jueves, 12 de agosto de 2010

Forks (y III)/Reality is abstract


Stan Brakhage es (fue) uno de los artistas máximos del siglo XX. Para darse cuenta de su importancia basta con reparar en que a lo largo de los cincuenta años que cubre su carrera, de la década de los 50 a los primeros años del siglo XXI, creo en solitario cientos de filmes experimentales, de gran complejidad y dificultad,sin permitirse nunca aligerar su propuesta estética, sino avanzando continuamente y sin miedo en el camino que se había propuesto, o mejor dicho, siemrpe atento a las nuevas posibilidades que cada corto le abría .

¿Y en que consistió su propuesta estética? Simplemente que tendemos a asumir que el cine es un arte esencialmente cartesiana, al estar basado en la fotografía. Que su esencia consiste en capturar la realidad y reproducirla ante nuestros ojos, por lo que es antes que nada, figurativo y más o menos narrativo. Frente a estos dogmas, proclamados y sustentados por clásicos y modernos, a pesar de su oposición, Brakhage consiguió alcanzar lo que parecía un imposible y que se había resistido a multitud de otros grandes cineastas.

Me estoy refiriendo, por supuesto, a la abstracción.

Su método fue, visto ahora, sorprendentemente sencillo. Simplemente recorrió el mismo camino que la pintura europea había recorrido a finales del siglo XIX hasta principios del XX, transitar del realismo, de la representación de lo cotidiano, a la abstracción, mediante un proceso de simplificación y depuración en el que Brakhage fue abandonando el sonido, cualquier intento de narración, la lógica del montaje, el encuadre y la nitidez, hasta elaborar auténticos enigmas visuales en los que el espectador debía utilizar su inteligencia para identificar lo que estaba viendo y recomponer las motivaciones que le dieron origen.

De esa forma llegó a filmes como el mostrado en las capturas, Unconscious London Strata de 1982, en el que las vistas de la ciudad homónima se disuelve en un mosaico de reflejos, luces y colores en el que de tarde en tarde se vislumbra un objeto, un lugar, alguna clave que nos permita descubrir el objeto real en medio de la abstracción.

Una progresión formal, de abandono y negación del objeto filmado que no se detuvo ahí, puesto que Brakhage acabó por prescindir incluso de la cámara, para pintar directamente sobre el celuoide, como puede comprobarse en las capturas que cierran esta entrada, provenientes de I Take these Truths..., de 1995, para adentrarse así en el territorio de la animación y lograr la abstracción fílmica pura.

Una sucesión centelleantes de formas y campos de color que bailan ante nuestros ojos y que nos proporcionan el mismo placer inefable que la contemplación de las nubes en el cielo, las ondas en las aguas, o los reflejos en las hojas agitadas por el viento.


6 comentarios:

Crowley dijo...

Muy interesante. Esta forma de arte abstracto siempre me ha intrigado y me ha resultado muy sugerente. Es curioso como el arte pictórico y el cine han ido acompañándose unos a otros a lo largo de su historia.
Un saludo

David Flórez dijo...

Para rizar el rizo, los primeros que allá en los años 20 realizaron cortos abstractos pasaron enseguida al documental.

Uno de ellos, Hans Richter, lo justificó diciendo que mientras que en la pintura la abstracción había surgido de forma natural, en el cine aún era forzada y había que agotar muchas otras posibilidades, antes de poder cultivarla.

Desconozco lo que Richter pudiera pensar de Brakhage, pero tengo la esperanza que no le disgustaría...

RAFA V dijo...

Oigame, esta tiene muy buena pinta... creo que ya te he felicitado otras veces por el contenido de tu blog, pero que lo haga otra vez no está de más, cierto? Enhorabuena.

David Flórez dijo...

No, no me molesta.

Pero no lo haga demasiado a menudo, no acabe maleándome.

anarkasis dijo...

..pero en vez de colarlos en montajes de video en museos, deberían intentar acortarlos y pasarlos dándoles alguna utilidad en televisión por ejemplo como cortinas entre programas a ver que opinamos democrática mente los telelelos con el mando a distancia, el arte democrático necesita de estos elementos sorpresivos que desenfocan nuestra percepcióN.

David Flórez dijo...

Sí, pero en un tiempo en el que cierto canal se autodenomina cultural solo porque programa documentales de animalitos eso es poco menos que imposible.

O dicho de otra manera, ahora sería imposible encontrarse a las cuatro de la tarde una historia de las vangüardias artísticas como ocurría en mi juventud con The Shock of the New, programa al que debo mi afición por esas formas inusuales...