En mi revisión semanal de las compilaciones de cortos animados del misterioso profesor Beltesassar, le ha llegado el turno a Special Delivery realizado en 1978 por John Weldon y Eunice Macaulay con el apoyo financiero de la National Film Board (NFB) of Canada.
En multitud de ocasiones les he aburrido ya con mis elogios a esa institución pública canadiense, así que no insistiré. Basta decirles que a lo largo de sus ya más de setenta años de historia, esa organización se ha convertido en uno de los pilares de la animación mundial, sin la cual la obra de muchos gigantes de esa forma artistica no habría podido desarrollarse o al menos llegar a las alturas que alcanzó. Además, su labor no consistió únicamente en proteger a los grandes, sino que ofreció a muchos animadores noveles o simplemente notables, la oportunidad y el espacio en el que trabajar a su modo y a su ritmo, con cierta seguridad financiera, de forma que el catálogo de la NFB acabó siendo de una calidad más que notable, un compendio de técnicas y experimentos que podría servir de resumen y ejemplo de la historia de la forma.
John Weldon no es uno de los maestros de la animación (fe de erratas: Weldon es uno de los grandes, aunque sólo sea por haber rodado esa obra maestra llamada The Lump, que comentaremos más adelante), tampoco un revolucionario, pero eso no quita que su Special Delivery, producido bajo el paraguas de la NFB, sea un ejemplo magnífico de la madurez y la expresividad a la que la animación llamada ahora 2D había llegado antes de la irrupción del ordenador en los 90. La excusa del corto es una retorcida historia de humor negro, en la que las casualidades y los malentendidos llevan a una sorprendente conclusión en la que el crimen se las arregla para no pagar. Este corto puede parecer, en un tiempo en que la exageración y el esperpento son las reinas indiscutibles de nuestra cultura, poseedor de un filo un tanto embotado, pero su fuerza viene de mantenerse siempre en el campo de lo posible, de aquello que podría ocurrir de una forma natural a pesar de su artificio. Un mundo, en definitiva, del que se muestra de forma irónica que es la estupidez de aquellos que dicen regirlo, la que permite conclusiones tan absurdas y alocadas - tan perversas y subversivas - como la que propone el corto.
Sin embargo, como digo siempre, la animación es una forma del cine en la que ser perfecto literariamente no basta, en la que la técnica debe superar y substituir aquello que se nos cuenta, hasta adueñarse y substituirlo, de forma que en la memoria del espectador lo que quede es como se ha representado lo contado, no tanto ésa misma historia narrada. En este sentido, Special Delivery es un compendio de las posibilidades de la animación tradicional, tanto aceptando el reto de mover la cámara y animar los fondos - una de las tareas más difíciles antes de la llegada del espectador - como de conseguir que sus personajes actúen mediante el uso de todo su cuerpo, evitando así la falta de expresividad facial de toda animación, pero sin que aparezca antinatural, exagerada o forzada, como ocurré muchas veces en el Disney clásico o en la 3D actual.
Por otra parte, hay un claro intento de evitar una perfección visual que no haría otra cosa que negar la ironía de la historia o congelar su expresividad. Al estilo de muchos de los cortos de su época, y haciendo necesaria virtud de los errores comunes del proceso animado de entonces, este corto se complace en hacer que los sucesivos fotogramas no casen, que la imagen tiemble y que los contornos sean imprecisos, estrategia que contribuye a aumentar su frescura y espontaneidad. alejándole de esa fiebre de hiperpreparación que tanto molesta a los autocoronados proponentes del verdadero cine.
Pero, como siempre, no se dejen engañar por mis palabras, vean el corto por si mismos y disfruten de esta comedia de los errores, que como toda buena comedia podría estar teniendo lugar en la puerta de al lado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario