martes, 24 de agosto de 2010

Lowlife/Low class



 Andaba yo buscando una captura(s) que fueran representativas de la última serie de Madhouse, High School of the Dead, y no he encontrado otra mejor que ésta, la cual, al verla, me hace preguntarme no ya por qué la estoy viendo, sino por qué la estoy disfrutando tanto.

Vaya por delante que nunca he sido aficionado al genero de zombies, al que pertenece esta producción. De hecho, no he visto ninguna película de las que se supondrían clásicas, ni tampoco las de asesinos en serie, aún cuando en mi adolescencia, allá en los primeros 80, eran la comidilla de todos mis amigos, fascinados por tantos Viernes 13, Matanzas de Texas, o por supuesto, la obra que dio origen a todo, Night of the living dead.  

Por un lado, siempre he sido demasiado impresionable, especialmente en mi primera juventud. Por poner un ejemplo, la escena penúltima de Los Olvidados me produjo una interesante noche de insomnio, así que no es mucho suponer lo que podría haberme causado la visión de una de estas obras máximas de casquería y menudillo. Por otra parte, mientras mis amigos socializaban con las visión de esas obras, yo daba un paso más en mi aislamiento, al descubrir, en el otoño de 1982, lo que podríamos llamar gran cine, gracias a Mizoguchi Kenji y su Chikamatsu Monogatari, Orson Welles y sus Chimes at Midnight, junto con Jan Renoir y The River.

Ha llovido mucho desde entonces, y tanto la sociedad como yo nos hemos vuelto bastante insensibles y crueles. Dudo que la visión de una de esas películas de horror de antaño me produjese ahora cualquier tipo de turbación, sino que más bien me incitaría a la risa... que en muchos casos era el efecto propuesto, como bien claman muchos de los aficionados. Sin embargo, y dejando aparte las justificaciones postfacto que han hecho los creadores de algunas de estas obras, debido a su inesperado éxito, o el revival en serio actual del género de zombies, coincidente con la llegada a la edad madura de muchos de sus fans de antaño, es interesante examinar las diferencias del mito de los zombies con el de los monstruos clásicos.

Lo primero por supuesto es que se trata de un mito colectivo, que incluso podría llamarse perteneciente a  la clase baja. En los otros monstruos había una relación personal entre la víctima y el monstruo, que solía actuar en solitario, arropado por las sombras, e incluso cuando la víctima devenía torturador, la personalidad previa no se apagaba, sino que quedaba amplificada por esa misma transformación. Nada queda de todo esto en el mito de los zombies, como he dicho, la singularidad del depredador queda disuelta en la brutalidad de la horda, la forma típica de aparición de los zombies, que no necesitan de la obscuridad ni del sigilo para atacar, sino que irrumpen de forma repentina, destruyendo el mundo anterior e impidiendo cualquier tipo de retorno, en lo que se denomina habitualmente como apocalipsis zombie. 

Un mito en el que el infectado queda convertido en uno más, indistinguible de los otros, convertido en una máquina obtusa de destrucción, a la cual no le cabe posibilidad alguna de redención, excepto la aniquilación completa, en la ejercicio de la cual los supervivientes, en su combate, acaban igualados a los monstruos, sin que pueda surgir una figura semejante al cazador de vampiros, héroe y de misión santa, sino que todo queda reducido a quebrar miembros y aplastar cráneos, antes de ser devorado uno mismo por ese enemigo invencible y siempre renovado.

Y aquí radica lo que quizás el mayor atractivo de las historias de zombies, en ese mundo desquiciado, la moralidad queda completamente suspendida, y el asesinato y la destrucción masiva quedan completamente disculpados, al ejércerse, como digo, sobre no-humanos sin posibilidad de redención alguna. Una lección que los creadores de esta historia han llevado a su mayor extensión, al olvidarse de cualquier tipo de justificación sociopolitica y dar al espectador esa oportunidad de disfrutar de sus instintos más reprobables, ya sean violentos o reproductivos.

Y quizás sea por eso por lo que disfruto de esta serie. Por exagerar sin pensar que puedan existir límites y sobre todo, sin necesidad de excusas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Se acaba de confirmar que Satoshi Kon ha muerto

David Flórez dijo...

Una enorme pérdida, puesto que se podría decir que, con 47 años, apenas acababa de empezar...