En esta ocasión, en esta revisión de los cien mejores cortos animados del siglo XX que realizara el festival de Annecy, le ha llegado el turno a La Gazza Ladra Sinfonia, dirigido en 1964 por Giulio Gianini y Emanuele Luzzati.
Lo primero que debo decir es que mientras escribía estoy escribiendo esta reseña siento una especial congoja. Buscando información sobre ambos directores, he descubierto que en wikipedia no hay ninguna mención a Gianini, no ya en la española o la inglesa, es que ni siquiera en la italiana. Algo más hay de Luzzati, pero apenas es una breve lista de obras. No estamos hablando de personas que murieran hace decenios cuando la red de redes no existía, estamos hablando de dos famosos directores de animación que fallecieron en 2009 y 2007 respectivamente, ayer como quien dice. Aunque sí la prensa española no se ha enterado del fallecimiento de Kon Satoshi y del de Kawamoto Kihachiro ni siguiera se han dado por aludidos los sectores cinéfilos, no es de extrañar que luego pasen cosas como éstas.
De todas formas y en el lado positivo, en el magnífico blog del animador americano Michael Sporn se encuentran toda una serie de artículos dedicados a estos creadores así que si prefieren evitarse otro de mis largos exordios, léanse esos enlaces, porque poco más voy a poder añadir.
Y si siguen conmigo, habrán podido observar por las capturas que la técnica utilizada en este corto, basado en la obertura de la ópera homónima de Rossini, es ni más ni menos que el cut-out, consistente en mover trozos de papel pintado sobre una superficiem tan famoso últimamente por la serie norteamericana South Park. Esa técnica como cualquier espectador de la serie habrá podido observar, presenta graves inconvenientes, no siendo los menores su falta de expresividad, ya que para cambiar el rostro de un personaje hay que cambiar toda la pieza que lo representa, y la tendencia a que la animación tienda a ser tosca y burda, ya que comúnmente lo que se hace es trasladar alguna de las piezas que componen el diseño que se está animando, o el hecho de que el efecto de bidimensionalidad es especialmente acusado al tratarse de papel sobre papel.
Por supuesto eso es solo una dificultad para animadores mediocres. Grandes animadores como Yuri Norstein han creado cortos de cut-out que no parecen haber sido realizados con esa técnica, mientras que otros no menos importantes como Terry Gillian, utilizaron los defectos de esa técnica en su propio beneficio, resaltando en vez de atenuar la planaridad y la sensación de recorte. Gianini/Luzzaschi pertenecen a esa última estirpe, pero en su cortos dotan a esos recortes de una especial riqueza de colores y detalles que los convierten en auténticas vidrieras animadas, perfectas para ilustrar las óperas que se especializaron en adaptar.
No obstante, no se dejaron atar y sujetar por esa misma belleza de la que hacían ostentación (ése defecto tan común a la animación 3D) Como puede observarse, sus diseños son especialmente esquématicos y abocetados, muy en la tradición del arte del siglo XX, que busca expresar el máximo con el mínimo de recursos e intenta volver a una simplicidad primitiva, despojándose de todo artificio y complejidad.
Una belleza que, por último, no les hace olvidar lo que es la esencia de la animación, que no hago más que repetirles y de la que deben ya estar hastiados. El hecho de que al ser la animación la falsedad en movimiento, en este caso unos recortes dispuestos sobre una superficie, todo lo que en la realidad está prohibido en la animación está permitido, y así, como se puede apreciar en las capturas, la urraca ladrona del título puede agujerear las nubes para que llueva sobre sus perseguidores, iniciando una magistral secuencia en que una y otra vez se romperá cualquier atisbo de realidad o verosimilitud, para dejarnos con la boca abierta hasta el final del corto.
Y por supuesto, aquí les dejo con él, para que lo disfruten.
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