Como todos los domingos, continúo mi con revisión semanal de la lista de cortos animados realizada por el misterioso profesor Beltesassar. Esta vez ha llegado el turno a The God, corto realizado en 2004 por el animador ruso Konstantin Bronzit.
Aunque ya sé que me repito más de lo que sería deseable, no tengo otro remedio que hacer una pequeña introducción, ya que este corto afecta a varias de mis filias y fobias. En primer lugar, ya les he indicado varias veces la importancia en la historia de la animación de las diferentes escuelas de la Europa del este, crecidas durante el periodo comunista. Curiosamente, la caída de esos regímenes no supuso una interrupción de esas escuelas y, a pesar de las dificultades económicas posteriores, se las han arreglado para continuar con su modo tan peculiar y personal, en el que se mezcla la experimentación con la reflexión político/social.
Bronzit es un animador ruso cuya trayectoria pertenece por entero a ese tiempo nuevo que sigue a la desaparición de la URSS. Aunque menos político - o filosófico - que otros compatriotas suyos, su obra se ha mantenido en los parámetros de la animación independiente o al menos acomercial, incluso cuando ha probado a jugar con las nuevas técnicas que se han vuelto dominantes en estos últimos años, como es el caso del corto que nos ocupa, The God, realizado con animación 3D.
Dicho esto, creo que no es necesario recordarles mis reticencia hacia la animación 3D. Pues bien, The God pertenece a ese pequeño grupo de cortos realizados en esa técnica para los que no tengo reparos. La razón es que Bronzit es consciente de las virtudes y defectos de esa técnica, por lo que sabe aplicarla en los ámbitos para los que no tiene rival, es decir, la reproducción de elementos artificiales. Aunque pueda parecer sorprendente, la animación 3D aún tiene graves problemas a la hora de reproducir con verosimilitud a los seres vivos, no porque no sea capaz de reconstruir su aspecto externo con exactitud de miniaturista, sino porque los movimientos de esos seres sintéticos siguen apareciendo mecánicos y antinaturales, sin la imprecisión propia de un organismo vivo, que puede equivocarse a la hora de ejecutarlos
Por el contrario, la animación 3D es ideal a la hora de reproducir complejos mecanismos, de los cuales sabemos que realizaran sus funciones con exactitud implacable. La perfección del ordenador se torna así especialmente conveniente para esa otra perfección, la de los seres artificiales, por lo que que su aplicación resulta intachable en un corto como The God, consistente en animar los intentos desesperados de una estatua de bronce, la del dios hindú Shiva, por atrapar la mosca que le fastidia.
No obstante, si el corto se redujera a ser técnicamente perfecto, su interés sería nulo. Ya les he hablado de otros cortos de 3D en la que la grandeza del ordenador se destina a ilustrar bromas manidas llenas de tics pop, tan perecederos como productos de temporada. Bronzit, por el contrario, es un animador con experiencia en la 2D, de manera que sabe montar y remontar las acciones, para aislar, destacar y subrayar un sólo movimiento, crucial en la ilustración, todo ello sin utilizar una sola palabra. De esa manera, lo que en manos de otros podría quedarse en un chiste alargado, se transforma en un crescendo cómico, durante el cual el espectador no puede predecir lo que ocurrirá a continuación, ni por supuesto la sorprendente e irónica conclusión.
Un último apunte, si el uso que realiza Bronzit de las posibilidades de la imagen animada brilla a la hora de representar los manierismos de una estatua de Bronce - y especialmente de una estatua de bronce de ese tipo - a la hora de intentar moverse con agilidad, ese efecto quedaría cojo sin la magnífica banda sonora del corto, compuesta casi exclusivamente por ruidos que reproducen a la perfección el rechinado y la sonoridad del metal.
No les entretengo más. Como siempre, aquí les dejo el corto. Que lo disfruten.
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