domingo, 1 de agosto de 2010

100 AS (XXIV): Red Hot Riding Hood (1943), Tex Avery



Continuando con nuestra revisión de la lista de cortos animados de Annecy, esta semana le ha llegado el turno a Red Hot Riding Hood de Tex Avery, realizado en 1943 a poco de haber sido despedido de la Warner y comenzado a trabajar a la Metro.

Poco puedo aportar a la semblanza de una figura mítica como Tex Avery, uno de los pocos nombres que ha traspasado los limites del fandom animado, siendo conocido y respetado por el conjunto de la cinefilía. Los méritos para esa fama y admiración, son muchos y variados. Digamos que fue la personalidad que transformó la Warner de un estudio que se dedicaba a copiar a Disney y a los Fleischer, en la fábrica de locuras animadas que todos recordamos y que su influencia y magisterio se deja notar en todos los grandes nombres que allí figuraron,la famosa Termite Terrace, como Friz Freleng, Bob Camplett o Chuck Jones, hayan querido o no reconocerlo. Un estilo que se fundamento en una reacción contra la Disney, en concreto contra su sensiblería e infantilismo, para crear auténticas producciones para adultos que aún hoy continúan haciendo reír, cuando las de la compañía rival hace muchos años que están completamente pasados de moda y sólo se sustentan por la calidad de su animación.

No fue solamente este giro hacia unos temas más adultos y un tipo de humor más inteligente y agrio. Avery redescubrió algo que los pioneros, como los Fleischer, Otto Messner o el mismo Disney cuando aún trabajaba con Ub Iwerks, utilizaban a cada instante. El  conocimiento de que la animación permite una libertad absoluta, impensable para el cine de personajes reales, y que en cualquier instante, antes de que los postmodernos lo descubrieran, la ilusión podía romperse y la tramoya del invento aparecer en toda su desnudez. De esa manera, los cortos de Avery se esfuerzan por romper en todo instante las expectativas del público, distorsionando los cuerpos, cambiando la función esperada, haciendo surgir relaciones insospechadas, y en resumen, haciendo lo imposible, posible; para culminar mostrando digo las tripas de la técnica de la animación, el celuloide, la suciedad, los defectos del proceso de filmado y reproducción, sin miedo a romper la ilusión, buscando por el contrario el efecto cómico que esa recordatorio de la falsedad de lo visto produce en el espectador.

Mucho perdió la Warner cuando en el 43 despidió a Avery. Tanto, que en la década siguiente, trabajando para la Metro, el animador americano no haría otra cosa que producir una obra maestra tras otra, como ocurre con este Red Hot Riding Hot, que empieza como un corto Disney que propone una enésima lectura a su estilo de la fábula de Caperucita, para derivar inmediatamente en una rebelión de los personajes del cuento contra ese estilo y continuar con una versión completamente subida de tono de la fábula tradicional.

Y como siempre les dejo con el corto para que lo disfruten. Ojo a cuando el lobo llega a la casa de la abuelita. "At last, a Wolf!" es lo que dice, por si no lo pillan


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