Poco más se puede decir de una película fundamental como Chelovek s kinoapparatom (El hombre de la cámara, 1929) de Dziga Vertov. Como mucho señalar que la reciente restauración en 2014 - y su transferencia a HD - permite experimental ese placer de ver una obra como si fuera la primera vez, tan raro para los cinéfilos de cierta edad y experiencia. Esta ilusión del reencuentro se debe que la calidad de imagen de la nueva copia restaurada es tan buena que parece que el material hubiera sido revelado ayer mismo y estuviéramos asistiendo al mismo estreno, con el propio Vertov y el resto del equipo a cargo de la proyección.
Sin embargo, hagamos el intento. No de decir algo nuevo, sino al menos de decir algo.
Claramente, y dudo que esto sea una sorpresa, Chelovek s kinoapparatom una película seminal, cuya influencia se ha hecho notar tanto en muy diversos géneros cinematográficos, del documental al cine vanguardista/experimental, como en muy distintos movimientos cinematográficos, desde las múltiples resurrecciones del documental, que tienen a Vertov y a Flaherty como padres fundadores - y los Melies, como abuelos - hasta extenderse en las diferentes manifestaciones de la Nouvelle Vague y sus continuaciones en el cine ascético reciente... así como, de forma inesperada y contradictoria, en las artes de la publicidad y el vídeo musical, tan denostadas, odiadas y olvidadas.
La cuestión base aquí es que Chelovek s kinoapparatom es una película que engloba muchas otras películas - lo cual desmontaría por sí solo esa estupidez crítica de que el genio cinematográfico es el que tiene una única idea -. En la película de Vertov conviven sin conflicto la animación, el panfleto de propaganda política, la cámara acrobática, el montaje acelerado, la inserción de efectos especiales - características todas ellas que negarían las tesis básicas del documental puro y la Nouvelle Vague - junto con la captura sin intermediarios y distorsiones de la realidad, la meditación sobre esa misma objetividad filmada, la puesta de manifiesto del proceso de filmación de la propia película , además de la relación directa con las personas fotografiadas e incluso con el futuro público espectador, ambos conscientes de la existencia de la cámara - características que sí son propias y centrales a los dos movimientos antes citados.
La contradicción y el enigma se resuelven al considerar que en la película de Vertov confluyen gran parte de las corrientes del cine mudo y del arte vanguardista contemporáneo, hecho subrayado por la fecha tardía de su producción, 1929, convirtiéndola así casi en un cierre - y una culminación - de toda esa época. Por esa razón, las estrategias que Vertov utiliza no son nuevas, ya que Chelovek s kinoapparatom puede considerarse como otra obra más en la corta serie de las sinfonías ciudadanas - cuyo ejemplo más conocido es la obra de Walter Ruthmann que le dio nombre -, mientras que muchas de sus técnicas eran ya viejas por aquel entonces, como la alternancia ralentí/cámara rápida o la superposición de imágenes. Por el contrario, el hecho distintivo de la película de Vertov no ese otro que la consciencia de filmar/ser filmado que se revela como el hilo conductor de toda la cinta.
Es esa renuncia a crear una ilusión de realidad - mejor dicho el poner de manifiesto como se crea esa misma ilusión - es la que permite a Vertov escapar de las restricciones y limitaciones de la sinfonía ciudadana, para transformarla en un relato de las aventuras de la cámara y el cameraman. Mejor dicho, en una ilustración/demostración de como la mirada, el instinto y la valentía del cameraman, unidas luego al ojo, la precisión y la dedicación del montador, son capaces de crear una realidad más real que la propia realidad. Un mundo de sombras proyectadas, de fantasmagorías, que nos permite descubrir lo invisible, lo maravilloso de nuestra experiencia cotidiana, y cuyos detalles y particularidades no dedicamos la atención que merecería. Una acción, por tanto, la del cameraman y el montador, que se torna revolucionaria, liberadora, gracias a la que los personajes retratados, los objetos capturados, se muestran como realmente son, sin miedos ni ataduras, incitando al público espectador a experimentar esa misma euforia, ese mismo entusiasmo.
Para así renovarse, para así atreverse a renovar a otros.
Espíritu que explica la resonancia, la pervivencia, la actualidad de la pelicula de Vertov. Su categoría de ejemplo, de inspiración perpetua, que a tantos ha movido y mueve para tomar la cámara, salir a la calle, y simplemente rodar lo que ven... y lo que no ven, pero luego revelará la cámara.
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