Les comentaba hace unos días como la última entrega de Monogatari realizada por Shaft y en emisión esta temporada de anime, me parece algo falta de vida, como si ese estudio empezase a dejar de ser, para nuestra desgracia y la nuestra. Parte de ese sentimiento proviene de hallarme revisando Ef: A Tale of Memories, realizada en 2007, y uno de los escalones que poco a poco pusieron a ese estudio en primera línea, hasta llegar a las cumbres de Madoka Magica y Bakemonogatari, aunque en esta ocasíón la serie no estuviera dirigida por la mente tras el estudio, Shinbou Akiyuki.
Es cierto que la calidad de la animación no es comparable a lo que se hace en este momento y en ocasiones puede parecer más que pobre. Shaft en ese tiempo era un estudio de bajo presupuesto, pero por suerte, suplía sus carencias monetarias con una gran imaginación, incluyendo todo tipo de efectos, de montaje y visuales, que han acabado por ser la marca del estudio - y de sus componentes cuando han emprendido carreras en solitarios - hasta recibir el nombre colectivo de "Shaftismos". Parte de estos rasgos de estilo era la creación de intros que se convertían en auténticos preludios de la serie, poniendo al espectador en situación, incluyendo todo tipo de audacias expresivas, e incluso variando de acuerdo con la evolución del argumento.
Por estos "preludios" merecía ya la pena ver las series de Shaft, pero en este caso particular, el estudio empezó a utilizar también las secuencias de créditos finales como recurso dramático, de forma que sirvieran de conclusión y coda a lo que se acababa de ver, e incluso ayudasen a comprender a los personajes principales - las tres jóvenes, Miyako, Kei y Chihiro, alrededor de las que gira la historia - mientras se anticipaban sucesos futuros. En ocasiones, como en un momento muy específico de esta serie, tras uno de los clímax argumentales, el efecto conseguido tras uno era auténticamente demoledor, propio de autenticos maestros.
Desde un punto de vista argumental, la serie podía ser engañosa, al confundirse con el enésimo relato de amores adolescentes, completamente intrascendentes. Incluso, a pesar de la libertad y la inteligencia de sus protagonistas femeninos - la escritora Chihiro, la deportista Kei y la más que independiente Miyako - podría presentarse más de un pero desde un punto de vista feminista. No es ya que en la serie pervivan ciertos estereotipos sexuales de la cultura japonesa - como la fijación con la mujer entendida como cocinera y los chistes basados en no poder cumplir ese rol -, sino que sobre todo que para salir de los diferentes laberintos en los que se hayan perdidas, es necesaria la participación de los hombres, sus futuros amantes, sin quienes no podrían ser salvadas.
Hay que señalar no obstante, que esa salvación es un camino de doble sentido, puesto que los protagonistas masculinos parecen estar tan perdidos y extraviados como sus amantes del otro sexo - explícito en el caso del aspirante a cineasta y el aspirante a dibujante -, de forma que la aceptación de ese amor se convierte en una manera de reafirmar su personalidad, también a punto de cuartearse, proceso de metamorfosis en el que tendrá una importancia primordial otro personaje femenino. Yuko, presencia omniscente cuyo papel será revelado en la segunda entrega de la serie: Ef: A Tale of Melodies. No obstante, aún así la serie no acabaría de levantar el vuelo, ni sería muy distinto a otras muchas series de romance juvenil. Lo que realmente la hace diferente - y que en mi caso, por razones personales, fue uno de los elementos decisivos a la hora de admirarla - fue el sutil análisis de la memoria y los recuerdos en el desarrollo y consolidación de estas relaciones.
Como al final estriba en el ansia por ser olvidado, nudo del conflicto que aqueja a Miyako, y la lucha desesperada por no olvidar, en el que se debate Chihiro. Tendencias opuestas que no son otra cosa que caras de la misma moneda y que pueden llegar a convertirse, llevadas al extremo, en deseo irrefrenable de destrucción, de huir y desaparecer de la presencia del ser amado, antes de que ese amor llegue a su final y devenga tortura, o de arrancarse ese amor del corazón antes de que arraige en el, y sea imposible vivir sin tenerlo dentor, por mucho dolor que nos cause.
Extremos y opuesto que Shaft se encarga de ilustrar con esa potencia visual, cargada de experimentación , que le es tan propia y de la cual espero - deseo - confío - que sus fuentes no se hayan secado.
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