Como todos los domingos, continúo con mi revisión de la lista de cortos animados realizada por el misterioso profesor Beltesassar. Esta vez ha llegado el turno de Territoire/Borderline, (Territorio/Fronteras) dirigido en 1992 por el animador canadiense Vincent Gauthier para la NFB.
Supongo que a estas alturas ya deben estar aburridos de mis continuos elogios hacia la NFB, pero es que no es para menos. Desde la década de 1940 esa institución canadiense ha sido uno de los puntales de la animación independiente, vanguardista y experimental, gracias a su generosa política de subvenciones, becas y pensionados. Es cierto que los recortes de los últimos años han reducido en gran medida su capacidad de maniobra, pero no es menos verdad que sin la NFB la animación mundial sería mucho más pobre. O que artistas semidesconocidos, como Vincent Gauthier, jamás habrían tenido la oportunidad de desplegar su talento.
Y no estoy exagerando. Si buscan con Google, les será difícil encontrar referencias de este animador, enterrado como está por la fama de un actor francés del mismo nombre. Sólo imbd cuenta con una lista de sus obras, apenas tres cortos, realizados en el corto espacio de una década, de 1992 a 2003. De ellos, Territoire/Borderlines parece ser el más arriesgado técnicamente, ya que los otros dos tienen un acabado más tradicional, más caricaturesco en su dibujo, incluso demasiado cercano a lo habitual en la animación comercial. Es decir, Disney y similares. Por el contrario, Territoire/Borderlines parece pertenecer a un creador distinto, más audaz y atrevido. Sería interesante averiguar qué ocurrió en esa década para trastocar el potencial que se veía en este corto y por qué Gauthier abandonó la animación hace ya tres lustros.
No es que la técnica utilizada en Territoire/Borderlines sea especialmente nueva. La animación de pintura sobre cristal es una manera con muchos años, muy probada y con todo un repertorio de recursos y trucos. Lo que no significa que sea fácil. Como les he contado en otras ocasiones, el atractivo de esta técnica está en sus posibilidades metamórficas. Para crear el siguiente fotograma, el artista actúa sobre el fotograma anterior, añadiendo pinceladas y borrando otras, lo que crea una sensación de continuidad ausente en la animación de dibujos tradicional. Sin embargo, esto significa que es esencialmente destructiva, por lo que el animador no puede volver para atrás para substituir un fotograma erróneo, ni tampoco tiene control completo sobre los siguientes, que pueden verse arruinados por un movimiento torpe o un error al prever la secuencia. No queda otra, en ese caso que tirarlo todo a la basura y volver a comenzar de nuevo. Desde el principio.
En ese sentido, Gauthier aprovecha a la perfección las posibilidades que ofrece esta técnica, sin que quede rastro de titubeos o precipitaciones. Así lo demostraría una secuencia como la mostrada al principio de esta entrada, donde la transición entre la entrada de uno de los personajes y su encuentro con el otro se realizan en un par de brochazos, que además sirven para plasmar el ansia y deseo que hay en esa irrupción. Por otra parte, a pesar de estas secuencias de lucimiento, el corto no se queda en mero reto técnico resuelto con probada maestría, sino que se las arregla para narrar una breve historia, resuelta y sustentada en exclusiva con recursos visuales . En concreto, la de una pareja de amantes cuyas personalidades son como el día y la noche, caracteres representados por la obscuridad reposada de uno de ellos, que se confunde con la penumbra que le rodea, frente a la ardiente luminosidad del otro, agitada y avasalladora.
No les entretengo más. Como siempre, les dejo aquí el corto. Disfrútenlo, porque merece la pena. Si sólo por ser uno de esos cortos que muestran las posibilidades expresivas de una forma tan denostada y tan menospreciada.
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