jueves, 31 de marzo de 2016

Leyendo a Tucidides (IV)

Melios: «Pues, si vosotros corréis un tan gran peligro para no ser desposeídos de vuestro imperio, y también lo afrontan aquellos que y a son esclavos a fin de liberarse, para nosotros que todavía somos libres sería ciertamente una gran vileza y cobardía no recurrir a cualquier medio antes que soportar la esclavitud».
Atenienses: «No, si deliberáis con prudencia; pues no es  éste para vosotros un certamen de hombría en igualdad de condiciones, para evitar el deshonor; se trata más bien de una deliberación respecto a vuestra salvación, a fin de que no os resistáis a quienes son mucho más fuertes que vosotros».

 Melios: «Pero nosotros sabemos que de las vicisitudes de las guerras a veces resultan suertes más equilibradas de lo que la diferencia entre las fuerzas de las dos partes permitiría esperar. Y para nosotros, ceder significa la desesperanza inmediata, mientras que con la acción todavía subsiste
la esperanza de mantenerse en pie».
Atenienses: «La esperanza, que es un estímulo en el peligro, a quienes recurren a ella desde una situación de superabundancia, aunque llegue a dañarles, no les arruina; pero a aquellos que con ella arriesgan toda su fortuna en una sola jugada (la esperanza es pródiga por naturaleza) les
muestra su verdadera cara en compañía de la ruina, cuando ya no deja ninguna posibilidad de guardarse de ella una vez que se la ha conocido.


Tucídides, Historia de la Guerra del Peloponeso.

El llamado diálogo de los Melios y los Atenienses es una de las cumbres de la Historia de la Guerra del Peloponeso. Ilustra a la perfección la inevitable deriva a la que se ve sometido todo imperio y que ya les anunciaba en la entrada anterior. Ésta consiste en que poco a poco las decisiones políticas terminan por ser dirigidas por la facción más dura y radical de esa potencia imperial, de manera que el mundo acaba por ser dividido en amigos y enemigos, sin posibilidad de posiciones neutrales. Estos neutrales son obligados así a posicionarse frente al Imperio, bien eligiendo someterse para terminar convertidos en subditos de la potencia dominante, bien o enfrentarse abiertamente a ella. Una decisión que puede tener consecuencias catastróficas en el caso de que este neutral sea débil o se halle alejado y aislado geográficamente de los enemigos de la potencia dominante.

Hay que subrayar que ese enfrentamiento con la potencia imperial no tiene porque ser explícito. Como muy bien explica Tucidides en este diálogo, basta con ser neutral y pretender continuar siéndolo, manteniéndose al margen de alianzas y guerras, para atraer las iras de un Imperio, cualquiera que éste sea. Esta antipatía será tanto mayor cuanto más cercano esté ese neutral de la zona de influencia de la potencia regional, ya que su sola presencia allí, libre e independiente, es una justificación y una esperanza para cualquiera de los sometidos, que puede así intentar liberarse del yugo opresor de ese imperio. La potencia imperial se ve - o se cree -, por tanto, obligada a aplastar cualquier tipo de resistencia, existente o inexistente, implícita o explicita, real o imaginada, haciéndolo con tanta mayor dureza como declarada sea la oposición, la disidencia, de esos neutrales.

El problema es, por tanto, claro, meridiano, y su solución y consecuencias no mucho menos, generalmente trágicas. Queda justificado así que este pasaje, ilustración de ese destino irremediable, se considere una obra maestra, tanto del análisis y la teoría histórica como de la literatura.

Sin embargo, la primera vez que lo leí no me satisfizo. Echaba algo en falta.

sábado, 26 de marzo de 2016

Paisajes Musicales Inexplorados: Parmegiani (y XXIV)




Es triste que la música clásica electrónica - o electroacústica, por utilizar la expresión correcta - haya devenido una nota al pie en la historia de la música occidental. Parte de este olvido se debe al giro que la tradición musical europea experimentó a mediados de los años setenta, cuando buscó reanudar una comunicación con el público que la experimentación de los sesenta años anteriores había llevado a que se perdiera. Por otra parte, gran parte de estos músicos electroacústicos no sólo se embarcaron en la exploración à la Cage de los territorios inexplorados que separan la música del ruido, sino que coquetearon con los músicos pop/rock cuya emergencia iba a cambiar definitivamente el mapa musical de occidente. Una metamorfosis que arrebató su primacía a la música clásica  y la redujo al rango de un estilo más entre muchos posibles.... y no el mejor, ni el mayoritario.

En ese sentido la electrónica unió a su impenetrabilidad y extrañeza el estigma de haberse aliado con el enemigo - recordemos la estima que los músicos techno de los 80 tenían por un experimentador duro como Pierre Henry -, siendo así el causante, como poco cómplice, de la decadencia y caída del otrora modo único y válido. Sin embargo, allá en los años cincuenta del silo XX, el prestigio de la música electroacústica era muy otro. Ni más ni menos, que el del único camino posible tras del dodecafonismo de los años 20 y 30, la vía rápida al futuro de la música que fascinó a todos los contemporáneos, de Stockhausen a Ligeti, de Xenakis al citado Henry, y que fue cultivada por todos ellos, con mayor o menor convicción y dedicación.

miércoles, 23 de marzo de 2016

¿Filiaciones auténticas?

Emilio Longoni
Lo primero, un tirón de orejas a la Fundación Mapfre, ya que ha decidido empezar a cobrar la entrada a sus exposiciones, de manera que sólo queda ya como gratuita la Juan March. Si a eso unimos los elevadísimos precios del Prado y el timo reciente de las entradas conjuntas de la Thyssen, es fácil comprobar que nos hemos movido a un modelo en el que el arte se considera un privilegio para los que saben o un reclamo para turistas, no un bien común a disposición de los habitantes de un país... concepto que se reserva para la basura televisiva, los toros y las procesiones religiosas.

Dejando a un lado las jeremiadas sobre los tiempos que nos han tocado vivir, cada vez más similares a esas democracias para privilegiados tan típicas de la transición entre el siglo XIX y XX, les confieso que tengo sentimientos encontrados sobre la última exposición de la Mapfre: Del Divisionismo al Futurismo. No es que la intención de esta muestra no sea clara, ya que se intenta cubrir el vació entre el impresionismo-que-no-fue de los Macchiaioli italianos de mediados del XIX, ilustrado en una exposición anterior, con la explosión futurista en los años previos a la Primera Guerra Mundial y el primer Fascismo.

lunes, 21 de marzo de 2016

Leyendo a Tucídides (y III)

Porque si ellos han actuado correctamente al rebelarse, vosotros no deberíais ejercer el imperio. Y si, aún sin tener derecho, pretendéis ejercerlo a pesar de todo, es menester que los castiguéis, en vuestro propio interés en incluso contra la equidad, o, en caso contrario, debéis renunciar al imperio y hacer el papel de hombres honestos lejos de todo peligro. Determinaos a sancionarlos con la misma pena y a no mostraros, una vez que habéis escapado de sus intrigas, menos capaces de reacción que quienes las han tramado; reflexionad sobre lo que ellos verosímilmente hubieran hecho si os hubieran vencido, tanto más cuanto que fueron ellos los primeros en cometer injusticia. En la mayoría de los casos , quienes hacen mal a alguien sin ningún motivo prosiguen en su acción hasta aniquilarlo, recelando del peligro que supone la supervivencia del enemigo; porque quien ha sido víctima de una ofensa sin justificación, si logra escapar, es más peligroso que un enemigo en pie de igualdad.

Discurso de Cleón en el libro III de la Historia de la guerra del Peloponeso, de Tucídides

Lo cierto es que en las ciudades la pena de muerte está establecida para muchos delitos, incluso no iguales a éste, sino de menor gravedad; y, sin embargo, impulsados por la esperanza, los hombres se arriesgan, y nunca nadie ha tomado la senda del peligro con la idea de que se condenaba a no triunfar en su proyecto . ¿Qué ciudad al rebelarse ha intentado la empresa con recursos bélicos a su parecer inferiores, bien propios, bien procurados por la alianza con otras ciudades? La naturaleza ha dispuesto que todo el mundo, tanto a nivel particular como público, cometa errores, y no hay ley capaz de impedirlo, puesto que los hombres ya han recorrido toda la escala de penas agravándolas progresivamente, por ver si sufrían menos daños de parte de los malhechores. Y es probable que en los tiempos antiguos las penas establecidas para los delitos más graves fueran más suaves, pero al seguir habiendo transgresiones, con el tiempo, la mayor parte de las penas acabaron en la de muerte; y aún con ellas las transgresiones continúan. Hay que encontrar, por tanto, algún motivo de miedo más terrible que éste, o admitir que éste, al menos, no supone ningún obstáculo

Discurso de Diodoto en el libro III de la Historia de la guerra del Peloponeso, de Tucídides

Les decía en entradas anteriores queTucidides puede ser considerado tanto como el primer historiador como el primer reportero de la cultura occidental. Es el iniciador de la auténtica disciplina histórica, en mayor medida que Herodoto, porque Tucidides intenta analizar los hechos en busca de sus verdaderas causas, siempre demasiado humanas y muy poco nobles, al mismo tiempo que construye una teoría completa del devenir histórico y de las leyes que lo rigen. Su obra es también el origen del periodismo, puesto que fue testigo de parte los hechos que narra y cuando no,  así nos lo dice, busca transmitir el testimonio de aquellos que presenciaron los acontecimientos. Compone así unas narraciones cuya verosimilitud se ve aumentadas por la inclusión de pequeños detalles, justo aquéllos que sólo los participantes pudieron haber percibido, dotándolas de una cercanía y proximidad rara incluso hoy en día.

En ese contexto, Tucidides incluye uno de los rasgos más problemáticos de su obra: los discursos. La idea del historiador, que luego sería copiada por todos los escritores grecorromanos que le siguieron, es interrumpir el curso de los acontecimientos para incluir una explicación, en forma de debate, sobre las decisiones que llevaron o propiciaron una acción. A nuestros ojos, sin embargo, estos discursos tienen un claro carácter antihistórico, al asemejarse demasiado a una novelización de los hechos, tras la que normalmente se oculta una clara intencionalidad política por parte del historiador, cuando no se reduce a una dramatización que poco tiene que ver con lo que allí se dijo o trato.

sábado, 19 de marzo de 2016

Un paso más allá

Miró, Pintura-Collage
Si han seguido este blog sabrán que soy más de Miró que de Dalí. La producción de este segundo pintor me parece en demasiadas ocasiones un ejercicio vacuo de fatuidad y petulancia, grandes gestos de cara a la galería que se agotan en su calidad de escándalo, aunque hace mucho que éstos se desvanecieron y el arte que los causó se torno fast food artística. En Miró, sin embargo, hallo un compromiso estético, un rigor estricto en el cultivo de la pintura y la escultura, que implica e indica a una personalidad siempre en trance de dejarse la piel en su arte. Siempre arriesgando el enajenarse simpatías fáciles o el quedarse reducido a gran santón de la vanguardia, refractario al gran público.

Dada mi pasión por este surrealista peninsular, paradójicamente se me hacía un tanto cuesta arriba la exposición organizada por la Caixa sobre su obra, de título Miró y el Objeto. Creía equivocadamente que no iba a encontrar nada nuevo en ella, muy poco que me estimulara intelectualmente, que iba a quedarse limitada a un mero barajar de su obra más famosa: ese primer surrealismo de apariencia infantil donde cada cuadro es un juego compartido entre espectador y pintor; sus constelaciones y grafismos de los años cuarenta, complejos jeroglíficos tonales en donde sólo se llega a intuir algo y más vale dejarse arrastrar por el torbellino de líneas y colores; la serenidad y ascetismo, por último, de su etapa final, en donde se acerca al minimalismo contemporáneo, pero su afición por el juego -y por compartir ese juego - sigue más que presente.

Iba, por tanto, con pocas esperanzas, pero me he llevado, por el contrario, una gran alegría. Porque esta muestra me ha demostrado lo ignorante que aún sigo siendo, a pesar de mis pretensiones,. Me ha permitido, así, volver a contemplar la obra de Miró como si fuera un niño.

miércoles, 16 de marzo de 2016

Leyendo a Tucidides (II)

Lisiclides, en su misión de recaudación, navegó por diversos lugares, pero al internarse desde Miunte, en Caria, a través de la llanura del Meandro hasta la colina de Sandio, fue atacado por los carios y los aneitas y pereció con muchos de sus hombres.

Tucidides, Historia de la Guerra del Peloponeso, libro III


Al final de ese mismo invierno, cuando ya estaba muy próxima la primavera, Brásidas hizo una intentona contra Potidea. Se acercó de noche y consiguió arrimar una escala a la muralla, sin que su presencia fuera advertida hasta entonces; la campanilla había sido pasada y en este momento, durante el intervalo, antes de que volviera el que la llevaba, se ha procedido a arrimar la escala; pero luego los centinelas se dieron cuenta enseguida, antes de que nadie escalara la muralla y Brásidas retiró sus tropas a toda prisa, sin esperar a que se hiciese de día.

Tucidides, Historia de la Guerra del Peloponeso, libro IV

En la introducción a mi relectura de Tucídides, les indicaba que este autor grecorromano había sido el primer periodista, además del primer historiador en toda la regla, con perdón de Heródoto. No obstante, ambas definiciones, periodismo e historia,  pueden parecer excluyentes, así que mi afirmación necesita ser matizada.

Cuando se habla de periodismo, especialmente de reportaje, es inevitable hablar de literatura, vertiente que se acentúa en subgéneros (post)modernos como el "New Journalism" o la "NonFiction Novel". A pesar de sus claras diferencias, estos subgéneros tienen un elemento en común, la decoración de los hechos y su novelización, de forma que el lector pueda sentirse en medio de lo ocurrido e incluso "comparta" los sentimientos de sus protagonistas, sean éstos conocidos o no. Aunque disculpable en algunos de estos reportajes novelas, este enfoque es deletéreo en el caso de la historia, puesto que linda con la especulación sin base, mientras que en sus peores manifestaciones no deja de ser una manera solapada de manipular con engaño. Esta trampa consiste en atribuir a los personajes históricos pensamientos y motivaciones que sólo están en la mente del escritor y que, en los casos más flagrantes, permiten a éste propagar sus ideas políticas utilizando el prestigio del personaje retratado.

Por esta razón, cuando me encuentro con un libro de historia que recurre a estas tácticas, sea la dramatización de los hechos, sea la inclusión de diálogos completos en estilo directo, siento que ha perdido toda la credibilidad que pudiera tener. No está haciendo historia, sino novela o teatro, y evidentemente no aspira a transmitirnos la secuencia de los hechos con toda la objetividad que sea posible, sino a convencernos de una tesis además de que le admiremos por su dominio del lenguaje.

Defectos que, curiosamente, también son los de Tucidides, pero que este autor prototípico sabe evitar y resolver, sin merma de su credibilidad y su objetividad, reales o no, supuestas o no.

sábado, 12 de marzo de 2016

La mitad del mundo

Amalia Avia
Si recuerdan mi entrada del sábado pasado, clamaba entonces contra algunas instituciones que sólo piensan en términos de realistas e impresionistas, medio seguro de atraer multitudes y hacer caja. Se pueden imaginar, por tanto,que no estaba yo muy bien dispuesto a disfrutar de la muestra Los Realistas de Madrid, abierta en la Thyssen, institución famosa por su tendencia a descafeinar y desnatar todo ismo que caiga en sus manos.

Pues bien, les debo decir que me he llevado una agradable sorpresa.

La cuestión es que al hablar de estos (hiper)realistas españoles de la segunda mitad del siglo XX es difícil escapar a la impresión de que todo se reduce a mostrar de nuevo las obras de Antonio Lopez, pintor muy querido del público debido al equívoco general que imagina sus obras como fotos en óleo, de ahí lo del hiperrealismo.  Sin embargo, el propio López se niega a que se le encasille en esa categoría, y tiene buena razón, puesto que su realismo extremo se basa en muchas simplificaciones y artimañas que poco tienen que ver con la reproducción milimétrica de la realidad, como hubieran hecho los primitivos flamencos.

La exposición, por tanto, corría el riesgo de reducirse a un nuevo montaje de su obra pictórica, con breves incursiones en su escultura, y aún más breves en las creaciones de sus compañeros de ese llamado realismo madrileño. No sólo no es así, sino que por el contrario, la exposición se las arregla para encontrar un equilibrio en la presentación de las obras de ese grupo de artistas, tan parecidos y tan distintos, e incluso para convertirse en una decidida reivindicación de la figura de la mitad de sus componentes: las pintoras que acabaron convirtiéndose en mujeres de los hombres del grupo y cuya obra es tan interesante como la de sus maridos... y en ocasiones incluso más.

martes, 8 de marzo de 2016

Bajo la sombra del postmodernismo (XXIII)

Al mismo tiempo, sus interpretaciones (las de los libros de texto de los años 80 y 90) de la crisis del siglo XX divergían sutilmente, reflejando la erosión de la memoria social hegemónica que había facilitado la transición. Los libros de texto progresistas achacaban ahora el comienzo de la guerra a la conspiración militar en vez de al fracaso de la República, y aprovechaban recientes investigaciones de archivo para rescatar del olvido a las víctimas de la guerra y el franquismo. Aportaban cálculos de la cantidad de gente ejecutada, encarcelada y purgada por el régimen franquista, resucitaban la memoria de las guerrillas y del gobierno republicano en el exilio y juzgaban la autarquía económica teniendo en cuenta su desigual impacto sobre los españoles. Al hablar de la época del desarrollismo, recordaron las persistentes desigualdades económicas y sociales, la reemergencia de la "sociedad civil" y la fuerza creciente de la oposición democrática. Por el contrario, los libros de texto más conservadores se aferraron al mito según el cual la guerra era una tragedia colectiva, en la que ambos bandos eran igualmente culpables, y atribuían al "Estado franquista" el mérito de haber conseguido la estabilidad política y la modernización económica y social que posibilitaron la exitosa transición a la democracia. En cualquier caso, en términos generales sólo había ligeras diferencias de tono y enfoque, y lo que subyacía era una interpretación consensuada que relegaba a la Dictadura a una fase anterior de la vida nacional, superada ya por dos décadas de democracia constitucional.

José Álvarez Junco, Gregorio de la Fuente, Carolyn Boyd y Edward Baker. Las historias de España. Tomo XII de la Historia de España Fontana/Villares

Con este tomo acabo mi lectura en paralelo de las dos historias de España con las que llevo dándoles la lata este último año: la inglesa dirigida por John Lynch y la española de Fontana/Villares. Termino por ahora, ya que de esta última aún queda el tomo dedicado a la transición que no hace más que retrasarse, así que no escribiré todavía unas conclusiones generales de ambas. Sí les diré que la Fontana/Villares tiene para mí dos defectos principales que se convierten en uno: centrarse en el sujeto España estricto que lleva a desequilibrar su narración en beneficio de la historia contemporánea.

Ninguna de estas dos decisiones metodológicas es especialmente grave, puesto que, en realidad, España como actor histórico no comienza a ser hasta la segunda mitad del siglo XVI; mientras que la historia reciente, los siglos XIX y XX, es la más importante desde un punto de vista actual, por su obvia influencia y repercusión en los conflictos del presente. Sin embargo, me parece que se ha perdido una oportunidad de realizar una historia de la península Ibérica en la que se rompa con el tono localista, para poner en relación entre sí, por el contrario, los diferentes pueblos que la habitaron y conquistaron, además de considerar las muchas influencias externas, de Europa y África, que influyeron en su formación. Algo que se deja de lado en la mayoría de las narraciones - curiosamente, no en la de Lynch - y sin lo cual es inexplicable la historia de este país... o lo que queda de él.

No obstante, el peor defecto es que la historia Fontana/Villares fue escrita en un momento muy preciso, el previo a la crisis económica que arrasó el mundo en 2009, coincidente la quiebras del sistema de la segunda restauración en España, que aún no se sabe si está tocado de muerte o podrá reformarse y sobrevivir. Ese haber sido compuesta antes de la catástrofe lleva a que en ocasiones adopte un excesivo tono triunfalista, como si España se hubiera liberado y para siempre al fin de las maldiciones y fantasmas del pasado, mientras que en los últimos años éstos han vuelto a resurgir con todo su poder, llegando incluso a poner en cuestión las conquistas de una democracia que se creía fuerte, segura y permanente.

Donde más se notaba ese tono de victoria sin fundamentos, de elogios vanos, era en el tomo anterior, que en en gran parte de su contenido oscilaba entre lo intragable y la amargura retrospectiva. Sí hubiera sido la conclusión de la obra, mi impresión de ella habría sido aún más negativa, pero por suerte el autentico cierre es el tomo XII que les comento ahora, un ejercicio de metahistoria donde se utiliza lo mejor y más provechoso de la revolución postmodernista, aplicado en narrar una historia de como se ha narrado la historia de España a lo largo de los siglos.

sábado, 5 de marzo de 2016

No puede haber poesía tras Auschwitz

Emilio Vedova

Algunas instituciones artísticas madrileñas, como la Fundación Juan March, mantienen en sus exposiciones un grado de valentía que se halla ausente en otras - sí, Museo Thyssen, me refiero a tí -, incapaces de salirse del marco realismo-impresionismo, a menos que procedan a descafeinar y desnatar los muchos -ismos contemporáneos. Ejemplo de esta "audacia" - porque ese concepto, se quiera o no, está reñido con la divulgación artística - es la exposición que se acaba de abrir en esa fundación, de título Lo nunca visto y dedicada a los informalismos europeos de 1945 a 1960, cuando este metamovimiento se cierra con la llegada del pop y la nueva figuración.

La valentía y la audacia estriban en que se trata de una exposición difícil de sentir, de apreciar y comprender por el gran público. No estamos hablando de una reformulación postmoderna de la historia del arte, como ocurría con la muestra anterior dedicada al Art Deco, donde se proponía la inclusión, como miembros de pleno derecho, de las artes aplicadas y decorativas, presentando para ello al público objetos que le resultaban familiares y cotidianos, cercanos a un gusto general que así se veía reivindicado. Tampoco estamos hablando - aunque esto se hallaría un nivel por encima en la escala de dificultad - de la revindicación de un personaje de segunda fila en la historia del arte moderno, como Depero, pero cuyo arte era lo suficientemente atractivo, multidisciplinar e impuro, comercial y desideologizado, como para fascinar a un tiempo como el actual, caracterizado por el postmodernismo - aunque la mayoría no sepa que lo es.

Por el contrario, la exposición actual es de las duras y puede provocar extrañeza, cuando no rechazo, incluso entre los aficionados más avezados. Simplemente porque se trata de abstracción y además de abstracción que no se propone ser bella, ni racional, ni equilibrada, ni simétrica

jueves, 3 de marzo de 2016

Leyendo a Tucidides (I)

Nuestra petición será para vosotros, si nos hacéis caso, una hermosa oportunidad por muchas razones. En primer lugar, porque procuraréis vuestra ayuda a un pueblo que es víctima de la injusticia y no perjudica a otros; después, porque, al acoger a gentes cuyos mayores intereses están en peligro, prestaréis un servicio que os hará acreedores de un testimonio de gratitud que siempre será recordado de la mejor manera; y finalmente, porque poseemos una flota superior a todas, excepto a la vuestra.

Discurso de los Corcireos a los atenienses.

En estas condiciones, se escudan en la hermosa apariencia de esta política de no alineamiento no para evitar su participación en las injusticias de otros, sino con la intención de cometer ellos solos sus propias injusticias y de actuar con violencia en los casos en que son los más fuertes, de sacar ventaja cuando pasan desapercibidos y de no avergonzarse si alguna vez se hacen con alguna ganancia

Discurso de los Corintios a los atenienses

Tucidides, Historia de la guerra del Peloponeso

Todo lector tiene sus escritores favoritos. Aquéllos que le fascinaron en un momento de su vida y le siguen acompañando durante el resto... aunque esta compañía puede ser muy relativa, tenue y frágil. Entre mis escogidos están, como podía esperarse dada mi edad, Tolstoi y Dostoiewski, pero hace mucho tiempo que no los leo, casi desde la adolescencia, de forma que puede que al visitarlos me lleve una gran decepción. No por ellos, sino por lo mucho que he cambiado y me he traicionado. Otros escritores, como Musil, como Proust, Vallejo, Dickinson o Whitman, siguen ahí, como parte de mi presente, sin que nada haya podido erosionar su preeminencia, la urgencia con que me apelan, la necesidad con que me arrastran.

Tal es el caso de Tucidides y su Historia de la guerra del Peloponeso.

Puede resultar extraño que hable de actualidad, de fascinación, de enamoramiento, al referirme a un escritor de hace 2400 años. Alguien que tiene un puesto ganado en el panteón de la cultura occidental, pero que por eso mismo debería haber quedado reducido a estatua de mármol olvidada, de ésas que sabemos que están ahí desde siempre, pero a las que apenas dedicamos alguna mirada distraída. Sin embargo, cuando lo leí en mi juventud, acabando la universidad, inmediatamente se convirtió en una de mis obras favoritas, esencial en la construcción y formación de mi pensamiento.

De lo que fui y continuo siendo, a pesar de tantos años, tantos cambios y decepciones