domingo, 12 de agosto de 2018

La lista de Beltesassar (CCXIII): Alma (2009) Rodrigo Blaas
























Como todos los domingos, continúo con mi revisión de la lista de cortos animados realizada por el misterioso profesor Beltesassar. Esta vez ha llegado el turno de Alma, dirigido en 2009 por el animador español Rodrigo Blaas.

Les he comentado ya en varias ocasiones que la animación 3D dejó de ser una curiosidad técnica en la segunda mitad de la década pasada. Hasta entonces, toda producción con esa técnica no dejaba de ser un producto imperfecto, una demostración de los últimos avances en ese campo, que quedaría anticuada al año siguiente, cuando los ordenadores fueran más potentes y los algoritmos más eficaces. Sin embargo, esa servidumbre se quebró en esos años finales de la primera década del siglo XX, cuando la 3D alcanzó al fin su tan deseada madurez. O mejor dicho, los avances técnicos subsiguientes ya no eran visibles para el gran público, para quien la ilusión de realidad, de copia de lo visible, se había conseguido a la perfección. Había llegado el momento, al fin, de explorar las capacidades expresivas de esta nueva técnica, puesto que la excelencia técnica se daba ya por sentada. Al alcance de cualquiera, podría decirse.

Desde ese punto de vista, el técnico, Alma es otro ejemplo más de ese asentamiento y estabilización de la 3D. Pocos reproches se pueden hacer a su acabado, brillante y libre de titubeos o torpezas. De hecho, si no fuera por que su diseño de personajes busca recordar la relación estrecha entre la 3D y la stop-motion, ambas construidas sobre marionetas, las unas reales, las otras digitales se podría tomar por un corto de imagen real. Ambigüedad e indefinición entre lo rodado y lo recreado que se ha extendido también a la 2D, donde el fotorrrealismo de fondos, ambientes y decorados, sólo es puesto en duda por el aspecto de dibujo de sus protagonistas.

Sin embargo, a pesar de su brillantez técnica, Alma acaba por ser un corto bastante insatisfactorio, debido a dos torpezas en su estructuración. La primera es la música, que parece provenir de ese marasmo estético de falsa poética que tanto gusta al público americano. Ya saben, esas referencias a un París y una Francia que sólo existieron en la imaginación de los turistas y en las recreaciones de Holywood. Ese tipo de música, nostálgica y crepuscular, de taberna de barrio habitada por personajes entrañables, es particularmente cargante en un corto que narra una historia de terror. Una, además, de carácter tétrico y turbador, pero cuyo impacto se ve disminuido, negado, por esa sintonía amable, pensada para ser disfrutada por todos los públicos.

El segundo patinazo se debe a un acierto. El corto juega con la proximidad incómoda entre muñecos y personas, en como nos azora e inquieta un parecido demasiado cercano entre un objeto inanimado y nosotros mismos, de forma que llegamos a temer que nuestros papeles sean intercambiables. Nosotros, los muertos e inmovilizados; ellos, los dotados de vida y consciencia. En ese tipo de historia, la clave es que el muñeco sea lo más parecido a una persona, de forma que su quietud nos resulte insoportable, al parecernos imposible. Sin embargo, en Alma ocurre lo contrario. Debido a esa conexión entre 3D y stop-motion, el personaje "humano" ya tiene rasgos de marioneta, mientras que el muñeco nunca llega a ser inquietante, al no adentrarse su diseño en esa zona demasiado próxima a nuestra carnalidad. El sordo temor, la aprensión y repulsión que se esperarían de la narración, no llegan así a insinuarse nunca, mucho menos a manifestarse, sin que la amable banda sonora ayude en lo más mínimo a crear el clima apropiado.

No les entretengo más. Como siempre, les dejo aquí el corto. Técnicamente perfecto, pero con mucho que desear en los aspectos narrativos y expresivos.

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