto. Es conocido en qué derió todo aquello, con unos Simpsons cada vez más disociados de la realidad y cada vez más insulsos, dejando el paso una serie de productos clónicos marca MacFarlane, que sólo se justificaban por el lema "Escandaliza hoy lo que no puedas mañana", acompañado por una animación primitiva y reiterativa.
Bob and Mary, cancelada mucho tiempo antes de que se produjera esta deriva hacia la irrelevancia de la animación "madura" o "adulta", no paso de ser lo que los ingleses llaman "Slice of Life" o los franceses "Tranchéés de vie". En nuestros lares, ese género suele recibir el nombre de constumbrismo, sino fuera porque detrás de todo constumbrismo hay una aprobación - ya sea tácita o consciente - del orden social contemporáneo, mientras que en Bob and Mary existía una clara crítica, aunque sólo fuera por el cansancio y el hastio de su pareja protagonista de mediana edad. Sin embargo, el mayor problema de Bob and Mary se hallaba en que su animación acababa siendo funcional y rutinaria, debido a las limitaciones de presupuesto y los estrictos plazos que impone un horario de programación semanal.
El mundo de los cortos, con su largo periodo de preparación que puede extenderse durante años, permite por el contrario desarrollar una animación más imaginativa, en la que la traslación de la anécdota narrativa en imágenes se torne protagonista esencial de la historia narrada. Esto es lo que ocurre con George and Rosemary, una especie de adelanto de los temas abordados en Bob and Mary, pero en el que el cambio de formato, de la serie al corto, confiere la libertad suficiente para permitir ese lucimiento visual al que hacía referencia.
No se piense, sin embargo, en una obra poblada de excesos o que sólo se sustenta por el aparato puramente estético. Snowden y Fine son cineastas narrativos, para los que la imagen es un complemento de la historia, y que aborrecen toda estridencia. Aún partiendo de estas premisas, el formato corto les permite incluir sutiles transiciones que recuerdan el proceso creativo de la animación - como representar que se pasa una página al encandenar secuencias - o bien incluir pequeños detalles y chistes que pasan desapercibidos en el primer encuentro, pero que cobran todo su encanto en el segundo.
Por otra parte, y ya desde el punto de vista narrativo, la historia narrada es poco común y adecuadamente refrescante. En un mundo en el que el ídolo por antonomasia es la juventud y sus supuestas virtudes - entusiasmo, pasión, energía - y en el que las personas son arrojadas al basurero a edades cada vez más temprana, resulta confortante que se dedique tiempo y esfuerzo a la narración de una historia de amor crepuspular, y sobre todo que se realice con un humor chispeante e irónico, del que no está exento la carcajada.
Como siempre, no les aburro más. Vean el corto y disfrutenlo. No es una obra maestre, pero merece quedar en el recuerdo.
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